Del Toro se debió de dar cuenta el año pasado que la Academia se ha puesto melancólica y ha decidido aprovechar el filón, homenajeando en este caso al cine de ciencia ficción de serie B de los años 50 y a los misicales tipo Fred Astaire de los ¿40? ¡Y la Academia ha picado! Esas 13 nominaciones a un filme que no debería haber pasado de 2 o 3 en el apartado técnico la lastran en buena parte, porque uno es iluso y sigue creyendo que Premios Oscar equivalen a cine bueno, y va al cine esperándose otra cosa, y no.

Desasosegante es también estar en la sala y escuchar a algunas pobres llorar a moco tendido, lo que te hace pensar que, otra vez más y como ya pasó con otros bodrios recientes del tipo 'Un monstruo viene a verme', crítica y público coinciden en encumbrar a una obra que en otros tiempos hubiese pasado inadvertida prácticamente o incluso vapuleada sin miramientos por su falta de originalidad. Menos mal que luego se pone uno a leer estas críticas y ve que no está tan solo.

No entro en valorar lo plano de los personajes o la cantidad de tópicos que recita uno tras otro Del Toro en su guion. El hombre se copia de Jean Pierre Jeunet (por ejemplo de Amélie), de La la land (¿otro momento de claqué sentados? ¿Really?) e incluso de Torrente (esa escena del malo lavándose las manos antes de mear) sin pudor, con todo el descaro del mundo.

Es una pena que las actuaciones son buenillas (Shannon es un máquina), el trabajo de diseño de la producción es brillante (esos colores y luces verdes que inundan todo el metraje) y realmente hay un punto de creatividad original en un par de momentos. Pero con eso no vale.

Un truñaco bien gordo el que ha plantado el Del Toro, y nosotros que nos lo hemos comido.