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Críticas de Mirada Crítica
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
6
17 de octubre de 2016
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nuestro continente guarda una historia común de despojo, invasiones, colonialismo y violencia producida por el conquistador. Somos producto del mismo gesto dominante por el que fuimos inventados como otro. Pero lamentablemente no sólo nos une la historia de nuestra aparición en el sistema mundo, también otros sucesos violentos nos han marcado a lo largo del siglo XX. Las dictaduras del Cono Sur forman parte del código genético de todos aquellos que vivieron esos sucesos, donde las desapariciones y la muerte sistemática fue la forma de gobierno. Incluso ahí donde los ropajes democráticos eran festejados por los organismos internacionales, los mismos mecanismos represores fueron utilizados contra los movimientos de izquierda.

Muchos cineastas latinoamericanos han intentado narrar esa realidad y presentarla para nosotros de múltiples maneras. Algunos lo hicieron al mismo tiempo que se desarrollaban esos sucesos, otros directores mucho más jóvenes han intentado mirar a ese pesado que pesa tanto en la memoria y que ha determinado la formación de lo que son hoy sus sociedades y ellos mismos. El joven director argentino nacido en España Diego Corsini hace lo propio en el filme que nos convoca, Pasaje de Vida, un homenaje a su historia familiar a través del cual habla toda una generación, esa que hace uso del arte para entrar en diálogo con sus padres.

La historia transcurre en dos tiempos distintos. Miguel vive en Madrid, donde permanece desde que tuvo que salir exiliado de Argentina, la relación con su hijo es completamente hostil, tienen muchos años sin verse, pero una enfermedad neuronal degenerativa obliga a que se reencuentren y el pasado que ha callado durante tantos años empieza a salir a flote. Mario, angustiado por el deseo de conocer la historia que se le ha negado a lo largo de su vida, insiste en preguntar a su padre por las personas que menciona cuando su mente se instala en los años 70’s.

Es a esa década a donde nos trasladamos, para conocer la historia de Miguel durante tiempos difíciles, en los cuales tras asumir la lucha sindical termina inevitablemente en el movimiento armado una vez que las organizaciones políticas pasan a la clandestinidad. En una acción política nocturna reconoce a Diana, a quien ha visto trabajando en la fábrica, desde ese instante quedan completamente enamorados. La violencia y la persecución política los obligan a esconderse, al mismo tiempo que participan en acciones armadas.

Ese relato permite conectarnos con la historia de muchos latinoamericanos que vivieron en carne propia la violencia de las dictaduras y de gobiernos que sin serlo formalmente persiguieron con igual agresividad a la izquierda. Pero no se trata sólo de la generación militante de los años 70’s sino de la generación siguiente que mantiene una relación compleja con sus pasado, muchos de los cuales son hijos de desaparecidos, otros que intentan comprender lo que se oculta tras la mirada que ven todos los días en sus “viejos”.

El filme nos acerca a la situación política argentina a través de la historia de amor protagonizada por Diana y Miguel, quienes intentan a toda costa mantenerse juntos sin abandonar la lucha. Es esa relación la que busca conocer Mario, acercarse a ella para saber un poco más de sí mismo y finalmente reconectar con su padre. Todo eso sucede en el transcurso de la película, la búsqueda y sus resultados hacen que Mario pueda comprender cuáles son los dolores que taladran la memoria de Miguel.

El papel de Miguel en su vejez queda a cargo de Miguel Ángel Solá, mientras que el obrero militante es encarnado por Ricardo “Chino” Darín, hijo del conocido actor Ricardo Darín. Javier Gordino quien se encarga de representar a Mario, es recordado por su actuación ejemplar en El secreto de sus ojos. Por último, el amor proletario tiene su contraparte en la actuación de Carla Quevedo, a quien le toca representar a Diana. Todas las actuaciones merecen elogio, pero especialmente la conexión alcanzada por Solá y Gordino, que pasan de una tensión hostil al reconocimiento amoroso.

Pasaje de vida es el segundo largometraje de Diego Corsini, participa tanto en la producción como en la escritura del guión. Su ópera prima fue Solos en la ciudad en el año 2010, sin embargo se ha dedicado a la actividad cinematográfica intensamente, participando en la producción de varios documentales y programas de televisión. Según ha expresado esta es una película sobre aquellos que sobrevivieron a las dictaduras y la experiencia del exilio que sufrieron. A su familia le tocó vivir doblemente el éxodo por razones políticas, primero de España a Argentina y luego el retorno obligado.
Mirada Crítica
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6
17 de octubre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde los últimos años la crisis económica europea ha venido desarrollándose y poniendo a la luz las condiciones de negociación, el desmantelamiento del estado de bienestar, el desempleo, las protestas y el deterioro en la calidad de vida de los ciudadanos. Hemos accedido a ella a través de lo que nos muestran los medios y algunas noticias que en las redes sociales logran superar los cercos informativos.

