"Basada en la idea original de Luc Besson"

JARL. Así que la idea original se trata de hacer un remake de un remake como es Rescate en los Ángeles, avanzando 60 años en el tiempo y llevando la acción al espacio. Qué gracioso es Luc. MS1 posee un guión que pese a ser más sencillo que el mecanismo de un chupete, tiene tiempo para cagarla y cagarla una detrás de otra. Y es que yo, en concreto, no la puedo ver como una sátira. NO tiene valor como comedia real, como sí podían tenerlo en parte las películas de Carpenter y Russell (faltan los personajes bufonescos y ese síndrome de Estocolmo de la protagonista). El personaje de Snow, aunque no tiene el carisma de Plissken, no es el problema de la película. Tampoco es el de la guapa Maggie Grace. Se nota que no es una superproducción y los efectos especiales cantan un poco (bueno, la escena de la moto es caso aparte).

Guy Pearce como héroe de acción parece que se lo pasa bien. La historia como hemos dicho la hemos visto mil veces y también mucho mejor hecha que aquí. Rescate en LA y en NY, Con-Air... Su ritmo "espídico" es infumable, sobretodo en los primeros minutos hasta que Snow llega al espacio. Como película de acción, repite todos los clichés habidos y por haber, entre ellos la dichosa cámara giratoria alrededor de los personajes en situación de crisis, los puñetazos resonantes, y al pésimo recurso de la cámara temblorosa en algunas secuencias de peleas. Pese a todo sí puedes reírte de sus giros de guión teledirigidos y nefastos, ¡no queda otra!

Como no tiene mucho que contar, al final no sabe si plagiar a Blade Runner, Alien, Armageddon o a Star Wars (sí, ¡Star Wars!), así que se quedan con un poco de todo. Bueno, la escena final sí... Eso sí tiene que ser una parodia... ¿verdad?... ¿VERDAD? Y para acabar, una entrañable escopeta de Chekhov. Adivina adivinanza cuál es el objeto.

En fin, lo cierto es que no termina de aburrir y que siempre hay ganas de ver al típico héroe chulo y malhablado que ya no se ve tanto hoy en día. Además lo malo, si es breve, un poco menos malo. Prepárate para perder un buen cubo de neuronas, eso sí.

Documental en el que la realizadora, dejando clara de una forma más o menos evidente su toma de partido —el de la izquierda—, trata de presentar su visión de la (fallida) historia reciente de la República Federativa del Brasil, fundamentalmente el último "lustro horribilis", a través de dos personajes clave, los dos presidentes "petistas", Lula da Silva y su sucesora Dilma Rousseff, a los que retrata de forma benigna como políticos con una gran dignidad personal.

A ratos con una estructura algo deslavazada, el documental consigue no obstante plantear de forma convincente, por más que maniquea, su argumento central: la perversión de prácticamente todos los poderes de la República durante el segundo mandato de Dilma Rousseff para desalojar a esta de la presidencia mediante un impeachment, en lo que fue considerado por el petismo como un "golpe de estado". Petra Costa, que ha tenido acceso a buen y mucho material para su obra, es brillante en la caracterización de Brasília como una inmensa red de corrupción, escuchas y encausamientos, y, que no se aleja demasiado de la realidad.

En cuanto a sus carencias, se lamenta el limitado desarrollo explicativo que se ofrece de la pantagruélica crisis de 2014 y de las decisiones de Dilma entonces. Se echa de menos también un verdadero desarrollo del esquizofrénico "built-up" de las elecciones de 2018, con el apuñalamiento del a la postre vencedor electoral Jair Messias Bolsonaro. La falta de una mirada con las luces largas que ponga sobre la mesa problemas de la sociedad brasileña como la violencia estructural puede hacer también en cierto sentido poner en cuestión el valor del relato de la realizadora.

Visualmente impecable, algunas secuencias, como la intervención de Lula antes de ir a prisión, nos hacen experimentar una sensación de surrealismo, reminiscente de ese "realismo mágico" tan sudamericano.

Esta séptima temporada de 12 episodios constituye un excelente broche (estrenado con años de demora) a una buena serie de 6 temporadas con un comienzo, empero, dubitativo.

Ambientada entre el episodio II y episodio III de las precuelas de Star Wars, la temporada da cuenta del final de las guerras clon, un conflicto a escala galáctica entre una República cuyas instituciones se van degradando sin solución de continuidad (defendida por un ejército de clones con el apoyo de la Orden Jedi) y una insurgencia separatista que emplea un ejército droide liderado por el Conde Dooku. La temporada por supuesto se enmarca en el relato de la caída al lado oscuro de la fuerza de Anakin Skywalker, el tema subyacente de la trilogía de precuelas, aunque los verdaderos protagonistas son Ahsoka Tano (la aprendiz jedi de Skywalker) y Rex (un oficial clon con un vínculo especial de camaradería tanto con Anakin como con Ahsoka).

Filoni y compañía prestan máxima atención y cariño a la hora de encajar su creación con el canon cinematográfico y la visión de Lucas para las precuelas y ponen en liza un nivel artístico sobresaliente (texturas, diseño de personajes, animación de batallas), arreglos musicales perfectamente seleccionados, a los que se añaden, particularmente en el caso de los capítulos protagonizados por Ahsoka Tano, una atractiva historia de ópera espacial que contar.

Se retoma así la historia de la padawan de Anakin Skywalker dónde se quedó pendiente al final de la quinta temporada, entretejiéndose narrativamente de forma creíble con los sucesos del episodio III en la espectacular escalada final del último arco de episodios, donde se mezclan escenas de vibrante acción con calculadas pausas atmosféricas y silencios que interpelan al espectador, quien, si ha visto las películas, por supuesto es consciente de con qué momento crítico de las precuelas se va a dar de bruces la trama de la serie.

