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Críticas de Aitor Maiden
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
9
29 de noviembre de 2015
33 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una historia muy sencillita y vista mil veces, a Pixar le tocaba buscar la originalidad en otra parte. Y lo consigue con un par de personajes en los que cuesta distinguir cuál es el humano y cuál es la bestia, haciendo un equilibrio muy trabajado entre ambas condiciones.

Por otro lado, el diseño de todos los dinosaurios es propicio para los numerosos gags que tiene la película, que se descubre como una aventura western en pleno mesozoico alternativo. En lo que Pixar se ha dejado la piel es en los prodigiosos paisajes y entornos, una maravilla visual difícil de asimilar que haya sido hecha por ordenador, en los que se desarrollan arrolladoras secuencias.

Una película que no es un paso más de la franquicia, pero que desde luego es un paso firme, que propicia risas y nudos en la garganta, con un peso emocional maravilloso, y que deja buen sabor.
Aitor Maiden
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8
18 de agosto de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La fórmula “Batman Begins” funciona. En esta ocasión, simplemente había que alejarse del hiperrealismo del caballero oscuro y dejarse llevar de manera natural por la fantasía que el universo del hombre de mañana impone. El resultado es una aventura seria consigo misma, emocionante, que se aleja de toda la ingenuidad infantil que hasta ahora había caracterizado en el cine al personaje, que no repara en escenas de acción y explosiones cuando son necesarias, y sobre todo muy entretenida, algo fundamental puesto que, no lo olvidemos, estamos en el terreno del cine superheroico. Que nadie busque a Coppola o a Scorsese donde no pintan nada.

Esto es terreno de Nolan, del que se aprecia muchísima influencia en la primera mitad del film en el que se va desglosando el origen del héroe, explicado de manera hábil y sencilla, y de Snyder, que da rienda suelta a todo su poderío e imaginario visual a todo el film. Ya desde el principio cobran un gran peso los personajes de Jor-El y Jonathan Kent, padres biólogico y adoptivo respectivamente de la criatura, lográndose que ninguno pise al otro, algo que no lograba el Superman del 78, donde Marlon Brando era el rey de la función en este apartado.

Respecto a aquella versión, el héroe también gana una cosa: humanidad, lograda con dotar al héroe de debilidades que van más allá de tener que salvar a los infortunados seres humanos de turno o de ser atacado con kryptonita. Este Superman aún está conociéndose a sí mismo, está sometido a la dualidad de la fina línea que separa al bien del mal, en ningún momento intenta dar una lección moral al espectador y, pese a ser muy consciente de su origen mesianico, se desprende de toda invulnerabilidad que se supone corresponde a un ser divino. Tiene ira, tiene dudas, tiene impotencia. En definitiva, es humano.

Henry Cavill tiene empatía, energía, físico y elegancia. Muy correcto. Pero entre el elenco hay que destacar a Zod, un villano capacitado para hacer sudar sangre a Kal-El, interpretado por un soberbio Michael Shannon, y a Lois Lane, una Amy Adams que capta la intrepidez de la reportera y deja atrás la imagen de chica en apuros. Ella es madura, graciosa y capaz de valerse por sí misma sin necesidad de que el chico bueno esté constantemente sacándole de apuros. Por otro lado, la banda sonora de Hans Zimmer logra que no se eche de menos a la cásica fanfarria de John Williams, y solo por eso tiene mérito sobrado.

