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Críticas de Jark Prongo
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Críticas 231
Críticas ordenadas por utilidad
6
11 de junio de 2012
59 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es de recibo que se esté denostando Piraña 3DD de forma gratuita y casi impune, me recuerda a la incomprensión que tuvieron por parte de sus contemporáneos genios como Galileo, Unabomber o el abogado y editor Emilio Rodriguez Menéndez -señor que sabría apreciar en su justa medida este film si algún día se lo programan en la sala de audiovisuales del centro penitenciario que habite actualmente-. La queja más repetida viene siendo que ¨no es como la primera¨. Coño, pues claro, merluzos; que aquí tratamos con la exploit de la exploit de otra exploit, o sea, un producto que no precisa de continuidad ninguna ni falta que le hace. Esto lo hacen ver desde el mismo comienzo, usando metraje de la fantástica versión de Aja, y si aún no os queda claro, lo subrayan a base de bien cuando Ving Rhames rememora lo ocurrido en dicha 1ª parte alejando el cuadro de la pantalla. Pum. Colleja metafílmica, por pringuis. Pero vamos, que es conocer un poco el mundo de las sagas de fantaterror videocluberas, donde las más de las ocasiones en cada entrega (independientemente de la franquicia) se venía a hacer un poco lo que al director y a la productora le salía de los cojones. Como debe de ser.

Piraña 3DD debería ser venerada por muchas cosas, pero para zanjar mis discrepancias alegaré que no me entra en la cabeza que cualquier espectador presuntamente heterosexual pueda renegar de una película que muestra no pocos planos de tetacas, culates, entrepiernos y, ya en giro loco hiperbólico, jamelgas tirándose por toboganes acuáticos con las tetas al aire. Lo voy a repetir porque debería ser Patrimonio de la Humanidad: JAMELGAS CON LAS TETACAS AL AIRE POR TOBOGANES DE AGUA. Como en el Aquapark de vuestros sueños solo que sin celulitis, viejas ni gitanos. Pero no es sólo eso. Ni mucho menos. En su búsqueda de entidad propia se desmarca con auténticas piruetas loquérrimas: asesinatos de interior (¡en una película de pirañas!), ralentís con decorados beodos de rojo, amarillo y azul -que recuerdan a un Wes Anderson amante de la costra-, diálogos esperpénticos que le vienen al pelo, homenajes imposibles (el de Elm Street es sorprendente, al igual que los créditos finales, clara ovación a los iniciales de Dawn Of The Dead 04), humor tuno (lo de Christopher Lloyd con las visitas a su video de Youtube es acertadísimo, y el doble punto con la muerte del niño al final y las posteriores fotos con móvil de la turba resulta ser hasta una reflexión acertada de la estupidez humana contemporánea), respeto por los códigos inquebrantables del género (muy clásico lo de condenar el sexo matando de forma aleccionadora a todo aquel y aquella que se preste alegremente a ello), algunos puntos muy cafres, casi de -cuidado ahora con el pleonasmo que viene- exploit italiana setentera enferma (el esposado en la furgoneta es puro Lucio Fulci, y el hecho de que las pirañas sólo dejen intacto el cadáver de la chica negra es irreverente de cojones)....
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Jark Prongo
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7
25 de marzo de 2010
49 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Puede una película resultar fascinante cuando uno la ve sin levantar medio palmo del suelo por vez primera y continuar igual o mejor conforme se revisiona pasados los años? Sí, y he aquí la prueba, además de en Una Pandilla Alucinante. Elvira es la clásica morralla que alquilas de pequeño en el Videoclub de tu barrio, aquel en el que vendían chucherías y ganchitos, tras reparar en las voluptuosidades cuasi-russmeyerianas de la portada mientras intentabas no atragantarte con las 2 bolsas de Risketos que te habías vaciado en la boca para impresionar a un colega. Morralla que troca en magia al ser vista ya en casa, pues es la primera vez que tu micropene (por aquel entonces ese era tu nabo, el mío sigue siendo igual) se pone oblongo al ver a una señorita frescales (Cassandra Peterson) que se pasa el día con el entreteto al aire, y eso sólo puede ser producto de la magia,como decía, o la alquimia. Y ahí estás tú, flipando y descubriendo el concepto trempera a lo bruto, mientras la peli no deja de ofrecerte diversión, monstruos, brujería light y referencias que se grabaran en tu inconsciente y te convertirán en lo que hoy eres, para bien o para mal.

