Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Críticas de keizz
<< 1 2 3 4 10 49 >>
Críticas 241
Críticas ordenadas por utilidad
7
22 de diciembre de 2016
30 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
“María (y los demás)” es el primer largometraje que dirige Nely Reguera, apoyándose en un buen guión, una buena puesta en escena, la frescura que uno espera de una ópera prima, y sobre todo en la soberbia interpretación de Bárbara Lennie. Pocas veces he visto una exhibición semejante. Por eso, hablar de esta película es, esencialmente, hablar del trabajo de esta actriz. Sin restar méritos a Nely Reguera (bastante mérito ya es sacar un partido así de una actriz) y al resto del reparto, en esta ocasión la película es de su protagonista, le pertenece a ella.

María es más o menos feliz. Se siente cómoda con su vida. Se siente necesitada por su padre y ella está orgullosa de ser su apoyo. Además, es feliz por trabajar en una editorial ya que le encanta la literatura, y en sus ratos libres está intentando terminar su novela, que lleva varios años escribiendo.

Cuando su padre anuncia su boda, todo cambia. La vida de María se desenfoca. Ella siempre ha sido ella como apoyo o acompañamiento para los demás, pero no ha sido protagonista de su propia vida. María es hija, enfermera, cuidadora y hasta nutricionista para su padre, hermana para sus hermanos, amiga para que sus amigas se desahogen y para acompañarlas en sus celebraciones, y follamiga para que Daniel (separado y con dos hijas) tenga sexo de vez en cuando. María es todo eso para los demás. Pero ¿y qué pasa con ella? ¿con sus necesidades? ¿sus sueños? ¿su vida?

De repente se ve con 35 años en el centro del escenario de la vida sin saber actuar, porque ese nunca ha sido su lugar. Y se asusta. Su padre se va a casar, su hermano mayor vive en Londres y está iniciando una relación con una inglesa, el pequeño está esperando su primer hijo, sus amigas están también en su mejor momento con sus respectivas parejas (una celebra un año de relación con su novio y otra acaba de quedarse embarazada), todo a su alrededor es ilusión y felicidad, todos a su alrededor viven el amor. Y ella…

El título de la película es acertadísimo. Efectivamente, es María y los demás. Todos compartiendo lugar pero ellos por un lado, y ella por otro. A nivel interpretativo sucede lo mismo, todos están bien, pero la presencia apabullante de Bárbara Lennie y su mágica interpretación es otro nivel, fuera del paréntesis.

No se puede actuar mejor, ni comunicar más. No recuerdo un personaje más creíble que el que consigue Bárbara Lennie. Ella pasa por todos los registros emocionales con una naturalidad y una solvencia asombrosas. Sabe ser cómica y divertida sin que resulte mínimamente forzoso, sabe ser triste y mostrar la congoja de una situación con total nitidez pero sin ningún histrionismo, sabe transmitir fragilidad y vulnerabilidad con una simple mirada. Y todo ello de un modo armonioso, sin necesidad de gritar, de grandes llantos ni gestos desgarrados. Sencillamente se convierte en María, para ella es tan simple como eso. Y uno se olvida de que es una actriz quien está en la pantalla, esa es su grandeza.

La película fluctúa entre el drama y la comedia. Con ese equilibrio entre lo serio y lo divertido, Reguera indaga en los conflictos internos de una mujer en la treintena con su vida en pleno intento de ser reconstruida. Y lo hace bien, aunque a mi juicio se olvida de los demás personajes, que quedan apenas hilvanados. El resultado final es una película sencilla pero conmovedora, que deja con ganas de más. En mi opinión (y esto lo puedo decir de muy pocas películas) es más corta de lo que debería.

Lo único que se hace poco creíble es la dificultad de María para encontrar un amor de verdad. Una mujer buena y generosa, abnegada y leal, capaz de ilusionarse con las cosas y de hacer travesuras infantiles, amante de la literatura, y con esa mirada cautivadora y esa sonrisa deslumbrante debería tener a todos los hombres de la ciudad revoloteando a su alrededor. Es lo único que no ha sabido hacer Bárbara Lennie, hacernos creer que alguien no la quiera a su lado.

