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Críticas de Jinete nocturno
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Críticas 177
Críticas ordenadas por utilidad
8
17 de julio de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues sí; esta película, de la que no esperaba absolutamente nada, ha resultado ser el film "J-Horror" del que más he disfrutado en muchos, muchos años. Una auténtica delicia. Y no, no estoy diciendo que sea perfecta: tiene ciertos giros de guión dignos de Lindelof puesto de tripis. Pero, oye… El chute de buenas sensaciones y el orgasmo retiniano que me ha dejado “lo bueno” ha sido tan brutal que le perdono lo torpón de buena parte del desarrollo narrativo.
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Lo primero, un aviso a navegantes: Esta película se vendió como la adaptación de la famosa saga de videojuegos de terror Project Zero (Fatal Frame) y NO lo es en absoluto: Es una historia completamente independiente cuyo único nexo de unión con la franquicia es un serie de guiños y homenajes menores: el nombre de algunos personajes, un doppelgänger, un par de gemelos, un cordón rojo, una vieja cámara decimonónica que fotografía un fantasma.... Al parecer, la directora ya tenía perfectamente claro qué quería contar mucho antes de que los de Nintendo le soltasen pasta a cambio de poner "Project Zero" en el título (viniera a cuento o no). Así que puedo entender que algún fan especialmente talibán pueda cabrearse, pero no es mi caso. Yo, que idolatro insanamente la saga, prefiero mil veces algo como esto a una adaptación “fan service” que ensucie la reputación del producto con chorradas pueriles.

Dicho esto, a la película:

Estéticamente, es una MARAVILLA. Así de claro. Me dejo las manos aplaudiendo. Es probablemente una de las películas más preciosistas y mejor fotografiadas que he visto en mi puñetera vida. Impresicindible verla en HD y en pantalla grande: cada fotograma un homenaje directo al romanticismo pictórico inglés (en especial a la “Ofelia muerta” de Millais) donde nada, ni la luz, ni el color, ni la composición, se dejan al azar. El resultado, en combinación con los hermosos y lánguidos rostros de las protagonistas, es de una belleza hipnótica y apabullante. De hecho, no disfrutaba tanto con lo puramente visual de una película desde Argento… Una comparación a lo mejor no tan descabellada: esta película, que transcurre en un internado femenino como Suspiria, tiene también un soundtrack sospechosamente parecido.

¿Dónde está el problema? Pues en el guion, que deja mucho que desear: La primera hora es sobresaliente y te mantiene completamente pegado a la pantalla (conviene aclarar que el film tiene más de thriller sobrenatural que de película de terror al uso). Pero, pasado ese punto, la cosa empieza a desbarrar dando un par de giros completamente surrealistas. Así, por ejemplo, la introducción de cierto “médium” maquillador de cadáveres me parece un completo despropósito que solo puedo entender en la medida que la tal Asato le dé al sake más que la cuenta.

Pero, sobre todo, donde el guion pierde completamente toda verosimilitud y seriedad (una lástima) es en la resolución de la trama. Especialmente, cuando se nos muestran los verdaderos “malos” de la historia, culpables de la maldición que azota el internado, y nos explica sus inverosímiles motivaciones. Evidentemente, no voy a hacer spolier, pero no deja de resultarme gracioso la “poco amigable” visión de los internados catolicos que se nos muestra. Algo que no es de extrañar, recordando que los japoneses, en su mayoría sintoístas o budistas, siempre han visto el cristianismo con bastante hostilidad.

En resumen, un espectáculo irregular y descompensado: visualmente exquisita y con una primera hora absolutamente fascinante, pero con un final torpe, inverosímil y ridículamente folletinesco que “jode con las patas de atrás” buena parte de lo logrado. Aún y todo, y en conjunto, una gratísima sorpresa que recomiendo a todo amante del género.
Jinete nocturno
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5
7 de marzo de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he sido más enemigo que amigo del gore y he tendido a pensar que los excesos hemoglobínicos y la casquería son signo de falta de ideas; consecuencia del intento de tapar con efectismos más o menos repugnantes la incapacidad de generar verdadero miedo en el espectador. -Eso no quiere decir que, como es el caso del cine de Romero, no haya casos en los que historias bien trabajadas e interesantes de por sí vayan “aderezadas” con sus punto de higadillos, pero son raras excepciones-.

