Con "Deseando amar", Wong Kar-Wai consiguió superar esa preciosidad que había logrado tres años antes en "Happy Together". Trasladando de nuevo la acción al Hong Kong de los años sesenta, como hizo en 1991 con su fantástica pero lamentablemente fracaso comercial "Days of Being Wild", el director honkonés vuelve a enfocar desde una óptica nostálgica y bella su idea del amor y los años salvajes. Gracias también al director de fotografía Christopher Doyle, "Deseando amar" es visualmente una de las películas más eróticas, bellas, elegantes y sensuales de la historia del cine, pero en contra de lo que dicen sus detractores, la obra de Wong Kar-Wai no se queda meramente en lo estético, si bien nadie negará que eso es lo que más destaca en el film: también explora el director, gracias en parte a las fabulosas actuaciones de Maggie Cheung y Tony Leung, la psicología de dos personajes encerrados en la mediocridad de la clase media-baja china, que intentan a ritmo de vals dar sentido a sus vidas, pero viéndose perdidos por culpa de su auto-enajenación y su poco conocimiento acerca de ellos mismos, de forma parecida a lo logrado en la magnífica Chungking Express, si bien no llegando a lograr los resultados de esta última, ligeramente superior en ese apartado.

A pesar de no ser una película perfecta, Deseando amar es una obra imprescindible, que sin embargo también se presenta como controvertida, pues gustará solamente a aquellos que conecten con la estética del film y psicología de sus protagonistas.

La ópera prima del a veces fantástico y lúcido director Richard Linklater se muestra como una pequeña maravilla en el que se notan todos los guiños típicos del director. Siguiendo un día en Austin, el director salta de un personaje a otro en una secuencia lineal de conversaciones, mostrándonos solamente unos pequeños momentos en las vidas de diversas personas, la mayoría jóvenes desencantados, construyendo un discurso cinematográfico y filosófico muy característico, que sería posteriormente llevado a su máxima expresión en Waking Life, la obra maestra del director norteamericano. De hecho, si sois observadores, veréis como muchos planos de Waking Life ocurren de forma similar a los vistos en Slacker, compartiendo localizaciones, los mismos travelings y, en algunas ocasiones, también los mismos actores (de forma que podéis ver qué rostro tiene realmente el terrorífico hombre rojo de Waking Life).

La película se disfruta durante todo el metraje, y desafía las leyes del cine convencional ofreciendo bastante buen resultado. El problema principal de la película es que algunos diálogos resultan bastante poco interesantes, por ejemplo, el momento en que dos jóvenes que hace tiempo que no se ven cuentan qué es de su vida, pero sin decir nada demasiado relevante para el espectador. Por fortuna, estos momentos más flojos son escasos y tampoco duran demasiado, así que el interés vuelve en cuanto aparece una friki con un pelo púbico de Madonna metido en un pote de formol.

Otro problema- aunque más pequeño- es que la película no cuenta con demasiados medios técnicos. Se ve realmente cutre, y en alguna ocasión hasta puede verse el micrófono sobre la cabeza de los personajes, o la sombra del cámara (aunque en esto hay que fijarse, claro). El color es bastante apagado, la calidad del sonido es baja y el formato de la película es televisivo, vamos, nada de panorámicas, lo cual en un largometraje queda muy feo. Además, a veces el sonido ambiente (los coches, principalmente) se impone sobre las voces de los personajes, haciendo que sea bastante difícil seguir lo que dicen en ocasiones. Es una pena que esta falta de medios obstaculice en cierto modo la visión de la película, pero no por ello no se puede disfrutar de ella. Realmente vale la pena.

Hou Hsiao Hsien es un director taiwanés que goza de bastante aceptación entre los aficionados al cine asiático, pero lamentablemente no tiene la distribución merecida en España. Con Millennium Mambo, Hou Hsiao Hsien varía radicalmente de ambiente con respecto a su anterior proyecto, Flowers of Shanghai. En lugar de mirar al pasado, Millennium Mambo retrata la postmodernidad asiática, con los pequeños apartamentos, las discotecas de música electrónica y las drogas de diseño...vamos, el maldito siglo XXI. La historia transcurre entre Taipei y el helado norte de Japón, Hokkaido. De esta manera, Hous Hsiao Hsien retrata un mundo de contrastes, saltando de la excitación y la luminosidad a una clara mañana nevada, igual que se contrastan Hao Hao y Jack, los dos amantes de Vicky, cada uno venido de un mundo distinto, y ella volando entre ambas dimensiones.

