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España España · Valencia
Críticas de elenamipa
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
1
23 de mayo de 2017
32 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya unas semanas que llegó la primera serie de Netflix producida en España. Estaréis más que acostumbrados a encontraros con carteles de Blanca Suárez, Maggie Civantos, Nadia de Santiago y Ana Fernández que rezan titulares como “valientes”, “frágiles”, etc. Sí, esa pedazo campaña publicitaria es la de Las chicas del cable. A diferencia de lo que se esperaban muchos –excepto aquellos que tengan un mínimo conocimiento sobre la marca Bambú Producciones–, la decepción cae encima de todos como una losa.

A pesar de lo que prometía en sus tráilers, en los anuncios de Spotify y en la publicidad a pie de calle, ese homenaje a la mujer luchadora de los años pre-guerra desaparece de la serie desde el minuto cero para caer en los mismos romances, envidias, adulterios y triángulos que ya hemos visto en Velvet. Las chicas del cable no es más que Velvet pero, en vez de costureras, esta vez sus protagonistas son telefonistas.

Incluso el bagaje misterioso que se le intenta dar a la protagonista (Blanca Suárez) únicamente le sirve como relleno y excusa para tener algún hilo del que estirar. El vestuario y la ambientación están conseguidos e incluso se han tomado la licencia de “marcarse” música más actual, que quizá a alguno le chirría. Pero hasta ahí, no hay más. Esto es Las chicas del cable: 1 + 1 = 2. Una simpleza. Eso sí, este producto les va a encantar y a enganchar a los acérrimos fans de Velvet, porque Bambú conoce muy bien a su público.

Diría que llama la atención que las escenas de sexo más explícitas son las protagonizadas por lesbianas pero, conociendo a la productora, no es de extrañar. Cumple con todos los temas que están ahora en boga –que no en los años 30–, hasta la ideología de género se cuela por todas partes. Por no mencionar la apología de “nos han educado para amar a los hombres, pero no tiene por qué ser así”, que son tan forzadas que no convencen.

Lo que más pena da, además de que se degrade el concepto “amar” y que la oportunidad de un verdadero homenaje a esas mujeres se haya perdido, es que esta serie sea la única que se haya estrenado mundialmente y todos crean que en España no somos capaces de crear historias originales, auténticas y, sobre todo, buenas.
elenamipa
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7
23 de mayo de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras su debut con St. Vincent, Theodore Melfi repite como guionista, director y productor en Figuras ocultas. En la línea de retratar vidas de “santos”, ahora son tres mujeres afroamericanas con una capacidad intelectual desbordante que tienen que lidiar con la problemática racial y sexista de la época.

Katherine Johnson (Taraji P. Henson), Dorothy Vaughan (Octavia Spencer) y Mary Jackson (Janelle Monáe) fueron tres matemáticas, ingenieras y astrofísicas de la NASA claves en la carrera espacial de los años 60. Pero también lo fueron en la lucha por los derechos civiles. Y esto lo realizaron desde el esfuerzo y la valentía en su profesión y en su vida familiar.

Sorprende que la nominación al Oscar en la categoría de mejor actriz de reparto sea para Octavia Spencer antes que para Taraji P. Henson. Las tres actrices lo hacen de maravilla -el buen feeling entre ellas da mucho juego-, pero está claro que el mayor protagonismo y peso de la historia recae sobre ésta última.

Figuras ocultas es una película dulzona que, incluso en los momentos más duros que pudieron vivir estas mujeres, se suaviza con el toque amable y los acertados puntos cómicos. Hay poco espacio para la tensión o para lo imprevisible, aunque sea un relato basado en hechos reales. Parece que Melfi ha tratado de complacer continuamente al espectador en un largometraje al que una vez apretado el “play”, ya se encauza solo en un lanzamiento calculado al milímetro.

El trabajo de ambientación y vestuario son incuestionables pero le ha faltado exprimir más la historia y a los personajes, que si bien son interesantes, quedan flotando superficialmente en ese mensaje que ya conocemos todos: discriminar está fatal.

No puedo terminar sin apuntar que, al margen de la película y de la historia en sí, lo que más me chocó fue ver a Jim Parsons -Sheldon Cooper para los mortales- interpretando a un ingeniero espacial retratado una vez tras otra, como hace en The Big Bang Theory con Wolowitz por ser esto mismo. Vueltas da la vida.
elenamipa
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7
23 de mayo de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los olores tienen la capacidad directa de despertar emociones. Los recuerdos de las imágenes y los sonidos pierden fuerza con los años, pero el sentido del olfato está fijado en el mismo lugar que la memoria. Así es como Saroo Brierley conecta con su pasado: gracias al olor que desprende la comida india.

Lion es el primer largometraje de Garth Davis (ya conocido en la miniserie Top of the Lake) y cuenta la historia de un joven en busca de sus orígenes. La primera parte es la más cruda y realista. El director es capaz de sumergirnos en la desesperación de Saroo, un niño de cinco años perdido en la inmensa India a cientos de kilómetros de su familia. La pobreza del país, la incapacidad de comunicarse por la diferencia de lenguas y el vasto territorio lleno de personas tan poco “humanas”, son las primeras pinceladas del relato.

Una pareja australiana, donde encontramos a la maravillosa Nicole Kidman, adopta al pequeño. Veinte años después es cuando comienza el segundo relato. Dev Patel encarna al Saroo adulto que se marcha de casa para estudiar. Allí conocerá a Lucy -interpretada por Rooney Mara– , la que será su novia, su mayor confidente y apoyo emocional, con quien comparte cama en prácticamente todas sus escenas. Igual les ajustaron el presupuesto para rodarlas y decidieron unificar localizaciones.
El melodrama y la lágrima fácil de esta segunda parte viajan a través de Google Earth, la culpabilidad de Saroo por perderse y la vergüenza de buscar su hogar ante su familia adoptiva que tanto le ha dado. Sin embargo, director y guionista saben llevar al espectador al momento justo para que el sentimentalismo no resulte excesivo.

Es inevitable que nos recuerde a Slumdog Millionaire por todo lo que comparten: Dev Patel, la pobreza de la India, una historia basada en hechos reales. Luke Davies ha adaptado el libro “Un largo camino a casa” del propio Saroo Brierley, a través del cual nos habla de la familia y el origen, el amor paternal más allá de compartir sangre y, en el fondo, de encontrarse a uno mismo. Y para ello necesitamos saber de dónde venimos.

A mi parecer -y sin dudarlo-, lo mejor de la película es la banda sonora que componen los pianistas Dustin O’Halloran y Hauschka y que, ante la sorpresa de todos, han recibido una nominación al Oscar. Sin olvidar el excepcional trabajo de Sunny Pawar (el pequeño Saroo), cabe destacar el de sus otros intérpretes que también optan a la estatuilla dorada. Ocho años después de su descubrimiento, Dev Patel se ha convertido en el mazao bollywoodiense capaz de desenvolverse perfectamente con un papel tan sufrido como complejo. Y, por otro lado, pese a ocupar pequeños ratos en el filme, tenemos a Nicole Kidman manejando con maestría a un personaje absolutamente encomiable.
elenamipa
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