Es por eso que, habiendo visto en Youtube (esa "sublime" herramienta que tanto contribuye a la "formación intelectual" del internauta) algunos de los “momentos maestros” de Fulci, he procurado mantenerme alejado de sus gore repugnante, pasado de vueltas y enfermizo hasta el día por hoy. Sin embargo, tras ver esta película en un intento de vencer el insomnio (no hay nada más soporífero que una mala película de Terror), debo decir que para ser una serie B pura y dura –que nadie espere ver otra cosa- no está mal, y que tiene algunos momentos pasables.

Ciertamente, el guión es ridículo y tiene más agujeros que la población civil de Faluya. Analizado con un mínimo de rigor, provoca inevitablemente un ataque agudo de mala hostia el constatar la forma desvergonzada y zafia en la que se nos ha pretendido tomar el pelo y su retahila de incoherencias y soberanas gilipolleces. Ejemplos de ello son el personaje de la nanny [empieza mini-spoiler], que primero limpia la sangre de los crímenes, haciendo de perfecta cómplice y vendiéndose de “mala malísima”, y luego es la primera en palmarla, o la lápida del salón, que está intacta toda la película y que al final, justo cuando hay que escapar por ella, aparece felizmente rota [fin de spoiler]. A estos despropósitos hay que añadir escenas como la del murciélago, una de las más (involuntariamente) hilarantes que he visto y que me han hecho mearme de la risa, o la exquisita cortesía del zombi, que, en lugar de atacar, se queda esperando pacientemente en una esquina del sótano a que los protagonistas consigan un arma. Para más inri, cabe mencionar un par de plagios descarados a Argento, como los ojos resplandeciendo en la oscuridad y la propia escena del murciélago (que también quedaba ridícula en “Suspiria”, todo sea dicho), y otro par de canibalizaciones descararas de “El Resplandor”.

Sin embargo, hay que decir que las secuencias dentro del dichoso sótano –en especial la del niño- resultan cuando menos inquietantes y que están rodadas con una maestría casi hitchcockniana; administrando sabiamente la tensión y consiguiendo ponerte “atacaito” de los nervios. Esto es sin duda lo único salvable de la película junto una caracterización original y bastante “acojonante” del zombi.

En resumen, una serie B sin paliativos, llena de boquetes, pero que, al fin de cuentas, consigue en parte su objetivo como película de Terror, lo que no es poco. Si no tienes otra cosa que ver, puedes arriesgarte.
Jinete nocturno
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7
25 de febrero de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Supongo que cada vez que oyes que cierto estreno es la adaptación de no-se-que videojuego te pones bajo la protección de San Judas (patrón de las causas perdidas) y procuras mantenerle bien alejado del cine. Y no me extraña... Mortal Kombat, House of the Dead, Mario Bros; “maravillas” cinematográficas... Al fin y al cabo, qué cojones: ¿qué se puede esperar de la adaptación de dos muñecos soltándose hostias o saltando sobre setas gigantes, Ciudadano Kane?

Y sin embargo, Silent Hill es una excepción. Sin ser completamente coherente, la saga Silent Hill nos presenta un universo elaborado y extraordinariamente complejo y unas tramas argumentales en algunos casos soberbias. Después de todo, y no deja de ser irónico, Silent Hill bebe argumentalmente (es más que sabido) de algunas de películas de Terror tan originales e inspiradas cómo “El Carnaval de las Almas” y “La Escalera de Jacob”, a las que se hacen descarados homenajes.

Así que, y sin que sirva de precedente, esta película sí tenía una base, un “de donde sacar”. Es más, el problema, más que la falta de argumento, era el exceso: la necesidad de simplificar la trama y hacerla encajar en dos horas de metraje de forma que fuese comprensible al “no iniciado”.

Y ahí han fracasado estrepitosamente. Porque, sintiendo mucho, dudo que nadie que no conozca la saga haya sido capaz de entender ni la mitad del argumento.

