¿Se puede conquistar a un firme seguidor de la saga Canción de Hielo y Fuego a través de la imaginería? Hoy sí.

HBO nos ha demostrado que hay obras sobre las que sí se puede centrar la atención sobre los personajes, porque Juego de Tronos es una obra compuesta por estos tan peculiares elementos. Pueden ser pretenciosos, ambiciosos, asesinos, racionales e irracionales, notas de una magnífica trama llevada a la pantalla en forma de sinfonía magistral.

La palabra más adecuada para definir a este primer episodio es la armonía. Como la araña que poco a poco logra envolver con su saliva una habitación sombría de telares kafkianos, una trama tan compleja como la maldad humana misma explota sobre un lienzo ornamentado con trabajados decorados, una fotografía sobresaliente y una caracterización más que lograda de los personajes que a muchos nos llevan mostrándonos lo más hondo y oscuro de nuestros seres desde hace varios años.

Un elemento a destacar, a mi parecer, es la fidelidad con la que se han adaptado los diálogos, la selección exhaustiva y carismática que se ha tomado para preservar la esencia de Poniente a través de la cuidadosa selección del reparto, aunque resulte más destacable en Pentos con Emilia Clarke como Dany Targaryen, menuda caracterización, un aplauso. La interpretación de Lena Headey, por otra parte, resulta desconcertante, muchos llevábamos imaginándonos a Nicole Kidman en el papel de Cersei Lannister desde hace ya cuatro libros, sin embargo logra plasmar la taciturnidad de uno de los personajes más complejos que ha conocido el género, nos ha gustado. Quizás la peor puntuación se la lleva Kit Harington, aunque mucho mejor de lo que pensábamos. Me podría pasar horas hablando del resto de las interpretaciones, pero es que son todas y cada una de ellas, porque si algo tiene fuerte esta saga son los personajes "secundarios".

¿Qué más decir? Tenía miedo de que se materializase la obra de Martin en un metraje sentimentaloide y simplista, pero se ha logrado el aspecto sano, cuidado y especialmente cinematográfico, sí. Pensamos que el género de la fantasía épica no podía tomarse más en serio, pero visto lo visto podemos esperar encontrarnos ante una verdadera obra maestra.

Si yo fuera Woody Allen desenterraría a Aristóteles para que diese a Josh Radnor una lección sobre unidad de la acción. Pero está claro que a nuestro aclamado protagonista de "Cómo conocí a vuestra madre" le importa poco pulir un guión con tal de darse a conocer como sensible, descuidado, tierno y sobre todo... moderno.
Y es que está de moda lo moderno: haces una película con un guión digno del más trágico suicidio, le pones una calva, un niño huérfano artista, una cantante con un nombre exótico y un hilo argumental deshilachado y tedioso, ¿y qué te queda? Que comparen al protagonista de una sitcom de segunda con el mismísimo Woody Allen, ¿es que estamos locos?
En cuanto a lo técnico cabe destacar la banda sonora, posiblemente fuera lo único que me ató al sofá; los planos son típicos y bastante mediocres, aun así contó como con unos cuatro ayudantes de dirección, si alguien quiere echarle la culpa a ellos de la hecatombe ya es demasiado tarde (ya lo han comparado con Woody Allen).
Por lo demás, me resulta cómica una serie de elementos que estaban entre la embarazosa impertinencia y el escarnio público más escandaloso, una auténtica "astracanada", película de segunda con tintes de "loser" tan evidentes que sólo te llevan a concluir que Josh Radnor es un completo y total ególatra oligofrénico.

Bon Apetit es un plato bien decorado, bien presentado y bien servido, pero si te atreves a probarlo es posible que te produzca salmonelosis (o algo peor).
La ambientación no lo es todo, está visto, y desde luego esta película, pecando ya per se de seudo-progresismo cosmopolita, lo más enaltecedor que nos ofrece es una tediosidad equiparable al más remoto drama histórico con la obvia carencia de originalidad en el guión.
Nos están contando una "historia" de un personaje guay que se dedica a la originalísima y apolítica profesión de la cocina minimalista, pero mientras tanto vas descubriendo que cualquier chef de segunda categoría podría haberte preparado mejor esta sopa de sobre. Que conste que soy un gran amante de la gastronomía, sin embargo tras aguantar hora y media de semejante basura interminable lo primero que se me vino a la cabeza fue un bocadillo de tortilla de patatas.
Los diálogos no sólo son lentos, sino que además son insulsos, siendo característica la sutileza emocional de los distintos personajes mas una serie de cambios bruscos que están más cerca de la comedia esperpéntica que del guión vasco imprevisible.
Si es que muchos vamos al cine a probar unas lentejas innovadoras, bien hechas y deliciosas y lo que acabamos por encontrarnos es un foie-grass denso, superficial y aburrido que pretende ser austero y profesional pero que no deja de ser más que una pamplina "europeoide", procurando ser un referente cultural y convirtiéndose entre vinagres de módena caramelizados en una "perfección técnica" puramente parcial que encuadra un guión que no se sustenta ni en los planos unipersonales eternos con cara de "mamá, quiero ser un artista de vanguardia".
Sí, con tanto plato y chiringuito en la costa del Mar Cantábrico me han entrado ganas de ir al baño a vomitar uno de los almuerzos minimalistas más absurdos que he tenido la oportunidad de contemplar en mi vida.

Panfletaria, mentirosa, manipuladora y malintencionada.

Un "documental", o instrumento propagandístico de una periodista que dice entender mejor que los propios economistas la naturaleza perversa de los modelos económicos planteados desde el plano académico.

Naomi Klein ignora que Milton Friedman jamás sirvió como consejero a la dictadura de Pinochet, cuyo régimen calificó como dictatorial y no libre en varias ocasiones. Él confiaba en que las reformas económicas que Pinochet llevaría a cabo bajo la influencia de los economistas que él estaba formando tarde o temprano terminarían por acabar con el régimen. Él confiaba en que Chile terminaría por alcanzar la libertad, e hizo lo que pudo en su plano: el económico.

Decir que por haber impartido conferencias en Chile ya se está apoyando la dictadura es una gran falacia. Es como si dijéramos que Médicos Sin Fronteras está apoyando la dictadura congoleña por contribuir a la creación de infraestructura a través de la ayuda humanitaria. Hacer semejante valoración es perverso.

Buenos y malos: así está hecho el mundo para Naomi Klein. Los malos son muy malos y son todos los que no piensan como ella y los buenos son muy buenos, y por supuesto la buena es ella. La cinta comienza con una secuencia extremadamente impactante en la que se muestra la crueldad de la terapia del shock. Le habría faltado introducir el tema Dracula-The Beginning de Anton Coppola, algo muy de moda.

El documental termina con un discurso de nuestra salvadora, la periodista Naomi Klein: por lo visto sus dotes de investigadora la han llevado a un grado de iluminación que no sólo la sitúa por encima del bien y del mal, sino que además su evidencia periodística es capaz de desmontar cualquier teoría económica que se proponga desmontar.

¿Te lo tragas? Porque yo no.