Es cierto que sobran las comparaciones entre películas, pero es innegable que en los últimos meses ha habido un boom de películas espaciales realistas, centradas en los aspectos físicos (que si la relatividad del tiempo, la relatividad del espacio y la madre que lo fundó) y en los psicológicos (las relaciones entre los astronautas, la exposición a la soledad...). Gravity e Interstellar son, junto con Marte, las películas a las que me refiero. Y dentro de esta atmósfera de autenticidad (aunque al final no todo sea científico al 100%), la cual me encanta, estas películas tienen sus diferencias.

Marte sabe compaginar como ninguna otra película de su género la convivencia entre angustia y humor. Es esta sinergia la que aporta un toque extra de humanidad. En una situación tan desesperada, el ser humano es capaz de reírse de uno mismo. Eso es extraordinario.

Otro aspecto crucial para el más que correcto funcionamiento de la trama es la gran actuación de Matt Damon. Interpretando un papel poco prototípico, el actor expresa a la perfección la fuerza de quien, por sus habilidades y destrezas, ha sido entrenado para soportar condiciones extremas, sin perder de vista la faceta de "persona", con las fragilidades e inquietudes que todo ser humano tiene. Puede sonar a "cliché", pero el personaje está construido más allá y mucho mejor de lo que esta breve y superficial descripción puede mostrar.

Abrigado por una excelente fotografía y ambientación (repito: excelente), el film concilia ciencia y humanidad de una manera que, sin darle más vueltas de las necesarias, se puede catalogar de bella. Por lo demás, intriga y superación, llevados de la mano de Ridley Scott de una manera francamente fluida con un tono que, sin ser superfluo, se aleja del típico bodrio plagado de tecnicismos y ceños fruncidos.

Una película que empieza con algún que otro "cliché" hollywoodiano en cuanto a la construcción de personajes se refiere. Aunque este hecho hizo que me revolviera incómodamente en la butaca, pronto comprendí que era yo el que no estaba yendo por buen camino. Y es que esta película, como todas, debe ser vista entera antes de ser criticada, a riesgo de cometer graves errores.

En un marco conceptual algo prototípico (y cansino) como las ininteligibles conversaciones acerca de la fatalidad de la existencia humana, la filosofía existencialista, etcétera, etcétera, la película da un vuelco completamente afortunado que deja en perspectiva todos estos "clichés" anecdóticos, que no hacen más que realzar el tramo final del film.

Una vez fuera del cine, es hora de mirar atrás y decir que ha merecido la pena no crucificar la película en un principio. Sólo decir que su magia, para mí, reside en el hecho de hacer que el espectador se identifique con aquello con lo que nunca se habría creído capaz de identificar. Da que pensar.

Una película lenta en el buen sentido. Como todo, es cuestión de gustos, pero creo que Despedidas es una película que invita a disfrutar de la serenidad y de la Belleza, con mayúsculas. Y es que es una película bella. Escenas largas y silenciosas en las que nos podemos sumergir en el respeto hacia los demás y hacia el trabajo bien hecho. En la dedicación, la humildad y la indiscutible utilidad de lo bello.

En el marco de una sociedad distinta aprendemos a valorar el significado de la muerte no desde el punto de vista del fallecido, sino del de los que se quedan. Unas despedidas que, aun siendo tan necesarias para todas las personas, van siendo enterradas bajo un estilo de vida desenfrenado y pragmático en donde no hay cabida para los detalles tan banales como imprescindibles.

Una película de las que no dejan indiferente al espectador y que, aun con sus imperfecciones, consiguen transmitir un mensaje que va más allá del "carpe diem".

"¿De qué va esta película?". "Pues no sé, de la vida". Esto es lo que respondí la primera vez que me preguntaron la trama de este film. Y es que es una película que, como tal, no tiene más argumento que diferentes escenas de la vida de un chico. A priori esto puede parecer un aburrimiento titánico, pero nada más lejos de la realidad.

Los grandes logros de la película son dos. En primer lugar, hacer que un planteamiento tan peregrino de rodar durante doce años una historia sin una trama bien definida se convierta en algo agradable de ver y que tenga cosas que aportar al espectador. Concretamente, la noción de que una vida bien merece ser contada. Puede que no seamos superhéroes o gangster; lo cierto es que cualquier vida tiene algo que enseñar. Cada historia personal es un regalo. El segundo logro del film es su reparto. La simbiosis actores-guion es perfecta por el simple y magnífico hecho de que el guion es simple -escenas cotidianas de la vida- y que los actores trabajan con una naturalidad difícil de conseguir, que no desentona en ningún momento.

¿Alguna pega? Igual se hace demasiado larga para aquellos que prefieren más acción.

En definitiva, una maravillosa película que no dice nada, o lo dice todo.