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Argentina Argentina · buenos aires
Críticas de enjoyjessica
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Críticas 181
Críticas ordenadas por utilidad
8
2 de octubre de 2014
31 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
“¿En qué estás pensando, Amy?” La pregunta que más a menudo he repetido durante nuestro matrimonio, si bien nunca en voz alta, nunca a la única persona que habría podido responderla. Supongo que son preguntas que se ciernen como nubes de tormenta sobre todos los matrimonios: “¿Qué estás pensando? ¿Qué es lo que sientes? ¿Quién eres? ¿Qué nos hemos hecho el uno al otro? ¿Qué nos haremos?”.

De la cita tomada directamente del libro escrito por Gillian Flynn es que parte su versión cinematográfica. Nick se pregunta sobre lo que piensa su mujer, Amy, esa muchacha bonita y encantadora que supo enamorarla. Pero su matrimonio ya no se parece a aquel idilio que supieron vivir juntos. Se convierte en un matrimonio con problemas como los de todo el mundo, de dinero, de confianza, de hastío…

Nick abandona su casa el día de su quinto aniversario escapando de una rutina que ya no lo atrae. Pero cuando regresa no lo espera nada de lo que él había supuesto, juegos y mensajes crípticos de su mujer que repite cada aniversario. Lo que encuentra es la puerta abierta, una mesa de vidrio rota y que Amy no está. De este hecho parte la historia del matrimonio de los Dunne, que está contada tanto en la película como en el libro, a dos voces. Mientras desde el punto de vista de Nick vivimos el comienzo de una investigación policial en la cual aparecerán datos que no conocía de su mujer y una fuerte presencia e influencia de los medios que lo apuntan como sospechoso, es a través de flashbacks y un diario personal que Amy cuenta cómo comenzó esa relación que derivó en este matrimonio.

Perdida es muy fiel al libro en el cual está basado y seguramente gran parte de esa responsabilidad recae en quien se encarga del guión, la propia escritora de la novela. Pero es Fincher quien no simplemente plasma escenas tal cual las cuenta el libro, sino que las impregna de misterio o de humor, según sea el caso. Junto a la música infalible de Trent Reznor y Atticus Ross, Fincher dirige un thriller con una mirada ácida sobre el matrimonio como entidad.

Y para encarnar a este matrimonio elige a Ben Affleck y a Rosamund Pike. Él podrá gustar más o menos como actor, y si bien es cierto que no termina de entregarse por completo al personaje, el actor que será Batman próximamente acá interpreta a un hombre cuya no expresión ayuda a generar ese aire de misterio, esa sensación de no saber nunca qué está pensando. Y ella, Rosamund, podrá ser un rostro menos conocido ya que en general estuvo abocada a papeles secundarios aunque en su filmografía tiene algunos inolvidables (es la bella Jane de la que todos se enamoran en Orgullo y prejuicio e incluso protagonizó junto a Tom Cruise el blockbuster Jack Reacher) pero demuestra que Fincher no se equivocó al elegirla y que tiene muy buen ojo a la hora de elegir a esas mujeres tan misteriosas como seductoras (ya sucedió con Rooney Mara, a quien no le habían puesto muchas fichas cuando se la anunció como Lisbeth Salander para la primera entrega de la saga de Millennium). Si hay alguien que se destaca en esta película es sin duda Pike, quien a veces dice mucho más con una simple mirada.

Es poco recomendable continuar hablando del argumento de la película para aquel que no ha leído el libro ya que este se caracteriza por sus vueltas de tuerca que convierten a la novela en una historia retorcida y un cínico retrato sobre el matrimonio. Es una historia en la que nadie parece tan inocente ni tan culpable.

“Porque no se puede estar tan enamorados como lo estuvimos nosotros sin que ese amor te invada hasta el tuétano. Nuestro amor puede entrar en remisión, pero siempre sigue ahí, esperando para regresar. Como el cáncer más dulce del mundo”. En la casi hora y media que dura la película, Fincher nos plasma su versión cruda del matrimonio y de paso nos regala un thriller quizás menos cautivante que otros de sus trabajos pero igual de efectivo.

visiondelcine.com.ar
enjoyjessica
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7
30 de abril de 2017
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un futuro cercano y las cosas son apenas diferentes a como lo son hoy en día. La tecnología es (o parece) una parte imprescindible de nuestras vidas. En una casa ubicada en el bosque vive un padre con sus dos hijas adolescentes. Una estudia y la otra baila compulsivamente. La menor comienza a vivir su primer amor; la otra se siente vieja queriendo sobresalir en una profesión que, por la edad y además por una lesión que sufrió, parece haberla dejado atrás. Un día se corta la luz.

