Es una pena que una serie con buenos actores y excelente fotografía se estropee por un guión absurdo, incoherente, que confunde constantemente al espectador, hasta que deja de ser creíble y se torna pueril. Probablemente con la intención de sorprender abusa de constantes giros de guión que en realidad solo consiguen confundir al espectador e insultar su inteligencia hasta que uno se siente estúpido malgastando el tiempo. Es una auténtica burla. Penoso.

Excesiva en dramatismo (sufrimiento, dolor, soledad, culpa...), que puede ser real, pero es excesivo. Excesiva en denuncias (marginalidad, inmigración, abuso laboral, castigos corporales, corrupción policial, hacinamiento, suciedad, pobreza, miseria,...), que puede ser real, pero es excesiva. Excesivamente trágica. Ni un soplo de aire fresco, ni un momento de respiro, por lo que que, al fin, la historia llega a hacerse tediosa y, en algún momento incluso, aburrida. La vida es dura. Vale. Sobre todo en zonas marginales. Vale... Pero no solo existe el dolor, la pena y el sufrimiento, también hay otras cosas en la vida, incluso en barrios marginales. Javier Bardem, actor genial, compone un papel auténtico pero también excesivamente trágico que sostiene la historia de principio a fin. Es verdad que deja un regusto amargo pero también que se percibe un exceso de tragedia que no resulta del todo creíble, precisamente por lo excesivo. Difícil de tragar.

Hay ideas, pero no se llevan a la práctica con acierto. Ejemplo de Ideas: el ideal de todo médico de ayudar al que sufre, curar, aliviar el sufrimiento, frente la enorme dificultad y, muchas veces -casi siempre- la imposibilidad de lograrlo, obliga en la práctica a intentar desvincularse del sufrimiento ajeno, que debilita y acaba por destruir los ideales del médico. El protagonista, a lo largo de su carrera, concluye que su supervivencia como profesional exige alejarse del sufrimiento ajeno y limitarse a intentar paliarlo a distancia con medios científicos razonables, humanos, en los que, por otra parte, cree cada vez menos. La curación milagrosa, la SANACION...¡Ojalá existiera...! ¿Qué medico no desearía poder disfrutar del poder de curar con sus manos? Aliviar el sufrimiento, quitar el dolor simplemente imponiendo las manos. Esta es la esencia de la película. Pero llevarla a la práctica, al menos en esta ocasión, no ha sido posible. Mezclar de forma creíble realidad y cura milagrosa no es fácil y, en mi opinión, el director no lo ha conseguido. Al principio, la película pretende ser muy "real" y , al final, quizás demasiado "irreal", demasiado fantástica. El inicio es bueno y las cuestiones planteadas aceptables, pero el desenlace y las respuestas finales no convencen. La 2ª mitad desencanta y se hace, por momentos, aburrida. El papel de Belén Rueda, incompleto y absurdo, podría incluso haberse suprimido. Falta metraje que explique las relaciones entre Belén y Eduardo Noriega: por ejemplo, se acuestan y no sabemos muy bien por qué (suponemos que se sienten solos, pero se comportan como amantes inveterados). Faltan datos en la narración. Hay grandes vacíos y notables incoherencias. La construcción está incompleta. No me alargo más: Al fin y al cabo, entretiene, por eso le doy un 4 (sobre 10).

Hay que verla, al menos, 2 veces, quizás 3. Mejora con cada visionado, deja fondo y da qué pensar. Extraordinaria.
La fusión y el contraste entre la magnífica, impactante, sincopante y decadente monumentalidad de la Eterna Ciudad de Roma y la vacuidad, superficialidad, falsedad, y decadencia de sus pobladores, la alta sociedad de la época Berlusconi. La búsqueda de la belleza, apenas intuida como un breve y efímero destello esporádico en algún punto de la vida, el deseo de recuperarla y la nostalgia de haberla percibido y perdido fugazmente en algún remoto momento del pasado.

Los 10 primeros minutos de esta película son auténticamente geniales, me llegan al alma y revuelven mis entrañas. Me siento identificado y emocionado: Un dia de sol, dos vendedores o representantes, dos viajantes deciden "hacer pellas". Es un dia soleado, por la mañana temprano, han pasado horas conduciendo por un vasto itinerario para realizar su trabajo... Todo el resto de la gente está trabajando. Posiblemente se trate de un lunes, el fin de semana ha pasado y todo el mundo trabaja. Pues bien, en ese preciso lunes, cuando todo el mundo sufre el comienzo de su semana en el trabajo, ellos deciden "hacer pellas", divertirse mientras los demás trabajan, disfrutar de su libertad. Hacer uso de esa libertad: VIVIR, DISFRUTAR DE LA VIDA, ROMPER LAS REGLAS, NO IR A TRABAJAR, QUEDARSE EN LA CAMA...y lo hacen: Aparcan el coche y entran en un bar de carretera una soleada mañana de lunes de invierno. Apenas hay gente en el bar... ¡es demasiado temprano! Pero ellos deciden ponerse a jugar a billar. (Recuerdo que cuando hacía pellas en el "cole", íbamos a unos billares a jugar a futbolín o a billar, o a veces a las "máquinas", y nos fumábamos unos celtas cortos mientras dejábamos pasar la mañana del lunes...). Ese inicio de la película, con la transgresión de las normas establecidas, de tomar la libertad por la mano, de romper con los convencionalismos, esa mañana de lunes soleado en invierno cuando todos trabajan es, para mí, algo que toca el alma y remueve mis emociones, o mis recuerdos emocionales, hasta lo más profundo de mi ser. Me recuerda a otra película, "Los 400 golpes" de Truffaut, cuando los dos amigos de clase deciden hacer pellas. Así pues, hay una conexión temporal y emocional entre estas dos grandes películas de la cinematografía mundial. El resto, en ambos casos, os sugiero/recomiendo que lo veáis: No hay mejor forma de sentirlo, porque es un cine cuya visión debe hacerte vibrar.