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Críticas de Dexter Bernaldez
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
5
26 de enero de 2007
54 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oliver Stone juega a ser Tony Scott con guión del mismísimo Tarantino. ¿Resultado? Pilar Miró desertó de la sala de proyección a mitad de película.

Esta pequeña anécdota consituye un buen ejemplo de lo que se puede esperar de un film como éste: la disparidad, aplicable por extensión a casi todo el cine de Stone, de si lo amas o lo odias, se hace patente en sus erráticas imágenes. Un cúmulo de referencias culturales entre las que sobrasale, con indiscutible autoridad, la vena más grunge del cine americano. Grunge, grunge, grunge... todas los planos quedan impregnados de esta pegajosa esencia. El mundo se va al carajo, los padres son el ejemplo a evitar, el orden social coarta la libertad individual, y la televisión ha pasado a convertirse en la religión dominante. La juventud está perdida. Sólo hay una elección posible: matar... o morir de aburrimiento.

En esta ocasión, el característico estilo videoclipero de Stone, que tan buenos resultados le diera en su anterior "JFK" o, posteriormente, en "Un domingo cualquiera", no acaba de funcionar. Ya sea, bien por la superficialidad del argumento, bien porque los árboles (la secuoya "planificación"; el abeto "montaje") no le dejan ver el bosque. En consecuencia, las interpretaciones de Woody Harrelson, Juliette Lewis, Tom Sizemore (que también participara en otro de los guiones tarantinianos con director ajeno; "Amor a quemarropa") y Tommy Lee Jones, quedan sepultadas bajo un torrente de filtros y canciones de punk-rock. El único que sale algo airoso del embrollo, aunque más por méritos propios que por ayuda del director, es el siempre genial Robert Downey Jr.

Por lo demás, la duración excesiva de algunas escenas redondea el conjunto de hándicaps. Y no se me ocurre qué otra cosa añadir, salvo que la peli, pese a todo, entretiene. En cualquier caso, a Stone le he visto hilar más fino en otras ocasiones, como, por ejemplo, "Giro al infierno" (U-Turn) o la ya mencionada Un domingo cualquiera. Natural Born Killers, por contra, pretende impactar y acaba resultando reiterativa. Una lástima.
Dexter Bernaldez
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2
22 de mayo de 2008
31 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puntos fuertes:

- El pelucón de Michael Bay. Ya sé que no sale en la peli, pero si lo buscamos en google, no podemos más que admirar esta frondosa mata de pelo y su sorprendente capacidad para no caerse (nótese la ironía). Debajo no hay lo que se diga un cerebro “privilegiado”, pero bueno, cosas de Hollywood.

- Bay confirma, a través de sus héroes, algo que muchos imaginábamos: los yanquis en su totalidad, de la A a la Z, del presidente al último mono, son gilipollas del culo. Barack Obama, I want to believe!

- El trailer. De lo bueno, lo mejor, y de lo mejor, lo superior. Cualquier parecido entre el mismo y la película estrenada en cines resulta mera coincidencia. Tengo ganas de ver más trabajos del tipo al que se lo encargaron; darle tiempo, que se convertirá en el próximo Kubrick.

- Los FX dan para algún fondo de pantalla chulo. La isla paradisíaca en el Pacífico ya está empezando a rayarme.

Puntos débiles:

- Paradójicamente, también los FX, auténtica arma de doble filo. Y es que aquí los efectos especiales parecen una simple excusa para lucimiento de sus artífices y/o para justificar el abultado presupuesto, en lugar de desempeñar una verdadera función narrativa. Por otra parte, en ningún momento hay sensación de realidad, de algo corpóreo que se pueda tocar. Los enormes robots siguen actuando y desplazándose, mal que les pese, como viejos dibujos animados.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Dexter Bernaldez
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8
5 de diciembre de 2008
31 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desconozco las verdaderas intenciones de Wyler a la hora de parir semejante peliculón, porque si realmente tenía en la cabeza el objetivo de desmitificar e, incluso, ridiculizar el western como género, me quito el sombrero. No obstante, lo más probable es que gran parte de los logros que contiene "Horizontes de grandeza" se deban a hallazgos fortuitos, sin que exista una auténtica vocación rupturista por parte del director. La película hace hincapié en las múltiples alternativas al uso de la violencia como medio exclusivo para dirimir disputas. Hasta ahí bien, pero aprehender sólo esta idea sería quedarse en la superficie.