El arco conformado por los cuatro episodios finales supone un producto en sí mismo dentro de la temporada que es posible considerar entre lo mejor que ha parido la franquicia de Star Wars.

¿Épico broche final o fantasmada bufa? Un poco de todo.

Este "Caballero Oscuro: la Leyenda Renace" sufre demasiado del agotamiento de la trilogía y repetición de esquemas. La trama, quizás la más ambiciosa de las tres películas de Nolan, pretende por tanto ser la más épica y excesiva... Y lo resulta, para bien o para mal. Los diálogos, basados cómicamente en la rectificación del interlocutor ("¡Esto no es un coche!") ejemplifican buena parte de esta dinámica de la película un poco rellena de convenciones y clichés. El acompañamiento musical de Zimmer es otra vez más que notable, tanto que resulta el conductor del dramatismo y épica de la escena más incluso que las propias imágenes. Las escenas de acción son correctas pero yo debo de haber visto ya infinidad de veces las mismas persecuciones de batmóviles, batmotos y batcópteros en las pelis anteriores. Se repite.

El reparto es un auténtico all-star de actores: Bale (simplemente el mejor hombre murciélago del universo cinematográfico), Gary Oldman, Caine de nuevo impresionante (aunque su rol en la película sea estar lloriqueando por aquí y por allá). Hardy está correcto con un personaje difícil de interpretar y que además en principio no le encajaba particularmente bien. Gordon-Levitt interesante como John Blake. Volvemos a contar con el talento enorme de Morgan Freeman (desaprovechado eso sí). Anne Hathaway rinde de manera excelente para mi sorpresa interpretando a Selina Kyle. Incluso Cillian Murphy nos regala un papel-cameo gracioso volviendo como juez sumarial de Gotham. La única interpretación dudosa es la de Marion Cotillard como Miranda Tate. No ayuda tampoco el personaje, que merece un poco más de desarrollo.

Haciendo punto y aparte de las interpretaciones, los personajes en sí y su función en la trama ofrecen más claroscuros. Demasiados personajes como para desarrollar a todos a la perfección. Muchos resultan meramente decorativos, pero creo que esto es algo perfectamente entendible y perdonable en un blockbuster de superhéroes. A cola de esto, una posible pega es que Batman lo que es Batman resulta un secundario en la trama. Durante buena parte del metraje “El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace” parece más bien las aventuras e investigaciones del Comisario Gordon y John Blake. En cuanto al personaje de Bane... ni fu ni fa. No es aberrante como el de Joel Schumacher, pero para haberlo alejado TANTO del personaje de los cómics esperaba alguna justificación más interesante.

Se trata probablemente de la más fantástica y con más concesiones comiqueras de la trilogía de Nolan. La idea de las furgonetas y la los policías enterrados durante meses me resultaron espantosamente enrevesadas e inverosímiles. Como hemos dicho, a pesar de tener el guión más ambicioso, éste es a su vez el que tiene más agujeros de la trilogía. Esto se traduce a la postre en fantasmadas varias que paradójicamente refuerzan el componente de fantasía de este Batman tan supuestamente realista. La parte del guión del pozo-prisión está alarmantemente poco trabajada (elipsis temporales nada orgánicas incluidas) así como la “medicina alternativa” a base de hostias entre rejas..

Mientras que Batman Begins lucía por su frescura y un gran comienzo y El Caballero Oscuro por el personaje del joker, ésta será recordada... por su excesiva duración, creo yo.

A pesar de que parece venir intrínsecamente en el pack con la adaptación “realista” de esta trilogía, la ciudad de Gotham me parece decepcionante. Si en Begins era un conjunto de localizaciones en las que predominaba Chicago (ciudad que por otra parte es la ideal) relativamente bien aprovechado y ambientado potenciando la parte tenebrosa, en las dos últimas películas Gotham pierde ese halo de oscuridad, optando en esta última parte de la trilogía por ponernos una ciudad actual sin ningún tipo de reinterpretación. En este caso el "template" parecía New York a secas. Ni particularmente oscura ni humeante ni nada. Sólo Nueva York.

Este Batman se ha caracterizado siempre por el tono épico, rimbombante y grandilocuente, y en esta película lo ha cumplido a la enésima potencia. ¡A tope con ello, Nolan! Por otra parte lo bueno o malo del cine de este director es que no tiene trampas: te lo deja perfectamente mascadito, te da todas las pistas posibles, y te lo vuelve a explicar todo una vez más para que como espectador juntes las piezas del respectivo giro de guión. Si lo adivinas te crees listo del copón y Nolan te da una galletita virtual como premio. Si no, le aplaudes con fervor por "la brillantez" de su guión. En mi caso todavía era peor, pues ya venía medio-informado de la identidad real de cierto personaje femenino. Por tanto, el giro de tuerca final lo veía venir a kilómetros.

Buena dirección de actores, fotografía soberbia y una banda sonora elogiable que por momentos lleva ella sola las escenas de esta miniserie de bandoleros con aire de western crepuscular ambientada en la España de 1807, que presenta un ritmo algo irregular. Pese a esto último, la experiencia no se resiente apenas en la medida en la que el espectador se deje seducir por la ambientación en exteriores, donde transcurre la mayor parte del metraje, y que supone una verdadera carta de amor al paisaje serrano del centro de España en invierno.

Todo el elenco cumple, incluida Bebe, aunque a Isak Férriz le corresponde la interpretación más destacada como «el Aceituno».