Nos llevamos las manos a la cabeza cuando Pablo Motos entrevista a Abascal, pero sin embargo tenemos que aplaudir a Évole por entrevistar a este ser. Y ojo, no estoy en contra, creo que es bueno que se le dé voz a todo el mundo. Entrevistar no es blanquear. Es periodismo. Es información.

Como era de esperar, se confirmaron mis sospechas iniciales: Urrutikoetxea no dice nada sustancial y además, nos toma por idiotas. Es un tipo sin valores (eso ya lo sabíamos) y muy poco creíble, llegando a repetir en todo el documental cosas del tipo "no sé, yo de esa operación no sé nada" o "yo no estoy en la cabeza de los que hicieron tal cosa" o "bueno, matar esta mal, qué le vamos a hacer". Llega a decir incluso que ETA en realidad nunca quiso matar, que solo quería "causar daños materiales" (díselo a las casi mil víctimas mortales y a sus familias). Es decir, el mayor dirigente de ETA resulta que no sabía nada nunca, que todo eran decisiones de otros y que tal y cual, y que él era uno que pasaba por allí. Claro, claro...

La vergüenza llega a su máximo nivel cuando Évole le pregunta por la fecha del atentado de Hipercor, y responde que no le suena esa fecha, que ni idea de lo que está hablando, que es que hombre! en 1987 pasaron muchas cosas, que no tiene memoria para todo. Pobrecico... y cuando Évole le dice lo que pasó, entonces claro, tiene que responder, porque no cuela que no recuerdes lo de Hipercor, lo siento. Es entonces cuando hace sus ejercicios cerebrales para eludir la pregunta y maquinarse sus respuestas para intentar dar a entender que él nunca estuvo de acuerdo con nada, diciendo que la culpa era de la policía porque no desalojó el establecimiento y que no pretendían que hubiera víctimas.

Le preguntan por el asesinato de Miguel Ángel Blanco y lo mismo, esquivando y dando a entender que él estaba al margen.

Utiliza sin parar ese comodín que usan los entrevistados que están incómodos y no quieren soltar prenda, el "Ya te dije antes que..." , "vamos a ver, ya te dije hace un rato que...", "eso creo que ya lo he dejado claro", "eso no tiene nada que ver con..." etc.

Lo único que hace el personaje entrevistado es esquivar, esquivar y esquivar, mintiendo sin parar y poco más que casi intentando hacerse ver como un hombre que nunca estuvo de acuerdo con los actos violentos de la banda terrorista.

He de reconocer que las preguntas de Évole son buenas, van al grano y tratan de derrumbar al entrevistado y ponerle en evidencia en todo momento, con sobriedad, sin dar puntos de vista, solo preguntando contundentemente y con profesionalidad periodística. Buen trabajo de guion y buena preparación de preguntas.

¿A nivel audiovisual? Pues simple, sin más. Un plano-contraplano pobremente iluminado. Un docu más de Évole, fin. Lo que sí produce pena, rabia y vergüenza son las imágenes reales de archivo y hemeroteca. Esos heridos saliendo de un atentado, niños heridos llorando, esa España unida pidiendo la liberación de Miguel Ángel Blanco recibiendo la noticia de su muerte.

Se me partió el corazón cuando la víctima dice que ya no puede más, que le basta con que le pidan perdón de corazón y poder vivir en paz lo que le quede de vida. Un perdón que desgraciadamente nunca va a llegar ni van a pedir, y una "mochila" que dicen arrastrar pero que en realidad no arrastran.

Al menos que sirva para que una página tan negra en la historia de España nunca se vuelva a repetir.

Secuencias de acción trepidantes, vale, estaría bueno que no fuese así. Ahora vamos a la película en sí.
Lo primero que me pareció alucinante (en el sentido negativo) es que la película tiene más de media hora de pérdida de interés en el que te presentan a los niñatos jóvenes, sumado a una misión de espionaje que hace Stallone con ellos, donde me preguntaba continuamente dónde estaban esos viejos locos por los que he pagado por ver (recordatorio, por si andamos mal de memoria: "Los Mercenarios" nació como un proyecto para homenajear el cine de acción de los 80 y los 90 reuniendo a viejas glorias). Aquí, pasa una hora sin saber nada de Statham, Couture, Li, Schwarzenegger y demás...
Otro fallo garrafal es el malo. Mel Gibson no me transmite absolutamente nada, y aparece en total unos quince minutos de película. No me sugiere odio como lo hacía Van Damme. Y el enfrentamiento final es lo más soso, corto y aburrido. No te da tiempo a sentir tensión ni a removerte en tu asiento, me da la impresión de que tenían prisa o algo así. No he podido saborear la maldad de Gibson, ni disfrutar con la pelea final.
Comentar también detalles que me han llamado la atención como los cambios de actitud de Los Mercenarios clásicos. Ese mal genio repentino por nada, ese Stallone filosófico que de repente los abandona a todos por... (vete a saber).
A su favor digo que la secuencia final es buenísima, y Antonio Banderas es el único motivo por el que apruebo la película, pues las carcajadas están aseguradas.

