En este documental se trata la historia de una serie de pueblos cuyas campanas repican su final. Las aguas del progreso han llegado para quedarse y sumergir microcosmos, pequeños, pero muy ricos. Es una historia reciente que aún sigue latiendo en las personas que la vivieron, sintieron y lucharon.

Una de las grandes originalidades de este documental ,haciéndolo fundamental, es la existencia de grabaciones caseras desde los años 60 y especialmente en los años 88-92 puesto que los habitantes eran conscientes, y así se manifiesta, de que vivían una cuenta atrás. Una manera de preservar en el ámbar audiovisual sus vidas, sus gentes, su arquitectura, su alegría y su amor por una tierra generosa que conocían como los surcos de su piel.

Es un documental que debido a su rico contenido, da pie a debates a muchos niveles y dimensiones: las consecuencias del progreso, etnografía, filosofías de vida, relación con el medio ambiente...

Finalmente para mí, que sigo sintiendo el eco de este documental,me queda una pregunta global: ¿Hacia donde nos dirigimos y hacia donde queremos llegar?

La película más bella que se haya estrenado este año, una película que sencillamente hay que pagar para ver, una película que posiblemente conmueva el corazón a la par que hace sonreir. Una película en blanco y negro con destellos de color en la actuación, cuyo silencio llena más los oídos que los diálogos animosos en un bar...una película que se merece otro artículo...LA película.
En estos años de bastante yermos en la industria cinematográfica, este film constituye una perla.

Esta es una miniserie sobre el comienzo de una tragedia humana, y ha sido tratada con cierto rigor, asepsia pero sobre todo con humanidad. Contando una dura historia, plasmando las malas acciones que desencadenaron una espiral alimentada por el odio y la venganza, mas evitando burdas caricaturas.

Las interpretaciones son notables, destacando la de algunos personajes, que son capaces de transmitir la transformación que sufrieron sus protagonistas con sus dudas, ira, miedo, ansias, etcétera. Todo ello en seis episodios.

El título de esta crítica, viene con algo de lo cual son conscientes sus protagonistas. Llegados a un punto, no hay vuelta atrás. Sin embargo, la línea tiene dos orientaciones. Por un lado es una frontera, la vida o dar muerte, que no se ve pero se siente. Y a su vez, es una vía que conduce a una estación en ruínas...y cuando el tren se marcha una parte del pasajero se ha quedado en el andén.

Una película se podría comparar con un plato de comida, posee varios ingredientes que le dan el sabor, el sentido que tiene. Uno de ellos es la banda sonora que en esta película es soberbia y que te emociona hasta ponerte la piel de gallina. Todo lo demás es una película muy bien realizada, entretenida y tierna que revivifica la figura del buen profesor en escuela conflictiva, la moraleja podría ser que todas las personas poseen una gran riqueza, pero hay que saber explotarla.

Para comenzar esta crítica decir que recomiendo esta película sinceramente. ¿Qué es lo que me ha gustado de la película para hacer tal recomendación?

La historia de un hombre que busca el sentido a su existencia en un mundo ajeno de sí mismo.

La interpretación del protagonista que es soberbia con una mirada que expresa los sentimientos de una manera apabullante.

EL final que se me hace difícil describirlo.