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Críticas de Rómulo
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Críticas 355
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
Los diarios de Andy Warhol (Miniserie de TV)
MiniserieDocumental
Estados Unidos2022
6,8
366
Documental, Intervenciones de: Deborah Harry, Jerry Hall, Julian Schnabel, Jay Johnson ...
8
25 de marzo de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los diarios de Andy Warhol

Andy Warhol, padre indiscutible del pop-art y, posiblemente, el artista más grande, famoso y controvertido de la segunda mitad del s XX, comenzó a dictar sus diarios a su secretaria Pat Hackett en 1970, mismos que fueron publicados en 1989, dos años después de la muerte del artista. Y ahora Netflix produce un documental de seis episodios basado en el contenido de dichos diarios.
El documental, apoyado por una ingente cantidad de fotografías, vídeos y material gráfico, es un testimonio tan apasionante como revelador, en la medida en que nos descubre la cara más oculta e íntima de uno de los personajes más polifacéticos de la historia del arte contemporáneo, que, con apenas 20 años y un billete de 50 dólares en el bolsillo, se plantó en Nueva York desde su natal Pittsburgh dispuesto a conquistar la ciudad de los rascacielos.
Porque su actividad no sólo se límitó al dibujo, la pintura y la serigrafía, sino que incursionó en publicidad en su primera etapa, y, posteriormente, en cine, literatura, televisión y moda.
La serie nos muestra las luces pero también las espesas sombras que envolvieron al hombre que se convirtiría en un icono de la cultura popular estadounidense.
El atentado que casi le cuesta la vida en 1968 a manos de una perturbada Valerie Jean Solanas supuso un parteaguas en la vida de Warhol. A partir de ahí se volvió aún más reservado y desconfiado de lo que ya era al comprobar el medio en el que se movía no era tan seguro como suponía.
Debido a su compleja personalidad y carácter versátil, nadie logró conocerlo de verdad. Ante los medios se mostraba esquivo, cínico e íronico, ambiguo y parco en sus declaraciones, recursos que utilizaba como escudo de protección y al mismo tiempo como mecanismo publicitario para acrecentar su popularidad. Y en la intimidad, frágil, inseguro y constantemente atormentado por una infinidad de demonios que revoloteaban alrededor de una mente tan creativa como inestable.
Y aunque nunca manifestó su condición homosexual, mostró una especial devoción por dos personas. Primero y durante doce años, por Jed Johnson, un apuesto joven que entró en “The Factory” como chico de la limpieza y terminó siendo un notable diseñador de interiores y, posteriormente, con Jon Gould, un alto ejecutivo de la Paramount muerto de sida en 1986.
Merece especial atención la colaboración artística que mantuvo durante dos años con un joven Basquiat que comenzaba a ser una celebridad en el mundillo artístico mientras que Warhol, 32 años mayor que él, hacía mucho tiempo que era mundialmente conocido. Si Basquiat se aprovechó de Warhol para impulsar su carrera o si éste de aquel para mantenerse en la vanguardia es algo que todavía permanece en el incierto contexto de la especulación.
Estas y otras muchas revelaciones de la vida personal y artística de Warhol son aireadas en esta apasionante serie-documental que he devorado sin pestañear y de un solo tirón.
Y como colofón, mis improbables lectores, la casa Christie's anuncia que el próximo mes de mayo sacará a subasta uno de sus muchos retratos de la malograda Marilyn Monroe, tan internacionalmente conocidos como sus sopas Campbell o las botellas de Coca-Cola. Se cree que el precio de venta alcanzará los 200 millones de dólares como cifra prudentemente estimada.
25 años después de su muerte, Warhol sigue tan vivo como en sus años de pletórica juventud y todo indica que su obra perdurará a lo largo del tiempo.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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8
24 de marzo de 2022
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La batalla olvidada - De Slag om de Schelde

