Si hay un término que defina bien esta película bien podría ser 'exagerada'. Esto puede ser una redundancia dentro del género gore, pues la violencia es tan extrema que hace que esté más cerca de la comedia que del drama. En este film desde luego es así. Hobo with a shotgun recuerda al estilo de Robert Rodriguez mezclado con lo más bizarro del cine gore asiático.

Muchísima sangre y vísceras, aunque también hay lugar para la crítica social. La ciudad se muestra terriblemente decadente, como ya hemos visto anteriormente en pelis como robocop, días extraños, o Batman y su Gotham city, donde la corrupción alcanza a la casi totalidad de los habitantes. Buena muestra de ello es la crítica al sensacionalismo periodístico con esos dos reporteros en busca de vagabundos para humillar delante de la cámara a cambio de algunos dólares (telecinco, toma nota). El director, Jason Eisener, muestra sin cortarse la violencia, llegando a cruzar la línea que muchos no se atreven ni siquiera dentro de este género, la muerte con saña de niños; de hecho, ya lo hizo en el cortometraje Treevenge.

Las actuaciones están bastante pasadas de vueltas (al estilo Nicolas Cage en cara a cara o teniente corrupto), salvo Rotger Hauer, mucho más comedido. Sin embargo, no llegan a desentonar con la tónica general de la peli. Por otra parte, hay que destacar la colorida fotografía, especialmente al mostrar la noche iluminada por la luz fluorescente de los neones.
En su conjunto, creo que es una buena película dentro del género, aunque no aporte nada nuevo, aunque sabiendo que surge de un falso trailer de Grindhouse no se puede pedir mucho más. Mejor que Machete. Está bien rodada y Jason Eisener pone sus cartas sobre la mesa en el género; esperaremos expectantes su evolución.

Buñuel construye de forma magistral los dos personajes protagonistas de este film otorgándoles un dualismo que hará que se muevan cual péndulo de un lado hacia otro a lo largo del metraje.

Me encanta el cine de Herzog. El director alemán se rodea de gente de lo más peculiar, semi héroes románticos que se debaten entre la razón y la pasión, entre la cordura y la locura y dispuestos a todo por alcanzar sus sueños. Algunas veces estos héroes han sido protagonizados por el poco cuerdo pero genial actor Klaus Kinski, y otras veces han sido gente real que nos han acercado la más asombrosa realidad en forma de documental, la cual, supera con creces la ficción.
En este caso Herzog nos trae la historia de Graham Dorrington, un ingeniero que desarrolló un pequeño zeppelín, más de medio siglo después del accidente del Hindenburg, con la idea de estudiar la diversidad animal en las copas de los árboles. La aventura terminó en tragedia ya que debido a un accidente moriría su amigo y cinematógrafo Dieter Plage. Este es el punto de partida de 'White Diamond', una segunda oportunidad disfrazada de redención por la que Graham intentará mejorar su aeronave y proseguir el estudio de la selva sin su anhelado amigo, siempre presente en su mente y corazón. En medio de la Guyana, con la impresionante y magnificente cascada Kaieteu de fondo, Graham intentará volar su mejorada aeronave acompañado siempre del realizador alemán. La implicación del cineasta alemán es completa y se convierte en un personaje más de la historia, con esas ansias que demuestra en otras ocasiones de querer controlar lo incontrolable. En un momento dado del documental, el creador del globo intenta desenredar los nudos de las cuerdas que lo sujetan, una tarea siempre molesta, como cuando los cascos de los walkman, o ahora los ipods se enredan, y dice algo así como que las cuerdas tienden a enrollarse por sí mismas, y no a desenrollarse, es el hombre quien tiene que hacerlo, al igual que es el hombre quien siempre se empeña en dominar el caos reinante en la naturaleza. La metáfora del intento de domino de la naturaleza por parte del hombre se ve reforzada por la impresionante vista de la cascada, siempre presente a lo largo del documental, mostrándose tremendamente fiera e inaccesible. Estas secuencias recuerdan al comienzo de ‘Aguirre , la cólera de diós’, en la que una hilera de diminutos hombres descendían como hormigas por los impresionantes alrededores del Machu Pichu. Con esto, Herzog nos vuelve a mostrar el patetismo humano, un ser insignificante comparado con el mundo que le rodea, pero obstinado en dominarlo.
Hay momentos muy bellos en la película, el asombroso paisaje, los pájaros adentrándose en la cascada, el momento mágico en el que el zeppelín consigue sobreponerse al entorno, o la presencia de Marc Anthony Yhap, un nativo que nos llena el corazón con su carácter simple e ingenuo, cuya única familia es su gallo ‘Rojo’. Realmente es muy emotivo el momento en el que a modo de regalo le dejan subir en la aeronave, y cuando aterriza nos habla casi con lágrimas de la belleza del momento y de inmediato se acuerda de su gran amigo y compañero, su gallo.

Esta comedia con zombies como protagonistas no termina de funcionar, bueno, más bien diría yo que nunca llega a funcionar.

Primer largometraje de Alan Ball que nos deja muy buen sabor de boca debido a la buena realización de la obra, no tanto por la dureza de algunas de las cosas que muestra el film. Alan Ball arremete sin miedo contra la hipocresía del mundo adulto y no se corta a la hora de mostrar cosas que otros preferirían mostrar de forma más implícita; duele, pero no podemos obviarlo.
La peli se centra en la adolescencia de una muchacha americana de origen libanés que, a pesar de no tener el mínimo vínculo con sus raíces, le tocará sufrir los prejuicios de una sociedad intolerable. La grandeza de Alan Ball es que no se queda en lo fácil, que hubiera sido el rechazo por parte de la sociedad americana hacia una chica árabe, sino que presenta al padre de ésta como el más intolerable de los personajes que aparecen en la peli. Es un hombre conservador, chapado a la antigua, con unos valores morales más que discutibles y más preocupado por lucir un bonito jardín a la vista de todos que por los problemas que pueda tener su hija adolescente. Es incapaz de comprender a una niña deseosa de conocer el mundo moderno y adulto en el que le tocará vivir, y actúa erráticamente al ejercer su tutela, con tendencia a la sobreprotección; por otro lado, la madre parece incapaz de ver más allá de su sombra.
El tránsito de la infancia a la madurez adulta es ya de por si complicado, la adolescencia puede ser una etapa jodida y más aún si los modelos que tienes delante tienen tantas carencias como los aquí presentes, y ante el mal ejemplo de algunos padres, la solución está en buscar patrones fuera más apropiados (con mayor o menor acierto). El mundo adulto se nos presenta viciado, como una jauría de lobos hambrientos esperando que los conejos salgan de la madriguera para hincarles el diente.
Alan Ball nos vuelve a hablar de temas que ya había tocado en sus anteriores trabajos (a dos metros bajo tierra, true blood, american beauty): racismo, sexualidad, familia, e incluso homosexualidad, aunque de forma muy superficial esta vez. La peli tiene el ritmo pausado y el humor negro característico de él, excelentes actuaciones, y una gran banda sonora que recuerda ligeramente a American Beauty (ambas de Thomas Newman).

Hay que verla.