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España España · Madrid
Críticas de Eduargil
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Críticas 139
Críticas ordenadas por utilidad
6
10 de junio de 2018
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Tiempos de Luz Menguante está dirigida por el veterano de cine y televisión Matti Geschonneck y escrita por el eminente guionista alemán Wolfgang Kohlhaase. Es un drama desarrollado en un pequeño escenario. Una reunión familiar claustrofóbica poco antes de la caída del Muro de Berlín, donde se refleja el desvanecimiento del sistema comunista a través de una familia cada vez más quebrada y dividida. Una historia de sueños fallidos e ilusiones destruidas en el contexto de un régimen colapsado.

Nos situamos en Berlín, 1989. La República Democrática Alemana está llegando a su fin, pero parece ser que no todos se dan cuenta. El resplandor de la utopía comunista parece que se desvanece. Cada vez más jóvenes huyen a la República Federal de Alemania y el viento del cambio sopla en numerosos estados del bloque oriental.

En este entorno, En Tiempos de Luz Menguante, pone el foco en los preparativos y el desarrollo de la fiesta de cumpleaños del patriarca de la familia Powileit, Wilhelm (Bruno Ganz). En un escenario comprimido, casi claustrofóbico se reúnen cuatro generaciones y muchos miembros del Partido de los Trabajadores. Wilhelm todavía cree fervientemente en sus valores idealistas y socialistas, aunque las siguientes generaciones están llenas de dudas, como su nieto Sascha (Alexander Fehling), que ha huido al otro lado del muro, al capitalismo occidental.

La mayoría de los presentes en el acto se encuentran allí más por un sentido del deber que por devoción o amor. Además Wilhelm no tiene muchas ganas de celebrar nada. Demasiada gente está allí, incluso algunos que él no conoce en absoluto. A pesar de la obstinación del viejo patriarca, su esposa Charlotte (Hildegard Schmahl) está haciendo todo lo posible para garantizar que la celebración sea un éxito. Sin embargo, la amenaza de catástrofe absoluta sobrevuela cada vez más cerca a la reunión familiar, debido a la huida de Sascha. Pero esto no debe conocerlo nadie para evitar un escándalo.

En la familia tampoco están muy contentos algunos miembros. Irina (Evgenia Dodina), la madre de Sascha es una mujer amargada que cura sus heridas con el vodka desde hace mucho tiempo, y Charlotte, la esposa de Wilhelm, muestra la tensión y frustración de vivir a la sombra de su marido.

En un momento de su carrera, Wilhelm Powileit pensó que lo enviarían a México para ayudar a asesinar a Trotsky. Al menos eso hubiera sido un logro. En cambio, sus superiores se olvidaron temporalmente de él. Fue una de las muchas desilusiones en su carrera. A pesar de ello, sigue siendo fanáticamente leal al Partido Comunista, y observado en su cumpleaños desde un prisma diferente, por un desfile de funcionarios generacionalmente más jóvenes. Sin embargo, la deserción de Sascha solo personaliza lo que todos los invitados ya saben: los días de la Alemania del Este como territorio estalinista están contados.

El guionista Wolfgang Kohlhaase ha decidido condensar la historia familiar de 50 años de la novela de Eugen Ruge en una fiesta de cumpleaños, en la que están representadas todas las generaciones. Una decisión valiente porque la novela de Ruges no termina en 1989, sino que se extiende hasta el año 2001.

Las tramas y los conflictos convergen desde diferentes perspectivas en esta celebración de cumpleaños, condensando la imagen de una sociedad que se hunde, irónicamente, en las habitaciones de Wilhelm y Charlotte. De los miembros de la familia, de su historia y vida, sin embargo, los espectadores sabemos muy poco. Quizás esto sea uno de los puntos débiles de En Tiempos de Luz Menguante al restar perspectiva para comprender mejor a los personajes.

La casa de la familia Powileit impone una atmósfera cada vez más claustrofóbica, anticuada y arcaica. Esto se refleja en el maravilloso diseño del interior de la casa. En todas partes hay pequeños detalles de una vida larga y obsoleta. Una casa recargada, extravagante, llena de recuerdos de un tiempo anterior. Un hogar que también resulta opresivo, enmohecido, francamente agobiante, sin vistas al exterior.

