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Críticas de ThrashJazzAssassin
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Críticas 22
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
Hannah Gadsby: Nanette (TV)
ShowTV
Australia2018
7,8
2.484
Intervenciones de: Hannah Gadsby
1
28 de agosto de 2018
33 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que todos conocemos las charlas TED. En ellas, alguien influyente o capaz de contar una experiencia relevante ante el público da una charla sobre un tema de su elección. Aparte de las ponencias más técnicas, abundan las que tratan sobre historias edificantes, autosuperación, autoayuda, etc. Ese habría sido el formato adecuado para el monologo de Hannah Gadsby, que no pasa de ser un speech político puntuado por ocasionales elementos cómicos.

En la tradición del monólogo americano no faltan quienes, como George Carlin o Bill Hicks, abordaban los temas de la actualidad política y cargaban sus intervenciones de reflexiones ácidas sobre la sociedad en las que, por momentos, el humor pasaba a un segundo plano. Personalmente, aunque me encantan Hicks y Carlin, la última etapa de ambos me resulta algo cargante, porque estaban demasiado pagados de sí mismos y adoptaban maneras de predicador convencido de tener que ilustrar al mundo con su verdad. El humor se resentía de ello, y si salvaban sus actuaciones era gracias a su enorme talento escénico y su dominio del lenguaje.

A Hannah Gadsby, que no carece de cierto talento y tiene una buena dicción y gran presencia escénica, le ocurre lo mismo que a ellos. Con la diferencia crucial de que Hicks, Carlin y otros monologuistas que apostaron por el contenido político no fueron tan cobardes de presentarse como víctimas u oprimidos. Cuando el cómico pide a gritos que te apiades de él o ella y que empatices con sus padecimientos, rompe un pacto sagrado con el espectador. Gadsby, además, es tan hipócrita como para afirmar que no desea que la vean como a una víctima, pese a que todo su monólogo contradice tal cosa. Pide empatía a gritos, pero ella misma no se la concede a los demás, y por eso se permite meter en el mismo saco a Roman Polanski, a Woody Allen y a Harvey Weinstein, entre otros.

No sé qué tiene de valiente o de rompedor dar una charleta política ante miles de personas que te van a aplaudir por el mero hecho de presentarte como mujer, lesbiana y víctima de los terribles hombres heterosexuales. Eso es predicar para el coro, y los aplausos que arrancas se deben a tu condición antes que a tus dotes para la comedia.
ThrashJazzAssassin
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Cowspiracy: The Sustainability Secret
Documental
Estados Unidos2014
7,4
2.361
Documental, Intervenciones de: William Potter
1
2 de octubre de 2015
94 de 169 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué habitual es valorar o puntuar un documental no por su calidad, sino en función de lo mucho o poco que comparta el espectador el punto de vista que en él se sostiene. Es natural que exista un sesgo de este tipo y que la afinidad ideológica no pueda eliminarse jamás por completo. Ahora bien, un documental es, como su definición indica, una obra en la que se prueba la verdad o falsedad de algo con documentos, y cuyo fin es instruir e informar sobre un determinado asunto. Por tanto, la calidad de una obra de este tipo –dejando de lado méritos estéticos- está determinada por la fiabilidad de los datos y pruebas que se aporten para sostener su tesis, así como por la honestidad del autor a la hora de informar y no ocultar al espectador los puntos de vista discrepantes. ¿Cumple “Cowspiracy” estas condiciones?

1. La tesis de la película es que la ganadería no es rentable, y para demostrarlo menciona una y otra vez cuántos kilos de alimento obtenemos los humanos de cada animal. Es decir, se omite deliberadamente que las reses no sirven SÓLO para comer, sino que de ellas extraemos decenas de productos diferentes, desde productos textiles a medicinas, combustibles, plásticos, cosméticos, etc. Esto se estudia en 1º de Ciencias Naturales. ¿Es rentable el coste de la ganadería frente a sus beneficios? Tal vez sí, tal vez no, pero es imposible saberlo cuando nos toman por tontos y pretenden reducir una vaca a un mero montón de carne para hamburguesas.

2. ¿A quién se entrevista en “Cowspiracy”? A tres tipos de personas: trabajadores de organizaciones ecologistas, ganaderos y militantes veganos. No desdeño el valor de algunos testimonios, pero a cualquiera deberían saltarle todas las alarmas cuando no figura un solo científico sin intereses en ninguno de los tres campos; jamás se nos presenta a alguien imparcial, sino a una serie de personas cuyo propósito es casi siempre arrimar el ascua a su sardina, una peli de vaqueros con buenos muy buenos y malos muy malos.

3. “Cowspiracy” empieza mostrando datos y razones meramente científicas, pero en su recta final sólo apela a nuestros sentimientos. Si el planteamiento es que la ganadería es científicamente insostenible, están de más las imágenes de sacrificios de animales o el contenido moralizante mediante el que se nos explica que el veganismo es éticamente deseable. No se me malinterprete: considero lícito usar esos materiales en otro tipo de documental (véase "La sangre de las bestias", de Franju), pero es deshonesto introducirlos de tapadillo en una obra que se presenta como un alegato racional, pero que termina recurriendo a la lágrima fácil para nublar nuestro juicio.

