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Críticas de Sr Mandarina
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
El café atómico
Documental
Estados Unidos1982
7,6
417
Documental
6
23 de noviembre de 2013
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos levantamos de la cama. Son las 12 del mediodía. Bostezamos. Miramos por la ventana. Vivimos en una sociedad en constante efervescencia, recién salida de una guerra cuyo fin rogaba todo el mundo. La bomba puso el punto final, pero pocos entendemos todavía qué es la bomba, a parte de aquello que nos dio lo que tenemos. Agarramos con los dedos el asa de una taza de café con impotencia, o indiferencia, y seguimos viendo lo que pasen por la tele. Somos ricos: tenemos casa y coche, mujer, niños y perro. Somos felices, y poco más importa. Ha empezado el juego, pero ¿qué juego? ¿El nuestro? ¿El suyo? ¿Quién son ellos? ¿Quién somos nosotros?

Los peones del tablero quedan retratados como reyes en la fantasía colectiva de la propaganda. El documental es más que un compendio de revelaciones de la guerra nuclear, más que una muestra del ridículo prototipo de sociedad posindustrial que se inaugura. Es una lectura entre líneas del vacío de los cráneos bien alimentados por una ideología masticada y vomitada inserida con embudo. Una sugestión de que la ilusión y la ignorancia son hermanas, y de como se ha aprovechado de ello el televisor convirtiendo al personal en gente-butaca.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sr Mandarina
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7
24 de septiembre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una puesta en escena apabullante repleta de espacios abiertos y magníficos exteriores seduce a primera vista. Sentimos frío al ver nieve en pantalla, y nos achicharramos al sentir el calor del desierto mexicano, compartiendo paso a paso el viaje y las motivaciones de Christopher McCandless al ritmo de una banda sonora muy adecuada para el ambiente americano que nos rodea.

El montaje fragmentado refuerza la estructura narrativa y mantiene un orden desglosado y bien reinterpretado: el protagonista renace desde el nivel de cordón umbilical con el nombre de Alexander Supertramp, como si toda su vida anterior jamás hubiese existido (o eso cree), y las ansias adolescentes (aparentemente, nunca vividas con tanta pureza y profundidad) lo llevan a volar sin rumbo con un rumbo fijo: Alaska. Durante su trayecto, encuentra una inmensa variedad de personajes (desde hippies a policías) que le harán reflexionar sobre la vida aunque discrepen a veces de Tolstoi y London, la única herencia (supuesta) de su vida anterior.

Emile Hirsch actúa con soltura, se le ve cómodo en un personaje joven, entusiasmado y atónito ante el mundo que lo rodea, dejando suaves pinceladas en el aire de un carácter antisocial, novato y petulante que puede dar lugar a críticas exageradas. No es precisamente el personaje lo que debe focalizar nuestra atención (quien se obceque en identificarse con él no disfrutará de la película), sino el planteamiento que nos propone Sean Penn sobre la maduración del hombre y sus conflictos para controlar sus corazonadas.

El “niño tabula rasa” tarda en crecer (comento en spoiler), y Vaughn en el papel de Mr. Happy pero sobre todo Hal Holbrook como Ron influirán profundamente en la vida del protagonista. Holbrook en concreto ofrece un dramatismo total, una gestualidad que ni tras las cámaras podría parecer más natural, da en el clavo haciendo el rol de mustio anciano y fortalece el final del filme.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sr Mandarina
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6
8 de septiembre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suaves y dulces movimientos de cámara nos presentan al tosco y rudo Billy Brown, expresidiario con una dudosa y ambigua sed de venganza, reinstalado en un mundo vacío y ordinario, en el que solamente unos padres y un amigo –todos excesivamente (aunque eficazmente) estereotipados-, así como un sinfín de extras (ojo, a precio de oro o muchas cervezas), hacen acto de presencia.

Nadie le espera, nadie le quiere. Hasta que Layla entra en escena, preciosa y comprensiva donde las haya. Tan comprensiva que incluso se deja secuestrar sin demasiado rifirrafe, y termina aceptando, embelesada por el paradigmático encanto de nuestro protagonista, figurar en su casa como su entregada y estimada esposa.

