Hacer una película sobre viajes en el tiempo y no caer en alguna paradoja temporal es, directamente, imposible. Es decir, si le queremos buscar los tres pies al gato seguro que se pueden poner pegas al argumento de esta película y de cualquiera del ramo. Dicho esto, hay que decir que Los cronocrímenes, con un presupuesto ínfimo, es una película que intriga desde el comienzo hasta el último plano, hay que decir que es arriesgada, compleja, siniestra y finalmente precisa y milimétrica. Es, seguramente, lo mejor que se ha hecho en España en sci-fi en toda la historia, aunque quizá eso no tenga demasiado mérito, pero es que es así, si alguien piensa que puede resultar exagerado el comentario al Top Filmaffinity me remito.

Obra pues, nada desdeñable y muy aplaudible de Nacho Vigalondo, que adquiere mayor importancia si cabe observando el panorama cinematográfico español de la última década, plagado de más de lo mismo y de una alarmante falta de calidad.

¿De qué va?:

A mediados del siglo XIX un escritor viaja en tren de Moscú a París cuando, tras una parada, se topa en su vagón con una bella joven de la que queda prendado. Cuando ésta se apea en Wiesbaden la sigue hasta el casino donde descubre que se trata de una jugadora de ruleta impenitente. Él, que es contrario al juego, tratará de reconducirla por el buen camino, pero su curiosidad como escritor, el ambiente de la ciudad y una deuda contraída por el padre de ella con el dueño del casino harán que termine sentándose en la ruleta para probar fortuna...

Crítica:

Magnífico drama que profundiza en el terreno del juego y la ludopatía con un acierto incuestionable. Apoyándose en dos monstruos como Gregory Peck y Ava Gardner que actuaban juntos por vez primera, Siodmak construye un relato perfecto acerca de la iniciación al juego y como éste puede llegar a dominar al ser humano a su antojo hasta conducirle a la destrucción. En este sentido la película es totalmente atemporal, el escenario puede ser un casino del siglo XIX o una casa de apuestas virtual del XXI.

Un solo pero, la moralina religiosa está metida con calzador y no viene a cuento para nada.

Una de las películas mas peculiares del genio neoyorkino, con algunas características que posteriormente Allen ha seguido utilizando con frecuencia, como el montaje desestructurado, a menudo caótico, el sentido del humor caústico marca de la casa o las numerosas licencias narrativas como que los personajes hablen directamente a cámara o asistan en escena a acontecimientos pasados que se reproducen ante sus ojos por arte de magia. Todo se le perdona porque esas licencias no hacen sino mejorar el conjunto de una obra compleja, muy pesimista como siempre en las relaciones de pareja, y enormemente rítmica. Desde el primer plano, con Woody hablando a cámara acerca de su concepción de la vida, la película no da un respiro, y se sumerge de lleno en una serie de comentarios ingeniosos para la posteridad, alguna que otra referencia cinéfila y multitud de escenas entre Allen y Keaton con una química impresionante y que sentarían las bases para la nueva comedia neoyorkina de finales de siglo, más mordaz, desinhibida y acorde a los nuevos tiempos.

¿De qué va?:

Una adolescente que ha sido asesinada ejerce de narradora de la historia de su familia, tanto antes del incidente, como durante y después, ya que al estilo del Patrick Swayze de Ghost se queda un tiempo en la tierra para ver qué sucede con ellos.

Crítica:

Entretenida película con un comienzo muy prometedor que por desgracia se trunca después con un desarrollo un tanto espeso. La parte de drama creo que es la que mejor funciona pese a su excesivo azucaramiento, pero incluso Walhberg me convence por una vez y el hecho de que la chica sea la que cuenta la historia justifica en parte el exceso de glucosa. Al fin y al cabo las adolescentes romanticonas es lo que tienen. Otra cosa es si hablamos de la parte de thriller, porque ésa no funciona en más de una ocasión y es la que tira abajo la película con un par de escenas muy mal desarrolladas pese a la buena labor de un inquietante Tucci. En cuanto al tema fantástico y esotérico, pues ni frío ni calor, bastante innecesario y grandilocuente en su mayor parte, me parece a mí. Tampoco ayuda desaprovechar totalmente a Susan Sarandon, que aún no sé qué carajo pinta en la historia.

A ratos inquietante pero a ratos tan excesivamente dulzona como una dieta compuesta en exclusiva de huesos de santo, que por muy de adolescente que sean empalagan cosa mala.

Aprobada por el inicio y por entretenida, sin más.

¿De qué va?:

Javier Cámara es Cundo, un asturiano treintañero que dejó el pueblo para buscar fortuna en Argentina y que ahora regresa para el entierro de uno de sus amigos, Suso. A su regreso se encontrará de nuevo con su grupo de amigos de juventud y con sus peculiares padres.



Crítica:

Hay algo en esta película que hace que no termine de llegarme. La ambientación está bien y no cabe duda que sus intenciones son buenas, de desbordante optimismo en su desenlace diría yo. La película quiere vendernos que todos tenemos buen fondo y siempre podemos mejorar aunque podamos parecer unos capullos, y yo aplaudo eso, solo que dicha metamorfosis sucede por arte de magia. No hay nada mínimamente convincente que nos ayude a comprender porqué todos los personajes mejoran como seres humanos. Al guión en ese aspecto le falta un mundo por rellenar.

Además son todos demasiado estúpidos, principalmente el prota que es tan rematadamente idiota que no acierta uno a comprender como pudo en su día ligarse a la mejor piba del pueblo y tener un pasado en plan malote que te cagas, ¡el tío no tiene ni las neuronas suficientes para ser malo!. Se puede argumentar que se quedó gilipollas por sus coqueteos pasados con las drogas, pero Javier Cámara no interpreta a un 'Luisma', sino a un tonto de verdad, de teta vaya.

Los demás personajes también pecan de una caricaturización extrema, que no ayuda sino a tomárselo todo un poco a coña, así que cuando luego te quieren emocionar con la torre de los cojones y el buen corazón que tienen todos como si esto fuera una peli de Capra, pues no cuela.

En lo que la película es verídica es en el trinque, eso sí. Da igual Asturias que Andalucía o Aragón, está claro que en cualquier pueblo de España la gente sopla de lo lindo, la cantidad de botellinas que se zumban aquí es tremenda.

Regular, por lo de las buenas intenciones, pero inmensamente mejorable.