A veces uno oye cosas muy buenas de una película y cuando la ve la decepción es doble. 'Selfie' plantea una tesis muy interesante pero no logra ejecutarla. Uno se cansa demasiado rápido de todo: del personaje, del artificio, del tono, del argumento. Los únicos momentos interesantes son esos donde la vergüenza ajena es tal que ya se convierte en maestría. Poco más. Admito y admiro la valentía. Ojalá haya más experimentos parecidos porque el planteamiento es brillante. Ahora solo falta que también lo sea la ejecución.

Lo principal que uno se lleva de este film es la maravillosa y trágica historia de La Chana. A través de un guión hábilmente articulado sobre el binomio persona-personaje, asistimos al brutal combate entre la mujer y la bailaora. La puesta en escena -que a veces peca de exceso de convencionalismo- ofrece algunas dialécticas maravillosas entre presente y pasado, movimiento y pausa, danza y palabra. Resumiendo, un hermoso film construido desde la dualidad, donde -como nos recuerda La Chana- el secreto está en la mágica fusión entre "compás y alma". Muy recomendable.

He visto muy pocos directores capaces de construir secuencias con tanta humanidad como las que aparecen en esta obra maestra. La exhibición es aun mayor si tenemos en cuenta lo poco con lo que cuentan: una cámara y un aula. Nada más. Esta película es de las que se cocinan a fuego lento. Sin prisas. Solo así se puede aspirar a profundizar en algo con este nivel de madurez (sin duda algo difícil de igualar). Estamos ante una obra de obligada visión para cualquier documentalista y/o pedagogo. Una maravilla.

Solo para descubrir la figura de James Baldwin resulta obligatorio ver este film, porque al final son sus textos -narrados por el imponente Samuel L.Jackson- los que nos cuentan la historia. El resto algunas veces se llega a hacer largo y tedioso.

Un documental que destaca en numerosos aspectos: estructura, montaje, arco dramático, dispositivo narrativo (videodiario), uso de la cámara, música... y además, por si fuera poco, también tiene emoción, intriga, lágrimas, carcajadas y una enorme dosis de esperanza. ¿Qué más se puede pedir?