Una película que posee la rara virtud de satirizar sin ridiculizar. Los protagonistas son unos pringaos, unos patosos, unos friquis risibles y tal... pero cuando llega la hora de la verdad, como dice el Zapador, son lo único que hay (¿quién dijo que no hay nada serio en esta película?).

Mi pensamiento del día: no hay mérito en ser Supermán cuando eres Kal-El. Lo hay cuando eres Juán Pérez.

Esta película, estrenada casi al mismo tiempo que "Tombstone" de G. P. Cosmatos, es distinta de ella. No se centra exclusivamente en el duelo del OK Corral, sino que es una biografía filmada de Wyatt Berry Stapp Earp (Monmouth, Illinois, 1848; Los Angeles, California, 1929). Es bastante exacta, incluyendo cosas que nunca se habían visto antes (por ejemplo, el arresto de Wyatt por robo de caballos,; y que Bessie Earp, la esposa de su hermano James, era una "mujer deportiva" como se decía entonces. Esto es, prostituta).

Sólo omite un aspecto importante: el pacto entre Wyatt Earp y Ike Clanton para que este último le entregara a los ladrones de la diligencia de Benson. Fue una clave importante del conflicto, porque el pacto secreto dejó de serlo y Ike temió que se lo cepillaran por soplón. Como la mejor defensa es el ataque, Ike acusó a los Earp y a Doc Holliday de ladrones. Y bueno, se armó la gorda.

Hay algunas pequeñas inexactitudes: Wyatt Earp fue despedido de la policía en WIchita, no Dodge City; y no fue marshal de Dodge (Wyatt Earp NUNCA fue marshal de ninguna ciudad, ni sheriff de ningún condado, a diferencia de su hermano Virgil). Pero son "pecatta minuta".

¿Qué cosa no me gustó? El "ingenioso" modo de hacernos saber quiénes son los malos: son los que van más guarros.

A uno pueden o no gustarle las películas de Burton. Pero no hay duda de que su obra es muy personal (por "muy personal" debe interpretarse como "rara de narices"). En muchos casos, tales películas suelen ser ininteligibles salvo para su autor. "Bitelchús" forma parte de las honrosas excepciones. Es la clase de película en la que no sabes quiénes son más interesantes, si los vivos anormales o los muertos normales. O viceversa.

Nos presenta algo que se echa muchos de menos en el cine americano, al menos en el más espectacular, mastodóticamente presupuestario y mega estrellado. Burto ha demostrado que una historia original e ingeniosa vale más que muchos millones en efectos especiales.

Y nunca se ha visto un final como este para una película de "miedo": fantasmas y vivos que conviven (y conmureren) felices y comen perdices...

He estado leyendo con sumo interés las opiniones de los miembros del foro; me han quitado ustedes las palabras de la boca. Devuélvanmelas o llamo a la policía (Vale, aún me falta para llegar a Groucho. Pero sigo intentándolo).

Los clásicos tienen dos característica reconocibles: (1) por ellos no pasa el tiempo (2) sus frases se han convertido en dichos o expresiones comunes; casi se podría hacer un recopilatorio por persona. Mi favorita "¿Eso ha sido un do de pecho o de estómago?" La he usado varias veces en mi trabajo.