Aunque esta película sea un encargo, Isabel Coixet se ha encargado de darle su sello personal: Pedantería intelectual, Amor artificial, feminismo barato y gafapasta, hombres inmaduros, esnobismo cutre, tragedia personal (obervad que en sus películas siempre hay alguien con cáncer, con traumas de guerra, etc. - un truco barato para despertar la piedad de los espectadores, pero es un recurso demasiado desgastado-). No sé qué malas experiencias habrá tenido esta directora con los hombres, pero en todas sus películas los deja siempre como cabrones, desalmados, inmaduros y rompecorazones, que haberlos los hay, pero no todos.
Resumiendo, para mí Isabel Coixet es una directora de costumbres repetitivas venida a menos, pánico me da pensar que vaya a seguir haciendo películas.