Termino con otro apunte sobre Bárbara Lennie. Es tal su capacidad para conectar con el espectador (al menos, con quien esto escribe) que en la inolvidable secuencia de la rueda de prensa, en la parte final de la película, juro que estuve a punto de levantarme de la butaca y atravesar la pantalla para abrazarla. No podía soportar más su tristeza y por un momento casi me olvido de que estoy viendo una película.

https://keizzine.wordpress.com/
keizz
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
19 de noviembre de 2015
32 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sentaro (Masatoshi Nagase) dirige una pequeña pastelería en Tokio donde vende dorayakis (pastelitos rellenos de salsa de frijoles rojos dulces, llamada “An”). Una anciana, Tokue (Kirin Kiki), se ofrece para trabajar con él, pero la rechaza. Cuando le demuestra su talento para hacer “An”, decide contratarla, lo que hace que la pastelería tenga cada vez más clientes. Sentaro y Tokue se van conociendo cada vez más y se van revelando sus viejas heridas.

Se trata de una película de la directora Naomi Kawase. Tengo un problema con Kawase. Su cine tan cuidado, tan poético, tan delicado… no me llega. Reconozco sus virtudes visuales y el extraordinario mimo con que viste sus historias, pero es una belleza que me deja frío. Me pasó en “Aguas tranquilas” y me ha vuelto a pasar en ésta. Yo creo que es porque los personajes no están bien desarrollados, o eso me parece a mi. O quizá hay que ser japonés para empatizar con ellos.

Kawase plantea la situación. Pone los elementos encima de la mesa, y tiene buena pinta. Unos preciosos planos de los cerezos, un pastelero solitario y enigmático, una anciana que habla con las hojas de los árboles y escucha lo que le dicen las judías, una jovencita que tiene un canario y pasa mucho tiempo en la pastelería… y a partir de ahí, ¿qué? Entonces es cuando Kawase flaquea, a mi juicio. El desarrollo de la historia carece de fuerza.

Se pone todo el foco en el esmero en que Tokue elabora el “An”, asistimos al proceso completo, vemos el efecto del paso de las estaciones del año en los cerezos, todo muy bonito, pero seguimos a kilómetros de la pantalla, sin que haya una mínima identificación o empatía con lo que sucede. El enigmático pastelero solitario me empieza a dejar de interesar, y la anciana no me da la pena que se supone que debería darme. No entiendo esa relación a tres bandas. No me emociono por nada, y tengo la sensación de que debería, pero no.

La película se va desarrollando a fuego lento, y uno espera que cuando los personajes descubran su pasado, y entendamos su comportamiento, todo tendrá sentido. Pensamos que cuando se descubra el pastel (nunca mejor dicho) la película irá hacia arriba y nos quedaremos absortos en las butacas. Sin embargo, Kawase no va por ahí, o no es capaz de llegar al corazón del espectador cuando las heridas de la vida de sus personajes quedan al descubierto.

Por otra parte, es de agradecer que Kawase no recurra a efectos tramposos en una trama que tenía todas las papeletas para recurrir a ellos. La pistola estaba cargada de balas sentimentaloides, pero Kawase no la dispara. Es loable su intento de llegar a tocar la fibra del espectador a través de la sutileza visual, recurriendo más a la lírica intimista que al efectismo. Eso lo valoro mucho, pero considero que no llega como debería, al menos al público occidental.

Los problemas de salud de Tokue y los problemas económicos de Sentaru marcan sus vidas, y juntos se hacen más fuertes. Kawase nos muestra que nunca es tarde, que la persona menos pensada nos puede aportar la fuerza necesaria para sacar la cabeza fuera del fango de las miserias de la vida, y que la naturaleza está ahí para aprender de ella cada día, con su ritmo lento y preciso, con su sabiduría silenciosa. Lástima que la resolución de la historia no fuera algo más arriesgado y menos previsible.

Más allá de que a cada uno le llegue más o menos la película, lo que es innegable es que el film rezuma ternura y esmero. Kawase, como en “Aguas tranquilas”, pone el énfasis visual en los pequeños detalles, y se basa en ellos para contar su historia. La infinita elegancia visual del cine de Kawase está fuera de toda duda. Esta mujer tiene un don para construir imágenes.

“Una pastelería en Tokio” es una película agradable, sencilla, rezuma sensibilidad y buen gusto, pero cuesta mucho sentirse partícipe de lo que pasa en la pantalla. La identificación con los personajes no existe (al menos, en mi caso), y todo es muy bello pero muy lejano. Seguiré viendo películas de Kawase, porque se que cuando haga una película que me llegue dentro será una experiencia fantástica.

https://keizzine.wordpress.com/
keizz
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Mañana
Documental
Francia2015
7,5
1.411
Documental, Intervenciones de: Cyril Dion, Mélanie Laurent, Pierre Rabhi
8
5 de mayo de 2016
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este documental muestra las posibilidades de cambios sociales que se pueden poner en práctica, que, de hecho, ya están poniendo en práctica en algunos lugares. Para cambiar las cosas, hay que modificar el pensamiento y el modo de actuar en cinco áreas básicas: agricultura, energía, economía, democracia y educación. Cada una de estas cinco áreas componen cada uno de los capítulos de este documental altamente interesante, que nos muestra cómo podrían ser las cosas mañana, si hiciéramos lo que debemos.