Los problemas al principio parecen triviales: cómo practicar bailar sin música, o estudiar sin la ayuda de la pantalla de la computadora. Pero la luz no viene en días, semanas, meses.

Las dos hermanas, diferentes pero inevitablemente apegadas, se ven más juntas que nunca a medida que van superando cada uno de los problemas que de a poco van surgiendo. Afuera quizás hay un mundo que se esté derrumbando, pero ese contexto apenas aparece en el film en forma de rumores. No hay luz, no hay combustible, ¿cómo sobrevivir? Si nuestros antepasados fueron capaces, no es imposible. No obstante, Rozema indaga más que nada en la relación y los personajes de estas dos hermanas, transformando el drama en una película de corte intimista, sin necesidad de recurrir entonces a ese posible trasfondo.

Evan Rachel Wood y Ellen Page son los dos principales sostenes del film, sus interpretaciones sobresalen tanto por separadas como en conjunto.

Un relato íntimo y feminista, un drama delicado que prefiere apelar a sutilezas en lugar de hundirse en un relato más efectista sobre el fin del mundo.

Publicada en visiondelcine.com
enjoyjessica
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6
25 de marzo de 2015
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vuelve Paul Thomas Anderson. Su última película, que apenas logró un par de nominaciones a los premios Oscars pasando muy desapercibida en la entrega, Inherent Vice, es la primera adaptación que alguien se atreve a hacer de un libro de Thomas Pynchon.

El director confía una vez más en Joaquin Phoenix (luego de su incomprendida “The Master”) al ponerlo al frente de un elenco tan curioso como atractivo: lo acompañan Josh Brolin, Owen Wilson, Benicio del Toro, Reese Whiterspoon y Katherine Waterston como la misteriosa y hermosa Shasta. Es el personaje de esta última la que desata la historia que cuenta la película, un cuento de detectives pero que se arriesga con un estilo visual lisérgico que intenta hacerle justicia a la década de los 60s.

Si hay algo que no se le puede negar a Paul Thomas Anderson es su capacidad como director, sus movimientos de cámara siguiendo a algún personaje, el modo en que decide musicalizar prácticamente toda la película en este caso, y acá escribe también el guión, basada en la homónima obra de Pynchon, literatura que se caracteriza por ser densa y laberíntica. Es probablemente por este motivo que una de las decisiones que toma es la de sumar una voz en off, en este caso la de Sortilege (Joanna Newsom), que no sólo relata a veces aquello que ya estamos viendo en pantalla, sino que suma un tono literario muchas veces citando textualmente líneas del libro.

Joaquin Phoenix demuestra una vez más que es un actor que todo lo puede, y nos regala un personaje por momentos más melancólico y contenido, y por otros, mucho más desaforado. El resto de los actores despliegan una interesante galería de personajes (Josh Brolin y Owen Wilson están especialmente bien), pero en algún momento la historia comienza a enredarse y a no dejárnosla fácil, sobre todo si a eso le sumamos la duración de la película: 148 minutos.

Pero ya lo sabíamos, el cine de Paul Thomas Anderson no es para todo el mundo, sin embargo aquel que sepa entrar en él seguramente pase un muy buen rato allí dentro. Quizás, para quien les escribe, Vicio Propio esté entre lo más flojo del cine de un director que no entrega otra cosa que no sean obras maestras. El principal componente que no termina de funcionar es el guión, las muchas historias y personajes que intentan caber allí dentro.

Por momento delirante, por momento más melancólica, Puro Vicio es una película sin dudas ambiciosa y de una calidad cinematográfica innegable. Son varias las escenas que destacaría de esta película, que confieso que no superó mis expectativas pero de la cual que no puedo negar sus virtudes. Y quizás optaría por una escena casi final, más intimista, entre sus dos protagonistas, sensual y triste.

Escrita para http://elespectadoravezado.com.ar/
enjoyjessica
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7
1 de junio de 2017
30 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bruce Wayne le envía a Diana una foto antigua que descubrió de ella y una época que se sentía algo lejana de repente vuelve. Ése es el punto de partida para presentar a la Mujer Maravilla: su historia, de dónde proviene y hacia dónde quiere ir. Esta vez es la directora Patty Jenkins (Monster) la encargada de descomunal misión: traer al cine de manera exclusiva a esta heroína de DC para presentarla y ponerla en camino para la próxima película de La Liga de la Justicia, que reunirá a los superhéroes más emblemáticos de ese universo.