Está claro que Warner pretende hacer franquicia de esto. Les ha salido muy bien la jugada, han cumplido el objetivo de renovar al hombre de acero y ahora se estarán frotando las manos. Consejo: prudencia. Esto no es Batman Begins, la cual pisaba terreno sin explorar. No es una saga a la que haya que dotar de esa complejidad, no la pide, y debería tener una evolución que tenga muy en cuenta lo que tiene entre manos: un personaje que vela por la humanidad pero capaz de destrozar una ciudad entera en apenas unos segundos. Y eso es lo que debe ser Superman: algo demoledor.
Aitor Maiden
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9
23 de diciembre de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor que puedo decir es que no hay nada en ella que no me haya gustado. Tiene emoción, mucho humor, posee el carisma, la épica y el espíritu de la trilogía clásica, y deja de lado la filosofía mística y la sobriedad de las precuelas para devolvernos la aventura pura y dura.
Los nuevos personajes son un tremendo hallazgo. Rey es una protagonista genial. Tiene el don de la empatía instantánea y te unes a ella desde el principio. Por encima de todo, no se trata tan solo de un personaje: los dilemas y los riesgos a los que se enfrenta son puramente humanos. Luego está Finn como héroe cobardica y gracioso con quien forma pareja, y cuya química ya queda asentada de cara a las futuras entregas. Poe Dameron es el tercero en entrar en el juego, un tío que mola mucho y que deja con ganas de más, puesto que en esta entrega su aparición es meramente secundaria. Y BB8, el nuevo robotijo, es un suplente de lujo para R2D2. No se han limitado a crear un bicho gracioso repleto de gags, algo que temía antes de verla, y más teniendo en cuenta el peligro que fluctúa de imitar la moda minion. Qué va, el pequeñajo tiene entidad propia.
Igualmente humanos son los personajes que ya conocemos: Han, Leia, Chewacca,... La evolución que han tenido desde el episodio VI les ha convertido en mucho más de lo que ya eran. 30 años dan para muchos traumas, experiencias y acontecimientos, y me alegra comprobar que el tratamiento de estos personajes ha tenido en cuenta ese paso de tiempo. No se han limitado a plasmar a aquellos personajes que nos enamoraron desde 'Una nueva esperanza'. Son ellos mismos tres décadas después, con el crecimiento personal de cada uno que ello supone. Los nostálgicos no van a poder evitar emocionarse con ellos.
Y el nuevo villano, Kylo Ren. Como con todo lo que he expuesto anteriormente, podrían haber ido a lo sencillo, que es lo que hizo George Lucas con las precuelas: hacer que mole y meter flipadas por todas partes. No sólamente es un villano que posee magnitud y peso. Le odias. Simplemente le odias. Y conseguir eso con un villano es un 80% de trabajo hecho. Así debería haber sido el Anakin del Episodio III, con toda esa furia e ira desbordantes, la cual aún no comprendemos, pero que tendrá tiempo de ser explicada en el siguiente episodio. Es de agradecer el detalle de tener en cuenta que es un mero aprendiz, de hacerle imperfecto, igual que los protagonistas, y que es algo que queda muy bien representado en las peleas. Esta vez no se le toma al espectador como a un mamífero que simplemente quiere ver movimiento y acción, se le respeta dotando a estos personajes de unas emociones y cargas personales que identificamos perfectamente.
Y no tengo por qué explayarme más para generar una idea de lo bien que me lo he pasado viéndola, de que he salido del cine sabiendo que he visto lo que quería ver. Por supuesto que no es perfecta, pero tal como queda la cosa, tan solo puede crecer.
Aitor Maiden
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9
31 de mayo de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recital cinematográfico que se cuela entre mis pelis favoritas. 'La última noche' aborda con furia e inteligencia el abismo de la redención, de la culpabilidad y de las segundas oportunidades, una película que se sumerge en la debilidad de sus personajes en las horas más decisivas de su vida. Brillantes diálogos, interpretaciones lúcidas y plenas de naturalidad, delicadeza y detallismo en el apartado visual y una realización de Spike Lee contenida de rabia y pasión.

'La última noche' se puede definir como un drama carcelario cuyo protagonista, Monty, aún no ha palpado los barrotes, pero que ya está prisionero sin remedio. Prisionero de su pasado, de haberse convertido en el rey de los bajos fondos de Manhattan a cambio de distanciarse de sus amigos, de su padre y de su novia. De poder haber sido mejor persona, pero no haberse atrevido a dar el paso. Edward Norton está pleno, contenido y sereno en casi todo el metraje, sin caer en el victimismo, para descargar toda la impotencia y resentimiento de su personaje en momentos puntuales. Un personaje que resulta ser un buen tipo (la película comienza con él dándole una segunda oportunidad y una alternativa de vida a un perro apaleado que después será su mascota) a pesar de que tomó malas decisiones. Junto a él, un Seymour Hoffman que transmite como pocos actores el apocamiento de personajes vacíos, onanistas y en constante crisis existencial, un Barry Pepper magistral (no puedo dejar de admirarle como uno de los mejores actores de reparto que a día de hoy se puedan encontrar), y Rosario Dawson, que me ha impresionado bastante puesto que no es una actriz a la que recuerde por su capacidad dramática.