“Mañana” me ha convencido. Los mensajes apocalípticos se terminan a los diez minutos de película, una vez revelado el estudio de Barnosky y Hadly. A partir de ahí, todo es constructivo, todo es positivo, todo es optimista. No hay cazas de brujas, ni buenos y malos. El documental se centra en las soluciones, no en los culpables. Nos muestran posibles soluciones, desde la lógica de empezar por lo más cercano, por las pequeñas cosas, las pequeñas comunidades, para a partir de ahí mejorar las cosas a nivel global.

La película no nos alecciona con instrucciones sobre cómo hacer las cosas en el futuro. Hace algo mucho mejor: nos muestra cómo se están haciendo las cosas hoy, en algunos lugares, en determinados ámbitos. En los cinco ámbitos en que se basa la película.

Agricultura. Resulta que el 80% de lo que se produce en agricultura no va destinado al consumo humano, sino a alimentar al ganado a nivel industrial. Y resulta que la agricultura a pequeña escala es más productiva que la agricultura de las grandes empresas. Pues bien, resulta que en Detroit, una gran ciudad, existen multitud de huertos urbanos, gestionados por los propios ciudadanos, que abastecen y alimentan a una gran parte de la población de la ciudad. Resulta que una enorme ciudad como San Francisco recicla prácticamente el 100% de sus desechos, y que los desechos orgánicos son transformados en compost para los viticultores de California.

Energía. Se nos muestra Copenhague como ciudad modelo. Es impresionante. La ciudad está totalmente enfocada a potenciar el uso de la bicicleta como medio de transporte. Es el medio de transporte más utilizado en la ciudad. A continuación va el transporte público, y lo menos usado es el coche privado. La ciudad está completamente dotada de carriles bici, por todas partes. El porcentaje de gente que va en bicicleta sigue subiendo, y el número de coches sigue bajando. Con todo, el Ayuntamiento de Copenhague sigue trabajando en el tema y cada vez hay más coches eléctricos.

Economía. Un par de expertos en economía hablan de los sistemas económicos actuales y de la insostenibilidad de los mismos, pues provocan la especulación y el enriquecimiento de unos pocos. Frente a esto, ya hay lugares que están adoptando un modelo de economía local, con su propia moneda. Si tienes una moneda que solo vale para tu pueblo, no hay posibilidad de especulación. Te tienes que gastar el dinero en tu pueblo, por lo que todo revierte para la sociedad, el dinero circula obligatoriamente, no se puede llevar a paraísos fiscales, ni generar intereses. Concretamente, vemos este modelo en un pueblo de Inglaterra llamado Totnes, en el que tienen su propia moneda. Se permiten el lujo de tener billetes de 21 libras. ¿Por qué no? Ellos crean su dinero, ellos deciden la cuantía de sus billetes.

Democracia. La democracia, tal como está planteada actualmente, no significa que el pueblo tenga el poder. El pueblo es utilizado para que voten cada cuatro años, pero son los políticos, como conjunto, quienes tienen el poder y lo usan para su beneficio. La prueba es que la mayoría de las decisiones políticas benefician más a las empresas, bancos y demás poderes fácticos que a los ciudadanos. Pero hay lugares en el mundo en los que la democracia es más real. En los que la gente sí toma decisiones. En Islandia los ciudadanos deciden de verdad, participan en la toma de decisiones, obligan a sacar del gobierno a los corruptos, a los mentirosos y a los malos gestores. En el documental incluso se habla de que los parlamentos deberían estar formados por ciudadanos elegidos por sorteo, como los jurados populares. Y francamente, no creo que el resultado fuera peor que lo que hay ahora.

Educación. Es la base de todo. El modelo está en Finlandia, donde obtienen los mejores resultados educativos del mundo. Vemos como funciona un colegio público de un barrio humilde. Se demuestra que los niños desarrollan mejor sus habilidades y su talento si se centran en el placer de aprender, en lugar de en los resultados. Las evaluaciones no son importantes. Los profesores no imponen su autoridad, sino que ayudan a los niños. Comen todos juntos. Los niños no son reprimidos, pueden hablar durante las clases. Los resultados son sorprendentes.

La película es ágil, entretenida e ilustrativa. Lógicamente, no es imparcial, arrima el ascua a la sardina de la ecología, pero lo hace de un modo digno, aportando datos y situaciones reales, sin tomar al espectador por idiota, inyectando ilusión y haciendo reflexionar incluso a los descreídos como yo.

