Cualquier chorrada hecha por el cine americano, sobre todo si lleva como cabeza de cartel a una estrella, aunque sea como aquí un Eddie Murphy en horas bajas, al menos logra cierto beneplácito en taquilla. Esto es un pastiche sumamente mediocre de comedia atragantable, llena de muecas y de nula gracia, con ciencia ficción de andar por casa. Y es que no hay más: un argumento insostenible, un guión predecible y sin curvas por dónde salirse, un final "made in USA", una dirección muy mediocre. Y, por supuesto, Eddie Murphy a sus anchas haciendo el bobo en tan bobalicona propuesta.

Resultó algo sorprendente que Hollywood oscarizara como mejor película a "Forrest Gump" dada su condición de comedia -aunque dramática es esencialmente una comedia-. Sin embargo, una vez vista y revisada, la película se muestra sólida y ferreamente asentada sobre un guión notable de Eric Roth, que auna desacomplejadamente y un resultado final no sé sabe si patrioterista o levemente crítico en la reflexión, la revisión histórica de tres décadas de la historia norteamericana con el entretenimiento holgado de medios. Basada en la novela de Winston Groom, algo muy pocas veces reseñado, por cierto.
"Forrest Gump" es la historia de un hombre simple y atolondrado (Hanks) que llega a ser un auténtico ejemplo a lo largo de su vida para el resto de la gente y que logra estar en primera y destacada fila en todos los acontecimientos históricos de su época: la lucha antiracista, la guerra del Vietnam, el caso Watergate, pasando por Elvis Presley, John Lennon y todos los presidentes norteamericanos.
La película tiene un enfoque original y crea cierta querencia y hasta admiración, y resulta ingeniosa e indudablemente divertida en el trucaje realizado de las imágenes históricas (todo esto es una copia muy lograda de lo hecho maravillosamente por Woody Allen en "Zelig"). El recorrido histórico conjuga arbitrariedad y coherencia hacia una parábola reflexiva del siglo XX en USA.
El personaje central de Forrest Gump (bien interpretado por Hanks, merecido Oscar) crea una simpatía con el espectador y realza otro de los mensajes de la película: la relatividad de las limitaciones.
"Forrest Gump" es una película muy americana, no sé si apologiza el patrioterismo USA o no, pero a mí me divierte, me hace pensar y francamente me gusta.

Al principio esta comedia dramática parece simpática y entretenida: se centra en la vida de una extravagante familia francesa dedicada a la ganadería, y muy particularmente en la de un joven de limitadas condiciones mentales, enamorado de una vaca serena y hermosa, que trae de cabeza a la policía, al resto de la gente, al psiquiatra que le atiende y a su propia familia, la cual escenifica direrentes situaciones para que el chico aprenda. Hasta ahí, pasable. Ahora bien, una vez se destapa el secreto familiar (hay otro hermano que está internado en un centro de minusválidos) la película se despeña alegremente: surge de ahí una road-movie en vez de pintoresca o extravagante, de obvias lecturas y muy dudoso humor (los dos hermanos limitados recorriendo los alrededores en una motocicleta con un carrucho detrás) que muestra la desnudez de unos personajes mal dibujados, la indefinición de la historia, la mediocridad del argumento, la falta de un guión sólido y así hasta salir con la sensación de haber visto una película muy cercana a lo falso y a la manipulación de temas tan recurrentes como espinosos en un beneficio ventajista de muy corto alcance cinematográfico y/o humano.

Hete aquí una de esas películas que se embadurnan de Oscars y que, al ser la adaptación de un título sagrado de la literatura mundial, alcanzan una fama y una relevancia que no hacen sino poner más en evidencia y chocar más frontalmente con la realidad: este "Hamlet" de Laurence Olivier - su primera película como director - es una adaptación pedante, plúmbea, aburrida, teatral hasta lo erróneo (o sea, Olivier en vez de pasar el teatro por el prisma del cine hace ¡todo lo contrario!), estática, recreada en una petulante y aborrecible autosuficiencia, encarnada en la ególatra figura de Olivier.
Si se revisan las películas de ese año hay más de 100 mejor que ésta, pese a lo cual fue asombrosamente Oscar a la mejor película. Y es que un autor tan vigente y genial como William Shakespeare aparece del todo trasnochado, desfigurado y nada lúcido en tamaña empresa. Sólo se salvan la fotografía, de logrado tenebrismo y alguna interpretación de un reparto coral, que paradójicamente dada su procedencia británica de actores de alta escuela, tampoco está nada bien dirigido.

Dentro de la medianía del cine reciente del jeroglífico y bien discutible Chabrol (a quien cabe aplicar aquello de que siempre hace la misma película -algo directamente aplicable a maestros como Buñuel o Allen) es "La ceremonia" para mí un caso curioso: ha sido su obra reciente más admirada y bajo mi punto de vista es la peor. En su típico refrito de todo tipo (aquí desde la "Repulsión" polanskiana hasta Buñuel pasando por Hitchcock) crea Chabrol una película aburrida, plana y hueca que resulta del todo previsible y fallida en su análisis de los personajes y de la burguesía campestre, dónde la mil veces repetida mezcla de asesinato, crítica y cotidianiedad (aquí salpicada por una obvia ambigüedad sexual muy de Polanski) resulta de una frialdad y de un subrayado impropio de un autor tan maduro y experto como él, hasta provocar el hastío. A Chabrol le fallan las fuerzas, creo, y su vitalidad creativa es más aparente que real o tangible.