Otra de las difíciles tareas la tenía Gal Gadot, mujer que ha sabido coronarse como reina de la belleza en su país de origen pero que a nivel actoral todavía no había tenido ninguna oportunidad valiosa para destacarse. Después de muchos nombres y especulaciones, fue ella la elegida para el papel que hizo famosa a Linda Carter.

La película, luego de esa escena en el París presente, viaja al pasado para presentar a Diana desde pequeña en la isla paradisíaca donde vive junto a otras tantas amazonas, incluyendo su madre la Reina Hipólita. Diana es una princesa pero no quiere sentirse como tal y reniega de la sobreprotección que le brinda su madre, prefiriendo seguir a su tía Antíope (interpretada por Robin Wright) y entrenándose en la lucha.

Cuando Steve (Chris Pine), un piloto y espía, se estrella en la isla, Diana decide irse con él para buscar y enfrentarse a Ares, el Dios de la Guerra. Pronto se ve inmersa en un mundo que le es nuevo y levanta la voz en una época en que a la mujer no se la escuchaba y debía aprender a callarse.

Más allá de ser una película de superhéroes, el encanto de Mujer Maravilla no radica en las escenas de acción, donde se hace uso y abuso de la ralentización (demostrando que Zach Snyder no sólo está presente como productor, sino como clara influencia) en medio de montajes vertiginosos. Tampoco en la gama de sus villanos (Danny Huston, Elena Anaya y uno que no se puede revelar, que sí logra destacarse por sobre el resto).

Diana ve el mundo desde un costado ingenuo e inocente que se complementa con la valentía y decisión con la que sobrelleva sus creencias, eso de defender a los que no pueden hacerlo. La relación que se va generando (y la química que se desprende entre ambos actores) con Steve, que es el primer hombre que ella ve en su vida, es creíble. Personajes secundarios coloridos: la secretaria a la que interpreta Lucy Davis, o uno de los soldados (Ewen Bremner) son otro aporte interesante.

El film se aleja del tono oscuro y solemne de las últimas películas del universo DC, aunque en su último tercio Diana se encuentra con un mundo bastante menos amable del que esperaba. Las escenas de humor -de las que hay unas cuantas-, se perciben frescas, naturales, no forzadas como en Suicide Squad. Parte de ese mérito es del guionista Allan Heinberg, más asiduo a escribir para televisión, por eso quizás tampoco sorprende que, en cambio, en escenas que deberían ser puntos fuertes, como el clímax, éste pierda fuerza.

La película, luego de esa escena en el París presente, viaja al pasado para presentar a Diana desde pequeña en la isla paradisíaca donde vive junto a otras tantas amazonas, incluyendo su madre la Reina Hipólita. Diana es una princesa pero no quiere sentirse como tal y reniega de la sobreprotección que le brinda su madre, prefiriendo seguir a su tía Antíope (interpretada por Robin Wright) y entrenándose en la lucha.

Cuando Steve (Chris Pine), un piloto y espía, se estrella en la isla, Diana decide irse con él para buscar y enfrentarse a Ares, el Dios de la Guerra. Pronto se ve inmersa en un mundo que le es nuevo y levanta la voz en una época en que a la mujer no se la escuchaba y debía aprender a callarse.

Más allá de ser una película de superhéroes, el encanto de Mujer Maravilla no radica en las escenas de acción, donde se hace uso y abuso de la ralentización (demostrando que Zach Snyder no sólo está presente como productor, sino como clara influencia) en medio de montajes vertiginosos. Tampoco en la gama de sus villanos (Danny Huston, Elena Anaya y uno que no se puede revelar, que sí logra destacarse por sobre el resto).

Diana ve el mundo desde un costado ingenuo e inocente que se complementa con la valentía y decisión con la que sobrelleva sus creencias, eso de defender a los que no pueden hacerlo. La relación que se va generando (y la química que se desprende entre ambos actores) con Steve, que es el primer hombre que ella ve en su vida, es creíble. Personajes secundarios coloridos: la secretaria a la que interpreta Lucy Davis, o uno de los soldados (Ewen Bremner) son otro aporte interesante.

