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España España · Santa Cruz de Tenerife
Críticas de gerardops
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Críticas 304
Críticas ordenadas por utilidad
8
16 de abril de 2015
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En estos “Felices 140”, la realizadora y guionista Gracia Querejeta demuestra una vez más su condición de magnífica cineasta que moldea personajes y situaciones para componer una filmografía inteligente, reflexiva y entretenida. “Una estación de paso”, “El último viaje de Robert Rylands”, “Héctor”, “Siete mesas de billar francés”, “15 años y un día” y este último estreno componen una envidiable hoja de servicios que pone de manifiesto su indudable talento artístico. Con este título rodado en la isla de Tenerife da toda una lección tras la cámara y se permite el lujo de combinar con acierto y soltura la comedia, el drama y hasta el thriller (a pinceladas), de un modo lo suficientemente hábil como para no caer en tópicos habituales y fórmulas manidas.
La cinta bien podría considerarse una obra de teatro filmada sobre un grupo de amigos, amantes y familiares en la que, posteriormente, se nos invite a replantearnos el significado de tales conceptos. Asimismo, encajaría en la idea de un tratado filosófico sobre la condición humana y su naturaleza animal de lobo para sí mismo. La calidad profesional de la hija del desaparecido productor vasco Elías Querejeta reside en su capacidad de combinar escenas cómicas y situaciones dramáticas con diálogos brillantes, alcanzando con ello un elevado nivel de entretenimiento. Su propuesta no es pedante, rebuscada ni elitista. Tampoco pretende darnos lecciones. Es simplemente buen cine rodado con inteligencia y creatividad. Un verdadero regalo dentro de una cartelera que normalmente se ahoga en la mediocridad.
Presenta la historia de Elia, una veterinaria que, para celebrar su 40 aniversario, reúne en una espléndida casa rural de Tenerife a sus seres más queridos, al tiempo que aprovecha para confesarles una impactante noticia: ella es la única ganadora de los 140 millones de bote del Euromillón. A dicha circunstancia y en ese escenario se irán añadiendo los problemas personales de todos y cada uno de los invitados, generándose de inmediato un torbellino de emociones que desembocarán en un huracán de intereses, recelos y enfrentamientos de impredecible final.
Junto al excelente guion, escrito conjuntamente con Antonio Mercero, la principal baza del film radica en un impecable reparto encabezado por la siempre sobresaliente Maribel Verdú, musa de la directora. Todos sus integrantes (muchos de ellos con premios Goya en sus vitrinas) realizan un trabajo digno de reconocimiento, aunque la mayor complejidad y sutileza de los personajes femeninos reportan un lucimiento superior a las actrices Marian Álvarez, Nora Navas y Paula Cancio. En cualquier caso, tanto Antonio de la Torre como Eduard Fernández, Ginés García-Millán y el joven Marcos Ruiz abordan con sus papeles una réplica muy elogiable, retratando un universo psicológico y sociológico que suscitará en el público un intenso debate al final de la proyección.
La maravillosa isla de Tenerife, como un personaje más de la historia, cobra una protagonismo especial. En los títulos de crédito finales se homenajea a este excelente plató natural que, sin duda alguna, seguirá acogiendo en el futuro nuevas aventuras cinematográficas, gracias a las ventajas fiscales de las que goza el Archipiélago canario en este concreto sector del Séptimo Arte.
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@gerardo_perez_s
gerardops
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4
26 de julio de 2014
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El éxito en 2013 de la cinta “La noche de las bestias” resultó sin duda sorprendente, ya que con un presupuesto de tres millones de dólares fue capaz de recaudar más de sesenta y cuatro tan sólo en EE.UU. Se trataba de una cinta de terror destinada a entretener a los aficionados al género, pero también abordaba determinados temas éticos y jurídicos y, sobre todo, reflejaba la condición humana en su doble vertiente racional e irracional. El punto de partida era la necesidad de permitir una noche al año la comisión de cualquier delito, por violento que fuera, en la convicción de que dicho desahogo diera salida al animal que cada individuo alberga en su interior. De ese modo, se garantizaba un índice insignificante de delincuencia durante los trescientos sesenta y cuatro días restantes.
Como la enorme rentabilidad del largometraje hacía previsible su segunda parte, la continuación de la historia acaba de llegar a las carteleras. Y, pese a que se ha triplicado la inversión, sigue resultando muy baja en comparación con las cifras que se manejan en el mercado anglosajón para estas producciones. En esta ocasión, la respuesta del público ha vuelto a acompañar al proyecto, ya que han bastado tres días de exhibición en las salas norteamericanas para alcanzar los treinta millones de dólares.
