Allá por el lejano 1997, el canadiense Vincenzo Natali sorprendió a propios y extraños con 'Cube', un original ensayo cinematográfico que abarca géneros como la ciencia ficción, el thriller psicológico y el terror.

La idea de partida es cuando menos sorprendente: seis personas aparecen encerradas en un complejo laberinto de habitaciones cúbicas que esconden trampas mortales. No saben cómo llegaron allí, pero pronto descubren que deberán resolver ciertos enigmas y sortear con habilidad todas las trampas si quieren sobrevivir.

Las dudas, los temores y la desconfianza acechan tras cada esquina y los integrantes del improvisado grupo deberán aprender a colaborar con la esperanza de encontrar una posible salida. Pero "el hombre es un lobo para el hombre" (Hobbes dixit) y a veces no existe peor enemigo que nosotros mismos. El ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor, y el film de Natali ahonda en esta doble vertiente que caracteriza a la gran mayoría de las personas.

Tal vez por ello, la angustia y la desazón impregnan cada uno de los fotogramas de 'Cube', modelando una trama que conduce al espectador por un tobogán de sensaciones que desembocan en un (no del todo) inesperado final. Se trata, en suma, de una gran obra que deja aturdido y da qué pensar. Algo no tan común en el cine actual.

>Lo mejor: la atmósfera y el suspense, realmente conseguidos.

>Lo peor: algunos personajes son demasiado arquetípicos.

'La crème de la crème'. La ópera prima de Sam Mendes (‘Camino a la perdición’, ‘Revolutionary Road’) arrasó con todo allá por 1999. Ni políticamente correcta, ni convencional, ni nada que se le aproxime. ‘American Beauty’ está orgullosa de ser como es: única, descarada, valiente. Y no sólo eso.

Los tópicos que la definen como “mordaz crítica a la sociedad norteamericana” aciertan, sí, pero se quedan a medias. Obviamente, todos los prejuicios e ideas que tengamos acerca del ‘american way of life’ salen muy mal parados (siendo generosos). Una posición acomodada en la esfera social, un buen trabajo, una bonita casa con su cuidado césped y su reluciente descapotable, una familia ideal y (aparentemente) feliz. ‘American Beauty’ se ríe sin pudor de todas y cada una de estas supuestas ‘necesidades’. Las vapulea con desprecio y se jacta de ello.

Mendes hace una apología de lo diferente, pero no por ello desconocido; de lo oculto, pero no por ello extraño. Y le encarga la tarea de conductor a Kevin Spacey. A un inconmensurable Kevin Spacey que borda su papel, que llena la pantalla y encarna a la perfección ese hartazgo que nos invade a menudo, ese querer y no poder, esas ansias de ser nosotros mismos que hemos de contener por miedo a salirnos del guión. Su personaje, su actuación y sus diálogos son, simple y llanamente, geniales.

Todo el film está salpicado de momentos inolvidables, de escenas y situaciones osadas, de certeras reflexiones sobre la belleza, la ética y la lealtad, de pequeñas historias que reflejan todas nuestras miserias y miedos, pero también nuestras ilusiones y alegrías. Además, el entretenimiento está asegurado. La película se pasa volando. Desde ese majestuoso comienzo, hasta el impactante y hermoso final, nos mantendremos pegados a la butaca, con miedo a pestañear “por si nos perdemos algo”.

‘American Beauty’ es, en suma, una exhaustiva radiografía de la condición humana. Una obra perfecta que perdurará por los siglos de los siglos. 'La crème de la crème'.

Charlie Kaufman y Michel Gondry son dos genios a la hora de inventar historias. O, por lo menos, lo parecen. Así se deduce de esa gran película cuya traducción al español responde al nombre de '¡Olvídate de mí!'.