“Mañana” es un documental muy interesante. Me ha gustado porque no se queda en la denuncia, sino que aporta alternativas, plantea cosas para ser analizadas y discutidas. Evidentemente, las cosas no son tan sencillas como se muestran, se eluden problemas económicos y culturales que hacen muy difícil llevar a cabo todas las iniciativas que se plantean, pero películas como ésta son muy necesarias, y sería obligatorio que todos la viéramos con frecuencia, sobre todo antes de unas elecciones.

https://keizzine.wordpress.com/
keizz
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
22 de octubre de 2015
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película chilena dirigida por Pablo Larraín se inicia con una cita del Génesis en la que se dice que Dios separó la luz de las tinieblas. Como una especie de extensión de ese argumento, Larraín filma la mayor parte de la película de noche, o en atardeceres, o en interiores en penumbra. Entre esta fotografía de claroscuros y las imágenes sucias, de enfoques imperfectos, Larraín crea una atmósfera sombría y áspera, como esas grabaciones de algunos grupos de rock garagero cuya producción poco cuidada forma parte del producto.

“El club” es claramente un grito contra una de las peores miserias de la Iglesia católica: la pederastia ejercida por sus miembros. Por los miembros de sus miembros. Un tema tan feo y siniestro como el envoltorio de esta película. Un tema proclive a ser tratado de un modo explícito y espectacular, y que sin embargo Larraín trata de una manera diferente. Elude la crítica fácil, con pobres niños inocentes sometidos a los deseos de demonios con sotana. Va por un camino distinto, todo está implícito, sugerido, es mucho más lo que escuchas y lo que imaginas que aquello que realmente ves.

Este modo de narrar es más arriesgado pero al mismo tiempo provoca mucho más desasosiego en el espectador, puesto que la imaginación siempre es más potente que cualquier plano visual. Larraín te ahoga con sus tenebrosas imágenes, con las palabras sucias e inmisericordes, te asfixia con esa historia tan buñuelesca y despiadada. Pero no hay sotanas, no hay iglesias, no hay apenas símbolos religiosos, nada es explícito, no sabemos casi nada de esas personas que purgan sus pecados en esa casa solitaria y que pasan las horas rezando y adiestrando a un perro de carreras. No sabemos los antecedentes de cada uno, ni sus porqués, pero (o precisamente por eso) nos sobrecoge lo que se nos muestra.

Y esa mujer, la que los cuida, los vigila y los controla. La que los manipula y los mantiene a salvo del mundo exterior a través de rutinas y horarios, más propios de la vida castrense que de la civil. Enigmática, con esa voz y esa sonrisa que te hiela el alma… Al final es el personaje que más miedo da (excelente la interpretación de Antonia Zegers).

Punto y aparte merece el personaje de “Sandokan” (Roberto Farías). Un alma huérfana que la Iglesia acogió para destruirlo para siempre, que vaga por el pueblo borracho y que de vez en cuando grita contra quienes le destruyeron, no tanto por pedir justicia ni por sacar la rabia de dentro sino seguramente porque lo único que le queda es no olvidar nunca aquello que le llevó a convertirse en lo que es. Este espléndido personaje (maravillosamente interpretado por Roberto Farías, rebosante de talento) está fuera de la casa pero de algún modo marca la pauta de lo que sucede dentro de ella.

Larraín es increíblemente duro con sus personajes y nada complaciente con el espectador. Utiliza la música para reforzar la intensidad dramática y un humor negro que aparece con cuentagotas que no llega a servir de respiro sino que más bien refuerza aún más el drama. Consigue que algo te haga gracia y que te sientas mal por ello.

“El club” destaca también por su ritmo narrativo, su tensión latente (tiene toques de película detectivesca y de thriller psicológico) y su magnífico guión. Un guión repleto de virtudes, con grandes dosis de provocación, y las justas de humor negro, ironía, buenos diálogos y toques de efecto sorprendentes que dejan al espectador boquiabierto y/o sobrecogido.

Además de los ya citados Roberto Farías y Antonia Zegers, el resto de actores que componen el elenco de esta película rayan también a muy alto nivel. Están Alfredo Castro, Jaime Vadell, Alejandro, Goic y Alejandro Steveking. Todos brillan a gran altura en una película de las que no se olvidan, que va creciendo en intensidad y que se termina por desbordar en una parte final que pone los pelos de punta.

Es una película que te sorprende, aunque esperes que lo haga. Con una propuesta formal muy sencilla en su concepto, ambientación y puesta en escena, pero con una contundencia tremenda y una intensidad ideológica notable. Para mí, no es solamente una desgarrada crítica contra la Iglesia, sino contra el ser humano y su naturaleza, contra las miserias que anidan en el interior de los hombres.