Toda la acción se ubica en un solo día. Un enfoque simplista pero efectista, en un entorno modesto y con una reducida inversión en actores. Matti Geschonneck realiza un buen trabajo al equilibrar con éxito el drama con la comedia, fluyendo a la perfección los dos géneros, e incluso desviándose al ámbito de la farsa a veces.

Aunque el fondo de los temas y las emociones tratados En Tiempos de Luz Menguante requieren la mayor seriedad posible, la delicada situación en la que se encuentra la sociedad alemana del momento, es retratada eficazmente por una serie de elementos cómicos: una iguana disecada, un policía local que nunca puede llegar al baño y una mesa desvencijada llena de comida.

Los momentos más extraños, atípicos y extravagantes se mezclan con otros más reflexivos. Escenas que nos pueden hacer sonreír se entremezclan con otras más amargas que hablan de vidas mal hechas, privaciones, decepciones y pérdidas.

Los reducidos escenarios de En Tiempos de Luz Menguante, que se limitan prácticamente a la casa de William y Charlotte, dan a la película un indudable sabor teatral. Sinceramente, por los temas tan interesantes abordados y por ser la adaptación de una novela de éxito con varios premios me esperaba bastante más. Quizás intentar condensar la historia de 50 años de una familia en un solo día, a pesar de ser una decisión valiente, deja muchos cabos sueltos, y la sensación de que falta algo más.

https://cinemagavia.es/en-tiempos-de-luz-menguante-pelicula-critica/
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6
11 de junio de 2017
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
I Am Not a Serial Killer del director irlandés Billy O’Brien, consiguió el Premio a la Mejor Película en la Sección Panorama del pasado Festival de Sitges, además de, Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actor (Max Records) en el Festival de Cine de Terror de Molins de Rei 2016. La historia de un joven sicópata que lucha por frenar sus impulsos homicidas, al mismo tiempo que persigue a un asesino en serie suelto por la ciudad, está protagonizada por Max Records (Donde viven los Monstruos), Laura Fraser (Destino de Caballero) y Christopher Lloyd (saga Regreso al Futuro). Estreno 16 de junio.

La historia de I Am Not a Serial Killer se centra en John Wayne Cleaver (Max Records), un adolescente que lucha contra su personalidad asesina, contra una voz diabólica que lo pueda conducir a la locura y a un deseo irrefrenable para matar a alguien. Está diagnosticado como psicópata al cumplir la tercia de rasgos de la personalidad que conforman el denominado Conjunto McDonald o la Tríada de MacDonald. Se trata de la teoría formulada por el psiquiatra forense neozelandés, John Marshall MacDonald, y publicada en 1963 en la revista American Journal of Psychiatry, según la cual, hay tres características comunes en la mayoría de psicópatas y sociópatas: enuresis nocturna, piromanía y maltrato animal.

John Wayne Cleaver consciente de su disfunción lleva un estricto seguimiento médico con visitas regulares a un psiquiatra (Karl Geary), además controla cuidadosamente su comportamiento con una serie de reglas, cuyo fin es mantener sus propios instintos asesinos bajo control y llevar una vida adolescente normal. No es tarea fácil para John al ser el blanco de los matones de la escuela, que lo provocan constantemente y cuestionan sus tendencias homicidas. Al mismo tiempo, John está obsesionado y fascinado por célebres asesinos en serie como Dennis Rader (el asesino BTK) o Jeffrey Dahmer, de los que se documenta y recopila información, para luego dejar sus reflexiones en especie de ensayos sobre la personalidad de cada uno de ellos.

La presencia en la pequeña ciudad de una serie de extraños asesinatos, con brutales mutilaciones como denominador común, parece indicar la aparición de un asesino en serie. La obsesión de John por estas muertes y la detección de algunas pistas perdidas por la policía, hacen que se embarque en una investigación para dar caza al criminal suelto por la ciudad, y a participar en un mortal juego del gato y el ratón con un enemigo insólito, así como a luchar contra sus propios demonios internos. Estos asesinatos irónicamente contribuyen a aumentar los ingresos del negocio de su familia, una morgue. En ella, John ayuda a su madre (April Cleaver) en el proceso de preparación de los cadáveres antes del servicio funerario.

