Michael Giacchino abandona el colorido mundo de Marvel para adentrarse en las profundidades más oscuras de la ciudad ficticia de Gotham. Con inteligencia escribe una partitura que muestra la oscuridad de una ciudad que se derrumba en sus propios pecados, pero también la luz que se vislumbra al final del túnel.

El tema de Batman tiene dos caras: la venganza y la esperanza (negro y rojo). La venganza está presente en la oscuridad, donde los delincuentes "escuchan" la marcha del murciélago cuando ven el símbolo en el cielo y empieza el temor. Algo parecido hizo John Williams con su famoso leitmotiv de Tiburón (1975) mostrando al tiburón invisible en pantalla.

La seducción y la elegancia de Catwoman se plasma en su música atrayente. Michael Giacchino hace referencia al cine noir, género muy presente en la películas (voz en off, tono oscuro...). Muchas veces los temas de Batman y Catwoman se mezclan inteligentemente, señalándonos la misma intención por parte de los personajes, la búsqueda de venganza. Además, nos habla de un interés amoroso que, si no fuese por la música, en imagen puede que nos parezca muy forzado. En definitiva, ambos personajes están conectados.

La parte triste de la música se la lleva The Riddler. Su partitura comienza con una voz de un niño que entona el Ave María en un tono menor. Durante la película descubriremos que la elección de esta música no es al azar, sino que nos habla del pasado del personaje importante para la trama. Por último, la música termina con unas notas revolucionarias dando paso a la voz del niño acompañado con una música más llena y pausada, como una canción de cuna. El plan de expiar los pecados de Gotham pareciese verse cumplido y ahora está en paz.

Entre el pelotón de películas que me invaden, que ya ni siento ni padezco por la saturación, encuentro pequeñas perlas. Una de ellas es Morir (2017) de Fernando Franco y basada en la novela homónima de Arthur Schnitzler.

Las vacaciones dejan de ser felices para Luis y Marta cuando él reconoce tener una enfermedad terminal. El cáncer paralizará a la pareja que verá como su amor será puesto a prueba por las circunstancias, dañando al vínculo de ambos entre mentiras y reproches. Poco a poco la enfermad irá encerrando a los personajes hasta una habitación claustrofóbica; algo parecido a lo que hace el director en La Herida (2013) y que le valió el Goya.

Fernando Franco dirige una película que nadie quiere hacer. Con un estilo naturalista, la película habla sobre la oscuridad de la muerte a través de los gestos y sin apenas diálogos. Con estas herramientas narrativas nos ubica en la situación de la pareja protagonista, sobre todo la de Marta que muchas veces huirá hacia la naturaleza para evadirse de su agobiada situación que vive con Luis. Sin música original consigue sus objetivos emocionales.

Sólo las personas que han sufrido algo parecido podrán juzgar la ética de los personajes. Yo no me atrevo a juzgar, ni quiero. El amor es exigente.

El sello de cine de terror español “The Fear Collection”, encabezado por Álex de la Iglesia, comenzó con Veneciafrenia, una nefasta película, bajo mi punto de vista. Debida a esta presentación, la imagen de este sello en Venus me hizo temblar. Al final Jaume Balagueró me tranquilizó, solo en parte.

El director catalán, junto al guionista Fernando Navarro, se inspiran libremente en un relato de H.P. Lovecraft, titulado “Los sueños en la casa de la bruja”. Esta historia de terror convencional es lanzada a un thriller mucho más elevado, donde tenemos a una Ester Expósito “on the top” y atrapada entre dos horrores que personalmente creo que no son tan asfixiantes, como lo fue para el personaje de Almudena Amor en “La Abuela” de Paco Plaza. Aun así, Lucía (Ester Expósito) es un personaje que evoluciona de una chica egoísta a otra muy distinta.

Al igual que le pasa a Álex de la Iglesia, Jaume Balagueró no sabe cerrar su película con un final muy climático, aunque sea su intención. En parte, por su mala exposición de su lore fantástico donde sólo expone flashes rápidos y caóticos dentro de un final frenético donde todo se resuelve pronto y mal, aunque Jaume Balagueró pretenda dejarnos con la incógnita. En parte, porque esconde demasiado.
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Jaume Balagueró encausa un poco el The Fear Collection con esta película divertida para todos aquellos que quieran pasarlo bien viendo a una Ester Expósito guerreando contra lo sobrenatural.

Antes de ver Black Panther: Wakanda Forever, y sin tener una idea preconcebida, me imaginé mi propia secuela antes de entrar a la sala de cine. Mi argumento era el siguiente: la película empezaría con un homenaje al fallecido actor Chadwick Boseman. Después de unos treinta minutos de homenaje, y debido al descubrimiento mundial de la posesión de vibranium, Namor y los atlantes retarían a Wakanda por un conflicto de intereses, para en un hipotético acto final unir fuerzas contra un enemigo común, nunca antes aparecido en el MCU. La película acabaría conectando con la Fase 5. Muchos feligreses de Marvel estarían de acuerdo conmigo en que perfectamente este podría haber sido el argumento de Wakanda Forever. Casi doy en el blanco, y es que la cinta de Ryan Coogler se queda a mitad de camino.

Los arcos argumentales de los personaje no están los suficientemente desarrollados para causar el impacto que pretende el director en el espectador. Su larga duración difumina varios aspectos de los personajes a favor de otros personajes que solo aportan presencia y favorecen que la trama avance. Un ejemplo de ello es el poco desarrollo de los sentimientos de Shuri por no conseguir su propósito inicial, si añadimos que Letitia Wright no tiene el carisma de Chadwick Boseman, nos queda un personaje que se queda se podría resumir en dos líneas.

Específicamente, en la música encuentro una de las mayores incongruencias de la cinta, y me explico. Cuando nos explican la historia de Namor, que significa “hijo de venganza” y no “niño sin amor”, donde los españoles arrasan con todo. Posteriormente nos presentan Tha-Korr (capital de Atlántida) donde escuchamos dos canciones compuestas por Ludwig Goransson y cantadas ambas en español, el idioma que tanto odia Namor representa Tha-Konrr. He ahí la incongruencia.

El universo cinematográfico de Marvel está dejando un legado para largos años. Esto no acabará nunca y yo estoy ya hastiado.