Conocemos las características generales de la crisis, cuáles son sus causas así como sus principales componentes político y económicos, sea que lo comuniquen los medios tradicionales o algunos alternativos que desde sus trincheras expresan las críticas y luchas que emprenden las personas contra las medidas que han tomado sus gobiernos. Pocas veces nos hemos acercado a las relaciones humanas, para comprender cómo se han visto afectadas por la situación y mirar desde la cotidianidad el despliegue de intereses personales en juego.

El cine nunca se encuentra de espaldas a los conflictos por los que atraviesan las sociedades, presentándose como una ventana para mirar desde múltiples enfoques los procesos por los que pasan los conglomerados humanos. La situación europea actual no ha sido la excepción, películas como Le Capital del cineasta militante Constantin Costa Gavras y Smetto Quando Voglio del joven director Sydney Sibilla dan cuenta de ello.

Il Capitale Umano del director y guionista italiano Paolo Virzi se suma a las dos películas mencionadas para demostrarnos que el cine político europeo emplea un abanico amplio de contenidos y formas para ilustrar el mismo contexto social. Estas producciones pueden venir de la mano de un maestro galardonado, conocido por su compromiso político explícito como Costa Gavras, un joven como Sibilla o un profesional premiado como Virzi. Así, los enfoques varían, desde el ejecutivo de un banco en ascenso, un grupo de académicos desempleados o una familia clase media.

Paolo Virzi adapta para su película la historia desarrollada por el escritor norteamericano Stephen Amidon en su novela homónima. El director traslada los distintos personajes creados por Amidon a las zonas ricas de Milán, allí se darán cita dos familias, los Ossola y los Bernaschi, quienes establecen relación a partir del noviazgo de los hijos mayores de ambas. Estas familias junto a aquellos personajes que giran en torno a sus miembros servirán para exponer el diálogo entre la clase media ascendente y la burguesía en un contexto social crítico.

Las primeras secuencias nos representan el momento en el cual un ciclista es atropellado por una camioneta lujosa, cuyo tripulante ni se detiene para ver lo sucedido y ahí lo dejamos tendido para dar paso a las presentación de los personajes. Este accidente tocará de manera definitiva las vidas de las familias Ossola y Bernaschi, dejando ver cómo los intereses de cada una, así como su visión del mundo son puesto en juego.

En determinado momento Valeria Bruni Tedeschi en el papel de la esposa del millonario Giovanni Bernaschi lo interpela y le sentencia “apostaron a la ruina del país y triunfaron”. Il Capitale Umano también ha triunfado en distintos festivales a nivel mundial, recibiendo elogios diversos de la crítica.
Mirada Crítica
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8
17 de octubre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La muerte ha inquietado a los seres humanos desde siempre, nos interrogamos sobre lugar a donde vamos, pero también nos angustia el proceso de morir en sí mismo. Para traer un poco de tranquilidad ante el miedo, hemos creado distintos relatos que sirven de respuesta para la pregunta por el más allá de la vida. La ciencia ha intentado darnos explicaciones basadas en una metodología razonable, sin embargo, no ha podido desplazar a las primeras respuestas.

Muchas películas han intentado abordar la muerte como problema y como experiencia vital fundamental. El cine, como otros medios creativos, se ha propuesto traer un poco de calma a nuestra angustia existencial. Pero Me and Earl and The dying girl, que llegó América Latina como Yo, Él y Raquel, no es una película sobre la muerte, ésta sirve como telón de fondo para hablar sobre la adolescencia, la amistad y la madurez, pero esos tampoco son el objeto final en este caso. Es una película sobre el cine y la experiencia que produce en nuestras vidas.

El director Alfonso Gómez-Rejón ha sabido hacer de la novela escrita por Jesse Andrews, quien también asume la adaptación del guión cinematográfico, el medio perfecto para homenajear al séptimo arte, a sus directores favoritos y así crear para nosotros, cinéfilos, un maravilloso obsequio. A través de distintos planos y movimientos de cámara Gómez-Rejón hace referencias a los cineastas que lo han inspirado y provoca una mirada distinta sobre esta historia.

Los primeros pasos de este joven director fueron por todo lo alto, trabajó como asistente de producción de Martin Scorsese en Casino. Recientemente dirigió 12 episodios de la serie American Horror Story y 8 capítulos del musical juvenil Glee. Esta es su segunda película, con la cual se alzó con los principales premios en la edición de este año del festival de Sundance.