Spike Lee nos imbuye en los miedos e incertidumbres de este elenco utilizando todos los recursos narrativos a su alcance, desde el propio libreto inicial hasta el montaje (la repetición de los gestos, como los abrazos que se dan entre los personajes y en qué situación lo hacen, en cambios de plano), pasando por un hilo musical cuya partitura lubrica las escenas otorgándoles fluidez y suavidad en su progreso, ayudando a plasmar ese interior que se muere por exteriorizar los verdaderos sentimientos de cada miembro del grupo de amigos que están "festejando" las últimas 24 horas en libertad de Monty.

La película se puede explicar en sus dos monólogos claves, el de Monty durante el primer giro de guion y el de su padre durante el clímax, definitorios con lo que la película pretende ser, siendo el primero una exposición de la frustración por los errores propios y el segundo de la alternativa y la posible reinserción que siete años en prisión no harán posible. Porque la película, en cuyo contexto está la espesa sombra de los recientes atentados del 11-S, también es una protesta contra el sistema carcelario que, lejos de su principal cometido de redimir a quienes infringen la ley, resulta ser un proceso de venganza social. Y que termina como no podía hacerlo de otra forma, dejando interrogantes y reflexiones acerca de cómo afecta a la vida de cualquier persona las decisiones que toma, buenas o malas: la apuesta del personaje de Barry Pepper en su escena de presentación, el error en la discoteca del de Seymour Hoffman, la que está dispuesto a tomar el padre de Monty en la secuencia final, o las del propio protagonista que le han llevado a esta "última noche". Una historia que se cierra dejando abiertos todos sus frentes, como la propia vida, que nunca para.

http://deusexmachina2.blogspot.com.es/
Aitor Maiden
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10
17 de agosto de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
A los grandes directores de la historia se les puede definir perfectamente con sus óperas primas. ¿Qué es Reservoir Dogs? No pocos la señalan como la mejor película que Tarantino ha filmado jamás, y en parte tienen razón. Sin duda es su obra más libre, más desahogada y en la que se le nota haciendo un trabajo apasionado del que realmente no sabe qué va a obtener. Porque esta película es su puesta en escena, es su llegada al mundo del cine. Para él es un juguete nuevo de navidad al que tiene que sacarle todo el jugo posible antes de que se acaben las vacaciones.

Estamos en 1992, y Tarantino por entonces era un jóven frikie cinéfilo cuyo mayor hobbie era escribir guiones. Gracias a la venta de un par de ellos, empezó a sonar fuerte su nombre entre algunos productores independientes, y fue Harvey Keitel y los hermanos Weinstein quienes decidieron confiar en su talento para ponerle al mando de su primer largometraje, de cuyo guion quedaron impresionados. Así pues, el jóven Quentin tomó el proyecto como una aventura adolescente, con la misma seriedad que un niño talentoso tiene construyendo y forjando su cabaña del árbol.

Reservoir Dogs es tan buena no por su estupendo guion, no por sus ocurrentes personajes, ni por su agudo humor negro o sus ingeniosos diálogos y situaciones o por su innovadora forma de narrar. Es tan buena porque surge de la total y completa improvisación que funciona al juntar a un grupo de actores cuya química es tan perfecta como el encaje de las piezas de un puzzle, a los que el director sabe llevarles a donde él quiere, y que no se preocupa de la profesionalidad del asunto. El cine es el hobbie de Tarantino, y así es como trabaja en esta película, y de ahí el resultado.

Formalmente encontramos varios planos torpes, con cabezas cortadas, o con algunos claros fallos de racord, incluso alguna escena metida por simple antojo. Da igual. Lo que nos está ofreciendo es tan fresco, tan subversivo y tan alborator que su falta de práctica como realizador es totalmente perdonable, y logra lo que pretende: que el espectador sea su fiel amigo, hasta el punto de convertirle en un silencioso cómplice que disfruta de los macabros actos que se le van presentando.

Por eso tantos insisten en que esta es la película definitoria de Tarantino, porque nunca más vamos a volverle a ver tan a su aire, tan exento de la formalidad que la realización de una película exije, tan adolescente y gamberro, ni tan atrevido.
Aitor Maiden
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