4. Un buen documental es aquel que presenta una serie de datos y estudios, y permite que el espectador saque sus propias conclusiones. Es legítimo que en él se planteen soluciones al problema abordado, pero no lo es presentar una sola, precisamente aquella que coincide con la filosofía vital de su autor. Plantear un escenario apocalíptico para, a renglón seguido, afirmar que sólo cabe dejar de comer carne y lácteos, es jugar sucio. Si lo que se busca es defender un modo de vida (vegano), nada tengo que objetar, pero es algo que debe advertirse desde el principio. Además, tengamos presente que el pifostio ecológico y humano del que “Cowspiracy” nos alerta no es nuevo: Malthus predijo hace más de dos siglos que nuestra producción de alimentos y bienes jamás crecería a la misma velocidad que la demografía, y que en un breve plazo el mundo se hundiría en la miseria. Por supuesto, sabemos que tal cosa no ocurrió, y que los avances tecnológicos en la agricultura y la ganadería fueron la causa –y no la reducción o supresión del consumo de determinados alimentos.

5. Animo a que el espectador busque informes de fuentes fiables y contraste las afirmaciones que se hacen en la película. En ella hay datos manipulados –no todos, desde luego-, y siempre se escoge la fuente que mejor favorece las opiniones del autor. Por ejemplo, la afirmación de que la mitad de la superficie del planeta está dedicada a la ganadería es falsa, y la tesis del doctor vegano sobre los peligros de la leche, anficientífica.

¿Hay algo aprovechable en la película? Por supuesto: la ganadería tiene muchos aspectos negativos que merecen ser analizados, pero de forma rigurosa y no como coartada para promocionar una filosofía o modo de vida veganos. En efecto, a menudo se señala que el consumo de carne actual bien puede ser excesivo y dañino para la salud y el medio ambiente, pero para sostener esas razonables ideas no hace falta manipular tan descaradamente al público. Tampoco es riguroso hablar de conspiración, que no deja de ser un burdo reclamo para vender un documental; es cierto que existe cierta hipocresía entre las organizaciones ecologistas, pero los datos que se usan en “Cowspiracy” son de dominio público y lo eran antes de que se grabase el documental, accesibles para cualquiera con internet, no documentos top secret que aguerridos ecologistas hayan logrado destapar. En fin, qué banalizado está el término “conspiración”, que lo mismo vale para un roto que para un descosido.

Coma usted carne o deje de comerla, pero que no sea este documental lo que le convenza de ello.
ThrashJazzAssassin
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3
23 de agosto de 2011
78 de 97 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchas películas de ciencia-ficción pecan de ser obvias, sobreexplicadas o de intentar epatar con efectos especiales que encubren su escaso contenido. "Solaris" adolece del defecto contrario, convirtiéndose en una obra tan minimalista, despojada y metafísica que casi echa a patadas lo que de ficción y de ciencia pudiera haber en ella. Es cierto que las descripciones del espacio y las abundantes disquisiciones científicas pueden no ser lo crucial en el fantástico libro de Stanislaw Lem, y que lo que en él marca la diferencia sea su compleja visión del ser humano y su maduro tratamiento de la ciencia-ficción, tan cercano a la reflexión filosófica. Lo que es innegable es que en ese libro hay un sentido de la maravilla, un deslumbramiento por la aventura espacial -aunque ésta se revele decadente y oscura- que no figuran en la versión cinematográfica de Tarkovsky. Ni tampoco está en ella el soterrado sentido del humor del libro, esa exquisita ironía que empapa toda la aventura espacial y la reflexión sobre su naturaleza.

Puedo entender que, por una búsqueda de la esencia del libro, por un lado, y la obvia carencia de recursos técnicos, por otro, Tarkovsky decidiera ser más papista que el papa y tratar de plasmar el núcleo mismo del libro, su meollo intelectual. Por eso le ha salido una película tan... pura. Y no, para mí, en el buen sentido: el planeta de Solaris que Lem concibió es de una riqueza abrumadora, y en la película apenas se muestra como mero -y casi innecesario- telón de fondo, un trámite por el que pasar de puntillas para centrarse en los elevadísimos temas del amor, el individualismo y, en general, la condición humana. Y no, una película no debe mimetizar la obra en que se basa, pero es peor aún traicionar su espíritu por, imagino, miedo a vulgarizar algo tan etéreo, tan delicado como "Solaris".