Así, lo que en principio hubiera resultado una pedestre historia sobre el enfrentamiento entre los educados y elegantes Terrill, y los brutales y harapientos Hannassey, se convierte en algo completamente diferente con la inclusión de McKay (Gregory Peck), personaje que al sacar a relucir las vergüenzas de los vaqueros, de TODOS ellos, no deja títere con cabeza: en el gigantesco rancho Terrill faltan damiselas en apuros (Carroll Baker), caballeros de reluciente armadura (Charlton Heston) o patriarcas sabios y venerables (Charles Bickford). A cambio, abundan muy mucho los paletos. Peck, hombre razonable en una tierra salvaje, distorsiona a los héroes habituales de este tipo de espectáculos, los transmuta en grotescas caricaturas de sí mismos. Fijaos en la evolución ante nuestros ojos de Pat, la prometida de McKay, como pasa de jovencita casi idealizada a engreída, consentida e insoportable. Llega un punto en que hasta dan ganas de fregar el suelo con sus tripas. Aunque la mona se vista de seda… Lo mismo que Heston, aquí patán reprimido de cabeza cuadrada y menos miras que Rompetechos. Rol la verdad poco agradecido para su condición de astro de la pantalla. No en vano, uno de sus mejores trabajos.

Conclusión: el Oeste no fue levantado por Gables ni Stewarts, sino por burros montados a caballo, llámense Terrill, Hannassey, Bush o lo que se tercie. No le subo la nota porque el desenlace redunda en conflictos ya expuestos anteriormente, subrayándolos además de manera innecesaria. Si yo estuviera en el lugar de McKay, les mandaba a todos a la mierda y me volvía a Baltimore.
Dexter Bernaldez
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6
22 de diciembre de 2007
41 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
- Oye, tú, zombie número dos.
- Dime, zombie número uno, te escucho.
- ¿Te queda algo de ese hígado de ciervo encebollado?
- No, cuanto lo siento, número 1. Se ha terminado.
- Vaya, hombre. ¿Y vosotros, los del fondo, os queda algo de comer?
- (varios) Por aquí nada, número 1.
- Ummm, vamos a tener que cazar en breve. ¿Neville sigue dando el coñazo ahí fuera?
- Sip. Tan obsesionado como siempre por imponer el canon digital. No me extraña que todo dios quiera matarle.
- Lástima, pero qué se le va ha hacer. Allá él y su ridícula cruzada. No sabe lo que se pierde.
- Ya ves. Ser zombie es un auténtico chollo: sin madrugones, puedes comer hasta reventar y ni siquiera hay que lavarse para entrar a alguna zombie jamona. No veía tías tan fáciles desde nochevieja...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Dexter Bernaldez
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8
15 de mayo de 2007
24 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Referencia indiscutible del género “Slasher” (cintas sobre asesinos en serie), que sigue impactando como el primer día. Me encanta el estilo de Richard Fleischer, la forma que tiene de fragmentar la pantalla en la primera mitad del film, y el clasicismo formal que destila la segunda mitad, cuando las cosas adquieren rigor y seriedad absolutas. Pudiera parecer un recurso bastante efectista y hoy desfasado, pero Fleischer es demasiado inteligente, sirviéndose únicamente del truco de la imagen cuando resulta imprescindible. En este caso, al reflejar la investigación policial sobre las víctimas del famoso estrangulador. Una situación ciertamente repetida hasta la saciedad en innumerables películas, que aquí adopta un dinámico y novedoso punto de vista.

Así, tras haber captado nuestra atención (a lo que también contribuyen Henry Fonda y George Kennedy, dos actorazos como dos soles), Fleischer despliega todo su arrollador talento al centrarse en la figura del estrangulador, interpretado con indescriptible fuerza por el sensacional Tony Curtis, en una de las actuaciones más impresionantes que he visto en mi vida. Lejos, muy lejos, queda el John Doe de "Se7en" si lo comparamos con este hiperrealista, estremecedor y, finalmente, patético, en el buen sentido, personaje. Suya es una de las escenas cumbre de finales de los 60s: Curtis, mirando por televisión los funerales de John Fitzgerald Kennedy, con el rostro contraído por la rabia y la impotencia, manifestando total repugnancia hacia el autor del magnicidio. Porque hasta los criminales de la calaña de Robert De Salvo se sienten horrorizados de sus propios actos. Porque incluso los carniceros pueden ser personas normales, amantes padres, estupendos maridos y votantes del Partido Demócrata. Porque nos encontramos ante uno de los acercamientos más sinceros de la historia del cine a la figura del asesino múltiple.
Dexter Bernaldez
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