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España España · barcelona
Críticas de avanti
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Críticas 313
Críticas ordenadas por utilidad
7
21 de octubre de 2017
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El abominable doctor Phibes (1971) es una película de Robert Fuest 1927-2012). Iniciado como estudiante de arte, trabajó durante largo tiempo en el departamentos artístico para la televisión inglesa, hasta convertirse en director de arte de la popularísima serie Los Vengadores, entre las múltiples realizaciones, especialmente para las series del momento. Su incursión en el cine se reduce a un pequeño grupo de películas entre las cuales el certero par de terror, algo desigual en sus resultados, en torno a la vengativa figura del furibundo doctor Phibes, personaje salido del guión de James Whiton, y William Goldstein, la música de Basil Kirchin y la fotografía de Norman Warwick, partes responsables de esta primera y exitosa entrega.

Robert Fuest luce sus propios recursos artísticos para presentar un atrezzo plagado de malvada belleza visual, de macabra prosa poética entorno al vengativo Dr. Anton Phibes (Vincent Price) con sed de venganza dirigida a quienes en su día le arrebataron lo que más quería: Victoria Regina Phibes (Caroline Munro) su esposa. Los doctores responsables de la mortal operación entre los cuales Longstreet (Terry-Thomas), Kitaj (Peter Gilmore) o la enfermera Allen (Susan Travers) se encuentran en el vengativo objetivo del maléfico doctor que gracias a sus estudios de música y acústica pudo ingeniar el mecanismo necesario para comunicarse con el mundo exterior después de haber sufrido un terrible accidente. Todos los participantes vivirán amenazados desde las oscuras sombras la oportuna venganza que el irascible doctor guarda para cada cual.

La sobriedad de Scotland Yard entra en juego en pleno desconcierto apreciado en los gestos sorprendidos y desconcertantes del Inspector Trout (Peter Jeffrey) al recibir confusas noticias de su subordinado el Sargento Tom Schenley (Norman Jones), nada de lo cual se toma en serio el Superintendente Waverley (John Cater) creyendo que se trata de un cúmulo de ineptas actuaciones del inspector, el sargento y sus subordinados, exigiendo solución inmediata para dejar de hacer el ridículo público de sus servicios.

El macabro desarrollo de los acontecimientos nos lleva a presenciar las venganzas entre almidonadas escenas de estremecedora belleza mortal de los responsables sufriendo en sus carnes las plagas bíblicas aplicadas por el vengativo doctor, para todos el mismo fin excepto para el cirujano jefe Dr. Vesalius (Joseph Cotten) a quien Phibes le da la oportunidad de salvar a su hijo Lem (Sean Bury) de una muerte segura, oportunidad que no le dieron a su amada esposa.

El acelerado y algo caótico final nos lleva hasta el desenlace previsto por el Dr. Phibes con la incondicional ayuda de la misteriosa Vulnavia (Virginia North). Consolidado el caos previsto, y desaparecido el Dr. Phibes, Scotland Yard y sus avispados agentes se encuentran entre lo que fuera la mansión del doctor, que entre grandes y atronadores acordes de órgano nos lleva al final de una película contextualizada en diferentes géneros de terror vecinos, sobre la consumada estética mortal del Dr. Phibes, hecho que origina dudas sobre las verdaderas preferencias de su director entre personajes y atrezzo en un ejercicio de escenografía algo sobrepasado: desde la cuidadosa mansión decorada con aires art déco, a la impresionante Orquesta Mecánica del doctor.

El emergente y majestuoso órgano transmisor entre las oscuras sombras de las tinieblas y la vida, nos conduce hasta los trabajados vestuario de nuestros protagonistas y la cuidadosa estética de la morada secreta, lo cual nos da finalmente un resultado correcto algo desequilibrado a favor del atrezzo, bueno en su conjunto y certero como cine de miedo estético, sin más, pudiendo facilitar al espectador: terror, sobresaltos, ensimismamiento, y un buen montón de poética visual más allá del argumento y la evocadora melodía Over the rainbow junto a la premonitoria sonrisa final surgida desde la más profunda oscuridad.
avanti
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7
14 de agosto de 2018
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El neorrealismo italiano tuvo en el actor, guionista y director Aldo Fabrizi (1905-1990) un buen referente en sus contenidos: su cine, próximo a una sociedad que rechazaba la grandilocuencia cinematográfica en favor de mostrar las relaciones sencillas y humanas de la sociedad del momento, escribió junto a Luis Lucas, José Gallardo y la colaboración de Mario Amendola, el guión de "El maestro" (1957) basado en la novela corta "Dabar" de Luis Lucas Ojeda.