En lugar de mantener la intriga hasta el final, la identidad del asesino se revela rápidamente en I Am Not a Serial Killer. Con este aspecto, se crea cierta sensación de que Billy O’Brien y su guionista Christopher Hyde podrían haber alargado un poco más la incertidumbre a la hora de enseñarnos al homicida, y de esta forma haber conseguido intensificar más la tensión y el clímax. Sin embargo, el interés de la película se centra en la forma que tendrá John de elaborar trucos ingeniosos para derribar al monstruo asesino ya que cuando avisa a la policía sólo conduce a más víctimas.

Con I Am Not a Serial Killer tenemos la percepción de estar viendo una original e intrigante B-Movie (o cine de serie B) con ambiente de los años 80, en gran parte por estar filmada en 16 mm y por ciertas pinceladas de humor negro distribuidas de forma ingeniosa a lo largo del metraje. Es una película difícil de catalogar ya que ni sigue la estructura de un film de asesinos en serie ni tampoco se la puede etiquetar como una cinta propiamente de terror, y esto que, en teoría, puede dificultar notablemente su comercialización, sin embargo, para mí, es donde reside su originalidad e interés y lo que convierte a I Am Not a Serial Killer, en un elegante y seductor thriller.

Billy O’Brien tiene la habilidad de encontrar diferentes maneras de hacer que lo trivial parezca amenazante, y su director de fotografía Robbie Ryan la maestría para usar con efectividad los contrastes de luz y sombras. Esta película de cine indie optimiza de forma increíble su modesto presupuesto de menos de un millón de euros con una más que digna producción y, consigue que su final a penas se resienta, a pesar de sus limitaciones, a la hora de filmar con imágenes generadas por ordenador (GGI).

Cuenta también con la esplendidas actuaciones del veterano actor, Christopher Lloyd, al que todos asociaremos rápidamente como el profesor chiflado de la trilogía del Regreso al Futuro, y la de un joven actor, Max Records que, en Donde viven los Monstruos (Spike Jonze, 2009) ya dio muestra de su saber hacer. Excelente duelo interpretativo mantenido por ambos, con una actuación cuidadosamente contenida de Max Records, y un genial Christopher Lloyd, en un papel muy diferente al que nos tiene acostumbrados, retratando a un vecino bondadoso, afable y débil que vive al otro lado de la calle. Sin embargo, más tarde, conoceremos su verdadera y siniestra personalidad.

La peculiar atmósfera de suspense generada por sus paisajes nevados, el tono de la trama salpicado de comedia negra y su rodaje en Minnesota nos recuerda irremediablemente a Fargo. De alguna manera podríamos decir que I Am Not a Serial Killer se sitúa a medio camino entre la obra maestra de los hermanos Cohen, la exitosa serie de Netflix, Stranger Thing y alguna de las muchas adaptaciones de novelas de Stephen King. A pesar de todo, al final, me queda la sensación de oportunidad desperdiciada, quizás, por la falta de medios y, porque hay muchas subtramas abandonadas sin desarrollar.

Cinemagavia http://cinemagavia.es/critica-pelicula-i-am-not-a-serial-killer/
Eduargil
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7
26 de mayo de 2017
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El trepidante thriller político, El Caso Sloane, dirigido por John Madden ( Shakespeare in Love, El Exótico Hotel Marigold o La Deuda) ofrece una profunda reflexión sobre el mundo de los grupos de presión o Lobbys , y como afecta su actividad en las políticas de los gobiernos, en este caso concreto, en la política de los Estados Unidos sobre la legislación relacionada con el control de armas. Protagonizada por Jessica Chastain, una feroz lobbista que se enfrentará al todo poderoso Lobby de las armas. Estreno el 19 de Mayo.

