En España no fue recibida con entusiasmo, pero en el resto del mundo la crítica se arrodilló. No es para menos, objetivamente, la ópera prima de Joe Wright es escandalosamente brillante.

La mayoría de espectadores no se fijan en la labor del director (en el caso de que sepan que una película no la hacen sólo los actores). Pero cualquier cinéfilo no podrá evitar extasiarse con la orgía cinematográfica que supone el visionado de "Orgullo y prejuicio". Cada escena nos muestra imágenes variadas y siempre bellas y expresivas, que para colmo están al servicio de la narración, algo que Wright conjuga con sorprendente maestría. Como ejemplo de esta maestría, la escena del segundo baile está rodada en un plano secuencia en la que la cámara deambula por todo el salón asistiendo a las anécdotas de los personajes, siguiéndolos, perdiéndolos y reencontrándose con ellos en una secuencia de milagrosa planificación.
El talento de Wright no se queda en una sola escena sino que toda la película está plagada de imágenes arriesgadas, desde planos en los que vemos el sol a través de los párpados de la protagonista hasta elipsis temporales desde un columpio. Lo dicho, increíble.

Pero si "Orgullo y prejuicio" es una de las películas más perfectas de la historia del cine no lo es sólo por cómo está filmada. El reparto es espléndido. Hay gran cantidad de personajes secundarios y todos ellos están muy bien escritos e interpretados con gran talento por lo mejor de la escuela británica. Pero, por supuesto, también hay una protagonista, y la de "Orgullo y prejuicio" traspasa la pantalla en una interpretación memorable, de una sinceridad y transparencia que emociona hasta la médula. Esto demuestra que Keira Knightley no sólo es una de las actrices más bellas del mundo, si se le da un buen papel y se la dirige con talento es capaz de grandes logros.

Además de estar rodada con absoluta genialidad e interpretada con extrema dedicación por sus intérpretes, una película necesita una gran historia que contar, obviamente, y "Orgullo y prejuicio" la tiene, porque para el que no lo sepa es un clásico de la literatura universal que nos cuenta una hermosa historia de amor, y Wright ha querido narrárnosla desde la más absoluta elegancia y sutileza, huyendo en todo momento de la lágrima fácil y los efectismos sentimentaloides. Para muestra, esa insuperable escena final muy contenida, rodada con primeros planos en un alarde de sencillez bergmaniana, Wright evita el happy ending vulgar y consigue unas emociones tan sinceras y creíbles que el llanto no puede contenerse más y brota de los personajes y los espectadores de manera natural sin ser forzado.

Me estoy quedando sin sitio para enumerar las infinitas maravillas de esta obra maestra que hacen que verla sea un placer intenso para los sentidos y el alma, así que sólo queda añadir que "Orgullo y prejuicio" es una flamante incorporación al olimpo del séptimo arte. Te seguiremos de cerca, Joe.

Gran parte de las comedias románticas suelen ser pelis porno para mujeres. 90 minutos dedicados a estimular su sensibilidad y realizar sus fantasías femeninas. Al igual que con la versión masculina de este género, cualquier parecido con la realidad es coincidencia: Ni la señora de 45 se va a encontrar con Pierce Brosnan en su viaje por las Seychelles, ni la ayudante del dentista te va a bajar la bragueta.

(500) Days of Summer (no me gusta el títuo español, aunque reconozco que era imposible traducir su doble sentido) no tiene nada que ver con estos dos géneros. Es una película dirigida a la sensibilidad masculina, pero está lejos de ser complaciente.

El amor es el tema universal del Cine, y del arte en general. Estamos hartos de ver en el cine historias de chico conoce a chica, se enamoran en un encuentro idílico (o ella pasa, pero él lucha por conquistar su amor), se enfrentan a la oposición del mundo, superan ese malentendido crítico cuando parecía que había triunfado el amor y sólo le quedan 25 minutos a la peli... Pero... ¿es así el amor? Todos hemos tenido nuestras incursiones en este terreno, ¿han sido así? No, ¿verdad?

Pues esa es la gracia de esta película: un punto de vista realista, un desarrollo creible de una historia de ¿amor? El más típico no en el cine, sino en la vida real: Chico conoce chica, se enamora como un puto imbécil de ella, chica no se sabe a qué cojones está jugando. El que no esté de acuerdo con esto no va a encontrar mucho que rascar en esta peli. Que aunque comience como un remake americano de Amelie, su mayor gracia reside en sentirse reconocido en el inolvidable personaje de Joseph Gordon-Levitt (no sería descabellado que le hubiesen nominado al Oscar). Algunos se sentirán identificados con el primer encuentro en el ascensor, otros con la escena en el karaoke, muy pocos con la de la fotocopiadora...

Imposible no sentirse implicado en la historia y no verla a veces incluso como un documental de nuestra propia vida. Imposible no acabar odiando a la zorra sin corazón de Summer. Imposible no disfrutar con el Soundtrack y los guiños a la música indie (Belle & Sebastian, The Smiths, Joy Division, Pixies, Regina Spektor, Ingmar Bergman...) Imposible no maravillarse con la genial escena en la que la pantalla se divide para separar las espectativas de la realidad. Imposible no enamorarse.

Muy efectiva y disfrutable, destaca el enfoque alejado de compasión y patetismo con el que se acerca a la enfermedad del protagonista. Pero... ¿8.1 de media? Disparatado. Supongo que el problema es que esa nota media no obedece a la realidad, sino que está inflada por toneladas de espectadores, no muy exigentes, entusiasmados con la película, que no se toman muy en serio esta web y que en cuanto una película les gusta ya le ponen un 9 o 10. Un problema que afecta a Filmaffinity ultimamente y que hace que la nota media de los últimos estrenos ya no sea fiable como antaño. Basta ver el 7.5 de media de esa obviamente fallida y hueca adaptación de Les Miserables que ha perpetrado Tom Hooper y que también es disfrutable a ratos (sobre todo para los menos exigentes) pero manifiestamente nula desde cualquier punto de vista artístico y cinematográfico. No llega a ser el caso de Intocable, que es sumamente recomendable, pero está muy lejos de ser la mejor película de los últimos años (como sugiere su puntuación), puesto reservado para películas valiosas de verdad como Shame, The Deep Blue Sea o Lincoln, todas ellas demasiado difíciles de valorar para el espectador medio carente de la herramientas culturales e intelectuales necesarias, como demuestra que ninguna llegue a un 7 de nota media.