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Críticas de John Giraldo
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Críticas 115
Críticas ordenadas por utilidad
5
4 de julio de 2014
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La era de la extinción: Los transformers re-creados
Por: John Harold Giraldo Herrera
Docente Universitario y Periodista
[email protected]

Cuando una película es tan querida por el público, se hace esfuerzos por mantenerla vigente a como dé lugar. Los Transformers van por la cuarta versión en un intento por renovar su imagen y darle poderío con los adelantos tecnológicos. Ya no son estructuras y su brillo y velocidad resultan potentes. Lucen atractivos y su idea de salvarnos de ataques de máquinas foráneas ha causado un impacto mayor al de monstruos o alienígenas que invaden nuestro planeta. Saber que allá en el multiverso existen otros seres nos sacude acá abajo, pero el cine ha hecho creer que ellos vendrán a acabar con nosotros y eso seguro es producto de no saber ni siquiera vivir en comunión entre sociedades. En fin, el hecho es que las generaciones diversas crecen con un semi-dios terrenal, cuya vida y principios nos acercan: Optimus Prime.

Y ese semi-dios, cada vez es más parecido a un sacerdote. En esta versión lo comprobarán. Desde los confines de ese espacio sideral un ente nos alienta tener esperanza y mantener los bríos y las fuerzas para que la humanidad no se extinga, entonces los Transformers dejan su lado aventurero y de espectáculo y se adentran en una serie de mensajes forzados y que desvirtúan la esencia de estos artefactos con quienes hemos crecido.

Por supuesto, que no todo es un evangelizar, ni mantener la atención sobre el poder de los Autobots, cada versión nos concentra en algo específico y he acá un desvarío: la era de la extinción es doble: pueden acabarse los Autobots porque los humanos los están construyendo y renovados: con más fuerza y capacidad, así como la extinción se remite a los dinosaurios, esos otros seres que gravitan entre el mito, la leyenda, la realidad y los eslabones a descubrir. Mientras tanto los Decepticons, esos antagónicos, andan como en reserva de dar un ataque letal: inesperado y voluptuoso. Habría que decir: de chatarra y estructuras sólidas, no obstante, los artificios con los que nos moldean el capítulo 4 de los robots con inteligencia es el que están hechos por partículas que se desintegran y arman sin ningún problema. Y para ello, la otra inteligencia, la de la ambición y los desmanes de los humanos no tiene control, sobre todo para dar muestras de lo corruptos y detestables que somos como especie. En fin, ese es otro eslabón lleno de espinas, lo mejor es centrarse en que todo no es así.

La invención viene desde un individuo, que confinado en sus deudas y de cierto modo desprestigiado por sus fracasos, va a ser la pieza central de muestras de esperanza y de salvaguardar los valores humanos. Él es un inventor y convierte la chatarra en algo útil. Ahí va estar el principio rector de la era de la extinción: cualquier hecho que parezca como basura puede ser convertido en una invención digna de resolver situaciones y combatir ferocidades. Un polvo diminuto como lo vemos con los adelantos tecnológicos puede ser de avance.

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John Giraldo
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3
30 de agosto de 2013
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: John Harold Giraldo Herrera
Docente universitario y Periodista
[email protected]

Que el actor -¿sacerdote?- Jorge Enrique Abello sea el gancho mediático para atrapar espectadores que asistan al el estreno reciente de una película colombiana, eso no tiene precio. Uno no sabe qué pensar de esta película, que se anuncia como colombiana, es ideada por dos españoles cineastas con experiencia y sólo tiene un espíritu en mostrar las aparentes vicisitudes a modo de thriller de unas personas –turistas- en un hotel donde ocurre un crimen. Nada encaja, ni el desesperante clima que se le ve en la camisa sudorosa al detective del caso, como tampoco los personajes que se encaran uno a uno como si fueran salidos de un país inexistente o como si fueran turistas de un país inocente.

Si la idea era generar suspenso por un caso detectivesco, es muy extraño que se acuda a la comedia simple para matizar lo que no logra una historia de un crimen. Si la pretensión era desatar tensiones, no tenemos la menor idea de por qué lo obtenido son muchos nubarrones. Pero digamos que eso no importa, y nos centremos en el caso de una historia con fines cantinflescos. El director español explica que Cartagena le hizo variar cientos de veces el guión y el montaje, argumentando que fue una labor creativa. Y eso parece cobrar muchos desafíos. En cambio el espectador no se enfrenta a nada significativo, no hay ni siquiera que pensar en la trama, ni en el crimen, porque de entrada se encuentra resuelto, sólo es dejarse envolver por una serie de chistes sin mucho sentido. Parece entonces que lo acá imperante es el interés en comer crispetas y pasarlas con una gaseosa, lo demás sobra.