El Caso Sloane ofrece una profunda reflexión sobre el mundo de los grupos de presión o Lobbys y cómo afecta su actividad a la política del gobierno norteamericano y en concreto a la legislación relacionada sobre el control de armas. Este es uno de los temas más polémicos en los Estados Unidos, gracias a los derechos consagrados en la Segunda Enmienda. El estreno de este thriller político de John Madden sobre una feroz y ambiciosa lobbista atrincherada en una brutal batalla contra la poderosa industria de fabricación de armas dominada por hombres resulta de lo más oportuno en un año donde en Estados Unidos se han celebrado unas polémicas elecciones presidenciales en las que una candidata femenina experimentada perdió ante un oponente masculino novato y en teoría, poco cualificado.

La película contiene una historia sólidamente escrita y magníficamente construida de una lobbista calculadora, fría, amoral y que nada la detendrá con tal de conseguir ganar. Aunque no es fácil seguir el argumento de la película por el ritmo rápido de la narración y por sus abundantes diálogos, con mucha información técnica, nos presenta a Elizabeth Sloane (Jessica Chastain) una agresiva y feroz lobbista de una poderosa firma de Washington, a la que le importan muy poco las reglas y menos aún las personas para lograr sus objetivos, que arriesga su reputación y su carrera para enfrentarse al grupo de presión más poderoso del país. Para ello, se verá obligada a cambiarse a una firma mas modesta y con menos recursos pero defensora de una ley en el Senado para el control de armas. A partir de ahora su mundo y su vida estarán muy seriamente amenazados.

La versátil actriz Jessica Chastain es la pieza central del film con una actuación mas que sobresaliente, nominada por este excelente trabajo en los pasados Globos de Oro a la Mejor Actriz en película dramática y simplemente por ello merece la pena ir al cine a verla. Su maravillosa actuación se verá reforzada por el apoyo de un elenco de magníficos actores a su alrededor, entre los que destacan, Sam Waterston en el papel del malvado George Dupont como cabeza visible de la primera y poderosa firma donde trabajó Sloane, John Lithgow como el congresista coaccionado y obligado a tomar una dura decisión y Mark Strong en la piel de Rodolfo Schmidt como el jefe honesto y con principios de la nueva y modesta firma. También hay que hacer una mención especial a Gugu Mbatha-Rawuna como Esme Manucharian, componente esencial del grupo de trabajo de Sloane con un pasado traumático.

La historia de El Caso Sloane se puede perfectamente extrapolar a otros países occidentales, como por ejemplo, el nuestro, y poner los pelos de punta del espectador si se para a pensar por un momento, en la posibilidad de que alguna vez se hayan podido aprobar leyes en los Ayuntamientos, Comunidades o en el mismo Parlamento gracias al apoyo de ciertos grupos de presión, bajo la sombra de la corrupción y con unos intereses cuya finalidad no es precisamente mejorar nuestra sociedad. El ingenioso guion de la película puede realizar un buen trabajo en nuestra mente para alimentar esa exasperación.

Esta detestable ética es el telón de fondo de El Caso Sloane donde vemos a dos grupos de presión luchando entre sí por obtener votos de los senadores utilizando todo tipo de artimañas para conseguir unos que el proyecto de ley sea aprobado y otros para detenerlo. A simple vista parece una lucha bastante desigual, David contra Goliat, donde el poderoso grupo defensor de las armas estará más preocupado en todo momento en destruir a Sloane que en la negociación política, utilizando todas sus influencias y dinero. Mientras que, las armas de Elizabeth Sloane son su astucia y un slogan repetido constantemente por ella que llevará siempre a la práctica: anticiparse siempre a su contrario.

El magnífico engranaje del guión de Jonathan Perera no termina nunca de dejar claro, intencionadamente, de cuales son los verdaderos motivos de la decisión de Sloane para defender esta Ley y enfrentarse al poderoso Lobby, ¿ Por principios, o por un reto personal?. Claramente busca crear una incertidumbre más, a las muchas existentes a lo largo de toda película para confundir al espectador, avivar la tensión y la intriga, y así, de esta manera, mantener todo nuestro interés hasta el final.

