Hablar sobre la historia de lo sucedido no me interesa demasiado. El argumento de la película es de sobra conocido. Lo que aquí impresiona es la calidad. El director de fotografía se lleva los méritos absolutos. Encuadres y luces que envuelven la sala con una atmósfera inquietante y temerosa. Y, en medio, un Tom Cruise irreconocible. Podría decir que más guapo casi tuerto que luciendo ojazos. Pero dejando mis perversos comentarios a un lado, voy a admitir por fin que es un buen actor. Decir esto me cuesta media vida, lo intenté cuando lo vi en Leones por Corderos pero con mi Redford a su lado me fue imposible conseguirlo. Ahora, por fin, tengo que admitirlo. Aunque no sé si debo. Quizás, su fidelidad absoluta al personaje verídico que interpreta o su extrema rectitud en cada gesto, cada movimiento, quedan ensalzados por la presencia de los grandes de los grandes. Terence Stamp, Kenneth Branagh y mi querido Bill Nighy, nada más y nada menos. Y, con ellos tres rondando entre escena y escena, o es muy bueno, o ni siquiera se le presta atención.

Bryan Singer, director de éxitos que no me dicen nada como Superman Returns (2006) o X-Men (2000), y ya. No hay nada más. No me inspira nada. Profesional. Distante. Frío. Sin embargo, ambas películas son fantasía, ciencia ficción pura y dura, de la que se lleva ahora repleta de efectos especiales cada vez más absurdos y descarados, y Valkiria es más... ¿cuál puede ser la palabra? ... ¿realista? Sí. Un ligero realismoque camufla a la perfección dichos efectos y retoques digitales extremadamente explotados.

La música, sonidos vibrantes que se cuelan por cada rincón del cuerpo, movimientos congelados, datos y más datos, y cantidad de detalles que no pasan desapercibidos ante la mirada de un espectador atento y receptivo hacen de Valkiria algo más que una película histórica, hacen que Valkiria se convierta en “la” película histórica, en el nuevo modelo de película histórica a seguir en el siglo XXI... hacen de Valkiria “la historia interesante”.

Hace tiempo que vi esta película... y no recuerdo ninguna que me ha llegado tanto. Ninguna que me haya inspirado tanto. Porque vi a un Mel Gibson totalmente nuevo y desconocido para mí. Acostumbrada a La Pasión o Apocalypto una se espera algo más... digamos intenso, o sangriento... ¿violento quizás?

Aquí, sin embargo, dulce y cercano. Profundo y culto. Solitario y ansioso por dar y recibir cariño. Me impresiona su trabajo como director puesto que, en general, no me atrae su trabajo y en esta historia es tan cercano y astuto que no puedo dejar de sentirme atraída por su imagen. Por su concepción de las relaciones humanas. O por la suerte del principiante...

El Hombre sin Rostro tiene un precioso paisaje, muy cuidado a través de la fotografía... interesantes puestas en escena pero siempre dentro de lo cotidiano, sin caer en extravagancias excesivas ni complejas secuencias que desvíen la atención del espectador.

Y Nick Stahl es un niño encantador... pero creció, y en Terminator 3 anda algo perdido. Muy guapo, pero perdido... supongo que a Mel Gibson también le ha pasado algo parecido.

Gene Kelly debutando de la mano de una Judy Garland radiante... ¿qué más se puede pedir?

Recuerdo que cuando la vi lo hice por ver a mi querida Dorothy lejos de Oz, porque su carita me encandila, sus ojitos me derriten... pero entonces comenzó a bailar junto a Gene Kelly y me fascinó. Juego de pies. Voz. Potencia. Emoción. Y de repente no podía dejar de mirarlo. Gene Kelly. Y la trama pasó a un segundo plano porque no podía dejar de verlos bailando y cantando con esa irresistible e intensa complicidad que los une.

Lo mejor de todo es que repitieron a manos de Vincente Minnelli en "El Pirata" y "Repertorio de Verano"

Y repito, ¿qué más se puede pedir?

Extasiada me hallo. Con Robert Redford delante no es para menos. Pero ¿quién puede resistirse a ese inmenso talento que no para de crecer con el paso del tiempo? ¿Quién puede resistirse a esos paisajes? ¿Quién puede resistirse a esa capacidad de transmitir tan intensa? Y lo que es más irresistible aún... ¿cómo no caer rendida a los pies de esos ojos que tanto dicen?