La larga y fructífera carrera de Aldo Fabrizi en el cine, iniciada en 1942,dio pronto buenos resultados con su interpretación como sacerdote en "Roma, ciudad abierta" (1945) de la mano de Rossellini. Seguiría un frondoso camino creativo demostrado en las singulares interpretaciones que le marcarían el camino: "Vida de perros" (1950) de Monicelli, "Una hora en su vida"(1950) de Blasetti, por la que recibió premios y reconocimiento internacional o "El ángel vestía de rojo" (1960) de Nunnally Johnson que junto al elenco internacional Ava Gardner, Dick Bogarde o Joseph Cotten entre un extenso reparto, marcaría definitivamente el buen hacer de Aldo.

"El maestro" (1957) narra los acontecimientos de un maestro de pueblo y de su hijo, destinado a la Escuela Santa María, en la capital, donde además espera noticias para hacer realidad la construcción de una escuela de pintura, lo que resume el contenido esencial de esta agridulce comedia. Alfredo Mayo, Julia Caba Alba, Mary Fernández, Julio Sanjuán, José Calvo, Mercedes Barranco, o el mismo Aldo Fabrizi, más el colorido y variopinto grupo de alumnos nos lleva a vivir desde la proximidad emocional las deficiencias y los anhelos propios de cada cual: bautizos, convivencias, relaciones, conocimientos, aprendizajes, superaciones..., todo mezclado nos da un resultado donde la fugacidad de los acontecimiento irrumpe sin piedad, así como el resultado a los conflictos personales del maestro acompañado por el toque surrealista de un niño, (protagonizado por Marco Paoletti) un pincel y un silbido que entrelaza la trama y que sorprendentemente nos lleva al desenlace de esta coproducción ítalo-española propia del neorrealismo italiano.

Sergio Leone como ayudante de dirección, Luis María Delgado como director adjunto y la música de Carlo Innocenzi y Isidro B. Maiztegui entre un voluminoso equipo técnico, dieron forma a "El maestro", película reconocida y valorada al ser nominada al León de Oro del Festival de Venecia de 1957.
avanti
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7
1 de julio de 2018
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La becerrada (1963) es una película de José María Forqué, la fotografía de Alejandro Ulloa y la música de Graciano Tarragó que junto la producción de Nazario Belmar, arroja un resultado sorprendente donde la narración, los diálogos, las equilibradas interpretaciones y el magnífico mensaje social de este gran metraje, invita a un nuevo visionado sin prejuicios. Se trata de un trabajo de los de hilar fino, donde Forqué lo supo convertir desde su creativa dirección, en una joya cinematográfica. Estos son algunos de los personajes y sus historias según el acertado guión de Jaime de Armiñan, José María Forqué y Ricardo Muñoz Suay.

El contrapicado de un ángel alado envuelto en oportuna bruma mañanera, es una hermosa escultura de la imaginería que forma parte de las pertenencias del anticuario Chamorro (Ángel Álvarez) que conduce su ruidoso motocarro por parajes de secano y pedregosas cuestas abriéndose camino hacia El hogar del vencido, cargado con algunas antigüedades dispuesto a negociar unas ventas con las hermanitas del asilo. Juan (Jacinto Martín) el cartero, le indica el camino acompañándole en el Motocarro; la sobria frescura de la guitarra acompaña las primeras secuencias, música perfecta para los entornos que se van mostrando.

En El hogar del vencido, dirigido por la Madre Superiora (Ana María Noé), reciben la peor noticia del obispado, sus fondos se han agotado, les recomienda los consigan por sus propios medios. Durante un frugal almuerzo se plantean diferentes propuestas: novenas a San Ginés, un partido de futbol, una corrida de toros benéfica aprovechando la plaza de San Ginés de la Sierra creyendo que una fiesta taurina es lo más viable. El Alcalde (Juan León Córdoba) lo aprueba, pero antes hay que ponerlo en conocimiento de Don Heliodoro (José María Rodero) arrendatario de la plaza, Concejal de Festejos y Deportes y legítimo heredero del coso por parte de su tía abuela Doña Elvira sutilmente retratada en un excelente óleo, contando además con Chus (María Jesús Lampreave) la hermana pequeña del heredero, siempre acompañada por Popea, su perrita.