¿Un Quijote sin molinos, caballeros andantes y aventuras, o Moby Dick sin ballenas y arpones siguen teniendo valiosas reflexiones? Probablemente sí, pero serán otra cosa, y su contenido se volverá estéril y tedioso. Lo mismo "Solaris", que se vuelve una estirada sucesión de bellas y estilizadas imágenes, de sesudos discursos apenas contextualizados, de personajes fieles al espíritu de la novela, pero tan esquemáticos que sus motivaciones y reacciones se vuelven casi incomprensibles. Y es que, por último, me cuesta imaginar cómo alguien que vea esta película sin haber leído previamente el libro es capaz de entenderla razonablemente, de hilar todos sus cabos y de alcanzar esas enjundiosas reflexiones que, en efecto, se plantean.
ThrashJazzAssassin
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6
13 de abril de 2010
41 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya sabrán a estas alturas, amiguitos de lo sórdido, que esta peli va de psicópatas, matanzas por amor al arte, humor de morcilla e hijueputez varia, y que en ella asoman vísceras, cochambre y hasta alguna teta despistada. Hasta aquí el cebo o el Parental Advisory para mentes cándidas. Y ahora sus alicientes y enjundias:

“Ocurrió...” va de unos cineastas que se pegan al culo de un psicópata durante su jornada laboral y filman todos los enredos y pequeñas matanzas en que éste se mete. Sin más: cámara en mano, documentan cada acción criminal del protagonista, recogen sus opiniones, se inmiscuyen en su vida privada y conocen a parientes y amigos, como si de cualquier profesional o artista destacado se tratara. Sin censuras, sin juicios de valor ni reparos éticos; el objetivo es observar al locuelo matón en su hábitat, con toda libertad de movimientos.

No hay en ella estilización ni embellecimiento que valgan, la crudeza y la mugre acechan tras cada esquina, y esto, sumado al eficaz tono documental, concede a la película un verismo de lo más malrollero. No se trata tanto del caudal de sangre que el protagonista provoca como del contraste que supone ver a su autor explayarse (con chascarrillos dignos de taxista incluidos) acerca de su vida personal y responsabilidades laborales, dando prolija cuenta de sus métodos de trabajo, dilemas técnicos y otras trabas menores que obstaculizan el noble arte del asesinato. De ahí la sensación de “¿pero qué coño?” que asalta a cada momento al espectador-testigo de sus atrocidades (o no, quién sabe).

Y, como bala que colma la sien, tenemos que los –un tanto pánfilos- directores que acompañan al psycho-killer quedan abrumados por la grandilocuencia y desmadrada verborrea que éste se gasta, convirtiendo su trato con él en algo más personal y cercano. Éste y otros curiosos giros dan cierto fuste a una peli que termina por ser reiterativa en su recta final (hay jornadas monótonas en la vida del asesino, niños). Otrosí, proporcionará solaz para tertulias de sobremesa y sesudos estudios acerca de la violencia post-moderna y el espectador como partícipe y cómplice de ésta, y tal blablah. Eso ya se lo dejo a ustedes.

Atchung!: ruego me disculpen todos los meapilas metidos a críticos de cine que lean la escandalosa afirmación que sigue: EL CINE NO ES DIDÁCTICO ni ejemplarizante, o no debería serlo. Que usted, anónimo santurrón, deplore que una película pueda, ¡oh dios!, no ser instructiva, es una gazmoñería supina. Quienes busquen sanota moralidad y moralejitas con sirope de fresa bien harían en apartar sus clericales pezuñas de películas como éstas. Por si luego van, se sugestionan y matan a alguien, digo.
ThrashJazzAssassin
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3
10 de febrero de 2010
12 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pelín irónico me resulta que una película que pone en tela de juicio los métodos del fanatismo religioso se sirva, ni corta ni perezosa, de esos execrados procedimientos para acosar a su público. “Camino” es repetitiva como una plegaria, tediosa cual misal, inaguantable como el opus-way.

Las expresiones faciales de cada personaje no hubieran sido más elocuentes si se acompañaran de luces de neón con rótulos explicativos; nadie es capaz de ser ambiguo ni de ocultar sentimientos, todos son transparentes y cada vez que ocultos impulsos les rondan la mollera tuercen el gesto, su timbre de voz se vuelve siniestro y nadie excepto un ciego sería incapaz de adivinar lo que piensan.

La interpretación de la niña no es algo estelar; ocurre que está dirigida por Fesser de tal manera que conmueva por cojones. Con esos ojos fascinantes y la absoluta inocencia de querubín que su rostro desprende la cosa estaba puesta en bandeja, y el espectador quedará subyugado no por sus dotes interpretativas –que las tiene-, sino porque la machacona insistencia en filmar primeros planos de una carita angelical casi le obliga a ello.

¿Realmente era necesaria una banda sonora omnipresente, que subraya en fosforito lo que sin su ayuda ya es lo bastante acongojante y emotivo? Sé que “Camino” no pretende ser sobria, pero la banda sonora colma con gotarrones el vaso de chupitos de lo aceptable entre tanto tremendismo melodramatico.

Rematando la faena, esta montaña rusa de hondísimas emociones dura la llorera de 130 min. aprox., aunque con la mitad ya hubiera bastado para poner de vuelta y media las tripas del espectador y devastar sus lacrimales. A fe mía que Fesser pretendía hacernos pasar por una prueba opusina y ofrecer mis nervios exasperados a mayor gloria de dios o el cine español.
ThrashJazzAssassin
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