Una grata sorpresa, la de este Apollo 11, que más que un documental, dan ganas de tildarlo de película de suspense, en más de una ocasión.

La gran aventura espacial de Amstrong, Aldrin y Collins se nos presenta como nunca antes la habíamos visto. Tanto en su manera de cernirse exclusivamente en la misión en sí, con su previo y su cuarentena, como en su manera de narrarnos los acontecimientos. Probablemente la historia con el mayor spoiler de los últimos cincuenta años, se transforma en un devenir constante de emociones. Sensaciones, que hacen que el espectador llegue incluso a plantearse, en más de una ocasión, si va a presenciar en la pantalla grande, algún cambio drástico de los hechos reales. Debido esto último, a cómo está llevada la tensión dramática en unos cuantos momentos magistrales.

Uno de los mayores impactos de la pieza, viene de la mano de las imágenes, ensambladas a modo de metraje encontrado. Grabadas directamente por la NASA, ya que iban filmar de forma meticulosa, todo el proceso de la aventura con la Metro-Goldwyn-Mayer, quienes pocos días antes, se retiraron del proyecto. El resultado fue el de un material de una calidad superior, que bien podría estar rodado la semana pasada. Los fragmentos de la gente que acampó en Florida, para ver de cerca el lanzamiento, son oro puro. Su ropas, peinados, las marcas y los aparatajes, nos trasladan directamente a 1969.

Destacar la ausencia de competencias soviéticas y de los panfletos patrióticos a los que nos tienen acostumbrados. Y una banda sonora fantástica, que aunque bien llevada, a mi parecer se excede en la grandilocuencia en alguna ocasión y quiere estar demasiado presente, cuando en otras, no hacía tanta falta (por ponerle alguna pega).

Con este aterrizaje en la Luna, Todd Miller viene a demostrarnos que una historia de sobra conocida por todos, puede verse como nunca antes se había imaginado. Y sobre todo mantenerte en tensión, sin despegarse del asiento, pero sí despegar dentro del Saturno y aterrizar con el Eagle, siendo uno más de la misión.

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Mik J. López
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Y cómo no escribir unas palabras, después de ver este maravilloso anime franco-japonés de Shōjirō Nishimi y Guillaume "Run" Renard.

Bienvenidos a Rios Rosas, un barrio marginal en la distópica Dark Meat City. Una ciudad en algún lugar de unos futuros U.S.A. donde se habla más francés y español, que inglés. Una película de ciencia ficción trepidante, reflexiva y con unas secuencias de acción como la copa de un pino. Dotada de un bizarrismo extremo en su apariencia, es un devenir constante de referencias por doquier y parodias al género. Con las que a veces homenajea en serio y otras no tanto.

En algunas ocasiones es Tetsuo en Akira, en otras Miedo y Asco en las Vegas. A veces nos recuerda a Están Vivos y otras nos hace pensar en La Cosa o The Blob. En un ghetto más que digno de Distrito 9, con pandilleros salvajes que recitan a Shakespeare y se enzarzan a tiro limpio con los Men In Black, liderados por una especie de Francisco Scaramanga (El Hombre de La Pistola de Oro), que tiene entre sus filas a El Chacal, con aires de León el Profesional (por el regusto francés).

Con una banda sonora dubstep, mezclando sintonías que recuerdan a los 16 bits y tintes de reggaeton gangsta. Viene aderezada con luchadores de wrestling mexicano, descendientes de guardianes ancestrales aztecas, muchos bichos salidos del Apartamento de Joe, el espíritu del Grand Thef Auto y un sin fin de guiños a chopocientas cosas más (que hay que volver a ver porque se escapan por la sobrecarga). Semejante batiburrillo suelta de la cocktelera:
Mutafukaz! Una joya de la animación para adultos, que no dejo de pensar que si se proyectase en sesión doble junto con la soberbia Tekkonkinkreet, haría las delicias de una horda de fans.

No he tenido el gusto de leer las viñetas y habrá que ponerle solución a corto plazo.

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Mik J. López
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Poco acostumbrados estamos al cine saudí, y más todavía, si es una mujer la que está al mando de la película en cuestión. Evidentemente la primera causa de ello es el islam en sí mismo y todo lo que eso conlleva. Hace cosa de un par de años se abrió la primera sala de exhibición, ya que han sido casi cuarenta de prohibición de la cinematografía, por parte de esta monarquía absoluta islámica.