Es una película muy limpia, demasiado pura, es decir, se escabulle de cualquier contexto, si es de un thriller pasa de alto por corresponder con un criterio favorable del género; lo único que no olvida es el escenario del mar, evita involucrarse en temáticas problemáticas y asume la pretensión de salirse con las suyas sin ni siquiera darnos pistas de cada uno de sus personajes; se trata de una pareja –dispareja en edad- que quiere descansar, o de unas españolas –amigas aventureras- que desean conseguir encuentros divertidos, o de una mujer que se dedica a leer sin nada más que hacer, un fugitivo barbado acechado por su pasado, y un empresario de un hotel como si fuera una caricatura. En fin, nadie logra generarnos empatías como tampoco lo contrario, estamos ante una película ligera donde olvidarse de pensar es la regla.

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John Giraldo
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5
18 de julio de 2013
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: John Harold Giraldo Herrera
Docente universitario y periodista
[email protected]

El cine se ha obsesionado con el tema de que algo, alguien, unos cambios o unas invasiones, entre otras razones podrían ser la causa para que se termine el mundo, que la humanidad se encuentre amenazada es un índice muy recurrente en muchas películas. El temor, la aventura, los riesgos, la abundancia de héroes son una fórmula efectiva para contar una historia y mantener a unos espectadores cautivos. El titán Guillermo del Toro nos trae una película cuya idea es sugestiva: unos monstruos, llamados Kaiju, empezaron atacando al mundo y ahora sus fuerzas van en avanzada, de manera que algo los debe detener.

Así a secas eso sería bastante trivial. Sin decir que la película se encuentre del todo saldada, ya que no es claro, cuál es la intención de esta plaga amenazante de acabar la tierra, tampoco sabemos cómo fueron hechos sus contrincantes, una especie de transformes recargados, y con una alta tecnología que no es del todo contextualizada, salvo que los manejan humanos que se fusionan neuronalmente para ser más fuertes, llamados Jaeger. Lo claro, es que ante unos monstruos imbatibles, era necesario hacer unos similares con tal de contrarrestar el fenómeno y devolverle la tranquilidad a la humanidad, ya que se probó de todo y no funcionó.

Tampoco nunca estará a salvo en el cine la tierra ni los humanos, algo tendrá que afectar para justificar un sinfín de historias. Ahora, la película de Titanes del Pacifico es entretenida, saber cómo se defenderán del temor la hace atractiva, y contar con una especie de liga de la justicia global –los pilotos de los soldados que combaten los Kaiju- la convierte en poderosa aunque estereotipada.

Si no fuera hecha por Guillermo del Toro sería tan sólo un bocadillo de entretenimiento, pero su sello como director no deja de incorporar la intriga, un elemento muy clave de su cinematografía, lo encriptado y enigmático, no en vano ha hecho El espinazo del diablo (2001), El orfanato (2007) y Mamá (2012) por citar solo unos ejemplos, aún con más fuerza y vehemencia nos encontramos con El laberinto del fauno (2006) donde hay denuncia, mitos, misterio. Del Toro alterna este tipo de películas con las de pura diversión, ya había hecho en el 2006 a Hellboy que derivó en una saga y hablando de ellas prepara la nueva entrega como guionista del Hobbit para el 2014, y ha hecho las veces de productor en películas animadas como El gato con botas (2011). En fin es un director que incursiona en dos bandas, pero que mantiene su línea. No dejan de ser de diversión las de intrigas, y las de diversión algo enigmático las recubre.

