Película costumbrista sobre las vicisitudes y vivencias, tanto personales como profesionales, de un médico rural, cuya experiencia comparte con una nueva doctora - que parece haber pasado por una clínica de cirugía estética allá en Marbella - mientras se cierne sobre su vida un grave problema de salud.

Buen guión, película encantadora, con personajes, quizá estereotipados - el alcalde, la adolescente sin personalidad, el novio gili*****, el paciente con una enfermedad mental mal diagnosticada, el anciano - siendo el interés del guionista mostrar la cercanía de esos médicos a sus pacientes, de los que saben no solo su expediente sanitario sino su vida y costumbres, sus problemas, sus miedos.

Agradable de ver, hace amar a una profesión, por su entrega abnegada al paciente, al menos en este filme.

Descaradamente inspirada en la novela "El Mundo perdido" de Arthur Conan Doyle, aunque situada en Nueva Guinea y no en Sudamérica, unos aguerridos militares y científicos estadounidenses en busca de un cohete extraviado, descubrirán una meseta llena de flora y fauna antediluviana. Como película de aventuras, de un viaje de destino incierto, con peligros acechantes, resulta agradable de seguir, sin interludios románticos innecesarios- no hay protagonista femenina - centrándose en las dificultades que se encontrarán para cumplir su misión.

En el apartado técnico, el cambio de fotografía en B/N, de gris a azulada, cuando arriban a la meseta, es original, y la ambientación de la misma, aunque sea de estudio, sustenta de manera aceptable el filme. De hecho, todo son decorados - los riscos, precipicios y demás- siendo bastante resultones. Los stop-motions son quizás lo que más chirría, no son excesivamente brillantes, aunque es de agradecer que no abusen de imágenes de lagartijas con objetivo macro, algo muy en boga-por lo barato- en los filmes de serie B de aquellos años. El resto de efectos especiales, en maqueta o incuso en estudio -el terremoto- también resultan aceptables.

Diálogos viriles y patrióticos, quizás hoy en día algo trasnochados, con un científico que sabe de todo para contárselo al espectador, donde mezclan uranio - entonces muy de moda - con misiles y dinosaurios, y una leve subtrama sobre si el científico ruso es de fiar - esa guerra fría tan presente - trufan una aventura en la que lo de menos son las interpretaciones, correctas, donde César Romero sorprende por su prestancia en pantalla.

En conjunto, un sencillo film de aventuras, sin demasiada complicaciones y que se deja ver sin resultar aburrido ni pedante.

Los años 80 para el cine de terror inglés pueron una travesía en el desierto. La ausencia de la Hammer, el cansancio de los espectadores ante temas ya muy manidos - de Drácula conociamos todas las versiones y familiares posibles- llevó a la búsqueda de nuevos temas con películas de bajo presupuesto, lo que acentuaba aún más su marginalidad y su ausencia de los cines, para engrosar las estanterias del videoclub. Clive Barker, piedra angular del resurgimiento del cine británico de terror con su saga "Hellraiser", guionizó algunas películas previamente, de escaso éxito. Esta es una de ellas.

Con una marcada estética de videoclip ochentero, con humos vaporosos, luces azules, gasas, tules y neones, Mundo subterráneo es una deficiente película lastrada por su mediocre guión, sus penosos y tópicos diálogos, una puesta en escena bastante encorsetada y, sobretodo, por unos escasos medios, donde para ambientar el "mundo subterráneo" apenas hay una decena de extras. Sorprende la presencia de Denholm Elliot - tendría facturas que pagar - y aparece Miranda Richardson, casi de figurante, haciendo de mutante. Este mundo está formado por seres deformes -trabajo de maquillaje poco brillante - que persiguen hacerse con la droga que les ha dejado tan malparados. No queda claro si vivimos en un futuro próximo, una distopía o que-se-yo, donde, por falta de medios, las calles están siempre vacías, no aparece ni policías ni bomberos, y nunca es de día.

Como conclusón, mediocre film ochentero, bastante aburridete y torpe en sus escenas de acción. Solo para fans de aquellos años.

Telefilm piloto que no llegó a nada sobre las vivencias en una estación estelar en el espacio profundo. Los personajes parecen un calco de la serie de TV M*A*S*H*, las historias de un hospital de campaña en la guerra de Corea. Así tenemos al oficial que pasa y es un ligón, al operario de comunicaciones extravagante, a medio camino entre Klinger y Radar, la chica, el afroamericano gracioso (estamos en los 70), el jefe completamente abstraído y el oficial militaroide que solo piensa en ganar medallas. Lo dicho, un calco de la serie M*A*S*H*. Sin embargo, las situaciones tienen poca gracia, los actores están demasiado anquilosados y no son demasiado talentosos, aparte de un guión soso y ramplón. Uno de tantos episodios-piloto que no llegó a nada.

Por cierto, los efectos, vestuario y ambientación son espantosos y se inventan un teletransporte muy inspirado en Star Trek.

Recientemente, gracias a Trump y su propuesta de una "Space Force" espacial y real, de este telefilm se ha vuelto a hablar, incluso con entrevista a Fred Willard, para criticar al peculiar presidente estadounidense.

Secuela de She, AKA La Diosa de Fuego, estrenada tres años antes y protagonizada por Ursula Andress, muestra una cierta fatiga en cuanto a la concepción de la aventura, aceptando, de buen grado, su condición de película de serie B, con escasos extras y pocos decorados. Por lo demás, el guión sigue en gran parte la historia marcada de su predecesora, con un viaje lleno de peligros hacia una ciudad, Kuma, que apenas atisbaremos. Quién conoce el primer film ya no se sorprenderá con la historia ni con Kuma, lo que supone un evidente demérito. La actriz parece un clon algo más joven de la Andress pero no tiene la capacidad interpretativa de ésta. La película es monótona, acartonada, llena de clichés, con decorados y vestuarios casposos, con escenas de acción más propias de los filmes de María Montez de los dorados años 40 hollywoodienses.

A mí no deja de recordarme la segunda parte del Planeta de los simios original, la de Charlton Heston, donde no había capacidad para la sorpresa aunque se mostraba el mismo mundo que en la exitosa primera parte.

Aceptable film de aventuras aunque mediocre final de una saga que con más ideas y ambición podía haber llegado a algo más.