Haifaa Al Mansour es licenciada en Literatura en la Universidad Americana de El Cairo y realizó un máster de Dirección y Estudios Cinematográficos en la Universidad de Sídney. Es considerada la primera mujer directora de Arabia Saudí, y su largometraje LA BICICLETA VERDE (2012) fue el primero rodado íntegramente en el Reino Saudí. Durante el rodaje de dicho filme, Haifaa tuvo que dar directrices desde una camioneta, separada del resto de su equipo técnico, por el único motivo de no poder juntarse con el resto de sus compañeros hombres. La película participó en más de 40 festivales internacionales y ganó diversos premios, entre otros, en Venecia, Róterdam y Dubái.

Con LA CANDIDATA PERFECTA (2019), Al Mansour nos brinda cine social en su estado más puro. Una historia llena de mensaje y carga política que, aunque está a punto de rozar el panfleto, no traspasa esa línea por su bien.

Maryam (Mila Al Zahrani) es una doctora más que cualificada, que está harta de tener que lidiar a diario con el rechazo de algunos pacientes y el desmerecimiento de sus compañeros hombres, por el mero hecho de ser mujer. Además de perder la paciencia porque el ayuntamiento no asfalta el camino que llega a la clínica y en el que hay inundaciones por fugas de agua cada dos por tres. Durante el Ramadán, su padre Abdulaziz (Khalid Abdulraheem), un conocido músico de bodas, va a girar con su orquesta después de que el gobierno vuelva a permitir la música en directo. Maryam también piensa viajar a un congreso, pero sus documentos han caducado y su guardián legal (el padre), no está para hacerse cargo de ellos. Tras intentarlo con un primo y tener que rellenar un formulario para presentarse a la alcaldía para citarse con él (sin éxito para su viaje), decide continuar con su candidatura. Junto a sus hermanas Selma (Dae Al Hilali), que se dedica al audiovisual y su hermana pequeña Sara (Nora Al Awadh), arrancan una campaña política sin precedentes en la que una mujer se presenta a la alcaldía por primera vez.

La pionera Al Mansour, nos narra un cuento de una familia luchadora. Tres hermanas fuertes que han heredado de su difunta madre (cantante) y su padre músicos, el espíritu del cambio. Cabe destacar el paralelismo entre el camino del padre y la hija, que emprenden una contienda personal, cada uno por sus intereses, pero que en esencia representan parte de la misma lucha.

Claro es el reflejo de la situación del entorno en el que viven y cristalina la denuncia de aquellos a los que se les llena la boca hablando de las tradiciones culturales, pero intentaron borrar las artes de su patrimonio. Se nos presenta una oda al folklore árabe, a los contrastes culturales y las ironías sociales. Por supuesto, la obra es un llamamiento a la esperanza, a la rebelión en contra de lo impuesto y lo establecido. Un grito por el cambio tan necesario e inevitable que está por llegar.

La cinta dramática, cuenta también con algunos tintes de comedia, de los que hacen sonreír, incluso soltar alguna pequeña carcajada que funciona a las mil maravillas. Nos regala algún personaje que roza lo entrañable, como son el de Selma o Mohammed (Shafi Alharthy), que hacen que la película nos conquiste rápidamente. Aunque es una historia sencilla, aporta una fuerte heroína protagonista que puede llegar a encandilar.

Y aunque emocionalmente resulta efectiva, también hay que mencionar que en numerosas ocasiones la realización es algo pobre. Que varias veces, da la sensación de estar viendo una película familiar televisiva, que podríamos ver en algún canal nacional después de comer, si fuera de producción europea. Esto último no es necesariamente negativo, ya que hay películas para televisión fantásticas, pero que carecen de cierta autoría y presentan una propuesta menos narrativa en su planificación.

En definitiva, una película interesante cuanto menos y en mi humilde opinión, necesaria. Espero de corazón, que su directora siga haciendo cine con la misma fuerza combativa y que tanto por su parte, como por la de más compatriotas, empecemos a poder saborear más cine saudí.

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Mik J. López
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Era una mañana de Reyes de 1995, cuando en el salón de casa de un servidor, descansaba un paquete junto al árbol de Navidad. Al abrirlo ya sabiendo qué podía ser (pues siempre fui de escribir carta), mi pequeño mini-yo se topó con aquella preciosa Sega Megadrive y aquel juegazo de plataformas que era Sonic the Hedgehog, lanzado en 1991 y que tantas alegrías me daría.