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John Giraldo
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6
27 de enero de 2013
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: John Harold Giraldo Herrera
Docente y periodista universitario
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Algo pasa en Hollywood, llevamos décadas de promoción a ultranza del individualismo. Por doquier hay películas donde los superhombres, los sobresalientes ejercen la salvación del mundo o imponen su modelo de vida. Pero la visión de un individuo capaz y todo poderoso ha variado. Hollywood ha mostrado, con cierto asombro, que es necesario agruparse. Los Vengadores, una especie de Liga de la Justicia, no son capaces de contrarrestar el mal, por tanto unieron sus fuerzas. Ahora los engalanados símbolos de las fiestas gringas, como papa Noel, el Conejo de Pascuas, el Hada de los Dientes, Sadman (o el hombre de arena o de los sueños), por necesidad de existencia deben vencer al Coco (Pitch en inglés), el infalible generador de pesadillas en los niños. Uno solo puede hacer más daño, que muchos individuos juntos. El mal se posa como superior entonces unir fuerzas es lo necesario para impedir que surja en el mundo.

El Origen de los Guardianes es una sensación de taquilla. Muchos espectadores al verla aplauden al termino de esta. La maldad se combate y el bienestar triunfan y así todos salen felices para expandir la tradición de festejo de costumbres hechas para “avivar” épocas, otros dirán para tener justificaciones con las cuales se fomentan más el mercado. La película se convierte en un artefacto mediático hecho con una potencia melodramática insuperable, propia para rescatar unas leyendas con las que edificamos relaciones en el mundo. Y ahora, resulta que un uno de esos héroes que nos alegran la vida, es reivindicado con tal fuerza como para nunca olvidarlo, el juguetón Jack Frost.

El mundo en las películas de Hollywood nunca está tranquilo, es solo un ideal que se resquebraja. Entonces, el Coco acecha y quiere cobrar venganza por ser marginado, -ya nos han contado cómo se vengan los personajes malignos de los cuentos, por ejemplo en Shrek resultan inofensivos y solidarios, pero Pitch no quiere dejar de ser, y cansado de ser un marginal, decide atacar para que los niños tengan pesadillas. Y todo se basa en la creencia, si no mantienen su fe, entonces cada uno de los héroes perderá su lugar y tendrá que verse abocado al olvido. Los niños sienten temor, una extraña sensación de verse inermes, mientras el Coco va haciendo de las suyas.

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John Giraldo
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10
15 de octubre de 2013
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: John Harold Giraldo Herrera
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Docente universitario y periodista

Gravity o Gravedad es una película espeluznante, al tiempo es asombrosa. Por un lado sentimos lo diminuto y simple que es el planeta tierra, como también asumimos el esplendor de una vista desde una ínfima ladera donde tres astronautas realizan unas labores en una estación espacial. Allí en medio de chanzas y el trabajo, puede uno sentir la impavidez de estar por fuera de la tierra, la película toda es un dar vueltas, un mareo constante, una hazaña de experimentar la gravedad. En últimas es un espectáculo visual y una agonía emocional. Un fuerte sacudón existencial.

El creador de esta conquista espacial cinematográfica es un mexicano: Alfonso Cuarón. Quien ya nos había colonizado con títulos como: Los hijos del hombre (2006) o Y tú mamá también (2001) y una infaltable en la que hace las veces de productor: El laberinto del fauno (2006). Pero esta de Gravity es sin duda la más importante de su carrera. No por haber salido hacia fuera del globo terráqueo, sino por hacer una película que siendo recién estrenada se convierte en clásica de la Ciencia Ficción, y además conmueve por lo terrorífica que es, al poner a flotar la condición humana, esa sí que da vueltas, se estrella, se aferra algo para seguirla expandiendo. Quizás allá desde arriba se contemple lo míseros que somos como especies frente al torrencial y abismal espacio. Pero somos igual de esperanzadores batallando por nuestra existencia. Un cúmulo de contradicciones somos, y eso se descubre mejor al estar separados de nuestro vientre: la casa que habitamos, la nave interplanetaria desde donde viajamos.

Gravity es una de las pocas películas en las que uno siente lo que allá fuera se vive. Parece una película sencilla, cuando es todo lo contrario. Cuarón nos pone todo el tiempo en situación de clímax, cualquier mínimo aleteo de los personajes nos hace reír, o en asombro, o a vibrar con estar por ahí sin rumbo, sin estación: desprendidos de lo único que ata a esos viajeros surcando el infinito espacio. Caramba, queda uno como levitando, con la sensación de tierra firme pero con los pensamientos distraídos ante lo pequeños y al ver lo vulnerable que es nuestra especie. Los tres astronautas, hablan de ese viaje como insuperable, aunque siempre traumático. Saberlos allá y poder ver lo que viven es tan fatal como enriquecedor.

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John Giraldo
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