Desde hace algún tiempo el cine indie ha relatado historias protagonizadas por niños entrando a la pubertad y jóvenes adolescentes, basta mencionar Juno, Miss Little Sunshine, Moonrise Kingdom o The Way Way Back. A pesar de las numerosas producciones el tema no se ha agotado. Vale la pena preguntarse por qué el cine independiente escoge con frecuencia la mirada juvenil como contenido o eje transversal para desarrollar temas variados.

Yo, Él y Raquel está protagonizada por Thomas Mann quien encarna a Greg, un joven que ha definido una estrategia para pasar por la secundaria sin tener ningún problema, se mantendrá lo más desapercibido posible, para lo cual debe evitar hacer amistades. Su único acompañante es Earl (Ronal Cyler), quien a su juicio es un "no amigo", simplemente alguien a quien conoce desde la infancia. El plan se verá frustrado cuando su madre lo obligue a pasar tiempo con Rachel (Olivia Cooke), una compañera de clases a quien acaban de diagnosticar con leucemia.

Greg nos hace saber que su padre es profesor de sociología en la universidad y cinéfilo, cuando narra el momento en el cual Earl y él se enamoraron del cine independiente al encontrarlo viendo Aguirre de Werner Herzog. Ese amor los llevó a ambos a dedicarse desde niños a realizar sus propias adaptaciones de los clásicos del cine. Así, una vez que ambos conocen a Rachel, deciden hacer una película para ella.

Desde el momento que Greg se ve obligado a compartir con Rachel empieza a cambiar, va trasformando su manera de ver y vivir a partir de su estrecha amistad con la “chica moribunda”. Hay cambios que sólo pueden suceder durante la adolescencia. Es así que, Yo, Él y Raquel también es una película sobre la amistad, la madurez y la muerte.
Mirada Crítica
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7
17 de octubre de 2016
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El Presidente de México recibe al nuevo embajador de Estados Unidos y aprovecha para hacerle una propuesta muy peculiar, si abren las fronteras, los mexicanos trabajarán haciendo lo que "ya ni los negros hacen". Las decisiones tomadas para revertir el efecto que pueda causar esta afirmación en la población, desencadena la trama de la nueva película del cinesta mexicano Luis Estrada.

Para impedir que el Presidente sea objeto del escarnio público y su afirmación traiga consecuencias más allá de las redes sociales, desde La Residencia Oficial de Los Pinos envían al director de la Televisora Mexicana, un video involucrando a un Gobernador con actos de corrupción, es urgente desviar la atención pública. A partir de ahí, ese mismo canal de televisión se encargará de limpiar la imagen del gobernador al que ha expuesto, cobrando para ello una pequeña fortuna.

El filme lleva por título La Dictadura Perfecta, aquella caracterización de México que en 1990 hiciera el escritor peruano y ahora también español Mario Vargas Llosa. A pesar de que Don Vargas Llosa ha afirmado recientemente que se trataba de una opinión equivocada y a su juicio México es una "democracia imperfecta", para Estrada esa idea sigue teniendo vigencia.

Visión compartida por el veterano actor Damián Alcázar, el cual ha protagonizado las tres películas anteriores de Estrada y a quien en esta ocasión le corresponde encarnar al Gobernador Carmelo Vargas. Se suman Alfonso Herrera, conocido por pertenecer a la agrupación juvenil Rebelde, Joaquín Cosío, con una larga trayectoria en cine mexicano y Osvaldo Benavides que ya apreció en un filme anterior de Estrada.

La trama central de la película desarrolla la estrecha relación entre los medios de comunicación y la política en México, un matrimonio que se mantiene gracias a la importante labor que hace la televisión construyendo, elevando o hundiendo la imagen de algún político, a la vez que crea distracciones para sacarlos de aprietos Reza el eslogan del filme: la televisión ya puso un Presidente... ¿lo volverá a hacer?

El director junto a Jaime Sampietro, quien lo acompañó en la redacción del guión, realizaron una ardua investigación para sustentar el contenido del filme, por lo cual afirman que "cualquier parecido o semejanza con la realidad no es mera coincidencia".

Esta película se suma a otras donde Estrada también utiliza la sátira y la crudeza para poner al descubierto el sistema político de su país. Las anteriores fueron La ley de herodes (1999), Un mundo maravilloso (2006) y El infierno (2010). En ellas, el cineasta toca temas como el narcotráfico, la corrupción, persecución y el asesinato político.

El filme fue estrenado y exhibido en México a finales del año 2014, logrando convertirse en la película más taquillera del país de ese año. Resultó seleccionada para representar a ese país en los Premios Goya 2015 y cuenta con 10 nominaciones en los Premios Ariel.

Manuel Azuaje Reverón
Mirada Crítica
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