Hoy Paramount nos ha invitado al pase de prensa de Sonic the Hedgehog, la nueva película del erizo azul y uno que siempre ha sido más de anillos que de setas, se siente más que agradecido.

He de decir, que iba con unas expectativas la mar de bajas. Conocido es ya aquello, de que cuando los fans vieron las primeras imágenes del veloz mamífero, montaron el cólera y se cambió por completo el diseño del personaje. Es por eso que queda bastante claro que, con un proyecto como este, se quería tener en cuenta a ese “fandom” más acérrimo y eso siempre es de valorar.

Es cierto que es una historia tan sencilla que asusta, que el guion deja bastante que desear en muchos aspectos y que tiene algunas carencias. Aunque la estructura narrativa no arriesga y es correcta, hay algunas tomas de decisiones en acciones y personajes, a las que habría que dar alguna que otra vuelta más. Es un film que no ofrece nada nuevo y que incluso visualmente es manido hasta decir basta… pero, sorprendentemente, Jim Carrey hace un Dr. Robotnik (al que van transformando a medida que avanza la historia) al que se le coge cariño. Y no todo el mérito es de Carrey, ya que a fin de cuentas hace una vez más de sí mismo (aunque con la peculiaridad del antagonista, al que no nos tiene acostumbrados). Hay que remarcar que el personaje de Sonic (voz de Ben Schwart) ha quedado adorable y aunque tiene demasiada de la esencia (hasta el punto de oler) de un Spiderman bocazas, se consigue querer al maldito erizo. Un James Marsden un poco descafeinado, pero aprobado y un plantel de secundarios sin mucha sal, que han sido colocados con tino.

Supongo que mucha gente dirá (hay mucha detractora de ello) que es un producto, que se sustenta en la nostalgia de los que crecimos con aquel mando de Sega en las manos. No les faltará parte de razón, ya que la cinta está llena (sobre todo el primer acto y alguna sorpresa final) de guiños para toda una generación de los que fuimos niños en los noventa. Incluso la banda sonora trata bien a un público que, a mi parecer, ha recibido en la sala bastante bien al recolector de anillos. Creo que, como adaptación de la franquicia, es un punto de partida decente para llevar este universo a la gran pantalla.

En definitiva, es un blockbuster que, en mi humilde opinión, hará sobre todo las delicias de los más pequeños. Si a finales de los noventa hubieran sacado Sonic The Movie, creo que todo niño habría querido ir a verla y la habría disfrutado. Bien aclimatada a los tiempos que corren y habiendo actualizado al personaje, no veo por qué eso no pueda darse también ahora. Es posible que igual la franquicia haya perdido algo de fuelle con el tiempo, pero ahí estamos esos treintañeros nostálgicos, de los que hoy en el Palacio de la Prensa soltaban carcajadas con los chistes de Robotnik y arrancaban algún aplauso o “ajás”, cuando nos daban esos guiñitos que los que olían en la sala a naftalina, no han entendido.

La verdad es que el pequeño azul de las colinas verdes funciona. No tiene pretensiones de ser más de lo que es y es bastante divertida. Ideal para llevar a los críos un domingo por la tarde, comerse unas palomitas y pasar un buen rato el fin de semana en familia. Sin con un poco de suerte Papá y/o Mamá, fueron de reventarle la panza a Robotnik en las final stage de la consola de Sega, seguro que disfrutan más que el resto.


Mik J. López
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Realmente me gustaría conocer a algún que otro critico de ciertos periódicos para enseñarles un poco sobre cine, muchas veces, ni ellos se creen lo que escriben, por regla general suelen contradecirse unos a otros, en fin...yo no se si como unos periódicos tienen unas ideas políticas y otros otras, se ponen de acuerdo, para contradecirse. Ya me imagino a los del ABC:

-Hey! que los del país han dicho que esta película es sublime
-Ah, pues nosotros la tachamos de nefasta

A veces creo que nos toman el pelo.


Pero bueno a lo que iba. Hace mucho tiempo que no se hace una peli de monstruo, tan entretenida, tan inquietante, tan intrigante, con una grabación tan notable (unos planos magníficos de paisajes y animales dignos de los mejores documentales de la National Geographic) y con un suspense tan conseguido. Acompañada además de unos buenos efectos especiales, y un reparto que sinceramente no es de oscar, pero que no lo hace nada mal.

Realmente Greg Mclean nos ha sorprendido. Ya con Wolf Creek llamó nuestra atención y con esta se nos mete en el bolsillo, esperemos que con la siguiente podamos hacerle alguna reverencia.