Ya de mayor, con un kilometraje en pajas que tiende a infinito y cero conquistas reales, te dices ¨pues me voy a volver a ver la peli de la guarrona esta, que molaba mil¨ en una tarde aburrida y, claro, pasa lo que pasa: descubres un film magníficamente hecho, que no ha envejecido, que tiene múltiples lecturas, que va follao, que le pone cojones aunque sea feminista (de manera ilusoria), que derrocha amor por la Serie B y que, sobre todo, es jodidamente divertido.
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Jark Prongo
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7
28 de enero de 2011
46 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Árbol, el Alcalde y la Mediateca es una de las reflexiones más lúcidas acerca de la política que existen, cosa que era de esperar viniendo de un maestro de las revelaciones como Rohmer. Si bien comparte la estructura de gran parte de su filmografía (pese a ser de las pocas pelis de la misma que no están comprendidas en los ciclos de Cuentos Morales, Comedias y Proverbios o Cuentos de las 4 Estaciones) es una rara avis dentro de la misma, pues el mismo Rohmer reconoce que fue escribiendo diálogos mientras filmaba (cuando generalmente tiene todo más planificado que una visita guiada del Imserso), casi a salto de mata, y permitió a Clémentine Amouroux que realizase entrevistas reales improvisadas (valga la redundancia) a los lugareños del pueblo. Entrevistas que forman parte importante del film e improvisación que solo había permitido a Marie Rivière en El Rayo Verde.

Lo de la estructura, más que por unas coordenadas comunes en el cine de este señor (que las hay, casi patrones incluso), es por la reacción del espectador: desde esos 10 minutos iniciales de ¨¡me aburro!¨ a ese final en el que frunces el ceño, te enciendes un cigar, asientes en plan ¨mmmm... que fino ha hilado el cabrón¨ y caes en la cuenta de que acabas de ver una maravilla donde este franchute se permite la ironía desde la distancia más objetiva que pueda verse en el cine. Es dicho distanciamiento lo que confiere una validez extrema a prácticamente todo lo filmado por Rohmer, aun quedando la duda en el espectador de si es un misántropo, un humanista, un cínico o que mierdas pasa con él. De lo que no cabe duda es de su valía como cineasta, pese a parecer a no afines un clasista hortera a la par que snob petulante (¿se aceptan pleonasmos?).

Aquí, con una trama volátil y para nada esencial en la película (queda todo sujeto al azar y a como condiciona el mismo los actos), nos desvela en qué consiste el ¨noble arte de la política¨ mientras de soslayo mete unas cuantas puyas muy buenas al mundo del periodismo (ese pesebre tan prescindible a dia de hoy), al ecologismo (cuando es enarbolado como ideología de cara a pillar chupisubvenciones), a la identificación inmemorial dualista de derecha e izquierda e incluso a un elemento tan horrible como puede ser el coche contemporáneo, en un alarde de genialidad humoristica propia del Bill Hicks más rabioso. Todo a escala, como la maqueta de la mediateca que forma parte de la (repito) prescindible trama.
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Jark Prongo
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9
25 de junio de 2014
140 de 245 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vamos a matapelo con la nueva obra de un grande de la asunción de riesgos en el campo del cine:

-la primera toma de contacto Scarlett con lo humano es igual de extraña de lo que sería para nosotros el mismo paso: da con la gente de peor dicción de todo el universo. Una rotura mayor sólo se podría dar apareciendo la susodicha en Murcia. Los escoceses con los que topa hacen pasar por bueno el inglés de un checo, primer ser al que medio entendemos, ayudando esto a crear cierta confusión entre si es en realidad el alien el humano o estos últimos los foráneos, constante en el film.

-Scarlett pasa de cazadora torpe a auténtica máquina de control demográfico. Y lo brillante es la simpleza del horror que espera a sus víctimas: pasamos de ver algo casi abstracto, la inmersión de estas en la nada, a lo que sucede en su interior. Todo en lógica consonancia con lo que cabe pensar que haría una raza extraterrestre que domina los viajes interplanetarios y quizá con un claro punto de inspiración en Rover, el globo vigía de la serie El prisionero, que daba miedo por su sencillez y por no poder ser explicado en términos racionales.

-cuando tras caerse de morros deja la vigilancia activa en busca de presas, las luces confluyendo y aturdiendo a Scarlett tienen gran parecido a las usadas por Michael Winterbottom en Wonderland para mostrar el microcosmos inabarcable que es una ciudad. Y cuando vigila quieta en la furgo ella se da un aire al perro de La Cosa de Carpenter.

