Una serie que aborda un tema controvertido, el de una profesora de treinta y pocos que se fija en su alumno de diecisiete años y mantiene una relación con él. Una relación llena de ambigüedades, de grises, en un tema a priori de calado con tonos blancos y negros, separando de forma a veces más difusa y otras más clara las líneas entre el consentimiento y el abuso.

El planteamiento da pie a distintas reflexiones, y algunas se abordan con la sutileza adecuada y delicadeza, y otras son bastante acertadas, como la visión de los demás y sus correspondientes acciones, sin embargo, no permite acercarse demasiado a sus protagonistas, una Kate Mara en la mejor interpretación de su carrera y Nick Robinson en su mejor rol desde "The Kings of Summer", quienes, principalmente ella, sostienen la serie.

Cada vez que se va a pasar por un momento psicológicamente complejo el guion fuerza la próxima situación de formas poco orgánicas o cuando se puede valorar un pensamiento o una etapa salta en el tiempo, meses o incluso años, dando la sensación de dirigir demasiado el camino sin detenerse a mirar y pensar o que sin saber por que otras vías optar, escoge una convencional y conformista, una serie que vale bastante la pena y podría haber apuntado más alto.

Una buena comedia muy entretenida que recuerda a “Cien mil dólares al sol”, película que había rodado veinte años antes Henri Verneuil junto a Jean-Paul Belmondo, esta vez sin Lino Ventura, en la que el tema y las motivaciones del personaje son las mismas.

Belmondo es un pillo codicioso y caradura que ve la ocasión perfecta para apoderarse de un botín que le solucione la vida. Junto a él, otros personajes curiosos y tan codiciosos como él intentarán obtener su parte cueste lo que cueste. Las situaciones son divertidas y la película posee buen ritmo, pero se sostiene en el carisma de Belmondo, quien por entonces había acuñado ese personaje divertido, capaz de pelear, disparar, y que siempre tenía algún escarceo amoroso, para contar una historia de codicia, en la que irónicamente el oro hace miserables a quienes lo persiguen, pero manteniendo el humor.

Una película sencilla e intimista que reflexiona sobre el amor y la pérdida de un ser amado. Y lo hace con gran sensibilidad y elegancia.

Sitúa la historia en una relación que forma parte de un complicado triángulo y en la que la pérdida súbita de la persona amada, hace que los personajes se encuentren perdidos, a la deriva, sin nada más que el recuerdo que permanece de cada uno en aquellos que los han amado, personas que siguen necesitándolos y que tienen un vacío que jamás podrán llenar.

La historia es compleja, pero su narración simple, se mueve siempre en lo esencial, sin perder de vista las cosas que realmente importan, mostrándolas de forma sutil y detallista y apoyándose de maravilla en la cocina como una extensión más de las emociones que quiere expresar.

Cuenta con una banda sonora, fotografía y actuaciones delicadas y sensibles, en una obra especial de un autor que merece la pena seguir.

Una comedia ligera con un argumento muy sencillo, el de un tipo que ha de participar en un concurso de pesca sin tener ni idea por un lío en el que le mete una publicista, en principio no tendría nada especial, y muchos la calificarían como una obra menor de Howard Hawks, alguien con películas como El sueño eterno o Río bravo en su haber, e incluso podrían decir que es un auto remake que hace el autor de La fiera de mi niña.

Pero esta si es una película especial, por su espíritu, por como está hecha, por como puede lograr que aunque al inicio estuvieses de mal humor o apagado, te vaya levantando poco a poco, con su simpatía, su humor blanco, sencillo, de otra época, con referencias al cine mudo, y al final, termines con más energía y una mejor forma de ver las cosas, quizá no sea para todo el mundo, pero a los que si, le resultará muy especial.

Un gran trabajo de Hawks, con unas fantásticas interpretaciones de Rock Hudson y Paula Prentiss, a los que sus roles les vienen como anillo al dedo, además de una gran galería de secundarios y detalles, unos curiosos, otros vitalistas y otros entrañables con los que pasar un rato agradable en buena compañía.

John Luther, el detective de las manos en los bolsillos, oscila entre dos mundos por los que se mueve de igual forma pero a los que no pertenece del todo, estando siempre al borde del abismo, imagen que también sirve de metáfora del personaje.

Su mayor baza es su gran intuición cognitiva, herencia de Sherlock Holmes, a la que añade los métodos de crear algo distinto de David Bowie, y su relación con Alice Morgan, una genio narcisista y no muy sobrada de empatia que conecta con John cómo solo una extraña mezcla entre James Moriarty y Irene Adler podría hacer.

Ambas interpretaciones por parte de Idris Elba y Ruth Wilson son fantásticas y sostienen la serie, que muestra unas mentes criminales bien perfiladas pero flaquea mostrando los temas personales, en los que está poco afortunada.

Su descripción del submundo del crimen y sus perfiles sobre psicópatas son notables y muestran una oscuridad que resulta interesante y encaja a la perfección con su introducción de "Paradise Circus" de Massive Attack.

Una serie a la que la dilación en el tiempo entre temporadas no ha favorecido, pero con personajes con resistencia a caer del todo en el abismo, haciendo cosas malas en pro de lo correcto, y aunque sientan que están en un agujero negro indiferente al que todo es arrastrado al final, siguen manteniendo la esperanza, esperando la inevitable caída.