Redford vuelve a convertirse en aquel Jinete Eléctrico... o en ese Jeremiah Johnson rodeado de naturaleza salvaje... poco le falta para susurrar a los caballos en esta historia, apasionante, profunda, intensa y tan real como la vida misma. Porque eso es lo interesante de una película, que distraiga por supuesto, que uno desee volver a verla para asumir cada matiz pasado por alto, pero, sobre todo, que se acerque tanto a la vida que nos sintamos identificados con cada sentimiento, con cada mirada, con cada pérdida y con cada ganancia de los personajes.

A su lado, Morgan Freeman, un divo. Uno de los dioses de la interpretación. Uno de esos fantásticos actores que quedan en el panorama y que, de vez en cuando, aparecen para dar duras lecciones a los "novatos presumidos" con tan sólo un gesto. No puedo olvidarlo al lado de su amigo Clint Eastwood en Million Dollar Baby... son papeles que nos marcan. Y punto.

Jennifer López... pues ahí está. No sé si más guapa callada que cantando. Lo que sí sé es que en "Nunca más" me fascinó... y que aquí, pues aparece y desaparece sin que se note demasiado. Una más, como tantas que hay.

La que sí está, con toda potencia es Becca Gardner... ¡Dios mío! ¡Qué niña! Dulzura y astucia para dar y regalar. Cuando repartieron el talento, ella estaba la primera. Que pena que no he vuelto a verla en ninguna parte. Y lo estoy deseando. Y hace una curiosisima pareja con Redford... de esas relaciones tan interesantes en las que no hay nada en común pero, de repente, conversación y conocimiento, aprendizaje mutuo y miles de experiencias compartidas y por compartir... Y escribiendo esto, se me viene a la cabeza "Corazones en Atlántida", cuando Anthony Hopkins establece ese tipo de relación con Anton Yelchin y Mika Boorem... ¡delicioso!

La cuestión es esta: actores como estos, dirigidos por profesionales como Lasse Hallström que parecen apasionados por las relaciones dramáticas y reales entre las personas, no pueden dar mejor resultado.

Recomendable 100%... para encabezar listas y listas de las mejores películas...

Tan tierna como sórdida.

Una Christina Ricci sorprendente. De repente, buena actriz. De repente, rubia y delgada. Y que, por una vez en la vida desde aquella entrañable Kat amiga de “Casper”, sabe elegir un papel en el que destacar por encima de los demás. Y lo hace muy bien. Porque en un principio uno siente cierto rechazo hacia ella... y en un final, una enorme empatía.

Por otro lado, Samuel L. Jackson, al que no sé muy bien dónde ubicar, porque no sé si me desagrada enormemente, como siempre, o simplemente interpreta bien cuando le da la gana y cuando se aburre hace bodrios estilo “Serpientes en el avión”

Y Justin Timberlake ¿qué pinta en todo esto? Un niñato que tiene a las adolescentes locas, que canta con Britney Spears y Madonna... ¿qué hace interpretando en una película? No lo sé. ¿Alguién lo sabe? Perdón, ¿he dicho interpretar? Lo siento, no era mi intención insultar a todos los actores del mundo... Menos mal que no aparece demasiado en la pantalla. Lo suficiente como para enseñar carnaza que, al fin y al cabo es para lo único que sirve... pero también demasiado como para hacer de una buena película, algo más mediocre.

Y al principio no estaba muy segura. ¿La veo? ¿No la veo? Me faltó poco para deshojar una Margarita o jugar a aquello de "Pito, pito, gorgorito"... Pero me decidí y me senté ante la pantalla. Y me encontré con un ambiente sucio y obsceno. Mentes perturbadas. Dolor y mala suerte. Y dentro de toda esa atmósfera descarriada, tan solo almas carentes de cariño, comprensión y ternura. Una pequeña luz que tiene que salir... Una simple canción que Ricci canta... “This Little Light Of Mine ... I'm Gonna Let It Shine” Y poco a poco, los protagonistas comparten esa luz, la dejan brillar, y la disfrutan. Pero con complicaciones, porque los problemas nunca se acaban, están ahí... y cuando crees que se van, siempre vuelven. Siempre.

Criag Brewer, siempre guionista y director, ganador del premio del público en el Festival de Cine Sundance en 2005, lanzó su carrera con Hustle & Flow, una asombrosa historia protagonizada por un rapero que lucha por grabar su primer disco en un barrio marginal de Memphis... Y continúa en la misma línea, centrado en esos aspectos oscuros y casi macabros de la realidad humana, de la soledad, la locura y las desgracias que se cimientan sobre las mentes desafortunadas de las calles.

“This Little Light Of Mine ... I'm Gonna Let It Shine”