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Groenlandia Groenlandia · Barcelona
Críticas de Ugrafiator
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
9
9 de marzo de 2021
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Probablemente uno de los argumentos más intensos que he encontrado en los últimos meses. Y es que el argumento es muy potente, no de ciencia ficción exactamente, sino más bien "de lengua-ficción". Básicamente es una metamorfosis, pero más picassiana que kafkiana ¿Qué nos pasaría por la cabeza si de repente nos pasara lo que le pasa a la protagonista? ¿Nos pasaría con forma de letras o con forma de pictogramas?

La escena en la biblioteca, quizás por serme muy cotidiano el entorno, me ha fascinado por lo bien traida que está. La reacción alucinada del compañero de trabajo está bordada en la frontera misma entre el drama y la comedia Pero es que a continuación, la escena en la tienda, con las reacciones en paralelo de la adulta y el menor chinos, es aun más alucinante y de lo surrealista que es nos lleva a esas zonas 'twilight' que de pequeños nos tradujeron por dimensiones 'desconocidas'.

La interpretación de Isabel Rojas es sencillamente magistral. Consigue de forma contundente generarnos una empatía profunda, nos mete en el personaje y sobre todo en su angustia durante su odisea a través de los códigos antípodas sin ningún tipo de descodificadores posibles. El contrapunto de Francesc Ferrer, el inimitable Fede de todos los episodios de 'Pop ràpid' de Marc Crehuet, es perfecto también.

Es un argumento tremendo para un cortometraje. Pero es de aquellos tan buenos que en cuanto acaba piensas... ojalá rueden un largo alguna vez, también.
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Ugrafiator
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10
2 de febrero de 2021
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El cine, la arquitectura y la música comparten algunos componentes en tanto lenguajes o formas de expresión. En los tres tiene una importancia enorme el equilibrio. El equilibrio de los tiempòs, el de los espacios, el de los tonos. El equilibrio de distintos desequilibrios, incluso, también. Al final, la impresión que una obra cinematográfica, arquitectónica o musical, nos puede dejar, tiene mucho que ver con cómo los contrapesos de la balanza hacen que nos comunique algo ese momento clave entre el inicio y el final del disfrute de la obra. Que nos llegue, vaya.

Este cortometraje me hace pensar en ello y cada vez que lo revisito vuelvo a sentir el mismo asombro. El equilibrio de las partes es absoluto. Tres historias personales que se rozan pero nunca se cruzan entre ellas. Tres personas que anhelan y persiguen algo tan sencillo como básico: el acceso digno a una vivienda. Los tres son maltratados por el crudo estado de las cosas, los tres son empujados hacia arriba y hacia abajo: qué gran metáfora la de ser soterrados (ocultos a la sociedad) en terrados (invisibles a la sociedad); qué grande también la simbología con que se abre la pieza: los nichos del cementerio equivalentes a los apartamentos de ciudad dormitorio por encima del muro.

Pero además del equilibrio en el guión que armoniza de hecho las tres historias paralelas, hay un equilibrio sobrecogedor en lo emocional. Pasamos de lo simpático a lo tétrico en diez segundos. De lo documental a lo épico en otros diez. De lo dulce a lo amargo, de lo ruidoso a lo silencioso... y así hasta el final. Cada fotograma es un latido de un ritmo no escrito pero que, si hurgamos, es el ritmo de la dignidad. Y el equilibrio de la banda sonora me sigue pareciendo magistral.

De 2006 a 2009 fueron muchas las asambleas populares por el derecho a vivienda digna. Las protestas se iniciaron antes del pinchazo de la burbuja inmobiliaria y el nombre que usábamos para identificarlas era el de VdeVivienda (nombre originado en otro film, pero esa es otra historia). Esas asambleas mutaron después en tanto se hicieron más urgentes las plataformas antidesahucios. De todas formas, en los créditos finales entre los agradecimientos se encuentra uno al colectivo Vdevivienda, de una de cuyas manifestaciones en Laietana se extraen algunas pocas imágenes. Algún día debería haberse devuelto ese agradecimiento, pues el cortometraje de Lora deja para la posteridad un retrato perfecto de aquellos años, de aquellas dignidades y de aquellas utopías acampadas en lo más alto de nuestros terrados. Humildemente dejo aquí mi agradecimiento a Alex Lora por 'poner en cine' todo aquello.