Cinemagavia http://cinemagavia.es/critica-pelicula-el-caso-sloane/
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8
26 de febrero de 2017
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ciudad sagrada del Ganges, Benarés, será el centro sobre el que gira Masaan, drama sobre dos familias castigadas cruelmente por jugar con las tradiciones morales. La primera historia cuenta como una joven universitaria experta en informática llamada Devi, tras un trágico encuentro sexual con su amante en una habitación de hotel es arrestada por la policía. El jefe de la comisaria que lleva el caso procede a extorsionar a su padre para enterrar el escándalo. El anciano, exprofesor universitario que ahora regenta un pequeña tienda de baratijas en los ghats, pierde el sentido moral al utilizar a Jhonta, un niño solitario en busca de una familia, para saldar la deuda con el policía. En la segunda, Deepak, estudiante de ingeniería y perteneciente a la casta baja cuya familia incinera cadáveres en los ghats, se enamora de Shaalu, una chica de casta superior. Ambas historias tienen un nexo de unión basado en el amor y el dolor de una pérdida.

Los protagonistas de ambas historias representan a una generación mas joven, moderna y abierta, conocedores de las redes sociales y la tecnología, constreñidos por las barreras sociales de género y casta que rigen todavía en la sociedad india y que están dispuestos a romper en la búsqueda de su felicidad. Devi es una joven de carácter fuerte, sin miedo, no piensa que deba pedir disculpas por sus acciones, tan solo se siente mal en su interior por el destino de su amante. Shaalu, al tiempo que revela que sus padres nunca permitirán una boda con Deepak, le asegura que ella va a fugarse con él si para ello se esfuerza en sus estudios y consigue encontrar un trabajo. Deepak está buscando la manera de escapar de su linaje y de una vida marcada por apalear cadáveres. La película nos presenta dos historias paralelas cuyos contenidos tratados de forma lírica y desgarradora convergen en un precioso y culminante punto donde dará comienzo un nuevo viaje que partirá de Sangam.

La muerte ocupa un lugar preponderante en este film de Neeraj Ghaywan cuyo título traducido al castellano significa ‘Crematorio’ por las famosas escaleras de piedra de Benarés que descienden al río, los ghats, en donde se realizan decenas de crematorios todos los días con las piras de fuego apenas separadas entre sí por unos pocos metros. Solo una determinada casta tiene el privilegio de poder ser incinerado allí para que sus cenizas puedan mezclarse con las aguas sagradas del Ganges. También se trata de un lugar de peregrinación donde acuden muchos enfermos a morir y así dar fin a su ciclo de reencarnaciones según las costumbres hindúes, o para darse baños purificadores.

Un preciso y matizado guion de Varun Grover y una buena realización de Neeraj Ghaywan establecen una realidad mas precisa y auténtica de la ciudad sagrada de Benarés, alejada de las típicas versiones edulcoradas bollywoodienses, de colores brillantes, con múltiples escenas de bailes y canciones destinadas preferentemente a un amplio público en busca de entretenimiento y evasión a sus problemas cotidianos. Aquí se nos presenta un convincente mundo donde la modernidad y la tradición están en un continuo enfrentamiento, un choque de trenes originado por los conflictos que se le plantean a la juventud india en el debate entre la herencia de las tradiciones y las exigencias de un estilo de vida occidentalizado. Un motivo brillante y original a destacar en el guión parte del hecho que Devi no justifica su cita sexual con una historia de amor emocional, sino que accede a tener relaciones íntimas con alguien que apenas conoce solo por curiosidad e incluso, eso es exactamente lo que declara a la policía.

A pesar de algunos giros que dan la sensación de ser forzados, la trama cumple con todas las expectativas creadas ofreciendo una visión crítica de la sociedad actual india. Sin utilizar escenas de miseria, la película revela las contradicciones del sistema de castas que nos obliga a pensar y no juzgar. Nos invita a plantear muchas preguntas sobre la represión sexual, el patriarcado, las desigualdades de género y de casta, el arrepentimiento y la redención. Todo ello enmarcado con una espectacular fotografía de Avinash Arun Dhaware captada en los maravillosos amaneceres, la disparidad de luz y color que se reflejan en las aguas del rio, los tonos tristes, grisáceos y oscuros durante las piras de fuego que contrastan con la alegría, el colorido y el bullicio de sus calles.