-entendemos que la curva de aprendizaje de Scarlett en el ámbito de lo humano no es tan rápida, que hay mucha elipsis donde aprende a charlar de forma intrascendente, sonreír y coquetear tras innumerables horas de vigilancia. A lo que si asistimos es a momentos donde conoce otras movidas algo más traumáticas, tipo el intento de robo o el toparse con el chico con neurofibromatosis.

-el encuentro con cara mierda voy a calificarlo de excelso, de cumbre del cine. En diez minutos se funden El Hombre Elefante y Máscara en un juego pleno de lógica que sirve para que Scarlett termine por conocer lo que es ser humano vía la piedad –o eso creemos, pues aquí nada queda del todo claro-, darle un giro a todo lo anterior –el chico con neurofibromatosis es sometido a un ejercicio involuntario cruel a más no poder que le lleva a pensar que está siendo objeto de una cámara oculta- y a superar a ambas películas, pues el espectador debería sentirse mal con solo pensar que a él se le deja escapar exclusivamente por ese mal extremo facial que lleva a el-la alien a permitirle vivir gracias a un mecanismo de discriminación positiva inédito hasta hoy. Un ejercicio de bondad entre diferentes por causas distintas –el ser de otro planeta y el tener la cara hecha un cromo del Tato Abadía- que da una lógica aplastante a que exista ese entendimiento, la posterior liberación y el cambio que lleva a Scarlett de cazadora a jersey de entretiempo. No, es broma. Le lleva a ser la futura cazada.

-la transición voluntaria a humana tiene mucho de ascético y epifánico, hay no pocos planos detalle Bressonianos –la mano siguiendo el ritmo del Real Gone Kid, El Almuerzo Desnudo, la cabaña y violación final- que la convierten en una mezcla entre Mouchette y Una Mujer Dulce. El alegórico atravesar la niebla es muy Antonioni, visual –Identificación De Una Mujer- e intencionalmente –decide entender, tener la facultad de comunicarse. Y Tarkovsky también anda muy presente en esta segunda mitad de película, no pocas secuencias ven aparecer el fuego, el agua, el aire y la tierra ya sea combinados a falta de alguno o al completo. De hecho se puede pensar que Scarlett practica una ascética inter-planetaria, abandonado lo que nos figuramos es su curro en pos de lo que va descubriendo en la tierra, una nueva mística para ella-ello. Igual hasta es una Diosa.
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Jark Prongo
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8
14 de abril de 2012
50 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras la casi notable Kinetta y la sobresaliente Kynodontas (que sería del agrado de Wittgenstein y Korzybski a buen seguro) vuelve a jodernos la cabeza el cineasta joroño Lanthimos. Y a base de bien, pues Alps es un film que, al igual que sucede con la filmografía de Bresson, Kaurismaki y Fassbinder, no tiene ni un fotograma de relleno, transición, vacuo o como queráis entrar a definirlo. Claro que precisa de una predisposición por parte del espectador para, uno, ver la película, y dos, no quedarse frente a ella como un ficus o Marichalar en modo ictus.

Lanthimos satura (pese a que formalmente parezca lo contrario) cada plano de información, mientras que se sirve del montaje para hilar de aquella manera un remedo de argumento que sirve como excusa para mostrarnos una observación precisa y demoledora sobre cómo están articuladas las relaciones humanas. Dichas relaciones, con las que hemos de lidiar SI O SI día a día, en ámbitos íntimos funcionan en base a las expectativas que alguien tiene sobre otro, expectativas que devienen en moldeo directo cuando la persona que las proyecta puede permitírselo por razones de fuerza/poder (aquí es notable el doble juego que muestra con la bailarina dominada dentro del grupo de actores). En otros ámbitos también se dan, claro, pero ahí es donde apunta el griego acertando de pleno para redondearlo al hacernos caer en la cuenta de la existencia de un amplio espectro de personas que necesitan ser ¨moldeadas¨ (ser un actor en y de tu propia vida, ¿no?). La tercera vía, que sería un poco ¨intertar ser tú¨ nos la muestra de un modo francamente desolador: una cámara cuasi subjetiva sigue a la protagonista dando tumbos entre lo que son interpretaciones, asunciones de roles por la fuerza y mascaradas tremendas (¿existe mayor juego de máscaras que sustituir a un muerto?). Sin encontrar su ¨yo¨ jamás.
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Jark Prongo
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