Es obvio que 'Umberto D', 'El inquilino', 'La estrategia del caracol' y quizás media docena más de películas seguirán siendo los clásicos sobre el asunto de la vivienda digna. Como largometrajes, apuntaban y daban en la diana de la problemática. Como cortometraje, (en)terrats, (en)terrados, (buried) over the roofs, esta desconocidísima maravilla de 2009, les hará por siempre compañía. Está todo el asunto del derecho a techo ahí, desde el viento al inicio del corto hasta la brisa al final.
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Ugrafiator
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10
26 de enero de 2021
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Enki Bilal es ante todo un creador y un magnífico artista, que sin duda pasará a la historia del noveno arte y no a la del séptimo. Sus tres films son Bunker Palace Hôtel (1989), Tykho Moon (1997) e Immortel, ad vitam (2004). El segundo es muy conocido en Japón pero es este, el tercero, el mejor de ellos, de lejos. Pese a que en 2018 ha publicado en cómic una nueva obra, “Bug”, dificilmente podría repetirse que el propio Bilal la adaptara al cine. Eso fue en cambio lo que ocurrió con este fim, Immortel. En él adapta y fusiona las historias de las dos primeras piezas de la trilogía Nikopol. Y nadie podría haber adaptado mejor sus libros al cine.

Si me pregunto a mí mismo qué historia de comic más me ha marcado me asalta una duda entre dos, y las dos las ha dibujado Bilal. Serían “La feria de los inmortales” (1980) y “Partida de caza” (1983). Esta segunda tiene guión de Pierre Christin y creo que podría adaptarse al cine, con el riesgo evidente de quedar muy por debajo del nivel del comic. La primera es en cambio “puramente Bilal”. De ahí mi calificación de excelente, pues considero que solamente el propio Bilal podía y debía adaptarla al cine. Y considero que lo hizo de forma genial. Me convenció totalmente esa adaptación, incluso su traslación de Paris a New York.

Quien la vea sin conocer el personaje y las dos historias en sus viñetas no puede tasarla más que como film, mientras que quienes antes habíamos leído y visto en papel “La feria de los inmortales” y “La mujer trampa” podemos disfrutar de todos los paralelismos y de todas las diferencias entre un soporte artístico y otro. Se trata siempre de una epopeya triangular, de dioses animales, madres de dioses y héroes antifascistas, pero aun más allá, hay reflexiones profundas sobre la membranosa piel que distingue lo divino de lo humano, la locura de la cordura o lo terrestre de lo ajeno.

Lágrimas azules, prótesis titánicas, pirámides varadas, mutantes y androides reprogramables, zonas prohibidas, viajeros galácticos, cópulas a tres bandas, poemas de Baudelaire… el cóctel es tan sobrecogedor en la pantalla como lo era antes en los libros.

En la trilogía en papel había muchas cosas que ni se mencionan si quiera en el film (desde el sangriento partido de hockey sobre hielo hasta el gato verdiblanco, pasando por los dazibaos populares o el mismísimo París de 2023 previsto por Bilal hace más de 40 años). Lo realmente fantástico es que no se echan en falta, pues a cambio nos podemos sumergir en escenas imposibles en soporte de viñeta (desde el salto de Horus al inicio de su “cacería” a la visita al museo en que Jill Bioskop presencia su no del todo voluntaria humanización, pasando por los roces y los cariños del astronauta ‘okupado’ y la linda ‘receptora’ de la semilla de la inmortalidad)

Si te gustó Bilal en papel, posiblemente disfrutes de cómo movió sus piezas en “Immortel”.
Ugrafiator
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8
12 de enero de 2021
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Vi unas cuantas veces este film en los años ochenta. Primero en el cine Spring y después en el Maldá. Me marcó de por vida. Nunca había visto nada igual y posiblemente nunca después, tampoco. Herman Brood es para mi entender el prototipo de rockero sin aditivos. Honesto y visceral desde siempre y hasta su salto final. Un tipo sin medias tintas. Holandés que, al no ser futbolista, no es famoso mundialmente. Pero un primera división en lo suyo.

Este es un film de pandilla. Curiel, Hagen y Lovich seguramente eran el complemento ideal al arrebato vital de Herman Brood. Y todo lo demás son apariciones de amiguetes o postales del reino.

Los primeros minutos en blanco y azul, pues el blanco y negro no sería lo suyo, nos situan ante el hecho de que, por más que después aparentemente haya un atisbo de guión, el film es más documental que ficcional. Nina Hagen y Lene Lovich se pasean por toda la cinta con sus extravagancias, su plurilingüismo y sus gorgoritos, como dos corchetes entre los cuales aparece el genio de Brood.

