Las canciones, compaginada con la belleza y la juventud componen en Begin Again una vivencia no sé de qué, de novela romántica, de anuncio de móviles, de colonias juveniles, de tiendas de moda, de todo… Muy bonito, fresco, una película que te invita a vivir, a conocer a gente, a desear lo mejor a los demás… El caso es que funciona porque el transcurrir es demasiado maravilloso para oponerse a él, aunque siempre haya alguien que no lo acepte. Tenemos un estupendo grupo pop americano llamado Tennis, que por lo que sea me ha recordado la película a ese tipo de música. Tennis partió con una base económica personal o familiar muy fuerte de entrada y eso es algo fundamental para el despegue profesional, el money money, desde luego que también hay que valer, pero el hecho de que una persona cante una canción a capela y le guste a un productor, es la clave para conseguir la financiación y el triunfo. El caso es que aquí, Begin Again hay que tomarla como es. Te pones a escuchar canciones con alguien en un momento maravilloso y si conecta contigo no podrás volver la vista hacia otro sitio, no podrás apartar los ojos de esa persona. Las canciones son una percepción personal, cierto, pero aquí consigue que todas te gusten y ese es el acierto de la película, que va de eso, de que te guste la relación que crea, los amigos, todo, y te gusta, ya está, luego consigue su razón de ser; acierta. Otra cosa es que a uno no le pasen esas historias.

Telefilme con un escenario principal: Primera clase de un Boeing 747. Otros escenarios: cabina y oficinas aeropuerto. Se supone que irán más pasajeros en la clase turista pero no sale más que la clase VIP, en ningún momento se les ve ni hablan de ellos ni se dirigen a ellos. Vuelo 502 con destino Londres. Lo que aparenta ser un viaje transoceánico de viajeros casuales resulta que el uno reconoce al otro, que el de más allá odia al de delante y que aquel es socio de éste; los demás también entran en el juego, el comandante del vuelo, Robert Stack, al habla con el jefe de seguridad del aeropuerto: George Maharis, alguien dejó una nota diciendo que iba a cometerse un asesinato en pleno vuelo, de ahí el título. Hasta que llega el momento lo que hay son conversaciones intrascendentes, serias, eso sí, y un deseo de crear intriga que se va convirtiendo en impaciencia por ver morir asesinado a alguien, a quién sea, pero que muera de una vez.

Para los aficionados al género policiaco, un caso típico de novela de intriga en un escenario durante la guerra (agosto 1944) en el cual se mezcla un hospital provisional a las afueras del pueblo, una fiesta y al mismo tiempo, las V-1 nazis sobrevolando el cielo inglés.

De repente unas extrañas muertes harán venir desde Scotland Yard a un atípico inspector (como debe ser un inspector de novela) que se encargará de intentar resolver el misterio. Unos crímenes para descubrir al culpable que merece la pena seguir por el personaje policial (Alastair Sim).

Sidney Gilliat, guionista y director, logra dar el ambiente perfecto del día a día entre un equipo médico de campaña, con un doctor rompecorazones y otro con el corazón roto y un grupo de enfermeras muy dispuestas, preocupándose en especial de la figura del inspector que, la verdad, quiere dejar claro que es un tipo que puede resultar odioso o caer simpático. El caso es que el film tiene un par de buenos puntos de humor inglés de la mayor calidad y en conjunto puede resultar interesante como película a descubrir.

Si quieres pasar de historias sobre lo mala que es y prefieres verla y leer entrelineas para descubrir pequeñas curiosidades (intrascendentes del todo), pero con algo de encanto, aquí tenemos un buen ejercicio para valorar aspectos desde otro punto de vista.

La mujer, Lena Olin, está sensacional como juez -y como mujer-. Lleva un asunto muy peligroso entre manos y los testigos se le están muriendo. O sea, alguien los está quitando de en medio, pero no por aligerarla el trabajo precisamente… Lena es la típica mujer que muchos -y muchas- odiarán por saberla superior, superior en esfuerzo, en estudios, en inteligencia y en el dominio general del saber estar. Al mismo tiempo es una mujer que al enamorarse, sabe apartar a un lado la profesionalidad para dejar paso a la simpatía y a la pasión. Me encanta.

Bill Pullman, como ex militar reciclado en guardaespaldas cumple rigurosamente con su deber pero, al mismo tiempo, también quiere cumplir con su hija; y aquí surge una novedad que no había visto, que recuerde, en ninguna película de la misma temática: Su hija tiene el síndrome de Down y está claro que la adora y se desvive por verla ya que su ex mujer (una malvada a todas luces) no le deja. ¿Por qué esta presentación de la niña? Por añadir un toque de riqueza en la personalidad del personaje. Muy bien.

El caso es ambos personajes están conseguidos. Luego, la película tiene un ritmo aceptable, una extraña fotografía y un final bastante original. Pues aquí tienes cosas para pasar de largo, efectivamente. Y no pasa nada. Pero ahí están.

Un cuento con niño de la mano de un animado Cary Grant, un cuento con moralina, infantil y de pasable interés que se sigue un poco por la curiosidad. ¿Cómo quiere un empresario del espectáculo hacerse rico con una oruga? Porque baila. Baila al son del charlestón. Sí, el interés es mínimo pero el señor Grant insiste que puede dar mucho dinero. Cuando entra un representante de la casa Disney y se radia el cuento hace que la película se pueda alargar porque el tema se convierte en un notición.

Es una pequeña fábula que quiere animar a las personas y hacerlas buenas. Un gusano que baila puede tener sensibilidad humana … Puede ilusionar, llegar a algo … aunque ... el caso es que es vida de gusano metido en una caja de zapatos.