CINEMAGAVIA
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7
3 de enero de 2017
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se centra en Seok Woo (Yoo Gong), un padre divorciado y gestor de fondos demasiado ocupado siempre con su trabajo que apenas encuentra tiempo para estar al lado de su hija Soo-an (Kim Soo-ahn). Es el cumpleaños de Soo-an y su mayor ilusión es visitar a su madre que vive en Busan. A pesar de la negativa inicial de Seok Woo a conceder el deseo de su hija, termina aceptando para compensar su fracaso como padre. Al ser un viaje de tren muy largo, la distancia desde Seúl hasta Busan es de 442 kilómetros, el padre decide acompañar a la pequeña en el trayecto porque no quiere que viaje sola. Justo antes de empezar el viaje aparecen noticias de violentos disturbios que estallan por toda la ciudad. Rápidamente se constata que estos disturbios son debido a un brote viral que transforma a los seres vivos en zombis, y no tardaremos en darnos cuenta de que el tren no es ajeno a todo lo que ocurre en el exterior porque una chica infectada consigue subir al interior poco antes de emprender el viaje. Parece que la única parada segura de tren se encuentra en Busan.

Los aficionados al cine de zombis disfrutarán muchísimo con esta película y no se sentirán defraudados porque reúne todos los ingredientes propios del género, además de una magnífica realización, en cambio, los que son profanos en la materia y no sientan devoción por este tipo de cine pasarán como poco dos horas de mucha tensión muy entretenidos. La acción posee un ritmo trepidante y frenético desde el momento en que se pone en marcha el tren rumbo a Busan, cuando un pasajero contaminado por un virus que crea zombis inicia una espiral de infecciones y violencia con persecuciones constantes a lo largo de los vagones. Los espacios pequeños, estrechos y en ocasiones oscuros cuando el ferrocarril pasa por un túnel, generan un clima claustrofóbico y angustioso que nos recuerda de forma irremediable al éxito comercial coreano, Rompenieves (2013) del director Bong Joon-ho, donde los vagones de un tren eran el refugio para los únicos supervivientes de la tierra.

Es una película inteligente y elaborada, donde Yeon Sang-ho parece tomarse el asunto más en serio de lo que nos tiene acostumbrado este tipo de films y con un nivel más alto de otras recientes como Guerra Mundial Z (2013), la saga Zombis Nazis (2009, 2014), Maggie (2015)….. ya que consigue mantener un cuidadoso equilibrio, entre el drama humano con unos personajes muy bien desarrollados, la acción y ciertas escenas gore. A pesar de que los personajes que aparecen son los típicos del género, se percibe el esfuerzo y el interés del director por emplear el tiempo suficiente para confeccionar sus personalidades y diferentes puntos de vista, dotarlos de gran fuerza y autonomía, de establecer una precisa interacción entre ellos durante toda la acción, y de esta manera se logra que los tomemos en serio y nos importe todo lo que hagan y les suceda. El personaje principal, Seok Woo, poco a poco va evolucionando, de manera que la gestión de las cuentas de inversión dejan de ser su prioridad para centrarse exclusivamente en salvar la vida de su hija, y además, pasará de preocuparse de si mismo como le echa en cara su hija para fijarse más en los demás.

Uno de los personajes de Train to Busan, un mendigo traumatizado por haber presenciado el ataque zombi en la estación central de Seúl, nos sirve de enlace con la película de animación Seoul Station, una especie de precuela donde Yeon Sang-ho narra los mismos acontecimientos pero solo focalizado en el inicio de la expansión del virus, entre marginados, prostitutas y mendigos que viven alrededor de la estación central. Las frecuentes escenas de acción están muy bien coreografiadas, y aunque la mayor parte de ellas se desarrollan en el interior del tren aparecen algunas en el exterior para mostrarnos fundamentalmente el caos existente también fuera.

Todas mis críticas en:
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Twitter: https://twitter.com/Fianchettoedu
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