Con “La La Land”, su segundo largometraje, Damien Chazelle se sitúa como uno de los directores más prometedores del momento, con una historia que va mutando de la primera toma hasta la última y que termina siendo una carta de amor a los que luchan por sus sueños, quizá Chazelle se ve reflejado en sus personajes.

Los platos fuertes de la película son una puesta en escena espectacular (una maravillosa fotografía que se podría llevar algún premio importante si no hubiera tanta competencia, solo hay que ver el uso que hace de los colores) y la dirección firme y precisa de Chazelle, capaz de conseguir largas tomas y darle a la película ese aire teatral que le sienta de maravilla. Además, como bien se ha comentado en otras reseñas, la película es una especie de oda a los antiguos musicales de Hollywood, y es algo que se nota aunque alguien no esté muy versado en este peculiar género.

Pero es un musical, y aquí la música de Justin Hurwitz se convierte en un personaje más, se fusiona con la trama y los números musicales se sienten naturales, no hay esa desconexión que hay en otros musicales donde la trama se detiene para mostrar una canción. Aquí ya sea para presenciar una realidad alternativa o una cita entre los protagonistas, la melodía y la coreografía cumplen una función.

A esto ayuda unos maravillosos Emma Stone y Ryan Gosling. Stone está espectacular como Mia, capaz de transmitir mil y una emociones con una sola mirada o un simple gesto, y consigue brillar como nunca en una escena en la que simplemente explica una historia personal, que es para levantarse y aplaudir . Gosling también está bien pero un peldaño inferior a Stone, lo que sí vemos es su versatilidad como actor, capaz de ser realmente divertido pero a la vez poder seguirle los pasos a su compañera de reparto en las escenas más serias. Mención especial a su habilidad con el piano, ya que todo lo que vemos en pantalla es obra suya. Solo dos actores con verdadera química podrían haber ensalzado tal y como lo hacen un final que ya de por sí es brillante, y solamente con dos miradas.

Como aspectos negativos, la película “se olvida” que es un musical un poco pasada media película y el ritmo decae momentáneamente para luego recuperarlo. También se van dejando de lado los números cantados, pese a que es algo que está justificado argumentalmente, deja ese potente número inicial algo cojo y fuera de lugar.

Lo dicho, “La La Land” sitúa a Damien Chazelle se confirma como uno más de los directores de nueva hornada a tener en cuenta de cara al futuro, con un musical que te acaba llegando hondo y que te anima a seguir tus sueños, aunque para ello debas dejar tomar decisiones complicadas por el camino.

El inesperado éxito de “La LEGOPelícula” animó a Warner Bros. ha expandir todavía más la marca, siendo el primer paso esta primera “Batman: La LEGOPelícula”, con Will Arnett repitiendo como el caballero oscuro.

El resultado es la extremadamente divertida cinta dirigida por Chris McKay que es todo un homenaje en clave de parodia a la historia de Batman. Hay risas desde el primer segundo (y no es una exageración) y es una constante que se mantiene durante su hora y media, siendo su principal fortaleza la capacidad para mantener entretenido al espectador en todo momento. Pese a esto, hay momentos puntuales en los que algunos chistes no terminan de funcionar y la película se siente demasiado sobrecargada, fruto de un ritmo vertiginoso que no da respiro en ningún momento y que reitera demasiado su mensaje en los momentos más tranquilos, alargando demasiado la evidente catarsis que sucede al final.

Lo que hizo que “La LEGOPelícula” fuera algo más que un comercial de LEGO de dos horas fue su ingeniosa trama y lo sorprendentemente emotiva que acabó resultando. En esta ocasión tenemos a Batman, y los guionistas se encargan de homenajear, en clave de parodia sana, TODA la historia del murciélago, ya sea en los cómics o en los medios audiovisuales, hay referencias a tutiplén, tantas que seguro que hacen falta varios visionados para pillarlas todas, mención especial a la desternillante versión que hacen de la relación entre el Joker y Batman, que no deja de ser una versión fiel (pero más infantil) de lo que se ve en las viñetas. Pero aquellos no tan versados en la mitología del personaje no tienen de qué preocuparse, la película se supera a sí misma introduciendo una gran cantidad de elementos de la cultura pop que solo hacen que sumar (es alucinante ver a Batman pelear contra determinados villanos).

La animación por su lado es genial, aunque es algo que ya se da por hecho en estas grandes producciones pero hace un uso demasiado excesivo de los colores cálidos, llenando la pantalla de cosas que a veces entorpecen la historia y dificultan comprender qué es lo que pasa. Eso va claramente ligado a lo barroca de la propuesta, esa sensación de cansancio está determinada notablemente por lo exagerada de la animación en esos momentos concretos.

“Batman: La LEGOPelícula” es un más que correcto entretenimiento con un profundo respeto por el material original y un mensaje claro, positivo y necesario (no hay más que ver las absurdas reacciones de ciertos sectores ultraconservadores para ver que McKay lo hace bien) pero con un ritmo que a veces agota.