Decir que el guión es brillante u original sería quedarse corto. Es mejor no revelar nada acerca de la trama, ya que eso estropearía la sorpresa al futuro espectador que se acerque a visionar la cinta. No obstante, nada se pierde por destacar que todo gira en torno al amor. Al amor y al olvido. Al amor y a las segundas oportunidades. Pensándolo bien, ¿acaso la vida no gira en torno a todo esto? ¿No es el amor el carburante que hace funcionar el mundo?

Kaufman y Gondry lo tienen claro. Y deciden reflexionar sobre esta y muchas otras cuestiones de la más sorprendente de las maneras. Pero, por encima de todo, hacen una sincera apología del perdón. Del perdón como instrumento para solucionar las diferencias entre las personas, como herramienta para desterrar el rencor. De lo que se trata es de ensalzar los buenos sentimientos por encima de los malos rollos. Y es que, si no somos capaces de perdonar, ¿cómo podemos pretender que los demás nos perdonen?

Manoj Nelliyattu Shyamalan es un director que no suele dejar indiferente. Sus películas cuentan con un gran número de incondicionales, pero sus detractores también son numerosos. Su cine es de los que dejan huella, para bien o para mal. A mí, personalmente, me encanta, si bien es cierto que ha bajado bastante el listón en los últimos años.

No obstante, 'Señales', 'El sexto sentido' y, sobre todo, 'El bosque', son cintas excepcionales, fuera de lo común. La última, cuyo título original es 'The Village', es una sensacional parábola sobre la eterna pregunta: “¿Acaso la ignorancia da la felicidad?”.

Shyamalan, evidentemente, no ofrece una respuesta concreta; deja la decisión en manos del espectador. Además, nos regala una emocionante historia de amor, y lo aliña todo con hermosos diálogos y certeros toques de terror.

'El bosque' no es, por tanto, un film de miedo al uso. La desacertada campaña publicitaria que lo precedió hizo que muchos espectadores que acudieron a verlo salieran completamente defraudados del cine, pero ello no es óbice para afirmar que se trata de una obra maestra indiscutible. Una obra maestra que incluye escenas en las que las imágenes parecen fluir y los actores 'danzan' al son de una banda sonora inolvidable. No os la perdáis.

Frenética, desquiciada, desaforada, trepidante, desenfrenada... Son adjetivos perfectamente válidos para describir a 'Corre, Lola, corre', la película con la que Tom Tykwer dejó sin aliento a todo aquel que se acercó al cine en 1997.

El argumento puede parecer simple a primera vista: Lola, una joven algo peculiar, debe reunir en un tiempo récord una importante suma de dinero si quiere salvar a su novio de la muerte... y para ello emprende una acelerada carrera contra el reloj que no sabe adónde le conducirá.

Afortunadamente, las sorpresas se suceden a lo largo de los escasos 70 minutos que dura el metraje. La galería de personajes e historias paralelas que desfilan ante nuestros ojos es casi infinita y los giros y requiebros del guión nos cogerán desprevenidos la mayor parte de las veces. Nunca sabemos qué nos deparará el próximo fotograma.

Además, el director hace gala de un absoluto dominio técnico, tanto visual (zooms, rápida sucesión de fotografías, alternancia de animación e imágenes reales…) como sonoro (música electrónica mezclada con música clásica, efectos de todo tipo…). Sin duda, Tom Tykwer saca matrícula en este aspecto.

Y el film, claro, no está exento de disquisiciones filosóficas y pequeños guiños al espectador, como homenajes a otras películas o sutiles toques de humor. Todo ello, de la mano de un reparto que cumple con creces y en el que destaca por méritos propios Franka Potente, gran actriz que encarna a una inconmensurable Lola de manera brillante.

'Corre, Lola, corre' es, en definitiva, una cinta diferente que, paradójicamente, no dejará a nadie indiferente. Una alternativa original que fascina y abruma a partes iguales.

>Lo mejor: Franka Potente y el frenesí que la rodea.

>Lo peor: algunas personas se sentirán algo aturdidas ante la avalancha de imágenes que ofrece la película; otras, directamente, la aborrecerán.