... sino otra cosa.

La gran maquinaria propagandística de Jólibud se ha puesto en marcha; difícil será no perecer aplastado por ella.

Spielberg (y Jackson) saben todo lo que se pueda saber acerca de cómo hacer películas; no soy tan imbécil que lo niegue. En esta nos abruman con su sabiduría fílmica y con su inigualable despliegue de medios.

Pero, ¿dónde está la sutil poesía del original? Se ha quedado en otro sitio, quizás asustada por tanta perfección tecnológica.

Esta película, recibida con grandes aplausos de la crítica, deja en este espectador una cierta decepción.

Si bien es cierto que los actores son de esos que siempre son agradables de ver, y que aquí están especialmente simpáticos representando sus caricaturas (sobre todo el británico sr. Craig, quien creo que en el original hace una exhibición de acento sureño de esas que los anglos tanto practican y admiran)...

...también es cierto que la película es demasiado seria y simple para ser una comedia bufa y demasiado simple y bufa para ser un drama de misterio; y que el director, demasiado ocupado en referencias y homenajes a sus antecesores, pierde el pulso y nos endilga media horita de más.

Pero puedes ir a verla sin reparos, amigo filmaffinitista.

Soy un poquito machista, "lo normal"; pero no me molesta ver a la sra. McCarthy y compañeras cazando fantasmas, ni comprendo cómo puede molestar a nadie. Al contrario: para controlar a los seres del más allá toda ayuda debe ser bienvenida. Más ahora, que parece que el sr. Murray se ha pasado al lado escéptico...

En serio, lo que sí me molesta es el abuso de metraje y efectos especiales que por momentos echa a perder lo que iba siendo una digna secuela y una agradable comedia absurda.

Amigo o amiga filmaffinitista: sea cual sea tu sexo, género y edad, si visionas esta película sin prejuicios disfrutarás de un rato de honesto esparcimiento:

Doña Ágata situó su fiesta de Jalogüín en la Gran Bretaña, pero hay que reconocer que Venecia es más fotogénica; así que el sr. Branagh se la lleva allá y la adorna con máscaras, canales y palacios.

Amigo filmaffinitista, lo diré sin rodeos: debido a lo pobre de la iluminación, a lo retorcido de la trama (un revuelto de lugares comunes trabado por los elementos de la novela original que se han conservado) y a lo confuso de la planificación en muchos momentos no sabía muy bien qué estaba pasando. ¿Culpa mía? Quizá; pero lo peor es que tampoco me importaba no saberlo.

Menos mal que al final, en un discurso de diez o quince minutos, Poirot/Branagh nos lo explica todo.

... que no complazca a casi nadie:

-Tómese un pellizquito de David Lynch y rebájese mucho, para que el gafapasta medio encuentre la película "demasiado fácil" y el palomitero medio la encuentre "demasiado difícil".

-Añádase abundante aderezo de David Byrne y póngase claramente a la vista, de forma que el mismo gafapasta no pueda jactarse diciendo a los compañeros de gafapastismo: "Ah, pero, ¿no os habéis fijado en la banda sonora? ¡Eran los Talking Heads!" (en cuanto al palomitero medio, probablemente no sepa quiénes son.)

-Espolvoréese con una ración generosa de Shon Penn vestido de rockero gótico pero, cuidado, monógamo, sobrio y bondadoso; así los amantes del malditismo -¡tan original!- no tendrán dónde agarrarse, los amantes del rock oscuro se sentirán traicionados y los fans de Sean (que también los habrá) sufrirán viéndolo bajo tan densa capa de harina.

En cualquier caso, Sorrentino, gracias por hacer esta película, y esperamos pronto volver a verte.