La efusiva bienvenida de su familia después de cinco años no requiere descripción: conocemos en billonésimas de segundo los caracteres de los padres. La reunión se alarga pero nos sirve para conocer la historia de Billy –genuinamente representada mediante flashbacks en 16mm-, un niño traumatizado hasta los calcetines y despreciado por sus congéneres, lo que le ayudó a forjar las maneras duras y esquivas que arrastra hasta el final –controvertido pero apacible- de la cinta.

El supuesto propósito de dar preponderancia a Billy y Layla se cumple con creces, de hecho el resto de actores se hunden en la linealidad. Es usual la vanidad en el cine “de autor”, por lo que ya no resulta ofensiva en este caso, aunque tal vez por ello cojeen los demás personajes. Sin embargo, el film supura estilo por cada poro e incorpora una técnica de ángulos, iluminación, encuadres y enfoques premeditadamente muy depurada. Es fundamentalmente esto por lo que se agradece una mano firme y original en el guión, y el empeño puesto en el proyecto es indiscutible. Además, la historia no decae y mantiene el vigor y la ternura del cine independiente.
Sr Mandarina
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10
17 de noviembre de 2012
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de una Segunda Guerra Mundial apocalíptica, pocos se preocuparían por algo más que sobrevivir. La apatia, el afán de poder y sobre todo aquella familiar sensación de devorar al vecino (en el sentido más literal) para ascender unos cuantos escalones empolvados són los ingredientes principales de Delicatessen, en la vitrina de muchos entusiastas de películas del estilo de Brazil, Soylent Green, Doce Monos, Fahrenheit 451, etc., y desde este momento pendiente para todo aquél que aún no la haya visto. Una peli tramada como pocas en territorio francés que se atreve a satirizar su sociedad: desde la familia proletaria ceñida a su destino hasta al nacionalista veterano de guerra, en un mundo dividido entre la superfície y las cloacas: dos bandos (carnívoros y vegetarianos) separados por el asfalto, que comercian más allá de las fronteras ideológicas que los separan. Una historia peculiar y muy poliédrica, que puede dar lugar a tantas conversaciones como opiniones distintas suscitar. Sorprende el planteamiento distópico: no mira al futuro como hace la gran mayoría de libros y películas del género, sino a un pasado alterado adrede por unos guionistas extraordinariamente inspirados y, muy probablemente, colocados y/o pasados de vueltas. Personalmente, una reminiscencia de El año pasado en Marienbad en clave de humor negro, negrísimo.
Sr Mandarina
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Powaqqatsi
Documental
Estados Unidos1988
7,2
1.590
Documental
8
18 de septiembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Godfrey Reggio materializa lo que se dice del lenguaje, que abarca más allá que las palabras. Aquí sobran. Conecta plano tras plano mediante un hilo argumental visual tenaz, y lo refuerza con las costuras del sonido. Lo que personalmente me impresiona, es el uso de las imágenes.

El primer documental de la serie, focalizado más en el contraste naturaleza-civilización, me fascina por igual, pero en este caso, ahonda en mis pensamientos más profundos cuando muestra las miradas, los gestos, las sonrisas de tantas personas, todas ellas protagonistas de esta historia. Consigue presentárnoslas como individuos, y no como masa, un mérito incluso para el cine de hace tres décadas, no?

Cuando viajo, observo. Observo los observadores. Y este documental es un mensaje íntimo, casi telepático, de observador a observador. Reconoce las preguntas que surgen en la mente del que observa, sean cuales sean, y las deja manar en todas direcciones, cabal caótico de ideas que no siempre se convierten en preguntas, pero que me hacen vibrar. Gracias a Powaqqatsi, he visto cosas que no vería en cualquier documental, que suelen tener otro enfoque, he visto las cosas en las que me fijaría al viajar. E, insisto en el viajar, porque también es un mensaje al mundo, al mundo rico, claro, el que puede bajarse una película en una hora y verla en la bañera un domingo por la tarde. La diferencia entre seres humanos es, después de observar estas miradas, inexistente en esencia pero vertiginosa en circunstancias.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sr Mandarina
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