Si a ratos hay trama, atracos, persecuciones, culos al aire, consumo de estupefacientes, charangas ante la corona, escenas de manicomio y escenas de matrimonio, etcétera, todo es solamente para ponerle un poco de bizcocho a la crema de la crema que son las piezas musicales:
Momento extático uno, cuando Brood le responde que "no quiere más mierda en su cabeza" a un hippie que le ofrece un canuto, para acto seguido arrancarse por rockeras.
Momento dos, el "Knockin' on Herman's Door" cantado por la Hagen
Momento tres, su traje de luces en "You can beat me", canción vacilona como pocas.
Momento cuatro, cuando un anciano le pide que cante algo de Elvis y el figura hace un minuto sublime de balada como intro a un "Never be clever" con sus Wild Romance, extraordinario por no decir redondo.
Momento cinco, el tema siguiente con las chicas del coro y el calvorota de Gruppo Sportivo
Momento seis, el episodio de blues erótico-cósmico-operístico en barra de bar
Momento siete el banquete de boda con los Hell's Angels bailando con un Bowie local
Momento ocho, el puro blues cierto que se derrama hasta el pinchazo en el alma de su "Jilted" con The Dulfergang.
Momento nueve, el "Home" de la Lovich como para irse yendo a casa...
Momento diez, el "Herman va puesto (is high, dicen, en inglés)" haciendo de bis.
Títulos de crédito en un escaparate del Barrio Rojo de Amsterdam sonando ese "te quiero como me quiero a mí mismo y no necesito a nadie más" que me pone la piel de gallina cada vez que vuelvo a escucharlo. Y "fade to black" y ya.

Conseguí comprar el VHS en la calle Tallers. Obviamente no hay más versión que la original, con la mayor parte de las conversaciones en holandés, si no en alemán o inglés. Está accesible en internet pues en los Países Bajos debe ser una pieza de museo permanente. Se trata de una rareza 'de época' con muy pocas evaluaciones, tanto aquí como en IMDB. Cinematográficamente es casi una película casera. Sin embargo hay quienes siempre rendimos culto a estas obras 'menores'. Y dos veces Cha hacen un "Cha Cha!".
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7
9 de noviembre de 2021
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El franquismo, aunque no proclamara las ideas de Darwin, las asumió plenamente. Sobrevive quien se adapta. Para sobrevivir, se fue adaptando a todos los entornos que iban generándose con el paso de los años. Se adaptó a la victoria de los llamados Alíados con un criminal anticomunismo; se adaptó al relevo de falangistas por tecnócratas del Opus con el llamado plan de estabilización, y se adaptó a la demanda de playas y sol para poder disponer de las divisas que no habían llegado con el plan Marshall por mucha bienvenida que irónicamente le recrearan Azcona y Berlanga.

Leyenda o no, pues parece que fue *real*, el episodio del alcalde de Benidorm visitando la residencia de Franco y su Señora, es significativo.

Óscar Bernàcer da en el clavo con un guión preciso, con un suspense de relojería y con un montaje efectivo. También los actores. Sergio Caballero está correcto y creíble y tanto Carlos Areces como Rosario Pardo lo bordan. Ella también había protagonizado otro corto del mismo director dos años antes, "Desayuno con diadema", estupendamente. Mientras que Areces, que no puede dejar de interpretarse a sí mismo, pues es Areces antes que nada -para alegría de todos-, borda un "Excrementísimo" excepcional, como había hecho Luis Ciges -otro que tal- en "Franco no puede morir en la cama" (de Alberto Macías, 1999).

El argumento es diáfano: cómo camelarse la beatería de la Señora Polo de Franco (y con ella la del estado todo)? Pues ofreciéndole de anzuelo un pedazo de Festival de la Canción Mediterránea como los de Italia. Jaque mate al alfil (el obispo de Alicante), pues el rey (Franco) está a lo que diga la reina (la Polo). El alcalde (Pedro Zaragoza) se mueve como el caballo en el tablero: hace requiebros y no se desmonta en ningún momento, ni siquiera cuando se le recrimina por ir en Vespa y no en Sanglas.

La metáfora también es muy clara: momento del embrión de lo que luego será la monstruosidad inmobiliaria en la costa mediterránea, pero que de no haberse dado en la costa ibérica se hubiera dado en la adriática o incluso en la turca. Dado que para los turistas occidentales visitar una España bajo el yugo franquista pero folklórica era mucho más cómodo que visitar países con creencias socialistas o musulmanas, la semillita dió su fruto, aunque eso sí, de cemento y chiringuitos.

El mismo asunto lo desarrolla el mismo director en el documental sobre Pedro Zaragoza, "El hombre que embotelló el sol", dos años después, y en el que salen extractos de este cortometraje, lógicamente. También ahí Bernàcer resolverá con agudeza y humor todos los flecos que genera el hecho de que el 'simpático modernizador' no fuera sino un falangista con espíritu empresarial. Alcaldes como aquel Zaragoza o Porcioles o tantos otros, sirvieron de lubricantes para que la barbarie fascistoide sobreviviera en las administraciones hasta más que entrados los años setenta.

Y todo se reduce, hasta en el título, a una cuestión tan baladí como es la cantidad de téxtil que debe tapar los cuerpos de las mujeres, sean suecas o de Sueca, en las playas. Y de cómo quienes iban bajo palio iban a paliar su despiste/destape con muchas montañas de dólares, marcos, coronas, francos y libras para poner hoteles y más hoteles donde antes solamente hubo pescadores y payeses.
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Ugrafiator
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