Sofia Coppola pretende ajustar cuentas con su ex, pero lo cierto es que es el único personaje que curra en esta peliculilla de bobos desocupados. La tonta pija se aburre en Tokio, nadie la saca de paseo. Cupido propicia un encuentro con el cenutrio Bill Murray, haciendo de Bill Murray el cenutrio. El hastío vital los une, se sacan mutuamente de paseo y descubren que las ridículas paparruchas que se susurran los hacen levitar en su propio vacío. Se revulecan en su propio detritus. Se reafirman en su propia memez.

En resumen: ellos se aburren, nosotros nos aburrimos.

A esta chorrada malamente disfrazada de nosequé existencial le dieron un Oscar... AL MEJOR GUIÓN!

A la hoguera.

A veces te apetece ir al Mac y zamparte una hamburguesa. Sabes que es mierda, pero eso, simplemente te apetece. A nadie en su sano juicio se le ocurre decir que ese macburger es superior a, por ejemplo, un chuletón de ternera, o a un lenguado menière; es que ni siquiera son comparables.

A veces te puedes tragar un capítulo de Friends, están bien hechos y ya sabes lo que te vas a encontrar: humor facilón, guiones simplones, tramas trilladas y predecibles, más de lo mismo. Te entretienes un rato y te olvidas. A nadie con un mínimo sentido crítico, con una mínima formación cultural, se le ocurre decir que es un producto superior a Los Simpson, Los Soprano, Roma, Deadwood... y tantas otras (la oferta de series excelentes es más amplia que nunca). No son comparables.

Cualquier línea de diálogo de Seinfeld se come con patatas a las innumerables horas de humor tontito de Friends, cuyo mayor problema es lo altamente repelentes que son todos y cada uno de sus personajes, asunto agravado por un doblaje excepcionalmente irritante: voces impostadas, tonillos imposibles... Los voluntariosos actores de doblaje españoles en ardua competición con la galería de caretos mongoloides de los actores norteamericanos: a ver quién da más grima.

Seamos serios: te puede gustar la serie, pero de ahí a pretender que es lo más...

Anímense, hay más cosas, háganme caso. Por su propio bien.

Tarantino ha perdido su "mojo". ¿Será capaz de recuperarlo? Lo veo difícil, esta tontería de película le ha reportado un éxito arrollador, es complicado sustraerse a tanta adulación desmedida sin perder el norte. Parece ser que "esto" es una indigestión provocada por la incontrolada ingestión de numerosas peliculillas de mierda, de esas de pataditas y tal. El resultado, como era de esperar, es un inmenso zurullo supurante.

Supongo que la intención era rizar el rizo de sus anteriores films, las notables "Reservoir Dogs" y "Pulp Fiction" y la fallida, aunque interesante, "Jackie Brown", pero se ha dejado algo en el camino: el talento. Y es que, a pesar de tanto sablazo y mamporro y chulería de parvulario, la peli se hace cansina, tísica, tan comatosa como la protagonista, una insustancial Uma Thurman. Y aburrida, muy aburrida, hueca y vacía cual ventosidad cervecera.

Y ahora, Buda quiere deciros unas palabras:
"Fans de KillBill, conviene que maduréis un poco. Si tenéis más de 15 años, es necesario que veáis otro tipo de cine, que contempléis otros puntos de vista. Y no os preocupéis tanto por las opiniones de los demás. Tomáoslo con calma, es sólo una peli. Un beso."

Echo de menos películas así, concebidas con tanta convicción, con tanta sangre y verdad, que los defectos que puedan tener resulten irrelevantes. Boorman entra a saco en la mitología artúrica, pasadísimo de rosca, para pergeñar una de las cumbres del fantástico de los 80. Le vale todo: desde la miríada de referencias literarias relativas a la materia de Bretaña, hasta la iconografía pictórica del Bosco, Brueghel, los prerrafaelitas... pasando por el tremendo uso de la banda sonora, con el Sigfrido de Wagner y el famosísimo Carmina Burana de Orff. Fotografía expresionista, interpretaciones extraordinarias... Puede que pierda ritmo a media película (con un comienzo tan apoteósico, no es de extrañar) pero recupera al final. Si hay que ponerle alguna pega sería en este aspecto, resulta un poco irregular (y Lancelot se hace un poquito cargante)... pero, una vez más, no importa: hay momentos aislados que elevan la peli a la categoría de mito fílmico.

Fantasía pura y dura, sin complejos y sin contemplaciones.

Desde Misterioso Asesinato en Manhattan, o antes, la crítica (puaj) recibe cada nueva película de Woody como "obra menor". Hay que echarle huevos. Ahora mismo no hay nadie que le iguale. Una película al año, y no bajan de notable. Reinventándose. Creando. Currándoselo. Lo más gracioso es que, cinco años después del estreno de la "obra menor" en cuestión, el mismo crítico le añadirá una o dos estrellitas más.

OK. Tras esta torpe introducción, vamos a la peli. La culpa y la moral, sí, temas que ya ha tratado antes. Los retoma, los retuerce y se saca de la manga una obra poderosa, insultantemente sencilla, increíblemente bien narrada e interpretada (ese tío Howard!), con banda sonora original (perfecta) de Philip Glass. Con estructura de tragedia griega, con personajes tan creíbles que crees conocerlos. Con una propuesta directa e incómoda, con una premisa preocupantemente verosímil. Con una resolución implacable. Una obra perfecta. Véanla, y juzguen por sí mismos.

¿Qué más quieren? ¿Qué más quieren?