Dominik se lo toma con calma, y esta le da sus frutos. Chopper, El asesinato de Jesse James y Mátalos suavemente en un período de 12 años. No esta mal. No lo está porque parece que el joven director vaya logrando una estética propia y personal en sus trabajos. Pero alguien debe de haberle regalado una batidora al bueno de Andrew y este sin leer las instrucciones haya empezado a enchufar sin calzador un poquito de saber estar de Pitt, algo de cordura de Jenkins, la gracia de Toni, digo Gandolfini, la pose de Liotta, la cara bien sudada y demacrada de Mandelsohn, unos diálogos bien cebados inútilmente y todo bien mezcladito y revuelto como si de un puré se tratara.

Al servirlo al plato, emplatarlo diria Andrew, en vez de un puré nos encontramos una salsa pastosa y poco digerible a la que llamarán "Killing Them Softly". Así que no. Lo siento pero no.
Esto no puede dejar de ser una estafa sólo por el mero hecho de que Dominik escoja bien su reparto musical, su elenco de actores y su estética en la ya "violencia made in Dominik", muy brillante por cierto.

Pan con pan y cometelo suavemente.

Porque si uno tiene la sensación de que la película ya justo va empezar cuando aparece el fundido a negro y llegan los créditos, significa que ese uno se queda con cara de idiota.

Era eso lo que querías Andrew?

Irreprochable proyecto que alcanza por instantes la misma altura que alguna de sus incontestables imágenes.

Irreprochable, incontestable e incluso imprescindible lección de fotografía (el blanco y negro hubiera sido hasta innecesario gracias a la técnica y delicadeza de encuadre de David Gallego).

Esto sumado a que El abrazo de la serpiente esconde muy sutilmente características de ensayo documental, hacen de ella una película distinta a cualquier otro film que haya intentado plasmar y descubrir un tema tan vergonzoso como las consecuencias de la pisada del hombre blanco en tierras amazónicas.

Así que que irreprochable proyecto, imprescindible su fotografía y distinta en su conjunto a otras que han intentado lo mismo. Pero, no impresionante.

No impresiona porque en su desenlace traiciona a su propio ritmo y la hace descarrilar de la cordura que mantiene hasta entonces y tal vez haber dejado al espectador imaginar ese tan buscado sueño en el viaje, hubiera sido más sutil que ese intento fallido de reflejarlo visualmente.

Quedémonos con su imagen y su distinta forma de contarnos una misma historia.

Que no es poco.

Que gran sensación la de uno, al sentarse en la butaca por el mero hecho de presenciar unos instantes de Darín y otros de Sbaraglia y encontrarse esta delicia envuelta en papel de plata.
Que placentera esa violencia, impactante en su primer encuentro y tan deseada y esperada en los restantes.
Pues eso, droga pura sin más, desde su acertada simbiosis zoológica en los créditos.

PD: A pesar de su sensatez, tal vez no sea apta para cualquier paladar. (ojo que no son "8" relatos vascos, sino 6 las historias salvajes...)

Como si de un lujoso restaurante de alta cocina se tratara, más de un mitómano pensará que el plato era demasiado grande.. y faltaba pan. Pero en realidad, éste era un bar de carretera y el dueño ha compartido mesa con nosotros... Nowhere Boy rechaza el camino más exitoso del mito y se concentra en "intentar" reciclar su rincón más turbio, ayudándose para ello de un guión más que respetable y unas interpretaciones interesantes, tratándose éstas de las de un biopic y la "delicadeza" que eso conlleva...

Todo para acabar consiguiendo, (más o menos), lo más parecido a una radiografía del pequeño y joven John , ciertamente sensata, pero sobretodo austera y separada, obviamente por la cronología de su historia, de la atmósfera Beatles ya tan conocida.

Pero... y si sujetamos esa radiografía a contraluz y la observamos detenidamente? le apartamos la magnitud de su compañía musical, la figura de Kristin Scott, las agallas de su prematura dirección y las ganas y buenas intenciones de Aaron Johnson...que nos queda?
Nos queda una fuerza visual, esa de color gris, y una nostalgia muda, esa que cargan los muros, que no la encontramos en Nowhere Boy, y con la que John tuvo que vivir, más allá de la tía Mimi y su madre Julia. Y eso es Liverpool, el gran ausente. (cuatro imágenes del Mersey no deberían ser suficientes para cubrir su relevancia...)
De la misma manera se echa de menos el genuino "scouse" , ese acento que adquiere poco protagonismo en el reparto. O haber trabajado algo más el aspecto de Aaron...

Pero puesto a echar de menos... a quien se echa de menos es a John.

Y lo que debería de sobrar es su biopic en el 2009...
y más aún lo que debería de sobrar en el 2011, 30 años después de su "muerte", es la falta de personajes como él... porque algunos problemas siguen siendo los mismos...

Y sobra, sobra mucho que hoy tuviera que haber otro John levantando puños y agitando masas...y quien sabe si...recibiendo golpes de porra para "saneamiento de la vía pública" , orden democrático... y memeces varias... pero eso ya es otra película (...)

En casa tengo un grifo que gotea.
Y me recordará este trabajo de Urbizu.

Es bueno (...) que desde el producto nacional se pruebe con el "cine negro", incluso disfrazándolo con detalles del thriller más clásico, pero Coronado no es suficiente para tapar las carencias del reparto, ni la falta de gancho tras las primeras secuencias.

Lo que mejor sienta: los cubatas del protagonista.
Lo que es normal: lo poco que tardas en desilusionarte.
Lo que molesta: la historia.
Lo que irrita: el Goya.
Lo que sorprende: Coronado?