La guerra es el horror convertido en una realidad cotidiana. Es una máquina mortífera que siega la vida de todo aquel que encuentra en su camino, sin distinción de raza o condición social. Niños, mujeres, ancianos y hombres que antes vivían una vida tranquila y despreocupada son las víctimas inocentes de cualquier conflicto bélico. Es, además, emocionalmente devastadora para los sobrevivientes que habrán de soportar una pesada carga traumática mientras vivan.
En el cine encontramos numerosos ejemplos en los que la guerra y sus espantosas consecuencias quedan reflejadas en toda su brutal crudeza. Recuerdo algunos memorables como “Senderos de gloria”, “El puente sobre el rio Kwai”, “Platoon”, “La lista de Schindler”, “Matar al soldado Ryan”, “Apocalipsis Now” o “Dunkerque”, sólo por citar aquellas que perdurarán en mi memoria para siempre.
Y ahora deberé incluir en la reducida lista de mis favoritas “La batalla olvidada”, una película producida en los Países Bajos y que Netflix ha incluido en su catálogo. Excepto un insignificante puñado de realizaciones y series, poco más sé del cine de esos países. Me son desconocidos director, guionista, actores así como la totalidad del equipo, pero les puedo asegurar que “La batalla olvidada” está a la altura de las mejores realizaciones del género bélico en la historia cinematográfica.
Como epicentro de la acción sirve de escenario el feroz enfrentamiento que tuvo lugar en el estuario de la Escalda -una zona situada entre el norte de Bélgica y el suroeste de los Países Bajos- durante la Segunda Guerra Mundial entre el ejército canadiense y las fuerzas de ocupación alemanas.
La película está filmada con escalofriante realismo. La cámara nos coloca en el centro del fragor de la batalla. En el aterrador infierno de las trincheras el miedo penetra por cada poro de la piel. La metralla, los obuses y el repiqueteo de las ametralladoras inmovilizan a los combatientes mientras el barro y la sangre salpican el rostro lívido de cada soldado. A nuestro alrededor se amontonan cuerpos mutilados y cadáveres de jóvenes, casi niños, que ya no volverán a sentir el calor ni las caricias de sus seres queridos.
Paralelamente, la película cuenta la dramática historia de una familia holandesa, un soldado alemán y un aviador inglés cuyas vidas, en el corazón de este cuadro dantesco, se cruzan por las inextricables razones que el destino nos tiene asignado a cada uno de nosotros.
Fotografía, sonido, ambientación y ritmo narrativo son admirables, haciendo que el espectador se vea atrapado en el interior de esta atmósfera asfixiante. Y más ahora, que sentimos con mayor preocupación la cercanía de la guerra en las mismas fronteras de nuestra civilizada Europa y no en zonas tan alejados como para anestesiar nuestras conciencias y eximirlas de toda responsabilidad y culpa.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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7
18 de marzo de 2022
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Il processo

Aunque el motor de arranque de “Il processo” necesite de todo el primer episodio para encontrar su punto de aceleración, merece la pena esperar pues la paciencia del espectador se verá, en este caso, justamente recompensada.
Diabólicamemte retorcida, esta miniserie italiana de ocho episodios contiene todos los ingredientes que, con toda probabilidad, harán las delicias de los amantes del género de investigación policíaca y procesos judiciales.
Se apoya en un guión muy bien escrito por Alessandro Fabbri -también director de la serie- imprimiendo al relato un ritmo frenético amén de constantes y sorprendentes giros argumentales que hacen indescifrable no sólo su desenlace sino la evolución de la siguiente escena, condenando al equívoco cualquier hipótesis, incluso la del espectador más avispado.
Tal como su título indica, asistimos a un juicio que trata de desentrañar el asesinato de una joven adolescente dando lugar a un intenso y emocionante duelo interpretativo entre la fiscal Elena Guerra y el abogado Ruggero Barone, soberbiamente interpretados por la bellísima actriz Vittoria Puccini y un convincente Francesco Scianna en sus respectivos papeles.
En paralelo y alrededor del asunto principal de la historia, Fabbri fisgonea en la vida privada de estos dos personajes, en sus contradicciones y problemas personales, en sus dudas, flaquezas e inseguridades, en las motivociones -no siempre honorables- que impulsan sus correspondientes carreras y, finalmente, en los extraños vínculos que con la víctima y el principal sospechoso mantiene cada uno de ellos.
“Il processo” denuncia y pone de manifiesto las muchas irregularidades, subterfugios, triquiñuelas, fallos protocolarios y de administración que vulneran el espíritu mismo del sistema y quebrantan la imparcialidad jurídica.
Y no sería justo terminar sin destacar la deslumbrante fotografía de Benjamin Maier. La monumental ciudad de Mantua -en italiano Montova- cuna del Renacimiento, dueña de una espléndida herencia arquitectónica y declarada capital de la cultura italiana en 2016, sirve de fastuoso escenario para el lucimiento de Maier.
Seguramente a Verdi le hubiera gustado contemplar las regias e imponentes localizaciones, tanto en interiores como en exteriores, en las que, como en su “Rigolleto”, se sitúa la acción de esta apasionante realización.
Y puede que, bajo los arcos del Palacio Ducal, oigamos los lamentos del desdichado Orfeo y la brisa del atardecer nos traiga el son armónico de alguno de los madrigales que Monteverdi compuso bajo el mecenazgo del duque de Mantua hace ahora 400 años.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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8
9 de marzo de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Matar a un niño - To Kill a Child

