Será que es paisano mío, pero Antonio Banderas lo borda en su papel de mafioso. Los nanos también ayudan.
La escena final del mechero de lo mejor, sólo de pensarlo me entra la risa.

Mi punto de vista preferido es el del escudero, tanto ante la vida como ante la muerte.
El caballero también tiene algunas ideas que comparto, y sus diálogos con la muerte son inmejorables (cuando juegan al ajedrez, cuando le habla creyendo que es un monje...).
Las figuras de los juglares o del herrero también son curiosas, como también lo es la mujer a la que salva el escudero de ser violentada, de la cual me parece recordar sólo dice una frase mítica en toda la película.
Sería muy difícil ver una película de este estilo tan filosófico a día de hoy, principalmente porque el cine americano vende otro tipo de atractivos más centrados en el morbo, la violencia, las mujeres y hombres de plástico, a salvo del cine independiente o algunos cortos que de vez en cuando nos alegran (o entristecen) con su originalidad.

Soy asesor fiscal con lo que os podeis imaginar las carcajadas cuando el inspector del fisco entra en el piso y empieza a sospechar de los cuadros que han quitado o cuando entra en la habitación y está repleto de obras de arte que han defraudado. Casi me meo.

La transformación de Michael (Al Pacino) a lo largo de la película es fenomenal. Este actor y su polifácetica actuación hace que entendamos fácilmente la relatividad de las cosas: Ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos (al estilo de Star Wars, Celda 211,...).
Una película perfecta, aderezada con una banda sonora original excelente.
Le doy un 11.