Mientras se discute el modo de celebrar la fiesta taurina, entre los ancianitos del asilo cunde el optimismo moderado (algo han oído) creen que la cosa puede mejorar. Entre ellos hablan de lo suyo mientras Cristóbal (Nicolás Perchicot) procura esconder el tabaco que le ha hecho llegar el cartero no sea que sus amigos gorrones empiecen a pedirle; Gutiérrez (Antonio Gandía) es el conocedor de las sabias leyendas taurinas contadas con tal alarde de prosa que deja ‘pasmao’ a más de uno, mientras Sor María (Amparo Soler Leal), reparte el postre: unas hermosas brevas con las que más de uno quiere hacer algún trueque, Don Ruiz (Félix Fernández) provee de agua con poco atino al servirla por culpa de un ligero tembleque, presumiendo de buenísima puntería en su juventud que ahora le falta, de lo que se queja por encharcamiento Don Vicente (Manuel Domínguez Luna) quedando la mesa y su breva totalmente anegada. En estos y otros menesteres pasan los días los habitantes del Hogar.

Sor María, Sor Leocadia (Nuria Torray) y Sor Matilde (María José Alfonso), son las encargadas de contactar con Francisco Rodríguez ‘Juncal’ (Fernando Fernán Gómez) y sus influencias, hermano de la cocinera del obispo, para organizar el cartel del festejo taurino a beneficio de El hogar del vencido. Reticente inicialmente para un acuerdo de colaboración, es solucionado con una promesa pecuniaria posterior a la corrida benéfica. Juncal, a su manera consigue comprometer a los diestros Antonio Ordóñez, Antonio Bienvenida y Juan García ‘Mondeño’, a Juncal solo le falta conseguir los toros.

La situación les lleva hasta Don Policarpo (Manuel Alexandre), empresario de espectáculos y festejos que según informaciones tiene tres toros de lidia que las hermanitas quieren comprarle. Durante la negociación asistimos a la actuación del insigne recitador Agustín de Utrera (Agustín González) con desigual éxito de audiencia, un chiste ‘verde’ del recitador, previo aviso del empresario, aconseja a las monjitas taparse los oídos, momento en el que Forqué utiliza un original recurso sonoro del que el espectador participa sin posibilidad de elección, a lo que siguen otras actuaciones del peculiar elenco. Finalmente y tras diferentes situaciones que parecían insalvables consiguen sus toros de lidia.

Las rogativas pedidas a las monjitas por parte de los campesinos para que llueva y palíe la pertinaz sequía es lo que más preocupa en el pueblo. Las tres hermanas y Juncal han regresado con la promesa del festejo. El pueblo luce entre coloridos festones el cartel de bienvenida a los diestros, los preparativos se complican, un pequeño caos se apodera del lugar; finalmente, y tras diferentes incidentes organizativos, todo está preparado para el gran recibimiento…todo, menos las inclemencias del tiempo. Un hermoso y luminoso plano general, pone el broche de oro a una película que rezuma bondadoso homenaje a los abuelitos del convento, a sus monjas y a los necesitados recursos económicos de El hogar del vencido para seguir viviendo en sus tranquilos retiros.
avanti
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8
2 de enero de 2018
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dagger of the mind (Fuera mancha maldita) (1972), cuarto telefilm de la segunda temporada, es un interesante metraje dirigido por Richard Quine con un resultado más que satisfactorio debido a su larga trayectoria realizadora con títulos en el cine tan sugerentes como “Un cadillac de oro macizo (1956), La pícara soltera (1964) o la imaginativa comedia “Como matar a su propia esposa” (1965). Siete años más tarde dirigía para la televisión Fuera mancha maldita, sobre un guión de Jackson Gillis basado en una historia de Richard Levison), música de Dick de Benedictis y Henry Mancini, y fotografía de Geoffrey Unsworth.

El experimentado actor teatral Nicholas Frame (Richard Basehart) está realizando los últimos ensayos del Macbeth que estrenará en breve junto a su esposa Lillian Stanhope (Honor Blackman) también actriz de teatro que, gracias a la generosa producción del empresario Sir Roger Haversham (John Williams) llevarán a cabo. La rápida sucesión de los hechos tras enterarse por el propio Sir Roger que la fuente de la producción se ha terminado pensando además en suspender el estreno de la obra al descubrir el engaño sentimental, los fingidos e interesados afectos y el inconfesable amor que profesan a su economía por parte de los ínclitos actores venidos a menos en opinión del empresario: “una jamona y un viejo carcamal”, los nuevos conocidos de Colombo.

Al ver peligrar el estreno Nicholas y Lillian tratan de convencer al Sir para que deje en suspenso su decisión con tan mala fortuna que se produce lo inesperado: su muerte después de una fuerte discusión entre los tres. En la confusión el matrimonio decide deshacerse del cadáver para favorecer el estreno shakesperiano que durante tanto tiempo habían preparado. La simulación será la norma para encubrir lo que con todo lujo de detalles ha mostrado a cámara el director Richard Quine.