La primera apertura de boca de la película, lo primero que se dice y la primera frase (os lo juro) es: "Morid, cabrones".
Esta película, cuyo argumento se pierde en la nada a la primera de cambio, es un descarado y brutal festín de tiros, explosiones, peleas cuerpo a cuerpo, diálogos hilarantes y acción en modo bestia bastante superior a su antecesora (sin menospreciarla, por supuesto). Dolph Lundgren tiene un papel más trabajado, gracioso y gozoso para el público, mientras que Jet Li, después de dar siete u ocho patadones, desaparece de repente.
Aún así, las secuencias de acción son una maravilla y una emoción que te recarga y te sobrecarga hasta el final.
Si en la primera entrega nos pareció una joya que Stallone, Schwarzenegger y Willis compartieran un plano de dos minutos... aquí les tenemos otra vez juntos, pero disparando, pegando y matando como hacían en aquella psicodélica década de los 80.
Con sus toques dramáticos, sus toques pseudofilosóficos, sus geniales toques de humor, me atrevo a decir que he visto un PELICULÓN. Un peliculón que, como en mi anterior crítica a Los Mercenarios, homenajearé con otros títulos de cine de acción:

"Me saqué el abono TRANSPORTER para volver a casa y no parezca que haya DESAPARECIDO EN COMBATE. Llegué corriendo y me rompí un hueso que sonó "¡CRANK!" Después, mi madre me esperaba con su bronca habitual, para mí eso era un ARMA LETAL. Estuve dos días castigado, pero sólo dos. LÍMITE: 48 HORAS. Así que hablé con EL NEGOCIADOR, y me dijo que si me escapaba del castigo estaría PERSEGUIDO y acabaría en manos de un EJECUTOR. Yo no soy EL ESPECIALISTA, pero no creo que sea EL FIN DE LOS DÍAS intentar salir de este CAOS. Estoy ENCERRADO, pero pienso salir para ver LOS MERCENARIOS 2.

Compré este DVD en el rastro y me lo llevé sólo por una frase que venía en la caja y me hizo babear y poner los ojos en blanco: "El despliegue de explosiones más espectacular de la historia del cine". Claro, uno lee eso y dice: "¡Toma ya, entretenimiento a tope!"
El problema es que yo a veces parezco tonto y nunca escarmiento. No escarmiento con el marketing, ni con las frases hechas para vender un producto ni con los trailers. Sigo embobado creyéndome que si dicen "Comedia" me voy a descojonar, que si dicen "Terror" me voy a acojonar, y si dicen "Acción" me va a producir tensión. Basta ya, vale de mentir. "Torrente 2: misión en Marbella" tiene más explosiones que esta película, y acción... de acción carece totalmente. Es Jeff Bridges amargado y atormentado en toda la película (con tres explosiones contadas con los dedos de mi mano) queriendo encontrar a un Tommy Lee Jones que no me produce rabia, ni asco, ni malestar, añadiendo a todo esto un enfrentamiento final entre los dos más soso que un plato de cebolla.
No es mala película, me he entretenido, pero... acción y explosiones... bueno, algo tienen. Pero es como si a una ración de patatas le pongo un chorrito de salsa brava y digo que es la tapa más picante y ácida del universo.

Alucinante, inteligente y divertidísima. Es una película en la que lo pasas genial viendo tortazos, golpes, flechazos, tiros, persecuciones y demás gamberradas made in Marvel.
La historia no deja de ser un tonto empujón para dar pie y poder excusar todas las alucinantes secuencias de acción, que para un público que vaya con cero exigencias y un buen tarro de palomitas será un placer visual exquisito, un dinero muy bien gastado y dos horas estupendamente empleadas para desconectar del trabajo, de la crisis y del planeta (aunque el planeta está en peligro gracias a Loky).
Esto es cine para el entretenimiento, el disfrute y la diversión, con unos golpes de humor de Robert Downey Jr. que producen la carcajada pura y unos efectos especiales realizados con maestría, con elegancia y con una realización maestra.