El film se aleja del tono oscuro y solemne de las últimas películas del universo DC, aunque en su último tercio Diana se encuentra con un mundo bastante menos amable del que esperaba. Las escenas de humor -de las que hay unas cuantas-, se perciben frescas, naturales, no forzadas como en Suicide Squad. Parte de ese mérito es del guionista Allan Heinberg, más asiduo a escribir para televisión, por eso quizás tampoco sorprende que, en cambio, en escenas que deberían ser puntos fuertes, como el clímax, éste pierda fuerza.

Si bien a Mujer Maravilla le falta pulir elementos propios del cine de superhéroes, termina siendo una buena presentación de un personaje que supo ser icónico. Gal Gadot logra cargarse la película con su carisma y resulta difícil no caer rendido ante su encanto.

Publicada en VisiondelCine.com
enjoyjessica
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7
25 de junio de 2014
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Todo el mundo debería tener un amor verdadero y debería durar mínimo toda la vida”, escribió John Green en uno de sus best sellers y fenómeno del género joven adulto que no tardó en llegar al cine, esta vez de la mano de Josh Boone (Stuck in love). Y sobre eso es lo que se trata este libro y esta película, que ante todo peca de ser muy fiel a su material original, sobre el amor y sobre la vida.

En esta historia, Hazel Grace es una adolescente que vive su vida de manera diferente al de las adolescentes normales. Tiene un cáncer de pulmón que hace que no pueda estar nunca sin sus tubos de oxígenos a cuesta. Y como sólo sale de su casa para contentar a su madre yendo a un grupo de apoyo, conoce a August Waters, que también tiene cáncer, pero el suyo parecería por el momento estar bien tratado.

Sí, Bajo la misma estrella apunta a la reacción sensible, a las lágrimas. Lo hace desde el primer momento. Pero si algo tiene de único esta historia, y fue lo que probablemente convirtió a John Green en el éxito de ventas que es, es que sus protagonistas no andan por la vida dando pena y lamentándose de su destino trágico. Todo lo contrario. Con frescura intentan vivir este “pequeño infinito” con todas las ganas y la pasión que a veces uno no termina de volcar en las cosas.
Shailene Woodley es una Hazel preocupada más por sus padres que por sí misma (porque sabe que lo único más difícil en la vida que tener cáncer a los dieciséis años es tener un hijo con cáncer), y obsesionada con el final de los personajes de su libro favorito, el cual termina de manera abrupta, en el medio de una oración, “te mueres en medio de la vida, en mitad de una frase”.

Ansel Elgort, quien ya había trabajado con Shailene en Divergent donde interpretaba a su hermano, es el encargado de dar vida al encantador August Water, Gus. Quizás hasta el último tercio de la película, quien se destaca más en el film es ella, por su frescura, a diferencia suya que en general su expresión seductora no varía demasiado durante más de la mitad de la película. Pero lo cierto es que ambos terminan siendo una muy linda pareja para el cine, esa pareja que se da su primer beso pasada media película (“me enamoré del modo en que te duermes, de manera lenta y luego todo de repente”) y en el altillo de la casa de Anne Frank.

Los padres de la protagonista están interpretados por Laura Dern, siempre magnífica, y Sam Tramell (el Sam de True Blood). Y otro secundario muy interesante es el de Willem Dafoe, un personaje al que ambos admiran hasta que viajan hasta Amsterdam para conocerlo y descubrir que no es más que un escritor alcohólico encerrado en su propia cabeza y capaz de herir con sus palabras.

Bajo esa misma estrella está filmada de una manera casi indie, con algunos planos poco comunes, y música de artistas apenas conocidos. Y es cierto que por momentos no puede evitar sentirse demasiado edulcorada, pero tampoco puede desapegarse del material original. Todo tiene la excusa perfecta, está en el libro. Aunque ciertos momentos en la película no generen la intensidad que logra leerlos en las palabras de Hazel Grace en el libro, hay otras con las que sucede al revés, y se ven éstas intensificadas.

Quizás dos horas sea un poco largo para esta película que a la larga ya sabemos cómo va a terminar, o al menos en qué estado nos va a dejar sumergidos, pero no sobran escenas. Y es sobre todo una película que va a dejar muy contento a quien haya leído y disfrutado del libro. Quien no lo haya hecho también podrá hacerlo, siempre y cuando decida dejarse llevar por una historia que ya sabemos que nos va a hacer llorar, y aceptarlo.

visiondelcine.com.ar
enjoyjessica
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