El guión, es verdad, tiene grandes aciertos: el personaje de Alessa, leitmotiv, razón y corazón del universo Silent Hill, que en los juegos resulta algo ambiguo y desdibujado, tiene aquí una carga trágica de connotaciones fáusticas que resulta fascinante. Además, y es algo muy acertado, frente a la calculada ambigüedad con la que el juego trata “la Orden”, describiéndola como un extraño culto de estilo lovecraftniano supuestamente pagano, pero dotado de una iconografía “sospechosamente” cristiana, aquí, de manera mucho más clara y coherente, se nos muestra como una horda de cristianos fundamentalistas al mejor estilo “Ágora” empeñados en purificar a todo quisqui base de hoguera –impagable el personaje de Cristabella-. Y es que lo más interesante de la película es esto: la astuta forma en la que satiriza la intransigencia y fanatismo religioso que ha caracterizado al cristianismo (no únicamente, lo sé) convirtiendo a Alessa, la supuesta “bruja” encarnación del Mal absoluto, en una heroína oscura ansiosa de justa venganza –no pude evitar aplaudir en cierta escena final; así de sádico es uno-.

Sin embargo, y junto a estos aciertos, el guión peca gravemente de falta de claridad (cómo ya dije, a los “no iniciados” el final les resultará totalmente incomprensible) y de de demasiadas concesiones a la galería–esto es sin duda lo peor-, como la presencia de monstruos sacados directamente de los videojuegos como el famoso “Piramid Head”, que no aportan nada salvo confusión.

En resumen, una película fallida, sí, pero con algunos hallazgos notables. Una lástima.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jinete nocturno
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9
22 de agosto de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes que nada, aclaro una cosa: hasta hace tres horas lo desconocía todo respecto a Millennium, la tal Lisbeth Salander o el puñetero Stieg Larsson. Es más, me la traían al fresco. Llámame pedante, gafapasta o simplemente gilipollas, pero soy de esa la clase de tipos que creen (y normalmente aciertan) que la calidad de un libro o película es inversamente proporciona a su tirada o a su taquilla, y a juzgar por las brutales ventas de la trilogía en cuestión (que hicieron desaparecer bosques enteros de la Amazonia), era de suponer que todo se reduciría a una gilipollez pulp tan efectiva como perfectamente prescindible. Francamente, no esperaba absolutamente nada.

Te cuento esto para dejar claro que mi crítica, sin ser mejor o peor que la de nadie, tiene una clara ventaja respecto a la mayoría de las que he leído: no está “contaminada”; he llegado a la película completamente “virgen”. Puedo permitirme el lujo de juzgar la película como lo que es: puro cine. A mi nada me importa si la adaptación es fiel al original, si incide en algo “ya trillado” o si Rapace es mejor Salander o no que Mara: exactamente como debe ser. Porque sí, amigos; las películas han de ser juzgadas por sí mismas y como obras aisladas: quien no sea capaz de discriminar y diferenciar, que no nos haga perder el tiempo leyendo sus críticas.

Y hay que decir que estamos ante un auténtico peliculón. Sin duda, una de las mejores de películas de David Fincher (o, lo que viene a ser lo mismo, una de la mejores películas del último cuarto de siglo). De “obra menor” nada: esta maravilla poco tiene que envidiar a Seven o al Club de la lucha y está a años-luz de gilipolleces tan sobrevaloradas y fútiles como “The Game”. Esto es, por fin y tras muchos años, Fincher en estado puro.

En primer lugar, hay que destacar el guion, uno de los mejores que he visto en mi puñetera vida: compacto, inteligente y perfectamente pergeñado. Y cuidado, eso no es mérito de la novela original, como alguno estará pensando, sino únicamente del guionista: sólo hay que recordar las decenas de adaptaciones de mierda que hay de cojonudas novelas para quitarse esa estúpida idea de la cabeza (no quiero ni pensar lo que hubiera hecho Lindelof con el mismo material). Además, ni siquiera lo bueno de guión consigue disimular que la trama, aunque muy disfrutable, es tramposa y más simple que el mecanismo que un sonajero. Muy de agradecer, por otro lado, es el soberbio ritmo que le imprime Fincher a la narración: estamos ante una película maravillosamente lenta (lo que no significa, ni por asomo, aburrida). Lo que cualquier otro tipo con menos talento y agallas hubiera resuelto en una hora y media a base de planos videocliperos y elipsis que hubieran hecho incomprensible la trama a los “no iniciados”, Fincher lo prolonga en su medida exacta, dándole a la narración los minutos que exactos que esta exige y permitiendo que los personajes se presenten en toda su complejidad. Solamente el cuarto de hora final, a mi juicio innecesario, estropea muy ligeramente el conjunto.