Sin embargo, el factor sorpresa de su predecesora se ha perdido completamente. La originalidad de la trama ya no existe y la rotundidad con que la violencia se plasmaba en imágenes no coge desprevenido a un público que sabe perfectamente lo que le espera, poniéndose de manifiesto esa imposibilidad de desconcertarle. Aun así, el film cumple con las expectativas de quienes buscan la vena más sanguinaria del terror, posee un buen ritmo narrativo, la tensión se mantiene constante y los rasgos esenciales del género -como la cruel recreación de la inmediatez de la muerte- no faltan. No obstante, se nota en exceso que no cuenta nada nuevo y que se limita a intentar reproducir el éxito de la primera entrega con el fin de hacer caja una vez más. En otras palabras, la creatividad del original se convierte en reiteración en la copia y, en general, el clímax de la acción se alcanza a base de tópicos. Por todas esas razones, me quedo con “La noche de las bestias”, aunque esta secuela esté mejor realizada desde el punto de vista técnico. La absoluta carencia de innovación es un defecto demasiado relevante como para obviarlo, por más que los responsables traten de maquillar ese vacío. Porque “Anarchy” no nace de la idea de un guionista ni del sueño de un cineasta por contar una historia. Nace del afán de un productor que, deslumbrado por unos beneficios económicos inesperados, aspira a repetirlos doce meses después. Para colmo, el deslumbrado no es otro que el popular Michael Bay, cuya pésima filmografía provoca en mí una antipatía que se extiende a sus otras facetas, además de a la de director. En ese sentido, prometo que no acudiré a ver la cuarta entrega de “Transformers” a partir del ocho de agosto, después de haber sufrido las tres anteriores y tras el anuncio a bombo y platillo de una quinta.
Entre los actores más bien desconocidos que forman el reparto se encuentra Frank Grillo, a quien hemos podido ver en “Capitán América: El soldado de invierno”, “La noche más oscura” y “Al límite”.
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@gerardo_perez_s
gerardops
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6
5 de julio de 2013
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
J.J. Abrams es un cineasta todo terreno. Tras debutar en la gran pantalla como guionista y productor (desempeñó ambas facetas en películas de principios de los noventa como “A propósito de Henry” o “Eternamente joven”), dio el salto a la televisión donde, ya como realizador, se curtió en series tan destacadas como “Felicity” o “Perdidos” (con la que ha ganado dos premios Emmy). Hasta la fecha, sólo ha dirigido cuatro largometrajes: la tercera entrega de “Misión Imposible”, las dos últimas de la saga “Star Trek” y “Super 8” -en mi opinión, su mejor trabajo-. Se trata de un homenaje al cine infantil de aventuras de la década de los ochenta que ha terminado por convertirse en una pequeña joya de obligada visión para quienes pretendan abordar este género cinematográfico. Cuenta con una narración ágil y divertida y combina acertadamente cierto aire retro con la originalidad de una propuesta novedosa. En definitiva, un resultado que, para proyectos de este tipo, no se veía en mucho tiempo.
En cuanto a “Star Trek”, ha revitalizado un serial que, pese a la opinión de sus numerosos y fervientes incondicionales, languidecía (por no decir que estaba moribundo). Sin ir más lejos, “Star Trek: Némesis”, el título anterior a que J.J. Abrams asumiera el mando de la saga, apenas recaudó en 2002 sesenta millones de dólares. Sin embargo, la versión que rodó este audaz realizador rozó los cuatrocientos millones. Por lo que se refiere a la cinta que llega esta semana a nuestras carteleras, “Star Trek: En la oscuridad”, ha superado ampliamente dicha cifra sin haber concluido aún su carrera comercial. Pero no sólo es cuestión de taquilla. También la crítica especializada ha acogido sus propuestas con entusiasmo. Ha llevado a cabo un notable salto cualitativo en cuanto a la dirección, los efectos especiales y la acción, por lo que el fenómeno “treki” ha retornado a la primera fila de la ciencia ficción gracias a este joven neoyorkino. Personalmente, el universo de “Star Trek” me resulta un tanto espeso, tal vez debido a mi marcada preferencia por “La guerra de las galaxias”. De hecho, parece que los seguidores de una y otra opción no terminan nunca de congeniar. Yo no he visto los doce largometrajes que conforman el bloque galáctico que nos ocupa pero ni sus personajes ni su contenido logran conectar conmigo. Sin embargo, ello no mengua mi capacidad de reconocer los méritos profesionales de Abrams en este terreno, así como el previsible disfrute de los fans de Kirk y Mr. Spock.