Tras la presentación de los hechos el realizador nos traslada a la sección de equipajes del Aeropuerto Heathrow de Londres donde acaba de aterrizar Colombo preocupado por su extraviado equipaje, generando así un leve caos que tras solucionarlo, como es de rigor, se le invita a conocer lo más emblemático de Londres, satisfaciendo así la inquietud del teniente antes de ser presentado al Superintendente jefe de detectives William Durk (Bernard Fox) quien con la habitual sobriedad inglesa se presenta al convidado Colombo, dándole la bienvenida y, coincidiendo con la denuncia del desaparecido empresario Sir Roger Haversham y el inicio de su búsqueda a lo que Colombo es invitado para vr desde cerca los procedimientos de investigación del New Scotland Yard.

El descubrimiento del cadáver, los últimos movimientos del difunto, la puntual e interesada información del mayordomo Tanner (Wilfrid Hyde-White), y la necesaria colaboración de secundarios entre los cuales Fenwick (Arthur Malet) portero del teatro, la breve intervención de la Sra. Dudley (Sharon Johansen) asistenta en la mansión del Sir, o, el astuto Agente de Policía (John Orchard) que junto a la intromisión por invitación de Colombo en la investigación, se descubrirán los movimientos inculpatorios necesarios para esclarecer el asesinato, detener a los culpables y agradecer una vez más a la intuición y a los ‘pequeños detalles’ (entre los cuales un collar y un paraguas) el haber facilitado el esclarecimiento de los hechos dados finalmente en el Museo de Cera de Londres.

Complemento genealógico: Colombo cita a su mujer en tres ocasiones y una a su suegra y a un cuñado.
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8
14 de diciembre de 2017
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Suitable for Framing (Marco para un asesinato) (1971) trata de un tema siempre vivo: la ambición y el deseo de posesión con el agravante de haberse sentido repudiado frente a una herencia. Dirigida por Hy Averback, guión de Jackson Gillis, la música de Billy Goldenberg, la composición del tema principal a cargo de Henry Mancini y la interesante fotografía de Russell Metty, y cuarto telefilm de la primera temporada, nos lleva a introducirnos en la destacable historia donde lo que más cuenta es el arte, y lo que menos…también el arte para nuestro ambicioso protagonista. Así, al igual que en los telefilms de la serie, el director nos muestra los hechos que derivarán en la trama, su desarrollo y solución del caso, reunido en torno a un acertado elenco que lo borda.

Dale Kingston (Ross Martin) es un afamado crítico de arte capaz de llegar al asesinato para heredar la colección de su tío Rudy Matthews (Robert Shayne) quien es mostrado en el desarrollo de los hechos iniciales interpretando una deliciosa e intimista pieza al piano, propicia para la noche y el momento en el que la insensibilidad musical del crítico decide eliminar el único obstáculo posible para heredar. Los hechos se desarrollan entre grandes obras artísticas de incalculable valor que Hy Averback en unos generosos primeros planos, nos hace partícipe de ellas junto al angustioso momento de la violenta interrupción musical a la que se suma su cómplice y estudiante de arte Tracy O’Connor (Rosanna Huffman) dispuesta a cualquier cosa para conseguir la fama y el reconocimiento, así le parecía también a la indisimulada chismosa y Dueña (Mary Wickes) del apartamento, donde la aspirante a artista residía.

Frank Simpson (Don Ameche) encargado de hacer la lectura pública del testamento a los interesados entre los cuales el crítico de arte, su tía Edna Matthews (Kim Hunter), el matrimonio encargado del servicio el Sr. y la Sra. Evans, y Colombo, invitado por el notario a la lectura después de haberse desencadenado los hechos que la causaron de los que nuestro teniente se hizo cargo. El desarrollo posterior de los acontecimientos conduce a nuestros protagonistas a situaciones de verdadero compromiso y culpabilidad aparente según las pruebas que van apareciendo.

El estudio de un pintor en ciernes enfadado con el mundo, la modelo impasible, la inauguración en la galería con la singular Mitilda (Joan Shawlee)y los potenciales clientes en un animado ‘vernissage’ donde hablan de precios y gustos estéticos encajan en los intereses del crítico de arte, aprovechando la invitación al evento, no desaprovechando el momento para mostrar indiferencia por lo expuesto y preocupación por su reloj que al parecer no funciona demasiado bien, convirtiéndose posteriormente en elemento clave para el descubrimiento del robo, junto a las oportunas huellas de Colombo que desvelarán finalmente la identidad del asesino ladrón de las obras de arte.

Complemento genealógico. Colombo cita en una ocasión a su mujer y a su suegro.
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