Que no tenemos que pelear entre nosotros. Que nuestro enemigo es común a todos, y cada uno lo lleva dentro. Que nadie sobra, que todos somos valiosos. Que no nos enteramos. Tenemos todo lo necesario para salir airosos de este valle de lágrimas y no nos damos cuenta. Es como si quisiéramos hacer una paella y cada cual tiene un ingrediente. O nos ponemos de acuerdo o nos quedamos sin comer. Bueno, si en esta vida no atinamos, para eso está la eternidad.

Alucinante. Te mete en otro mundo. Las escenas parecen pertenecer a una función de danza, de ensoñación. Otras son soeces, desagradables y casi cómicas.
Me fascina el personaje principal, la forma en que combina su vertiente de fornicador inmisericorde (vulgar, sin delicadeza, ridículo y despiadado) con un carácter poético que le brota cuando descubre a su presa y desaparece nada más cumplido su objetivo, que no es otro que inseminar todo lo inseminable.
La música es original, muy agradabable y adecuada. Recuerda a veces a las cajas de música. Otras parece más propia de una ópera, o lo que sea.
Supongo que cuando Fellini hizo la película no necesitaba el dinero, y desbarró sin preocuparse de que lo entendieran o no.

El personaje que se bate en duelo con Barry es inolvidable, con su baile ágil y ridículo. Y la esposa, tan triste y hermosa. Y la prima, que lo trata como si fuera un muñeco. Y el hijastro, tan dolido y tan frágil. No, desde luego no es sólo una película de música e imágenes bellas, es una muestra de las pasiones y los sentimientos humanos.

Con su aspecto casi repulsivo, la protagonista destila delicadeza. Es como esas mujeres que viven explotadas y humilladas por sus parejas y un día alguien las mira como lo que son y despliegan todo su potencial, todo lo que siempre han sido, pero que tenían oculto bajo una capa de vergüenza. Y cuando llega el príncipe a salvarla, y demuestra que no es realmente bueno, ella sabe prescindir de él sin renunciar a lo que ha aprendido sobre sí misma. Y es feliz, independiente como siempre lo fue, y fuerte.
Y colorín, colorado.