En cuanto a la dirección de Fincher, es simplemente brutal (en todos los sentidos del término). Nuevamente estamos ante ese realismo sucio que define a sus mejores obras, dominado por los ocres y ese peculiar "background" verde tan suyo (que, esta vez, coquetea con la engañosa pulcritud invernal de los paisajes suecos). En efecto, ha tenido los santos cojones de pasarse la clasificación R por el arco de triunfo, y, a un a riesgo de reducir a la mitad el número de potenciales espectadores, realizar una película completamente adulta que nos regala alguna de las imágenes más crudas e incomodas que se hayan visto últimamente.

En resumen, una grandiosa película claramente infravalorada. No tengo la más mínima duda de que el tiempo la pondrá en su sitio y que, no dentro de demasiados años, lo único a recordar de la obra de Larsson será que sirvió de inspiración a una de las mejores películas de la segunda década del siglo XXI.
Jinete nocturno
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4
28 de abril de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de esos pequeños misterios de la vida, al menos para el que suscribe, es por qué la carrera de la bellísima Mía Sara (sí, amigos; todavía me hace babear) - bastante discreta como actriz, pero no inferior al noventa por ciento de las “barbies” recauchutadas que forman parte del “star system”-, tras iniciarse de forma meteórica de la mano del mismísimo Ridley Scott (*), se extinguió en menos de un lustro, quedando relevada a papeles alimenticios en películas tan olvidables como "Timecop" o el curioso engendro que nos ocupa.

Nada misterioso, igual de melancólico y más patético, si cabe, es el caso de Anthony Perkins: arquetipo del actor devorado por un personaje. A tal punto llegó la cosa que el resto de su vida, como bien sabemos, no hizo otro cosa en su cada vez menos relevantes apariciones en pantalla que recrear, más o menos disimuladamente, al amigo Norman Bates y a la madre que lo parió –todo en uno, claro-. (Él mismo dirigió un par de las secuelas de Psicosis -con bastante tino, todo sea dicho-; así que no parece que le molestará mucho aquello de “encasillarse”).

Pues bien, la presencia de ambos, como supondréis, es el máximo (o único, más bien) aliciente de esta rareza, autentica pieza de coleccionista, que, para más inri y colmo de bizarrez, está dirigida por el inefable Stuart Gordon (Reanimator, Dagón…). Casi nada…
Y es que la película, paseo por el bulevar de los sueños rotos aparte, tiene muy poco que ofrecer. La trama, en lo que recuerdo (hace una buena cantidad de años que me la topé por última vez una insomne madrugada de fin de semana en “tetacinco”), aunque empieza de un manera francamente interesante y consigue generar cierta intriga, degenera rápidamente (como cabe esperar de toda obra dirigida por el bueno de Gordon) hasta convertirse en una lentísima, confusa y retórica merienda de negros con un final que lo deja a uno sin saber si cortarse las venas o dejárselas largas, y de la que lo único salvable son las sorprendentemente dignas (dadas las circunstancias) interpretaciones de los ya citados. Eso sí, ambos, faltaría más, encasillados en los suyo: Perkins amenazando con ponerse la peluca en cualquier momento e invadir la ducha de alguna mozalbeta y Sara mostrando la misma inverosímil ingenuidad que en Legend y no enterándose de que va la película.

Imprescindibles para mitómanos y nostálgicos ochenteros y perfectamente prescindible para el resto de la raza humana en su conjunto.
spoiler:

(*)Curiosamente, Sean Young, la guapísima replicante de Blade Runner, que también debutó con Scott (un par de apariciones menores, aparte), experimento un destino similar, “disolviéndose” en el casi total anonimato tras un par de películas cual “lágrimas en la lluvia”. No voy a decir que el bueno de Ridley sea gafe...
Jinete nocturno
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