Probablemente hayamos sido muchos los que, un día como hoy, hemos decidido volver a visionar alguna de las películas de este maravilloso mago de las emociones, obviamente hablo de Robin Williams.
Muchos habremos decidido volver a ver El club de los poetas muertos, muchos la vimos por primera vez en plena adolescencia, muchos tendremos hoy hijos adolescentes y... un día como hoy...
Un día como éste, sacudidos por la triste noticia, revisar esta obra desde la óptica del padre, del profesor y del adolescente que aún habita en nosotros, la magia del cine que cura hace su función: nos reconcilia con los hijos, nos ilusiona, nos rejuvenece, lubrica nuestras oxidadas conexiones neuronales y nos hace entender aquello del Carpe Diem.
Una magnifica elección para ver en casa con hijos adolescentes, una oportunidad para alimentar su mente con un menú sano y equilibrado...
Un guión como éste, en un día como hoy... me ha hecho recordar muchas, muchas verdades.

Yo también llevo 10 años casado, y reconozco que lo que acabo de presenciar no es una película, es la vida misma. ¿Cómo es posible interpretar de la forma en que lo hacen la pareja de actores? Realmente nos brindan momentos espectaculares. ¿Cómo puede alguien haber escrito ese guión, sin pensar que era una locura que eso funcionase en el cine? La película dura más de dos horas y media y Bergman consigue que con un sencillo guión y con dos magníficos actores, el espectador quede literalmente hipnotizado, totalmente atrapado en una historia que fluye sin prisas, sin pausas, sin más pretensión que mostrar la naturaleza imperfecta de ambos personajes, no trata de hacer una tesis sobre las relaciones matrimoniales, sólo nos cuenta la historia de un matrimonio sueco de clase media, una historia sencilla, nada morbosa.
En mi caso, matrimonio español, andaluz y gaditano, me cuesta trabajo entender las reacciones de un matrimonio sueco en crisis, ¡qué trabajo les cuesta dar un puñetazo en la mesa! ¿Cómo se puede ser tan correcto en las formas y fondo? Pero salvando los kilómetros de distancia entre Cádiz y Suecia y entre nuestro carácter mediterráneo y el nórdico, uno se puede reflejar en lo mejor y peor del protagonista y acabar sintiéndose imperfectamente amado y reconocer nuestro imperfecto amor.

¿Y si existiese un mundo donde todos te llamasen por tu nombre?
Coraline siente aburrimiento, abandono, desilusión, ira... está enfadada con todo y con todos. Busca ayuda y la pide, pero nadie se la dá.
Qué facil es llegar al "otro mundo", un túnel de colores a través del que suena la música, y que discurre cuesta abajo. ¡Qué maravilla! Todo a su medida, a su gusto, pensado y hecho para ella... a cambio de ... continuar metido en este nuevo mundo, continuar consumiendo sus placeres.
Y que haya gente que piense que esto no esté bien... ¡qué bocazas! ...
Pero llega el día. Llega el día en que el mundo que conocía ya no está ahí, llega el día en que su conciencia en forma de gato comienza a gritar más fuerte... y entonces descubre que el túnel de colores ahora está lleno de telaarañas, ratas y oscuridad.
Me parece una obra maestra. Una historia que atrapa a grandes y chicos. Una oportunidad para reflexionar y hablar del tenebroso mundo de las drogas. Una película irrepetible... pasarán años hasta que volvamos a ver algo igual.
Una banda sonora envolvente, unos personajes originales: perfectamente diseñados, unos números musicales que ponen luz en las sombras, y unas sombras... que dan mucho mucho miedo.

Comenzaré diciendo que soy hombre, heterosexual, padre de tres hijos y con una relación estable que dura ya casi 20 años.
No, no es este el comienzo que tenía pensado hacer, cuando ayer ví la película, más bien me veo obligado a comenzar así tras leer hoy los comentarios, sorprendentemente votados como últiles, que figuran entre las críticas de El diario de Noa.
Es cierto que uno también tiene sus prejuicios, y que también evito determinado cine cargado de merengue y de amoríos imposibles que no hay manera de digerir. Pero no, la película, a pesar de alguna escena que apunto en el Spoiler, es recomendable para cualquier público, independientemente de la tolerancia al azúcar que se tenga.
Simplemente se trata de magia, si he dicho magia. Ese sentimiento que experimentábamos hace años cuando de niños salíamos del cine creyéndonos los protagonistas de la historia: podíamos cabalgar un caballo como el Zorro, volar como Superman, saltar como Bruce Lee… La película no tiene grandes interpretaciones, el guión es totalmente previsible, y podríamos poner, con total acierto, un montón de objeciones al Diario de Noa, haciendo que la cinta parezca un capítulo de una novela venezolana. Pero la realidad, el conjunto de la película es genial, mágico. Te atrapa, te emociona, te hace creer en el amor, sientes que tu historia también es única, alimenta la pasión, la amistad, la confianza… despierta esos sentimientos apagados por la rutina del día a día… tiene algo que no se puede medir, sólo tienes que ir con la mirada limpia, sin prejuicios, sin “peros” ni “conques” … relajarte y disfrutar.
Veamos el conjunto. No importa que no te guste la copla, quizás prefieras la ópera, el heavy metal o el rock, demosle la oportunidad de ser vista, demonos la oportunidad de llorar de emoción... como alguién escribió en el New York Times: “no sabe cantar ni bailar, pero no se la pierdan".

Evidentemente este ángel disfrazado de niño rapado no es Clarence en "Qué bello es vivir" ni el encantador Cary Grant en "La mujer del obispo", no, no nos engañemos..., pero es indudable que la historia que se nos cuenta en Maktub, puede ser mucho más cercana y tan creible o conmovedora como las anteriores (cada espectador es un mundo).
La película tiene esa cercanía del cine español, esos personajes que todos conocemos y la realidad que muchos vivimos... Una película que invita a abrir los ojos, a luchar contra la inercia, a vivir la Navidad como esa época de cambio que ha de llegar...
No esperen grandes interpretaciones ni un guión original.... sólo apta para aquellos que busquéis una película navideña para pasar un buen rato y que ya, estéis un pelín cansados, de visionar año tras año las citadas obras maestras