La idea gira en torno a la borrachera de la fama, pero va mucho más allá.
Muestra de una forma lateral los peligros de no saber quién eres y embriagarse de ese algo construido por el show business y lo realmente interesante es ver COMO se consigue eso, con la cara de asombro de la gente al no reconocer al ídolo que supuestamente conocen.

Bonito, reflexivo e inteligente.

El tema que se plantea en Capone puede ser más o menos interesante, pero nadie puede negar que no sea original.
No hay muchas películas sobre la decadencia, el trastorno mental y los últimos años de vida de Al Capone, en ese sentido la premisa de la película no falla y ofrece justo lo que promete.
Pero donde si falla por desgracia, y este es el primer punto, es tanto en la trama como en el argumento.
La trama en si falla por la falta de realismo y profundidad en las motivaciones por parte de los protagonistas y esto evidentemente perjudica directamente al argumento.
Las acciones que se llevan a cabo a lo largo de la película no llegan a ser, o no llegan a estar planteadas de una forma del todo interesante, ya que durante toda la película los tres conflictos principales que se desarrollan se ven intercalados entre sí, dificultando la evolución de cada una de las tramas y generando una sensación de caos permanente que termina por desorientarte y distanciarte de la película.
Es lo que pasa cuando mezclas a Al Capone en un drama paterno filial, con la búsqueda de un tesoro en formato onírico, dos derrames cerebrales y el FBI pisándole los talones.
Un puto caos de cuidado.

El siguiente punto creo que es sin duda lo que más me chirrió.
El tono.
Una de las sensaciones que se tiene durante toda la película es que Tom Hardy y su personaje tiene un tono y la película tiene otro totalmente diferente, no concuerdan en ese sentido y generan una disonancia narrativa que en muchos momentos produce carcajadas, cuando se deberían generar todo lo contrario.
Es cierto que a veces, la delgada línea entre el drama y la comedia es mínimo, y que incluso la mezcla de estos dos géneros es vital para crear curvas emocionales mucho más marcadas, pero en este caso, la sobre actuación por parte de Hardy hace que no te puedas tomar en serio ninguna tragedia, convirtiendo esos supuestos momentos dramáticos en comedia de una forma no intencionada.

Por sacar algo positivo, en el punto numero tres quiero recalcar la fotografía de Peter Deming, director de fotografía más que conocido entre tantas por haber trabajado con Lynch en varias ocasiones y en concreto en Mulholland Drive.
Y digo en concreto porque esta película tiene toques a Mulholland Drive, pero mal.

Por último, y como dato curioso quiero comentar que a mi parecer esta película ha sufrido demasiado tijeretazo, es raro que una película que terminó su rodaje a finales de Mayo de 2018, tarde dos años en estrenarse no teniendo una pos producción muy compleja y durando solo 100 minutos, ni una hora y media de película.
Dato que podría explicar porque la película en algunas partes es atropellada y en otra, totalmente pausada sin motivo aparente.

Dicho todo esto, yo personalmente no os recomiendo que la veáis si no la habéis visto y si la has visto pues, lo siento.

Una de esas películas de obligado visionado. Inteligente, divertida y sobre todo, romántica.

Uno de los grandes rasgos que remarcan la grandeza de una obra, es la propia resistencia al tiempo.
Luces de la ciudad es una película que si se estrenase a día de hoy, seguiría siendo igual de brillante, sin la necesidad de usar el efectismo cinematográfico actual para aguantar la atención y la mirada del espectador.

Definitivamente, esta película es una joya.