Sus protagonistas, Chris Pine y Zachary Quinto, son actores todavía desconocidos para el gran público. Ambos figuraron en el anterior título de 2009. Les acompaña, con un papel más chirriante, la actriz Alice Eve. Se aprecia con claridad que han contado con ella por su atractivo físico. De hecho, las escenas en las que se exhibe en ropa interior desentonan completamente con el resto y resultan ajenas a la trama.
Para concluir, y dando la espalda a los defensores de un enfrentamiento irreconciliable entre simpatizantes de las dos sagas galácticas más famosas de la ciencia ficción, se acaba de anunciar que será el propio J.J. Abrams el encargado de dirigir la séptima entrega de “Star Wars”, cuyo estreno se prevé para 2015. Vaya por delante que me genera muchas dudas y poca simpatía este afán por estirar más de lo recomendable la genial idea surgida de la mente de George Lucas. Pero, puestos a embarcarse en tan incierta aventura, el realizador designado me ofrece, cuando menos, ciertas garantías. El éxito o el fracaso de semejante osadía ya se verá.
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@gerardo_perez_s
gerardops
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5
6 de julio de 2018
6 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
En las últimas entregas de certámenes cinematográficos muchas de las féminas premiadas, además de pronunciar discursos contra la discriminación de su género, han puesto también un especial énfasis en alertar sobre los pocos papeles femeninos de peso y en la escasez de proyectos netamente de mujeres. Sin embargo, no creo que las galardonadas valorasen como solución a esos problemas la alternativa de rodar títulos ya estrenados en su momento con la única variante de cambiar el sexo de los protagonistas. Tanto la apuesta por una visión de la mujer en el cine (sea en la dirección, en la producción o en los guiones) como el reclamo de personajes interesantes, poco o nada tiene que ver con la práctica de sustituir a hombres por mujeres en otras nuevas versiones. No se trata de rodar ahora “Doce del patíbulo” con señoras. Entiendo que la reivindicación se refiere a potenciar las realidades femeninas para, posteriormente, trasladarlas a la gran pantalla, así como a dotar de verdadera enjundia a los perfiles. Ciertamente, ahora mismo existe eso, aunque se aboga por una mayor equiparación desde el punto de vista cuantitativo.
De modo que, cuando supe que se iba a rodar una visión de la saga Ocean (“Ocean's Eleven: Hagan juego” de 2001, “Ocean's Twelve” de 2004 y “Ocean's Thirteen” de 2007, por no remontarnos al título encabezado por Frank Sinatra de 1960) cambiando el elenco por estrellas del sexo opuesto como muestra de que algo estaba cambiando en Hollywood, pensé que no se había entendido el mensaje. O puede que sea yo el que no lo captara en su justa medida pero, sinceramente, sustituir a George Clooney, Brad Pitt, Matt Damon, Andy García, Don Cheadle o Bernie Mac por Sandra Bullock, Cate Blanchett, Anne Hathaway, Helena Bonham Carter, Rihanna o Dakota Fanning para continuar con la franquicia no parece la mejor vía para cambiar las cosas.
No niego que el largometraje posea cierto gancho, resulte a ratos entretenido y se vea con facilidad. Sin embargo, no puede ocultar su condición de producto prefabricado y, lo que es peor, completamente exprimido. “Ocean's Thirteen” ya dejaba en evidencia el agotamiento de la trama. Por lo tanto, “Ocean's 8” no puede variar el diagnóstico. Es cierto que Gary Ross es un director con recursos (“Pleasantville”, “Seabiscuit, más allá de la leyenda”). Logra revitalizar en parte la propuesta y, además, el renombre de las intérpretes le da un empujón adicional, pero se insiste en repetir la fórmula y reiterar lo ya filmado. Una práctica, por desgracia, demasiado habitual en la industria americana del Séptimo Arte.
Debbie Ocean, hermana de Danny, acaba de salir de la cárcel y junto a su mano derecha, Lou, tienen la intención de ejecutar un gran robo en la ciudad de Nueva York. Su objetivo será hacerse con un valioso collar durante la celebración de un importante evento benéfico. Para llevar a cabo su plan y asegurarse el éxito final, reclutarán a un grupo de compañeras.