Existió en el siglo pasado un periodista y escritor sueco que sorprendió al mundo por su precocidad, talento y brillante narrativa. Nació en 1923 y entre los 21 y 26 años de edad, fue capaz de escribir cuatro novelas, otras tantas obras teatrales, un buen número de relatos cortas y, como periodista, gran cantidad de artículos, crónicas y reportajes.
Su nombre era Stig Dagerman, un hombre de aspecto frágil, algo tímido y un tanto nervioso. Nació en el seno de una familia de clase trabajadora. Su padre trabajaba en un cantera y su madre era operadora de una empresa telefónica. Desde muy temprana edad, al igual que su padre, militó en los movimientos anarco-sindicalistas de su país y terminada la Segunda Guerra Mundial, Dagerman arremetió contra moros y cristianos sin alinearse jamás con la propaganda oficialmente aceptada, poniendo en cuestión la línea de pensamiento de la época. Lo mismo embestía contra Adam Smith, Churchill o el Papa que contra Marx o Stalin.
Su carácter escéptico, pesimista y depresivo quedaba nítidamente plasmado en sus sombríos textos. Con los años, esta tendencia se fue acentuando hasta límites preocupantes.
De manera que en 1954 con apenas 31 años, se encerró en el garaje de su casa en Enebyberg, puso en marcha el coche, se recostó en el asiento del conductor y la joven y prometedora estrella de las letras escandinavas esperó tranquilamente que la muerte se lo llevara.
Viene a cuento tan escalofriante preámbulo porque en 1953, un año antes de la desaparición del escritor, el director de cine Gösta Werner filmó en blanco y negro un corto titulado “Matar a un niño” en el reproduce fielmente un relato breve que Dagerman escribió con el mismo título.
Tengo la suerte de descubrirlo en Netflix y de inmediato quedo deslumbrado ante la nitidez y belleza de su fotografía después de haber sido hábilmente remasterizada. Esta pequeña joya contiene nueve minutos de oro puro. Nueve minutos o toda una eternidad condensada en el impactante relato de un genio de la escritura.
No oímos lo que dicen sus personajes, es una voz en off la que nos habla y narra la historia literalmete idéntica al cuento de Dagerman. Sabemos desde el principio lo que va a pasar y la tragedia que se avecina. Sin embargo, y he ahí su implacable genialidad, no podemos evitar la estremecedora sensación de impotencia ante la veleidosa prescripción del destino.
Así pues, una vez más, se hace aquí patente la sabia aserción de Baltasar Gracián: “Si lo bueno breve, dos veces bueno.” No se la pierdan. Es una maravilla.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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8
4 de marzo de 2022
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West Side Story - 2021

Sólo tres películas en la historia del cine superan los diez Oscar que la “West Side Story” de Robert Wise consiguió en 1961. Y hace falta atrevimiento, mucho valor y seguridad en uno mismo para reproducir 60 años después un musical imbatible, icónico y el más deslumbrante que, probablemente, jamás hayamos visto.
Y quién sino Steven Spielberg, conocido como el rey Midas -innecesario aclarar por qué-, uno de los más grandes directores de cine, habría de aventurarse en un proyecto cuyo resultado, por arriesgado, bien podría haber empañado el final de su brillante trayectoria. Sin embargo Spielberg sale triunfante de tan incierta como peligrosa empresa.
Tony Kushner se permite algunos ligeros cambios en el guion que no colisionan con la primera versión. Como la aparición de Valentina, ahora viuda de Doc, un nuevo personaje interpretado por la inolvidable y sensual Rita Moreno que dio vida a Anita, la novia de Bernardo, en la versión original.
Spielberg respeta escrupulosamente la música de Leonard Bernstein y la letra de Stephen Sondheim, pero le imprime una tonalidad, ritmo y coloratura distintas, más vibrante y envolvente al capitalizar con enorme acierto las posibilidades que le brinda la tecnología actual. Misma que le permite ampliar la profundidad de campo, utilizar vertiginosos desplazamientos de cámara, increíbles tomas cenitales con drones altamente sofisticados, travellings impensables hace unos años y planos secuencia -como el que inicia la película- que se deslizan con la suavidad de un bailarín sobre una pista de hielo.
Spielberg toma algunas calles de la Gran Manzana para convertirlas en un grandioso espectáculo escénico con números musicales que, al ser rodados en exteriores amplios y luminosos, ganan en fastuosidad y colorido.
Los personajes de Spielberg son más creíbles, más reales, menos estereotipados y más acordes con el tiempo en que vivimos.
Rachel Zegler me enamora desde el primer instante, es la mejor María imaginable, enternecedora, fotogénica, más de carne y hueso, no tan ingenua, igual de soñadora pero menos cándida y almibarada, siete años más joven que Natalie Wood cuando hizo el mismo papel, por lo tanto una joven adolescente más próxima a la Julietta shakespeariana que canta y baila como los mismísimos ángeles.
Y aunque nada de esto hubiera sido posible sin su predecesora, espero que muchos adoradores de la mítica “West Side Story”, enemigos recalcitrantes de cualquier versión que modifique, aún levemente, la sagrada e intocable producción de Weise, cambien de opinión cuando vean la maravilla que el mago Spielberg se ha sacado de la chistera. Es la misma película de antaño pero distinta. Pura magia.
Larga vida al cine y larga vida a un director capaz de hacernos soñar y vibrar de nuevo 60 años después.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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