A pesar de que el retrato de la sociedad contemporánea está bien llevado acabo, como bien desarrollados están los personajes y el guión, la película no está exenta de defectos. El ritmo de las películas de Hou Hsiao Hsien es muy lento, y aunque esto no suele suponer un problema en películas estéticamente sublimes como ésta, en este caso a veces da la impresión de que algunos momentos se alargan demasiado. No llega a ser desesperante, pero a veces sí un poco aburrido, si bien estos extensos períodos de silencio parecen ser el sello del autor. También da la impresión de que la película tiene menos fondo del que cabría esperar, si bien no se la puede llamar "superficial", tampoco va a hacer que nadie se coma la cabeza, o al menos en la primera visualización (siempre hay detalles que se nos escapan).

De todas maneras y a pesar de los defectos, un gran trabajo por parte de los actores, una banda sonora a juego con la cuidadísima estética y una historia que- si bien no muy original- logra emocionar bastante e implicar al espectador, son suficientes razones como para recomendar Millennium Mambo. No es una obra maestra, pero sí suficientemente buena como para que Cahiers du Cinema la considerase una de las mejores diez películas del año 2001.

No, no lo entiendo. Kenshin, la serie de anime de 92 episodios o así, fue inexplicablemente popular en su momento. Aunque la serie tenía sus puntos, en general se trataba de un anime que sólo superaba por un poco la mediocridad del montón, una cosilla entretenida con personajes más o menos interesantes y algún arco argumental pasable. Nada más.

Esta OVA parece por ello inexplicable. Mientras que la serie era una distraída tontería, todo lo que compone este OVA está tratado con estilo, con cuidado, con una música y una animación que quitan el hipo. Sumado a esto, el argumento, aunque predecible y arquetípico, está perfectamente llevado: no le hace falta ser muy original, no lo es, pero está presentado tan bien que eso no importa.

Esta OVA es más que recomendable incluso para aquellos que no gusten de la serie.

El lobo estepario es un libro absolutamente fantástico, y no cabe duda que nadie que se haya dirigido a ver esta película lo habrá hecho sin haberse leído el libro. ¿Por qué? Pues porque no hay razón alguna para ver esta película- de la cual nadie se acuerda- si uno no ha tenido un primer contacto con el libro. Claro que entonces uno se lanza de cabeza y con entusiasmo, ¿y cómo ha adaptado el director esta obra tan compleja? ¿Lo logrará? La mayor intriga de la película no es el desarrollo del argumento- porque ya sabemos como termina- sino saber si al final la película será una obra maestra incomprendida o un bodrio.

Normalmente cuando una película es poco creíble y generalmente insoportable, la quito a mitad, pero hice una excepción con El lobo estepario. Cierto es que al principio parece que la cosa funcionará, cuando se lee el Tractatus de lobo esterpario con escenas de dibujos a lo Terry Gilliam, y Max von Sydow ofrece una interpretación más que satisfactoria de Harry. Pero todas las esperanzas se ven frustradas rápidamente por Dominique Sanda, esta hermosa señorita que por muy guapa que sea, actúa peor que una piedra con una cara pintada. Esta señora, que aparece todo el resto del metraje, parece hacerlo todo como si tuviera un palo en el culo y estuviese soltando todas sus líneas de memoria y sin entenderlas. Luego aparece Pablo, interpretado también por un chico muy guapo pero que, para contrarrestar lo aburrida que es Hermine, directamente se lanza a la sobreactuación de lo más amanerada. Además, qué mal canta el chico. Y finalmente está Goethe, interpretado por una especie de enano histriónico.

Pero yo no la quité, no. Me dije, "de aquí a veinte minutos, esto entrará en una psicodelia y paranoia de lo más entretenida, como en el libro". Efectivamente, lo hace. Pero no como en el libro, sino con escenas del libro convertidas en horrible psicodelia setentera de la peor calidad. La intriga se terminó: vale, Fred Haines no lo ha logrado. Porque mientras qu ela novela de Hesse es atemporal, el producto de Haines es una cosa de su época, y no una buena. Y con lo que me gusta a mi la psicodelia alucinatoria...pero es desastrosa en El lobo estepario. Tratar de sustituir la imaginación y la fuerza descriptiva de Hesse por fondos dibujados a lo Karel Zeman (pero en mal y cutre) y encima aderezarlo todo con horribles actuaciones y filtros...ay, ay qué cagada.

Steppenwolf demuestra que una adaptación fidedigna de un gran libro no implica una buena película. Y sí, la adaptación es muy muy fiel, a lo mejor por eso fracasa, porque intenta llevar al medio visual cosas que pertenecen a la literatura. Siendo sinceros, que esta peli no funcione...no es ninguna sorpresa. Pero que funcione tan mal...tan desastrosamente mal...

Le doy un tres por la actuación de Max von Sydow, lo único que hace que esta película sea preferible a una tortura con electrodos en los huevos.