Dentro de este particular reparto sobresalen especialmente Cate Blanchett (“Carol”, “Blue Jasmine”, “El aviador”, “Babel”) y Anne Hathaway (“Los Miserables”, “El caballero oscuro: La leyenda renace”, “La boda de Rachel”). Les sigue a cierta distancia Sandra Bullock (“Un sueño posible”, “Gravity”, “Speed”) y, en un segundo plano, Helena Bonham Carter (“El club de la lucha”, “Big Fish”, “Las alas de la paloma”) y la casi olvidada Dakota Fanning (“La guerra de los mundos”, “Yo soy Sam”). En el apartado masculino encontramos a Griffin Dunne (“Jo, qué noche”, “Un hombre lobo americano en Londres”) y Elliot Gould (“M.A.S.H.”, “Contagio”). Se mire hacia donde se mire, existe un universo de estrellas tratando de deslumbrar.
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@gerardo_perez_s
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5
8 de noviembre de 2013
4 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El juego de Ender” es probablemente la obra más conocida de Orson Scott Card. Alcanzó una gran popularidad en la década de los ochenta y obtuvo dos prestigiosos galardones especializados en la literatura de ciencia ficción: el Premio Nébula y el Premio Hugo a la mejor novela en 1985 y 1986 respectivamente (reconocimientos que también recayeron un año después en el mismo autor por “La voz de los muertos”). Su adaptación al cine ha corrido a cargo del cineasta sudafricano Gavin Hood, cuya película “Tsotsi” ganó en 2006 el Oscar al mejor film de habla no inglesa y que, posteriormente, ha dirigido las correctas “Expediente Anwar” y “X Men orígenes: Lobezno”. Ahora prueba con la ciencia ficción galáctica a través de un largometraje cuya exitosa fuente literaria le colocaba muy alto el listón de las expectativas.
Es evidente que se trata de una cinta de gran corrección técnica desde un punto de vista formal y que sus efectos especiales resultan impecables. Sin embargo, la historia (narrada con un estilo cercano al cuento infantil) adolece, en mi opinión, de sentimiento, alma y profundidad. Tal vez porque su protagonista sea un adolescente o porque la campaña de marketing se haya enfocado al sector más joven de la población, el hecho cierto es que la narración está marcada por un tono inmaduro e ingenuo, más propio de una producción de “Nickelodeon”.
También le pesa como una losa el haber coincidido en el tiempo con el estreno de “Star Trek: En la oscuridad” de J.J. Abrams, circunstancia que empequeñece sobremanera a este título tan excesivamente centrado en la corrección de sus efectos especiales.
La acción se desarrolla en un futuro no muy lejano, momento en el que una raza alienígena atacó la Tierra. Gracias al Comandante de la Flota Internacional, Mazer Rackham, aquella batalla se saldó con una victoria. Pero ahora nuestro planeta se prepara para un próximo ataque y por eso el Ejército Internacional se encarga de entrenar exclusivamente a los mejores jóvenes, de entre quienes saldrá el encargado de reemplazar a Rackham. Uno de esos niños enviados a la Academia Militar liderará la respuesta de la Humanidad al ataque de los invasores.
A excepción de los veteranos Harrison Ford y el cada vez más camaleónico Ben Kingsley, el resto del reparto está compuesto por adolescentes que ya han participado en otros proyectos cinematográficos de interés. Así, Asa Butterfield compartió cartel con el propio Kingsley en la entrañable “Hugo” de Martin Scorsese y en la descorazonadora “El niño con el pijama de rayas”. Por su parte, Hailee Steinfeld recibió una nominación al Oscar por la versión de “Valor de ley” de los hermanos Coen. Abigail Breslin también aspiró a la estatuilla de Hollywood por su actuación en la imprescindible “Little Miss Sunshine”. Por lo tanto, el problema de “El juego de Ender” no estriba en la juventud de sus protagonistas. De hecho, el citado J.J. Abrams ya demostró con “Super 8” que es posible rodar una película con niños que asimismo pueda agradar a los adultos. Su punto débil se halla en el guion, que flojea por no haber sabido compaginar el contenido trascendental de la trama con la recreación juvenil de la misma. Si a esto se añade la notable descompensación entre la corrección técnica y la relevancia de los personajes, la explicación de por qué el resultado final no es todo lo bueno que cabía esperar parece clara.
www.cineenpantallagrande.blogspot.com
@gerardo_perez_s
gerardops
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