A esta película se le critica mucho el hecho de buscar la perturbación barata a través del final (eyaculación con sangre, castración de clítoris con tijeras), adjudicándolo al excesivo ego de Lars von Trier y lo pretencioso que suele ser. Yo pienso que si ser pretencioso es proponer cosas nuevas, tratar de ir por todo con tal de transmitir una idea, un concepto o una propuesta, pues necesitamos más directores pretenciosos.

En lo personal esos momentos independientemente de que me resultaron inquietantes y profundamente perturbadores incluyendo la segunda vez que vi la película, los consideré secundarios y son solo ilustraciones de la descomposición del personaje de Gainsbourg, quien posesionada por esa maldad queda presa de la lujuria y la locura. Lo verdaderamente polémico está en la propuesta acerca de la “maldad” que por naturaleza tiene la mujer, yo lo percibo más como que no hay tal maldad, lo que hay es simplemente naturaleza en su estado más crudo y violento expresado en el cuerpo de la mujer que en este caso, al querer “revelarse” o salir de su destino de “bruja” o “hermana” del resto de mujeres que habitan en el bosque y manejan los elementos (“las hermanas pueden provocar una tormenta de granizo”), la naturaleza se reveló contra ella, y su recurso fue provocarse su propia muerte, quizá la castración fue un acto consciente para quitarse a sí misma el placer sexual desenfrenado e incontrolable que la “naturaleza” le provocaba y que provocó la muerte de su hijo (la deformidad en sus pies provocada por ella, pudo provocar su caída, además de que la lujuria la poseía mientras veía a su hijo caer). La única salida era buscar la muerte. Aquí puede decirse que hay una profunda misoginia, pero bueno, cuando alguna mujer sea asesinada a causa de esta película tal vez entonces tal debate tenga importancia.