Qué difícil es encontrar en las salas de cine tanta belleza... Escenas de ensueño se mezclan con esa extravagancia de Burton que a tantos gusta y a mí, personalmente, me turba. Una historia sorprendente, melancólica y delirante protagonizada por niños que enamoran, absorbe sin que se tenga ninguna posibilidad de hacer nada al respecto. Lo oscuro, lo siniestro y lo macabro vienen a enriquecer y completar este efecto arrastrándonos a una hipnosis deliciosa.

Quizá la trama y el desarrollo no son tan negros como otras obras del director, pero lo cierto es que no echo en falta ese factor, me parece que está presente en la medida justa. Al igual que el amor, la violencia, la luz, el color y la música. No así la acción, que viene a restarle magia al conjunto en la última media hora del filme. Soy particularmente reticente a aceptar escenas de éste tipo de más de 3-5 minutos, pero aún más en este tipo de películas, donde la historia debería ser la protagonista.

Muy recomendable para todos aquellos que van al cine a disfrutar y entusiasmarse, quizá menos para los que buscan tramas intensas y complejas.

Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Y aunque le pongas a un telefilme de sábado siesta un reparto consistente y una ejecución de Hollywood, telefilme se queda.

El reparto femenino se defiende muy bien, y crea con ayuda de la música una atmósfera de feminismo distorsionado y el ambiente de delirio constante que nos mantiene a todos entre la extrañeza, el sopor y las lamentaciones por no haber comprado más palomitas. Por una vez, y esto me pasa una vez cada diez años, he echado en falta un poco de acción.

Sin embargo tampoco voy a decir que haya sido la peor experiencia cinematográfica de mi vida por una razón: todo, todo en el argumento está construido entorno al morbo más absoluto y nos mantiene inevitablemente mirando. Violencia, pasados terroríficos, decadencia, alcoholismo y sexo en todas sus formas te atan a la butaca durante dos patéticas horas.

El cine de acción no es lo mío, y ya entra una con ciertas reticencias a la sala. Igual por eso, porque las expectativas eran tirando a bajas, que esta película no ha estado mal.

Para mi absoluta sorpresa, no estamos ante la típica historia de súper héroes. A mí Strange me cayó mal al principio. Pero mal de muy mal, de menudo capullo. Sin embargo evoluciona la historia, entramada con una complejidad absolutamente inesperada, y todos lo vemos todo desde otro punto de vista, el doctor incluido.

No obstante, quizá sea esta complejidad la que por momentos le juega una mala pasada al filme. En según qué escenas es difícil seguir el argumento y aparecen ciertas incongruencias y hechos inexplicados. Vamos, lo que les pasa a todos los autores que se atreven a jugar con la lógica física del tiempo. Y la acción, ay, siempre la acción. Siempre demasiada, pero, ¿qué esperábamos? Al menos en esta ocasión el caos y la psicodelia nos ofrecen algunas imágenes hermosas.

¿Lo mejor? El humor. Está bien despojar al héroe de grandiosidad de vez en cuando, para reírnos con él un rato. Y Tilda Swington, por supuesto. Suprema en un papel que le va como anillo al dedo.

De entrada, la experiencia se presenta brillante: está llena de luz, y una da las gracias por eso en los tiempos que corren, donde les encanta tenernos en penumbra. La música no cansa: un placer comprobar que Hollywood ha entendido que los musicales ya no pueden ser una tormenta de canciones, que eso pasó de moda hace tiempo. Es divertida, y me sorprendo al comprobar una vez más que Gosling (que para mi siempre ha vivido en la tierra difusa del drama romantico) tiene otra cara. Se ve que se entiende con Stone, aunque ni de lejos tienen la misma química que en "Crazy, Stupid, Love".

El argumento fluye plácido hacia el topicazo, aunque brilla por su naturalidad: sin excesos, sin pasteladas, sin hacernos sentir mucho más que la sensación de no poder evitar mover los pies o dar palmaditas cuando suena "City of stars". Sin embargo, un giro que parece de lo más normal lo precipita todo hacia un final que se nos antoja inesperadamente real.

Es un honor ser testigo de la resurrección del género musical, y es interesante que las historias de amor hayan llegado a una nueva fase pero, ¿es para tirar la casa por la venta de esta manera?

Seré yo, que no me acostumbro a esta moda de que para que una película sea buena, uno tiene que salir de la sala con sensación agridulce. ¿Una oda a los soñadores? ¿Seguro? A mí me parece más una advertencia.

Un argumento con la medida justa de locura nos lleva por caminos inesperados. Todo es más sorprendente y más fresco de lo que cabría esperar, regalándonos una película ligera y divertida. Un gustazo.

No es perfecta, sin embargo, la última parte de la trama es un poco decepcionante, pero me ha gustado y lo que es más: me he reído con una comedia romántica americana. Insólito. Cambia de aires y argumentos. Y funciona.