Ghost World es la adaptación del cómic de idéntico título a la gran pantalla. De ello se ha encargado Terry Zwigoff, que ha escrito el guión junto al creador de las historietas (Daniel Clowes). Y tengo que decir que el resultado ha sido fabuloso, dando lugar a una película sencilla, sin pretensiones y terriblemente humana.
Sinceramenete, tengo que decir que no he leído dichas historietas; pero no las he necesitado para entrar en el mundo de Rebecca y Enid, dos chicas que acaban de terminar el instituto y que se plantean la pregunta de sus vidas: qué hacer con sus existencias en el momento que ya son "oficialmente" adultas y tienen que enfrentarse a la vida real.
Rebecca (Scarlett Johansson) y Enid (Thora Birch) son dos jóvenes inadaptadas a la sociedad, solas en medio de este "mundo fantasma" de hipocresía y falsedad. Mientras que Rebecca parece algo más dispuesta a buscarse un trabajo y empezar a encauzar su vida, Enid no muestra interés alguno en su futuro, observando cada perspectiva de su existencia con ironía y cinismo.
Pero Ined verá cómo todo empieza a cambiar al conocer a Seymour (un brillante Steve Buscemi que está soberbio en su papel), un adulto igualmente apartado de la sociedad, solitario y que se refugia en su colección de discos de la dureza del mundo exterior. La chica verá en él a su alma gemela, formándose así una entrañable relación que comenzará a poner en peligro su amistad con Rebecca, que cada vez se va tomando más en serio su presente y futuro.
Pese a que la historia es sencilla, Zwigoff consigue con su guión que nos encariñemos con los personajes y que lleguemos a sentir compasión y ternura por lo que le pasa a esta serie de "marginados sociales". Para ello, el director se rodea de un fabuloso elenco de actores, donde Thora Birch y el citado anteriormente Steve Buscemi brillan con luz propia. Cada mirada, cada gesto y cada diálogo están cargados de una humanidad y un realismo fuera de lo común.
Es por todo esto por lo que Ghost World es única: porque sabe reflejar la crudeza de esta sociedad sin caer en el drama, simplemente ironizando y en ocasiones divirtiendo. Y que hoy en día surjan películas de esta magnitud es cada vez más difícil.

La última película de Alexander Payne fue una de las sorpresas más gratas del 2004. Pese a su sencilla historia, cuenta con unos diálogos y unos personajes magníficamente trabajados.
El viaje que llevan a cabo un par de amigos antes de la boda de uno de ellos les conducirá por los viñedos de Estados Unidos y por los senderos del amor, del humor y les servirá para replantearse sus vidas y existencias.
Para saborearla como los mejores vinos:lentamente, disfrutando su aroma y su color.Y con ese gusto tan dulce que siempre queda al final.

Tras la extraña y fascinate (desde mi punto de vista) "Cómo ser John Malkovich", Spike Jonze se vuelve a poner tras la cámara para, con la ayuda del genial guionista Charlie Kaufman, crear este poema visual sobre la inspiración y la existencia que gira en torno a una obra literaria que, en apariencia, es imposible de representar.
El propio Kaufman es el protagonisata (magistralmente interpretado por Nicolas Cage), un ser acomplejado que recibe el encargo de escribir un guión para cine de la novela "El ladrón de orquídeas". Pero por más que lo intenta no consigue dar en el clavo.
Con la ayuda de su gemelo Donald (cuya personalidad es totalmente distinta a la de Charlie) tratará de conocer a la escritora de la novela (Meryl Streep) para intentar sacar el proyecto adelante. Y será entonces cuando descubra que no es como la imaginaba y que está sumida en un auténtico caos existencial.
Excelentes interpretaciones (Oscar para Chris Cooper com secundario) y un magnífico guión son las claves para que esta película, tan original como arriesgada, se metiera a público y crítica en el bolsillo.

¿Cómo puedes afrontar tu último día y tu última noche en la calle si sabes que al día siguiente serás encerrado durante siete años?
Ésta es la pregunta que ronda por la cabeza de Montgomery (un extraordinario Edward Norton, que se come la pantalla y demustra ser uno de los mejores intérpretes de su generación), un camello que ha sido vendido a la policía por alguien de su círculo de confianza, tras años y años de vivir a cuerpo de rey.
Y será entonces cuando salten las dudas sobre quién ha sido el chivato; puede tratarse de su novia, sus amigos de la infancia (ojo con Philip Seymour Hoffman, uno de los mejores secundarios de la industria americana) o cualquiera relacionado con el negocio.
El trabajo de los actores es tremendo, recalcando sobre todo el de los anteriormente nombrados. Y el personaje de Norton llega a eclipsar a los demás, reflejando la preocupación por lo que va a ocurrir, la tristeza por haber elegido la vida que escogió y la furia que siente ante el chivato y todo lo que le rodea (el monólogo del lavabo del bar saca a la luz sus odios más profundos).
En definitiva, uno de los productos cinematográficos más dignos de 2002, que pese a su temática no llega a caer en el sentimentalismo barato.

Pese a que a priori el argumento de la película hace pensar que que puede tratarse de una producción que supere la media hollywoodiense todo acba en agua de borrajas: más y más de lo mismo.
Para empezar nos encontramos con una primera hora de verdadero aburrimiento, donde se hace una ridícula descripción de los protagonistas y que provoca más de un bostezo. Pero cuando llega al meollo de la cuestión (un pueblo fantasma, una casa de cera con muñecos demasiados reales y un lugareño extrañamente amable) nos damos cuenta de que el guión flaquea demasiado y que podría haber dado mucho más de sí.
Pese a todo, los actores están correctos (tampoco necesitan mostrar nada fuera de lo común) y los efectos especiales están realmente conseguidos (a destacar escenas como el corte del dedo, el descubrimiento de un muñeco de cera clavado a uno de los protagonistas o su apoteósico y ardiente desenlace).
En resumen, una idea poco aprovechada por Jaume Serra y sus guionistas que, pese a todo, cuenta con algún que otro momento de tensión amén de su más que eficaz final. Y, si no fuera por la primera hora, posiblemente estaríamos hablando de una de las gratas sorpresas del género en los últimos tiempos.