“El club” es demoledora. Por eso, no es apta para todos los públicos. Se pasa mal. Quien no quiera pasarlo mal en el cine, que no vaya. No es una película para ver comiendo palomitas porque terminarías vomitándolas o atragantado. Es incómoda, dura, nada amable. Es estremecedora. Es una maravilla descubrir que aún hay directores capaces de que su narrativa transite por caminos prácticamente inexplorados.

https://keizzine.wordpress.com/
keizz
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
14 de abril de 2016
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Benoit (Rephael Ghrenassia) lleva una semana en su nuevo instituto y no ha podido hacer amigos aún. La historia cuenta cómo Benoit poco a poco se va apoyando en otros chicos de la clase que también son marginados por diversos motivos, mientras se enamora perdidamente de Johanna (Johanna Lindstedt), una chica sueca con quien se lleva muy bien al principio pero es captada por la pandilla de Charles (Eytan Chiche), el líder de la clase.

Los padres de Benoit están preocupados porque es tímido y le cuesta hacer amigos. El intenta caer bien a los de la pandilla de Charles, que son los gamberros que parecen divertirse más que nadie, pero éstos no le aceptan y comienzan a marginarle y a meterse con él. Para convertirse en popular, dedice organizar una fiesta en su casa, pero las cosas no salen como tenía previsto.

La película sorprende porque partiendo de una historia mil veces vista (chico que llega a un colegio nuevo y la pandilla de los malos que se meten con él, mientras él se enamora de la chica más guapa de la clase) cosigue que nos parezca distinta, a base de honestidad narrativa. El film supone el debut como director de Rudi Rosenberg, y llama la atención el modo en que es capaz de seducir al espectador por el modo tan especial con que enfoca la historia, más que por la historia en sí misma.

Rosenberg se apoya en un elenco de actores compuesto casi exclusivamente por niños, muchos de ellos debutantes en el cine, para dotar a la película de una frescura especial, que hace que todo transcurra con una naturalidad que cala en el espectador. Uno espera encontrarse con los típicos clichés de este tipo de películas: el tormento del niño ante quienes le rechazan, la desorientación de la pubertad, la incomprensión, pero aquí no hay trucos y todo parece fluir de un modo sano y creíble. Nada que ver con las tonterías que suelen hacer en el cine americano con este tipo de películas.

Como digo, casi todos los intérpretes son niños. También aparecen adultos, pero su aportación es muy poco significativa. Los padres de Benoit tienen muy poca presencia, y los profesores tampoco pintan demasiado. Esto ya distingue esta película de otras de su género. Aquí los niños forman su propio universo. El único adulto que tiene cierto peso específico en la historia es el tío de Benoit (Max Boublil), ideólogo de la fiesta que se monta en la casa de Benoit, y que es capaz de conectar con los chavales porque aún tiene alma de niño.

“El novato” es simpática y agradable. No se puede pasar mal viendo esta película. Tiene una mezcla agridulce de amargura sentimental y cómica ternura, porque uno sabe que todas esas sensaciones que parecen tan extremas en esa época de la vida luego no lo son tanto, que todo se pasa y uno va construyéndose a sí mismo a base de vivencias, y que las experiencias malas son las que más enseñanza dejan.

En este sentido, la película es igual que la edad que retrata: intrascendente pero interesante, fuerte pero vulnerable, con pretensiones de parecerse a todos y de ser distinta a la vez, rebosante de vitalidad pero también de dudas. El novato aquí es el niño, pero también el director, y la virtud de los novatos es las ganas que tiene de gustar, cosa que Rosenberg consigue sin ninguna duda.

La película no intenta dar lecciones ni hay moralejas. No esconde la maldad inocente que hay en los niños, pero tampoco se recrea en ella -lo cual es un recurso habitual en este tipo de cintas-, tampoco cae en la tentación de buscar un final feliz, ni busca la ternura forzada, simplemente intenta encontrar la empatía del espectador al proponer una situación por la que todos hemos pasado. Todos hemos sido niños, todos hemos llegado a la adolescencia, todos hemos sentido el dulce puñal del amor, todos hemos sido novatos alguna vez.

Tampoco se muestra la exaltación de la amistad típica de este tipo de películas. La credibilidad es absoluta y le da valor al film. “El novato” nos invita a mirar hacia atrás para tomarnos los problemas con filosofía, a ver el futuro con optimismo y a afrontar la vida con una sonrisa. No es mal plan.

https://keizzine.wordpress.com/
keizz
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 10 49 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow