Negra, negrísima comedia que avanza imparable pisoteando tabús. Robin Williams, nos muestra nuevamente su brillantez como actor (cuando tiene un buen guión en las manos) y el par de coj... que hay que tener a la hora de escoger personajes perteneciendo a la "flor y nata" holywoodiense. Recomendable para todos aquellos que no dudan en decir lo que piensan, aunque fruto de su incorreción política despierten el desinterés y desprecio de sus congéneres.

Montaje para cines, sin perder material original, de la miniserie "Cuentos en verso para niños perversos" que adaptaba el homónimo (al español) de Roald Dahl en dos cortometrajes para la televisión (cosa de la BBC). Un trabajo de la joven productora "Magic Light", que suponemos consiguió los derechos tras su participación en "Chico y Rita" y sus adaptaciones de Julia Donaldson (El Grúfalo, Cómo mola tu escoba), trabajos bastante premiados. La serie dividía en dos partes el texto, pues no dejaba de ser un buen largometraje con entreacto, bien narrada, con exquisita atención a los detalles (véanse los diseños basados en el trabajo de Quentin Blake) y bastante solemne. Una delicia para niños grandes.

Tras la multitud de series y largometrajes que durante cuatro décadas han ido renovando la franquicia, poco le quedaba a la Hanna Barbera/Warner por hacer, a excepción de algo "definitivo" que lo aglutinara todo y pusiese un poco de orden. Y eso es precisamente "Misterios S.A.", una serie elaboradísima a nivel técnico que durante dos temporadas exploró la franquicia y sus posibilidades narrativas.

Para empezar la serie se desarrolla generalmente en un único escenario, la localidad de Crystal Cove, lugar de residencia de sus protagonistas. Los personajes se perfilan psicológicamente con más detalle y conocemos a sus familias, siempre en dirección contraria a nuestros inquietos y aventureros protagonistas. Como en las películas fantásticas de Serie B a la pandilla se les da la espalda en cuanto investigan un misterio, no vayan a perder la fuente de ingresos local basada en los fenómenos paranormales y monstruos investigados con anterioridad (no obstante, los padres de Velma poseen un museo sobre ello). Pero la más novedosa aportación es la de una trama central que unifica los episodios (a pesar de incluir éstos un misterio en cada entrega) y va ampliándose a medida que avanza la serie. Se cumple por tanto con las líneas argumentales básicas pero añadiéndole toda la información posible siempre que enriquezca el relato.

Igualmente, la exquisita ambientación californiana, los tétricos fondos (en ocasiones monocromáticos) y la elaboradísima animación, responsabilidad de grandes animadores de la factoría como Curt Geda ("Batman Beyond: Return of the Joker"), consiguen elevar la serie muy por encima de la media televisiva. Eso sí, los más nostálgicos seguirán disfrutando con los empachos gastronómicos de Shaggy y Scooby, los disfraces de los delincuentes (a menudo bastante terroríficos) y la mítica frase (adaptada en ocasiones): -Lo hubiese logrado ¡Si no fuese por estos chicos entrometidos!

Hace tiempo que quería revisar este clásico disney, referente del cine infantil edulcorado y hermana pequeña (al menos en presupuesto) de aquellos largometrajes en los que la productora entremezclaba animación e imagen real (desde "La canción del Sur" hasta "¿Quién engañó a Roger Rabbit?"). Una película que aún hoy puede presumir de virtudes aunque en su momento se enfrentara al menosprecio de unos críticos que la encontraron anacrónica (se estrenó bajo la sombra de "Star Wars" y la nueva era que supuso para el cine familiar), antes de convertirse en clásico de culto gracias a la televisión y el formato doméstico. Ésta recayó en las sabias manos artesanas de Don Chaffey por mil razones, habiéndose responsabilizado en el pasado de proyectos con animación integrada (stop motion) para la Hammer y Harryhausen, un cineasta de lo más "moderno" adicto a los zooms y juegos de cámara habituales de su época, un tipo que podía presumir de haber dirigido una de las más grandes obras maestras del cine, "Jasón y los argonautas".

Y como era de esperar, el dragón resultó un prodigio creativo de los animadores (responsabilidad ni más ni menos que de Don Bluth), algunas de sus canciones seriamente pegadizas (cuidado con el tema "Boo Bop BopBop Bop"), su nivel de producción bastante alto (espectacular el decorado del innombrable pueblo o el clímax bajo la tormenta) y el plantel de actores una delicia a pesar de su caracter bufonesco (y no sólo el gran Mickey Rooney sino los cantantes Jim Dale y Helen Reddy, gente que se merecía una mayor gloria en el cine). Por su ingenuidad, sentimentalismo y anarquía podría provocarle urticaria a más de uno, pero aquellos que la hayan visto de pequeño o se identifiquen con su percepción de las cosas podrían llegar a entender el calado y fuerza de sus imágenes. Muestra de ello el que la disney ya esté filmando su remake, previsto para el verano de 2016. Y todo porque en su simpleza y minimalista visión del mundo puede refugiarse todavía un público algo hastiado de la cruda realidad.

Si hay algo en lo que una sociedad parece voluble es en su sesgo moral. En muy poco tiempo lo que se considera escandaloso puede resultar justificable en determinadas circunstancias. De ahí que en estos tiempos tan convulsos resulte apropiado revisitar un mito, una brújula moral durante generaciones como "El cuento de Navidad" de Charles Dickens.

Ahí entra AppleTV+, apoyando esta producción de Reynolds y Ferrell (con sus respectivas casas y equipos humanos) que no bajan el listón de otros títulos familiares ofertados en el pasado. Una grata oportunidad para disfrutar el talento de estos dos señores en su mejor momento, dos profesionales que adoran su trabajo y saben lo que quieren. Sobre todo Ferrell, que a punto de cumplirse el 20 aniversario de su obra maestra "Elf" vuelve sobre este subgénero para decirnos algo más.

A nivel técnico y formal es impecable (véase la solidez de los números musicales), las canciones son maravillosas y abarcan varios géneros (desde el swing hasta el rock), todos aportan su talento musical con mayor o menor acierto (sorprende la emotividad interpretativa de Octavia Spencer) y la lectura final es de lo más actual e importante para las nuevas generaciones.

Como cabe esperar tiene sus cosillas. No es muy original en el universo corporativo que retrata, algo que ya había hecho la Aardman en "Arthur Christmas", la tintas se sobrecargan por momentos con tanta subtrama y le cuesta poner el freno cuando entra en el terreno de lo sentimentaloide (al menos para ser tan cínica), pero son salvedades perfectamente justificables en un título navideño tan interesante y vistoso.